Las drogas, el abuso, el sexo, el estilo de vida homosexual, la rebeldía, el abandono de la fe… los peligros que esperan a nuestros hijos al vivir en un mundo roto por el pecado nos pueden abrumar. Podemos pensar que no les espera nada bueno en su futuro, o vivir en temor de que se pierdan. Pero nuestro Dios no nos ha dejado solos, y no quiere que ejerzamos nuestra crianza en base al temor. Únete a esta conversación llena de esperanza.
Transcripción:
Susi: Como creyentes que vivimos en un mundo roto por el pecado y dominado por Satanás, no somos llamados a ser ingenuos y vivir como si no pasara nada. Tampoco somos llamados a decretar y declarar que todo se resuelve mañana o el próximo año.
No hay lugar en el Reino de Dios para la autoconfianza, ni para vivir desconectados de la realidad. Pero la tentación que muchos enfrentamos es vivir en temor—temor del futuro para nuestra familia en un mundo tan loco y quebrantado por el pecado. Creo que podemos afirmar que tampoco Dios nos ha llamado a vivir así.
Por esto, como parte de nuestra serie actual, llamada Auxilio, he querido invitar a nuestro hermano, Pastor Joselo Mercado, para hablar sobre este temor que los padres frecuentemente sentimos por el futuro de nuestros hijos. Hermano Joselo, muchas gracias por acompañarnos. Bienvenido a Crianza Reverente.
Joselo: Es en verdad un privilegio, y admiro mucho el esfuerzo que están haciendo para dar recursos bíblicos a padres de pensar por medio de una cosmovisión cristiana, de cómo levantar a los hijos en el temor del Señor.
Susi: Es nuestro privilegio tener una pequeña parte en eso. Gracias por el ministerio que llevas a cabo; creo que Dios nos prepara a todos en los ministerios en los que participamos. Eres pastor en la Iglesia Gracia Soberana, cerca de Washington, D.C., con tu esposa Kathy y tus dos hijos adolescentes. Gracias por la bendición que tu familia también es para muchos de nosotros.
Te quería preguntar, para empezar: al ser pastor, tienes a familias en tu iglesia: ¿Qué es lo que más te ha provocado gozo al poder pastorear a las familias en la fe?
Joselo: Mi pasión ministerial es ver el Evangelio de una forma funcional en la vida de los creyentes: ver santificación, o cambios, parecernos más como Cristo, pero que se atribuye a que miramos la gloria de Jesús, y eso toma efecto en nosotros.
Y es ver la acumulación de la Palabra del Señor en personas; cuando tú ves que el bombillo prende, como dicen, el foco, y tú piensas: “A ver, esa aplicación, no legalista, no porque todo el mundo lo está haciendo, no motivado por una cultura, pero sí motivado porque han visto la gloria de Cristo”. Y eso nos motiva a ser como Cristo.
Susi: Amén. Comparto ese gozo, en este caso por el ministerio que tenemos aquí en el podcast, cuando alguien escribe y dice: “Ahora entiendo cómo el Evangelio obra en mis hijos.” Yo digo: “Gracias, Dios. Se prendió ese foco”. Gloria a Dios.
Hoy queremos hablar de algo con lo que yo creo que todos los padres luchamos. Yo puedo decir que he luchado con este tema. Es el tema del temor. El temor, específicamente porque la verdad es que sí, vivimos en un mundo roto por el pecado. Yo quería empezar preguntándote simplemente: ¿has visto tú también esta tendencia entre padres cristianos de vivir en temor? Como pastor, ¿crees que sea un problema común? ¿Y en qué áreas has visto que los padres tienden a temer más?
Joselo: Primero, pienso que más y más…siempre tenemos la tendencia a temer. La Biblia siempre nos está diciendo que no temamos, y no tememos mirando y confiando en el Señor. El temor llega a gobernar nuestras vidas cuando sacamos nuestra mirada del Señor y de ser guiados por él.
Claro que debemos temer si estamos tratando de caminar procesos por nuestra sabiduría o por la sabiduría humana. En muchas ocasiones podemos ver el temor que afecta la forma que criamos en diferentes momentos de la crianza. Algo en que quizás también hay un poco de tema es: las damas tienden a temer más que los hombres.
Susi: Sí, las mamás somos más preocuponas.
