Ha venido a ser más y más común en nuestra sociedad buscar ayuda en la terapia ofrecida por la psicología, incluso para nuestros hijos. Como padres creyentes que deseamos guiar a nuestra familia en los caminos de la Palabra, puede ser difícil discernir cuándo sería sabio evitar acudir a un psicólogo, y cuándo puede ser de ayuda. El pastor y consejero Luis Méndez nos ayuda con este discernimiento en esta conversación importante. ¡No te la pierdas!
Transcripción:
Susi: Si vamos a criar a nuestros hijos en reverencia delante del Señor, tenemos que basar nuestra comprensión de quiénes son ellos y cuáles son sus necesidades reales sobre la Palabra de Dios. Tenemos que creerle a Dios, por ejemplo, que somos pecadores criando a pecadores, como decimos siempre en la introducción. Y creerle también dónde se encuentra la solución de ese problema.
El mundo activamente nos ofrece evaluaciones sobre la naturaleza y las necesidades de nuestros hijos, y muchas de esas ideas vienen de la psicología. Hoy queremos abordar un tema que ha provocado muchas dudas en las mentes y corazones de muchos padres cristianos en el mundo actual.
Para tratar el tema de la psicología y la Biblia en nuestra vida familiar, tenemos el honor de que nos acompañe el consejero bíblico, conferencista, pastor, esposo, padre, y ahora amigo de la familia Bixby, Luis Méndez. Hermano, gracias por acompañarnos.
Luis: Gracias, Susi. Es un gozo y un honor poder acompañarte hoy aquí.
Susi: Gracias por tu disposición. No siempre puedo grabar estos episodios de manera presencial, en persona, pero me encanta cuando se da la oportunidad. El Pastor Luis y su esposa Vilma nos están visitando en Monterrey, México, para participar en una conferencia de matrimonios y también aquí en la Universidad Cristiana IUCLA, como le decimos ahora. Hermano, espero que haya disfrutado mucha buena carne asada en estos días que ha estado en Monterrey.
Luis: Estamos agradados, complacidos, de todas las atenciones que hemos tenido.
Susi: La especialidad de Monterrey es la carne asada, así que siempre se tiene que experimentar eso. Antes de entrar en materia, quiero mencionar que acabas de sacar un libro junto al Pastor Miguel Núñez. Se llama Transformados a su imagen. ¿Puedes comentarnos un poquito sobre este libro, su propósito?
Luis: En realidad el libro surge como una idea de proveer un recurso bíblico que ayude a las iglesias, a las personas individuales, a tener un poco de teología aplicada. El pastor Miguel Núñez ha sido un precursor de formar, de equipar, la iglesia, y lo que hemos hecho es combinar la experiencia que tuvimos trabajando juntos en la IBI, en la instalación del modelo de consejería bíblica.
Es un primer esfuerzo de poner en las manos del mundo evangélico un material que se puede entender en sí qué es la consejería bíblica, cuál es el fundamento, y algunas ilustraciones de teología aplicada.
Susi: Perfecto. Recién salido, recién disponible en el mundo de Latinoamérica…
Luis: Salió en febrero de este año.
Susi: Bien. Entonces deberías de poder conseguirlo en tu librería local. Búscalo: Transformados a su imagen por Miguel Núñez y Luis Méndez.
Ahora sí vamos a entrar en el tema que nos toca. Hermano, seguramente has notado que hay una moda en el mundo en Latinoamérica, de ir a terapia o a consulta del psicólogo, tanto entre adultos como jóvenes, y ahora incluso llevando a los hijos también al psicólogo. A grandes rasgos, para comenzar, ¿qué perspectiva nos ofrece la Biblia para pensar correctamente sobre lo que la psicología pudiera o no ofrecernos?
Luis: Esa es una excelente pregunta, Susi, y es ahora mismo, como dices, uno de los grandes desafíos modernos que la iglesia debe de tratar. A mí me gusta siempre contextualizar la idea: vamos a la cosmovisión. La gran diferencia entre la consejería bíblica y la psicología, especialmente psicología moderna, la llamamos cosmovisión.
Nosotros creemos en un plan de Dios; tenemos una cosmovisión bíblica. Eso significa: hay una creación que Dios diseñó, hay una caída en la historia, hay una historia de redención y hay una historia de glorificación. Dios nos describe, nuestra historia, como seres humanos en un pasado, en un presente, y en un futuro. Todos los aspectos de la vida debemos de ser capaces de contextualizarlos a la luz de esa historia de redención.
En la consejería bíblica, nos basamos en las Escrituras como la fuente fundamental, la fuente primaria, de sabiduría. Cuando hablamos de consejería, en esencia, la gran distinción es el corazón. Nosotros no trabajamos conducta. Nosotros trabajamos el corazón, entendiéndose las raíces de los problemas.
La psicología enfoca principalmente filosofías, de tratar de avanzar y hacerte sentir bien. Esa no es nuestra prioridad en la vida cristiana. Nosotros tenemos que educar a nuestros hijos, nosotros mismos, con la idea de ser más como Cristo, de tratar de entender nuestro llamado, nuestro propósito en la vida. Para eso tenemos las Escrituras. Los teólogos, sobre todo los reformados, hablan de la suficiencia de las Escrituras.
El principal llamado de los padres—porque es interesante que cuando la Biblia dice “padres” no dice “psicólogos”, no dice “maestros”, sino “padres”—ustedes deben de instruir a vuestros hijos, disciplinarlos. Deben evitar provocarlos a la ira. La principal responsabilidad en la crianza de los hijos son los padres. Y los padres tienen recursos.
¿Quiere decir que todo es malo en la psicología? Claro que no, porque hay muchas cosas donde podemos observar. La psicología provee algunos recursos de ayudarnos a entender lo que sucede. Donde ya la psicología pierde su facultad es a la hora de proveer solución.
Yo puedo valerme de la psicología para aspectos educativos del niño. Me ayuda mucho entender las diferentes personalidades, porque el pecado puede ser mejor interpretado a la luz de eso. Una vez se identifica posibles aspectos conductuales, necesitamos la Biblia.
Dios es quien provee esperanza. Dios es quien provee un plan de salvación. Yo creo que los padres debemos hacernos conscientes y asumir nuestra responsabilidad, porque el punto es que es una responsabilidad que no es delegable. Y yo creo que parte del problema es que estamos huyendo a nuestra responsabilidad.
Susi: Escuchándote hablar sobre la diferencia entre la psicología y la consejería bíblica, en este caso, viendo a la consejería bíblica como esa alternativa que el creyente debe buscar, en lugar de buscar primero la psicología, ¿estoy entendiendo bien esa distinción?
Luis: Es correcto. Ahí es donde nosotros abogamos por un nuevo reenfoque de la iglesia local. Nosotros creemos que la iglesia tiene respuestas a nuestras dificultades. Nosotros, como padres creyentes, primero debemos agotar los recursos que Dios provee. Nuestra comunidad de fe: tenemos una familia de la fe; hay familias que van un poco más delante de las cuales podemos aprender. No tenemos que tener miedo de abrazar los desafíos en el contexto de nuestra iglesia.
De nuevo, como digo, eso no significa un rechazo total a lo que la psicología provee, pero pienso que a veces lo que está pasando es que buscamos primero fuera, sin entender las circunstancias, sin entender las repercusiones, y estamos perdiéndonos de recursos tan maravillosos que Dios nos provee dentro de nuestra familia, que es la parte pastoral de la iglesia.
Susi: Yo pienso en un padre o una madre que está viendo a su hijo, y está viendo que su hijo tiene probablemente un problema. Hace un momento hiciste una distinción entre las emociones, o la parte emocional, o la parte de acciones externas, y la parte del corazón. Creo que hablar un poquito de eso puede ayudar a los padres.
Porque yo como mamá puedo mirar a mi niño y puedo ver una conducta incorrecta (de eso hemos hablado bastante en el podcast). Pero pensándolo de la perspectiva de la psicología y de la consejería bíblica, a lo mejor en la escuela ven una conducta y hacen un diagnóstico. La maestra dice: “Este niño tiene problemas emocionales. Mándalo con el psicólogo para que le ayuden con sus emociones”. Pero quizás como cristianos tendríamos que tener una evaluación diferente, ¿no?