Joselo: Sí. Hay una cultura matriarcal hispana donde en muchas ocasiones en el hogar la influencia del liderazgo femenino es tan fuerte. Entonces se va a resaltar un poco más el temor como una motivación para cómo vamos a criar a nuestros hijos. Quizás en diferentes etapas de la vida se ve diferente, pero en la etapa de niñez, quizás nuestro temor muchas veces es que ellos terminen siendo criminales. Entonces imponemos mucha autoridad para que ellos se sometan. O tratamos de diferentes formas…la meta es que no terminen criminales.
Quizás llega la adolescencia, y decimos que no van a ser criminales, pero entonces lo que tememos, y he visto más y más, es un temor a que se rebelen porque los llamamos a vivir en el temor del Señor. En lugar de crear con fe o convicción, basado en lo que el Señor nos llama, es manejar las situaciones y ver dónde está el chico. Y en ocasiones, permitirle, o darle dosis de mundanalidad para que él esté contento dentro de vivir en un ambiente cristiano, porque tememos que si somos muy estrictos o anticuados o santurrones, ellos van a terminar rebelándose. No vamos a hacer santurrones si lo hacemos por una convicción: Dios nos llama a hacer esto. Y si Dios nos llama a hacer esto lo vamos a hacer con gozo.
Y quizás el temor de otras generaciones, que vivieron los efectos del legalismo, nos ha llevado a abrazar un poquito más el libertinaje, o a tener un aspecto más flojo de lo que es la gracia. Veo mucho temor en ese sentido, especialmente en adolescentes. Le comentaba a un amigo en estos días, que a veces a lo que llegamos, de cero a 13 o 14 años, para que sean sentados en la familia, para que ellos no estén expuestos al mundo, les ponemos a ver televisión, tabletas, muchas cosas.
Llega la adolescencia y vemos que son diferentes, y nos asusta que son diferentes. Queremos ahora que sean como el mundo y les metemos dosis de “mundo”. Hay diferentes temores: quizás el temor que se rebelen, quizás el temor que no sean funcionales en la sociedad, porque los vemos que son diferentes.
Muchos de estos temores pudieran tener un factor principal, pero al final quiero identificar la motivación, y yo creo que el temor sale de una idolatría a los hijos. El hijo se convierte en un ídolo funcional. Idolatramos su aceptación. Estamos pensando en cuando tengamos 60 o 70 años, y queremos la compañía de ellos, y en ese momento, esa idolatría de la cercanía de ellos quizás nos hace complacerlos en áreas que necesitaríamos, por convicciones de cosas que vemos en la Palabra, ayudarles a ver sabiamente que no es correcto que caminen en esa dirección.
Susi: Me encanta que puedas señalarnos estas cosas, ¡porque estas son cosas que nadie dice!
Joselo: ¡Es mi expertise—decir lo que nadie dice! Y me gano gente que no le caigo bien por eso, pero…
Susi: Creo que lo has dicho con gracia, y alguien tiene que decirlo. También aquí procuramos decir las cosas con gracia, pero hay que decirlas, porque ¿qué está en juego? Está en juego realmente la gloria de Dios, obviamente en nuestras familias y en la vida de nuestros hijos, pero está en juego también la vida espiritual de nuestros hijos. Está en juego nuestra vida espiritual. Creo que los padres tememos, no solamente por causa del mundo, no solamente por causa de nuestros hijos; tememos por causa de nosotros mismos, de faltas espirituales en nuestras vidas.
No sé si nos puedas ayudar a pensar que si hay algunos principios que encontramos en la Palabra que nos ayuden a tratar con este temor y a evaluar de dónde sale y si es algo sano en nuestra vida.
Joselo: Acaba de decir algo que me trajo un pensamiento. El temor muchas veces de nosotros es temor al fracaso, en el sentido de que si implementamos principios bíblicos, y por la providencia de Dios, o por la razón que sea, nuestros hijos deciden caminar fuera del Señor, mirar hacia atrás y decir: “Es que le dimos demasiado iglesia”.
A nadie se le puede dar demasiado Cristo. Es hacerlo con gracia, con firmeza, con amor, pero que da convicciones, y si en el futuro, ellos por la razón que sea, no caminan con el Señor, tener una conciencia tranquila de que lo que hicimos, lo hicimos basado en nuestro conocimiento de la Escritura en ese momento. Y no temer fracasar.