Luis: Es correcto. La razón por la que decimos lo que decimos, pensamos lo que pensamos, y hacemos lo que hacemos, hay una raíz, y tiene que ver con el corazón. Nosotros no trabajamos las ramas, ni los frutos; trabajamos la raíz. En esencia, nuestro problema es el pecado. Nuestros niños nacen con un egoísmo rampante. Los niños se creen que son la última Coca Cola del desierto, que todos los planetas giran alrededor de ellos, ¡como si fueran el sol de la creación!
Y nosotros como padres debemos enseñar a nuestros hijos a trabajar ese egoísmo. Somos una familia; somos una comunidad; tenemos responsabilidades. Nuestros problemas no son los más grandes del mundo. Nosotros tenemos que aprender a amar. Si nosotros no damos un tratamiento bíblico a esos problemas del corazón, lo vamos a seguir perdiendo en términos conductuales. Esa es la razón por la cual, si un niño no es instruido temprano, se vuelve inconsistente en su madurez.
Hay muchachos hoy en día que no pueden sostener un empleo más de un año. Son inconstantes. ¿Saben por qué? Nunca se les enseñó lo que es la autoridad. Nosotros como padres tenemos que enseñarles a nuestros hijos que existe algo que se llama la autoridad.
Hay aspectos de nuestras vidas que jamás pueden ser guiados por nuestras emociones. Nuestras emociones jamás fueron diseñadas para ser la guía de nuestras vidas. Nuestras emociones fueron diseñadas por Dios. Son un regalo por Dios, como una advertencia, una alarma de que algo anda mal adentro. Pero jamás deben ser la conclusión final.
No todo lo que Dios nos manda, nos gusta. Hay cosas que es auto negación. Por eso decimos que Dios no envió a su hijo Jesús para hacer nuestra vida más cómoda. Ese no fue el principal propósito. Dios no nos dio a Jesucristo para hacernos la vida más fácil. Ese no es el trabajo. Es para hacer nuestra vida más santa.
Santificación es la clave. La santificación incluye dolor; no es fácil cuando yo tengo que trabajar con mis inseguridades, con mi egoísmo. Soy casado; a veces yo no quiero servir a mi esposa porque estoy muy cómodo, pero el amor demanda sacrificar mi comodidad.
Todos estos valores, debemos enseñarlos temprano a los hijos. No hay que ir a donde un psicólogo para entender que el problema que este muchacho tiene es que es egoísta. Porque quiere usar los juguetes del otro; no respeta las limitaciones de propiedad. Un psicólogo no es el experto que te va a decir eso. Dios ya te lo dice.
Yo creo que hace falta asumir nuestra responsabilidad como padres. De nuevo, no estoy diciendo que no puede existir ayuda específica en términos de limitaciones de desarrollo educativas. Hay aspectos científicos de análisis que son muy valiosos a la hora de trabajar la fase observar, entender. Pero a la hora de decir: “Vamos a educar; vamos a desarrollar a nuestro hijo”, trabajamos con su corazón, no con su conducta.
Susi: Me encanta eso porque mucha gente no entiende que la ciencia en sí es observación. Las personas dicen que la psicología es una ciencia comprobada. Bueno, en cuanto sea de observación objetiva, claro. Es posible que un niño esté en la escuela y lo manden al psicólogo y el psicólogo manda un recado a los padres a decir: “Hemos observado que su hijo tiene un problema con esto: cuando hay muchos niños a su alrededor responde así, pero cuando está solo, o con solo un niño, responde así”. Bien, esa es una observación.
Luis: Excelente.
Susi: Si es un hijo único, sus padres nunca lo observan con otros niños. Claro que les puede ser de mucha ayuda. Pero eso es lo que dice usted: llegamos al momento de proveer una solución, y ahí es donde si no vamos a la Palabra, entonces no estamos tratando con asuntos del corazón.
Luis: Totalmente, y ahí es donde yo entiendo que volvemos a la suficiencia de las Escrituras. Una filosofía que en esencia es la base de la psicología no me va a resolver mi problema del pecado. Volvemos al esquema: somos seres caídos en un proceso de restauración. Yo necesito las promesas de Dios. Yo necesito entender mi contexto frente a un Dios creador y santo. Necesito entender que soy parte de una comunidad de fe.
Hay desafíos. La vida no es tan individualista, y esa instrucción es en el hogar. Tú no necesitas más que la Palabra y el Espíritu Santo para instruir. Y otra cosa: necesitamos amor y paciencia. Yo creo que, a veces, en la generación tan rápida en que vivimos, es más fácil decir: “Déjame yo mandar a este muchacho donde alguien”. A yo tener que cancelar compromisos, a yo tener que gastar horas y horas creciendo en paciencia con un niño que no responde y que no entiende….
En esencia estamos buscando la solución más fácil, y yo creo que es un tema de asumir responsabilidades. Todos estamos de acuerdo como cristianos que solo Dios provee salida a nuestros problemas del corazón. Yo creo que es un tema de asumir responsabilidades. De nuevo, es más fácil trabajar lo conductual que la raíz, que es el corazón.
Una ilustración que nosotros usamos mucho es: si hay una filtración en la sala de tu casa y es bien fea, y tú quieres resolver eso, puedes buscar pintura y tú la pintas de nuevo la pared. Eso te va a funcionar por dos días. La solución a nadie le gusta. Yo no he escuchado a una sola persona que se agrade en resolver una filtración. Hay que romper la pared. Muchas veces la filtración no está local ahí y es muy sucio…
Susi: Viene de otra parte.
Luis: Pero cuando tú tapas esa filtración, está resuelto el problema. Entonces nosotros no pintamos paredes en la crianza de los hijos. Nosotros resolvemos filtraciones. Hasta que no haya una respuesta bíblica a nuestros problemas, estamos pintando paredes.
Yo no quiero conformarme simplemente con entender que la ira de mi hijo es cuando él interactúa con muchas personas. Eso es la observación. ¿Qué vamos a hacer con esa ira? Tiene que ser confesada; tiene que ser trabajada. Yo tengo que ponerle como Cristo modela una vida de generosidad, una vida de perdón. Es ahí donde está la solución. Necesitamos volver a la Palabra. Necesitamos poner la Palabra en prioridad para guiar nuestras vidas.
Susi: Algo que yo he observado en mi propio corazón, y en el de muchos padres hoy en día, es que no nos gusta enfrentarnos. No nos gusta la idea, ni de nosotros, pero especialmente de nuestros hijos, considerar que sean pecadores profundamente afectados, y que merezcan una eternidad en el infierno, y que urgentemente necesitan un cambio de corazón.
Creo que por eso es atractivo que un psicólogo trate (como dices, evitando el trabajo yo) con los problemas. Pero que yo pueda pensar: “Mi hijo no tiene un problema tan profundo”. Porque es feo el pecado. Es feo. Es feo cuando lo veo en mí y es feo cuando lo veo en mi hijo. La responsabilidad y el trabajo al que te estás refiriendo va otro paso más allá: poder decir y abrazar la realidad del pecado profundo que hay en el corazón de mi hijo.
Luis: Eso es tan importante porque a menos que tú llegues a ese punto, Cristo no va a aparecer hermoso. Yo no voy a ver la oferta de Jesús hermosa y necesaria, a menos que yo no vea mi perdición. Eso es exactamente parte del problema. Si yo no veo la necesidad, ¿de qué estamos hablando? Tú te imaginas a una persona que vaya al hospital, llega por una emergencia, o una urgencia, todo un drama, y cuando le dicen: “¿qué tienes?”
“No, yo estoy bien”.
“¿Pero hay sangre en algún lado?”
“No, yo vine…”
“Entonces ¿qué hace usted aquí?”
“Yo vine a decirle que no necesito [nada]”.