Yo digo esto en la iglesia: “Yo no estoy diciendo que nuestros hijos tienen que ser perfectos por nuestra crianza. Si caminan en el Señor, gloria a Dios. Si se rebelan, vamos a llorar juntos. Vamos a orar juntos por ellos; vamos a clamar al Señor juntos; vamos a tratar de rescatarlos juntos. Eso no es nuestra identidad”.
Pero quizá este temor al fracaso, hay mucho ahí caminando. Entonces principios bíblicos: para mí, Proverbios 23:26 es bien importante. “Dame, hijo mío, tu corazón. Y que tus ojos se deleiten en mis caminos”. Es algo que un pastor nos enseñó. (Yo no tengo ninguna idea mía; todo lo he aprendido de alguien. Entonces no hay ideas originales.) Este pastor nos dijo: “Aprendan a ganar el corazón de tus hijos”.
Hemos meditado mucho en esto: que ganar el corazón de los hijos no es simplemente llenarlos de regalos y complacerlos. Es aplicar amor y autoridad, y aplicar autoridad es amor. De una forma que, como el texto dice, “que tus ojos se deleitan en mi camino”, que ellos quieran seguirnos. Es ganar el corazón en la vida de ellos de una forma que ellos quieren seguirnos.
Uno de los medidores es ver dónde está el corazón de ellos hacia nosotros en la autoridad y en nuestro amor hacia ellos. Hay momentos que yo le digo a Katy: “Parece que ellos no estaban muy convencidos de que los amamos”. Así que tenemos que llenarlos de amor.
O hay momentos que pareciera que no están muy conscientes de mi autoridad o la autoridad de mamá. Yo le llamo esos momentos “avivamientos”. Y se lo digo a ellos: “¡Vamos para un avivamiento!” Que entiendan que yo soy su autoridad. Y obviamente están en una edad diferente ahora, pero esos dos principios deben de estar presentes.
A nosotros nos ha ayudado mucho el libro de Proverbios, donde vemos que el autor de Proverbios, Salomón, camina con sus hijos para instruirlos. Entiendo el principio de que ellos tienen que ir creciendo en sabiduría, y parte de eso son sus experiencias de vida. Así que no los podemos proteger de todas las experiencias de vida, pero yo quiero caminar todas esas experiencias con ellos.
Una de las cosas que estamos haciendo ahora en este tiempo que estoy en 14 y 16 años es ayudarlos a ellos a crecer en sabiduría. No hablamos tanto de permiso, sino hablamos de sabiduría, ellos entendiendo que somos autoridad, que todavía yo puedo decirles “sí” o “no”.
Pero en cada decisión tratamos de caminar por sabiduría, para que cuando ellos sean más adultos, esa sabiduría esté con ellos y ellos hayan desarrollado el discernimiento de vivir bajo nuestra autoridad, que quiere decir que ellos van a tomar decisiones por su cuenta, pero que reflejan la autoridad del hogar hasta el día que ellos se casen. ¿Hace sentido lo que digo?
Susi: Sí. De hecho, yo creo que todo va de la mano. Porque si yo estoy criando a mis hijos en confianza en el Señor, en lugar de mis propias estrategias, suelto ese sentido de control, confío en que la misma sabiduría que yo necesito es la que ellos necesitan. Lo que yo quiero es que el camino de la sabiduría de Dios sea tan atractivo para ellos, porque ellos ven que para mí funciona, y me da gozo, y me evita problemas. Y cuando hay problemas, me da consuelo y me ofrece soluciones.
Yo quiero que ellos experimenten el ver que caminar en la sabiduría de Dios es algo atractivo. Entonces el mundo se les hace menos atractivo. Me encantó lo que dijiste que a veces les ofrecemos como pequeños gustos del mundo, para satisfacer un poco sus deseos, para que no se sientan aburridos, o decepcionados con el Reino de Dios. Pero el problema es que no les estamos ofreciendo la sabiduría atractiva del Reino.
Me encanta lo que dices, porque creo que eso es una de las claves para no caminar en un temor que no es sano. Sí queremos caminar en reverencia. Quizá la siguiente pregunta sería: yo, como mamá, siento una tensión. Quiero dejar el temor en manos de Dios. Pero yo también tengo mi responsabilidad de contrarrestar esas influencias. Y precisamente son esas cosas del mundo que a veces me provocan el temor. A veces hay una tensión.