¿Qué tú crees que va a pasar con ese paciente? ¡Lo mandan al psiquiatra inmediatamente! Nosotros solo vamos al hospital si percibimos que tenemos un problema. Convicción precede el buscar la solución.
Susi: Cristo dijo que él vino a salvar a los pecadores, ¿verdad?
Luis: A lo que se había perdido.
Susi: A los que entendían que eran pecadores. Los psicólogos, la mayoría, nos van a decir que les daña a nuestros hijos, les daña su autoestima, cuando les hacemos saber que son pecadores. Obviamente la mayoría de los psicólogos no creen que seamos pecadores. Allí es un área muy fuerte, que destaca mucho, donde los padres cristianos tenemos que diferir de la psicología: en la evaluación de la verdadera necesidad.
Luis: Allí es lo que llamamos cosmovisión. La psicología no cree en una cosmovisión bíblica. No entra en la fórmula el pecado y la caída, sino es conductual: hacerte sentir bien. Transfiero la culpa, trato de explicar mi problemática a la luz de lo externo. Nunca voy a lo interno. Ahí está la diferencia.
Los escritores de la Biblia, el Nuevo Testamento en especial, no eran muy buenos psicólogos. ¿Saben qué dicen ellos? Cuando Dios te castiga y te disciplina, lo hace porque te ama. ¡En serio! Dicen: “No desprecie la disciplina del Señor porque Dios a quien ama disciplina y castiga como a hijo”. Parece que no eran muy buenos psicólogos esa gente porque ellos te decían: “¡Es bueno!”
Yo recuerdo a mi mamá que no tenía mucha psicología ni nada de eso. Ella era una persona tan amorosa. Pero me sentaba y me decía: “¿Sabes qué? Eso no va”. Los “no” de mi madre me ayudaron mucho a ver mi egoísmo, los “no” de mi madre me enseñaron a abrir la ventana para los “sí” de la vida.
Si yo no hubiera tenido una madre que me enfrenta a mi egoísmo, yo hubiera tenido muchos problemas hoy. Déjame decirte, ella no se tomó las vacaciones antes de tiempo. Ella se ocupó de levantarnos con valores. Nos enseñó honestidad, nos enseñó servicio, nos enseñó a no transferir culpa, nos enseñó a tener la humildad de aceptar [responsabilidad].
Y esas actitudes alimentadas con esperanzas bíblicas es lo que todos necesitamos. Entonces yo no creo que ayude mucho hoy yo afirmar a un niño, que en esencia lo que estaba pasando es el pecado. Eso no le va a ayudar cuando sea adulto. ¿Saben por qué las cárceles están llenas hoy? Porque hay padres que han fallado. Hay excepciones, pero la mayoría es que nunca han sido corregidos.
¿Saben por qué hay tanta inseguridad entre adultos hoy? Porque nunca se les enseñó un esquema de vida, de asumir responsabilidades y deberes. El principal problema de nosotros no es emocional. El principal problema de nosotros es que estamos distanciados de Dios. No entendemos el plan en su vida, así que necesitamos una vez más volver a la Palabra.
Susi: Esa cosmovisión de la que estás hablando, por ejemplo: eso de no decir “no”, muchos psicólogos de crianza hoy en día (de hecho, se ve en Instagram: Cómo evitar decir no a tu hijo) te dan toda una lista de posibles maneras de redirigir su atención sin decirle “no”. Yo entiendo. Una mamá lee eso: “Es verdad. Yo debo ser más positiva con mis hijos”. Es verdad que muchas mamás necesitamos afirmar más cosas buenas, animar y alentar a nuestros hijos, pero se basa en la cosmovisión de la que estás hablando.
En estos últimos minutos que nos quedan, nos puedas ayudar a saber…ok, yo soy una mamá o un papá cristiano, creyente, y yo tengo un deseo de equiparme para que en mi casa prácticamente se practique consejería bíblica, en lugar de caer en las mentiras de la psicología. De manera práctica para una persona común y corriente, ¿cómo puede empezar a adquirir esa destreza para usar la Palabra de Dios bien?