Quizás nos puedes aconsejar a los padres, que no queremos ser culpables de una actitud pasiva que dice: “Bueno, yo no voy a temer, entonces yo lo voy a soltar todo, dejar todo a Dios”. Pero tampoco quiero ser culpable de pensar que yo controlo toda la seguridad y el futuro de mis hijos. ¿Nos puedes ayudar un poco con esa tensión?
Joselo: Ambas son actitudes que no reflejan una confianza en el Señor. Ambas son actitudes que probablemente hay algún tipo de temor que está siendo reflejado. Lo que queremos es principios bíblicos claros.
Vivimos en una época donde las opiniones personales son elevadas demasiado. Lo que yo pienso es lo que es sabio, y tú tienes que respetar lo que yo pienso y yo lo que tú piensas, cuando debemos de centrar nuestra vida en la sabiduría de las Escrituras, y qué principios bíblicos informen nuestras prácticas.
Yo puedo diferenciar de otra familia en las prácticas que tengo, pero el principio no puede seguir. Voy a dar un ejemplo: cuando vivimos guiados por principios bíblicos, no vamos a temer, porque nuestras acciones, no vamos a sentir ni que están por encima o por debajo de lo que debemos hacer, sino que estamos siendo guiados por la Palabra del Señor.
No sé si en México esto es un problema, pero en Estados Unidos los 18 años parece que es la edad mágica donde los chicos ya salen de la autoridad de los papás. La Palabra del Señor dice que la autoridad es hasta el día que se casen. ¿Cómo se ve al caminar esa autoridad? Va a ser diferente, pero no debe de ser una conversación en que haya debate, si un hijo no casado está bajo la autoridad de sus papás.
Lo que quizás podemos diferenciar es cómo vamos a practicar como familia eso. Te voy a dar un ejemplo. Nosotros hemos llegado a la conclusión que de los 18 hasta que se gradúen de universidad, queremos que vivan en nuestra casa. ¿Por qué? Porque queremos…yo soy medio perezoso para eso, porque veo que sería muy difícil ejercer mi autoridad. O sería más complicado, no muy difícil. Tomaría más trabajo ejercer esa autoridad a la distancia. Se puede ejercer la autoridad a la distancia. El punto es que nadie debe de decir: “En este tiempo ya están por su cuenta”. Eso es un comentario mundano.
Donde podemos diferenciar, y ahí es donde podemos caminar en fe, es cómo yo aplico esa autoridad. Para regresar a la pregunta, cuando tenemos claro nuestras prácticas basadas en principios públicos, no vamos a sentir ni que estamos haciendo ni menos ni más, porque de acuerdo a Romanos 14, vamos a tener la paz de que estamos haciendo y aplicando aquello que Dios nos está llamando a hacer.
Estábamos hablando de sabiduría; voy a añadir una cosita que nos debe ayudar para saber que estamos caminando en sabiduría en esos aspectos, y nos debe ayudar a no tener temor. Es involucrar a la comunidad de creyentes. Es algo que yo no veo. A veces yo le digo a la gente: “Parece que los únicos hijos que pecan son los míos”, porque yo le comparto a personas áreas en que mis hijos deben de crecer y nadie me comparte de vuelta.
Obviamente, si yo tengo necesidad de crecimiento, mis hijos tienen necesidad de crecimiento. No es que yo quiero estar exponiendo la debilidad de mis hijos, pero debe haber amigos cercanos, piadosos, que conocen la Palabra del Señor, que me van a ayudar a abrazar y a poder tener sabiduría, y que me van a ayudar a identificar si las motivaciones de mi corazón no son bíblicas al momento de aplicarlo o implementar una decisión importante en la vida de mis hijos.
Eso es algo que yo no veo mucho en la comunidad de creyentes. En parte es temor: temor que me juzguen al hijo, temor que luego pase algo. No es este sentido de fe de que si vamos a caminar en sabiduría necesitamos la sabiduría de la comunidad de creyentes. Y eso toma tiempo. Yo tengo un amigo, varios—yo tengo como 8 o 9 amigos que me ayudan en la crianza de mis hijos.
Pero tengo unos amigos más cercanos. Ellos saben todo. Y mis hijos saben que ellos saben todo, y que en momentos que necesitamos ayuda, yo voy a ir con ellos. Hay momentos que les digo: “Yo quiero que tú hables con esta persona para que escuches sabiduría”, y también modelarles cómo se debe buscar sabiduría dentro de la comunidad de creyentes.
Esto lo estoy haciendo en una comunidad donde la gracia y el evangelio reinan, donde las personas entienden que mis hijos son pecadores, aunque son creyentes. Donde estas personas, yo sé que aman y desean lo mejor para mis hijos, y que tienen la madurez de saber que mis hijos pecan y son todavía un proceso en crecimiento, pero pueden ellos amar y servir al Señor dentro de este proceso.
Ese sentido yo creo que nos va a ayudar mucho a saber si estamos o sobre o bajo en nuestra crianza. Porque lo que veo muchas veces es: o gente demasiado controladora que quiere hasta lo último, o gente que “no, yo solamente se lo entrego al Señor”. Yo escuché a un papá decir: “Yo no he enseñado a mis hijos que tengan tiempo devocional porque eso tiene que salir de ellos”. Eso no sale de nadie; eso hay que instruirlo.
Susi: Ni de mí. Tengo 40 años de creyente y todavía no “me nace”, como dicen aquí.
Joselo: Exacto. Tengo que instruirlo en él. Tenemos esta mentalidad, que en verdad no nos damos cuenta, pero es bien dado al humanismo marxista: creemos que de ellos va a salir lo bueno, cuando la Palabra el Señor nos dice que somos depravados. Necesitamos el evangelio y necesitamos la instrucción bíblica de los padres, tanto en amor como en autoridad.
La autoridad sin amor nos lleva a la rebeldía, y el amor sin autoridad nos lleva al libertinaje. Una crianza que confía en el Señor aplica las dos de una manera que refleja el Evangelio, donde el Señor es la autoridad, pero también es nuestro amor.
Susi: Eso es la clave de no tener un temor incorrecto. Porque si yo veo a Dios como mi autoridad amorosa, yo le tengo un temor reverencial, pero no le tengo un pavor, un terror, de que algo malo me va a pasar, porque entiendo su amor y entiendo su autoridad y me someto a esa autoridad, se traspasa lo mismo al hogar e incluso a la comunidad cristiana.
Me gusta mucho lo que decías de la comunidad y me quedé pensando que muchas veces las áreas donde tememos, por lo menos creo que las mujeres (no puedo hablar tanto de los papás; experimentan el temor quizás de una manera un poco diferente a veces) muchas veces las áreas donde tememos son áreas ciegas, son puntos ciegos, en nuestra vida.
Creemos que estamos bien—obviamente no hacemos cosas creyendo que están mal. Cuando yo convivo e interactúo con las personas de mi comunidad cristiana, mi comunidad de la fe, ellos a lo mejor pueden ver: “La hermana, ¿por qué hace así? Eso no está bien. Mira cómo sus hijos están reaccionando, y yo creo que ella no se da cuenta”. Entonces se me pueden acercar y me pueden ayudar a ver algo que yo no estoy viendo.
La comunidad cristiana nos puede ayudar muchísimo a combatir este temor que no es correcto, que no es sano, porque nos puede ayudar a ver esos puntos ciegos. Eso es algo clave que siempre tratamos de enfatizar aquí en Crianza Reverente. Quiero decir que yo sé que no todos tienen una comunidad de fe de sana doctrina y sana práctica, pero como siempre decimos, tú puedes ser la primera familia en tu iglesia que extiende gracia y que vive ese tipo de vida cristiana. Tú puedes influenciar a otras familias.
Quizás Dios te quiere llevar a otra congregación, pero lo más probable es que quiere empezar a traer una fe sana a partir de una familia o dos familias. Eso sería mi palabra de ánimo si estás escuchando y dices: “Es que yo no tengo una comunidad de fe así”. Entiendo. Esa es una experiencia común. Pero podemos buscar ser esa comunidad sana para otra persona primero y así extender esa comunidad.
Una cosa más que quería que habláramos antes de terminar—nos quedan unos 5 minutos; se va bien rápido el tiempo. Yo he escuchado comentarios, siendo mi esposo pastor, como: “Tus hijos están más cuidados por Dios, porque tienen padre pastor”. O: “¿qué esperanza tienen mis hijos que tienen que ir a la escuela pública? No hay otra opción para nosotros y ahí hay pura influencia mala”.
Creo que la tendencia es poner nuestra esperanza en las circunstancias, o perder la esperanza por causa de las circunstancias. ¿Cómo puede cualquier padre o madre, en cualquier situación, evitar depositar su esperanza donde no debería de hacerlo, y sí ponerla en la verdadera fuente de ayuda?
Joselo: Estoy convencido que tenemos todavía muchas veces una visión católica de muchas cosas. Pensamos: “El pastor está más bendecido, y esa bendición baja a los hijos”. No es así. La comunidad de los creyentes, el sacerdocio de todos los creyentes…yo les digo esto constantemente a mis hijos, y se lo digo a la iglesia: “Las cosas que hago, no las hago porque soy pastor. Las hago porque soy cristiano: mis convicciones de crianza, mis convicciones de vida, cómo criar a mis hijos”.
Hace poco le preguntaron a mi hijo en una conferencia: “¿Cómo tú te sientes ser hijo de pastor?” (Voy a tratar de no llorar cuando digo esto.) Dijo: “Es que en verdad yo no siento que soy hijo de pastor. Papá predica los domingos, pero él nos ha enseñado que somos cristianos”. Yo les digo a ellos: “Si yo fuera plomero, si yo fuera abogado, si yo fuera médico, estuviésemos comprometidos con la Iglesia, comprometidos con la comunidad de creyentes. Debemos vivir una vida que refleja la gloria de Cristo”.
Es entender la providencia del Señor, que si nos ha puesto en un lugar, esa situación es la situación perfecta para nosotros. Si tu hijo es un hijo difícil—nosotros tenemos uno de nuestros hijos un poquito más complicado. Cuando el era pequeño, yo le decía a mi esposa: “Ese hijo o hija es perfecto para ti porque está también trabajando santificación en ti”.
Es realmente creer en la providencia del Señor, que las circunstancias que nos rodean, sea que nuestros hijos estén en escuela pública, sea que estén en escuela privada cristiana, o en “home-schooling”…a veces yo pienso que puede ser más difícil criar un hijo en una escuela cristiana que en una escuela pública, porque a veces en unas comunidades cristianas hay este sentido de imitar al mundo en muchas conductas. Es más fácil decir en la escuela pública: “Bueno, él es un creyente, o no creyente”. Pero cuando un creyente está haciendo cosas de un no creyente, es más complicado.
Susi: Causa más conflicto en la mente del hijo.
Joselo: Exactamente. Uno tiene que creer, por ejemplo, algo como esto. Un amigo mío me dice: “Yo resuelvo todo con Romanos 14. Si Dios me ha llamado enviar a mi hijo a la escuela pública, tengo que tener la convicción y no hacerlo con temor, ni duda, sino creer que esto es lo que Dios me ha llamado a hacer, y me va a dar las herramientas, la sabiduría. El Espíritu Santo me va a ayudar y me va a dar las estrategias para criar a mis hijos.
Déjeme decirle que ni el “home-schooling”, ni la escuela pública, ni la escuela privada puede sustituir la realidad de que yo soy el que discipulo a mis hijos. No puede ser ni el currículo de “home-schooling”, ni la escuela privada, ni tampoco la escuela pública. Al final del día nuestros hijos necesitan que le dediquemos el tiempo necesario para discipularlos. No para entretenerlos, sino para discipularlos, de acuerdo con Deuteronomio 6.
Susi: Está muy bien. Para mí ha sido un proceso como mamá, y creo para ustedes como papás, el poder confiar en las luchas, en esos momentos de fracaso en la vida de nuestros hijos, momentos que parecen de victoria y luego la siguiente semana ¿qué pasó con esa victoria que pensamos que tuvimos? Esa es la realidad, porque así vivimos nosotros también.
Muchas gracias, hermano, por ayudarnos a ver con ojos de fe, a correr la carrera con ojos de fe. Eso es lo que Dios nos llama a hacer sin temor—temiendo, sí, en reverencia a Dios, pero sin temor a las circunstancias. Muchas gracias por acompañarnos.
Joselo: A la orden. Dios le bendiga.
Susi: A ti te decimos gracias también por acompañarnos. Sigue con nosotros en esta serie, Auxilio, donde queremos proveerte de ayuda bíblica para las dificultades y los retos de la crianza cristiana. Bendiciones.