Luis: A mí se me ocurre uno de los textos favoritos en la crianza (reverente 😊) a que nosotros somos llamados es Efesios. Efesios dice específicamente: “Padres, no provoquéis a ira vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”. Nosotros creemos que es uno de los textos cruciales que todo padre debe de abrazar.
Pero Efesios 4 viene después de Efesios 3, y después de Efesios 2, y después de Efesios 1. Ahí nos habla de la creación, caída, redención. Es un contexto donde se nos dice: antes de hablar de los padres terrenales, tenemos que hablar de los padres espirituales, de Dios como nuestro padre y nosotros como hijos. Es un modelar en la Biblia que nos enseña cómo esto funciona. Cuando llegamos a la parte de los padres, ya van 5 capítulos que estamos saturados de teología. Ahí hay una advertencia que puede ser muy práctica.
Primero, no provoquemos a ira a nuestros hijos. Yo creo que tenemos mucho problema hoy en día con querer mucha comodidad. No tengo tiempo para dedicarte, estoy más enfocado en mi reputación que en la esencia de mi vida. Los hijos se sienten usados a veces para los padres. A veces nos avergonzamos de ellos. Todo eso provoca ira.
Debemos ser pacientes, amarlos, perdonadores. Eso es el aspecto negativo de la crianza. El aspecto positivo es, tenemos que criarlos en disciplina y amonestación del Señor. Ahí están los dos términos. En los idiomas originales, uno es: trabaja su carácter. Entrénalo en su conducta. Entonces nosotros tenemos que trabajar con nuestros hijos, que entiendan su condición caída. Nosotros debemos ir a la Palabra con ellos. Debemos orar con ellos. Y al mismo tiempo, que aprendan disciplina.
Nuestros hijos tienen que entender responsabilidades. Nosotros debemos ir a un campo de entrenamiento con ellos. Es decir, los padres tienen que tener la habilidad de asignar responsabilidades a sus hijos. Tú vas a ordenar tu cuarto a cierta edad. Tu habitación es tu responsabilidad. Eso es muy bueno porque ya me enseña temprano: mi papá no me tiene que resolver todo. Hay cosas que mi padre espera de mí. Y ser consecuente con la evaluación de esas cosas. Yo no puedo pasar por alto con un niño cuando falla. En amor, debe haber de alguna manera [una consecuencia].
Esa es la vida; eso es lo que tú y yo vivimos. Si tú fallas en tu trabajo hoy, a ti te pueden despedir. No va a haber ningún vuelo que te vas a dar. Tenemos que preparar a nuestros hijos para la vida que les espera. Es la idea.
Susi: Yo creo que los padres nos topamos muchas veces con ciertas situaciones con nuestros hijos donde nos sentimos incapaces de ayudarles. Quizás es un problema emocional fuerte o quizás es un problema de relacionarse con otros. Hay una lista infinita de posibilidades. Como padre o madre, ¿cómo puedo empezar a equiparme a mí misma? Y, ¿cuánta relación tiene mi propia vida espiritual con mi capacidad de ayudar a mis hijos en situaciones donde quizás yo voy a verme tentada mandarlo con el psicólogo?
Luis: La respuesta a esa inquietud, que es muy válida e importante, de nuevo es la comunidad de la fe. El cristianismo es, en esencia, santificación progresiva. No es un llamado para el llanero solitario, un Rambo que anda saltando montañas. La santificación es un proyecto de comunidad. Para eso tú tienes la comunidad: hay padres que van delante de ti; hay pastores en la iglesia que te van a brindar recursos, apoyo, para muchas de esas cosas.
Si en ese consenso se ve la necesidad de buscar ayuda externa, pues eso se puede hacer colegiadamente. Pero la crianza de los hijos no es un proyecto para hacerse aislado. Hay muchas fuentes de sabiduría en nuestra comunidad espiritual. Hay madres que están enfrentando tu problema y van muy delante de ti. Habla con esas mentoras que pueden ayudarte. Vamos a trabajar en equipo.
Creo que es la realidad que observamos. Hay mucho individualismo en el llamado de Dios. No puede ser así. Nos necesitamos uno a otro. Hay mucha sabiduría en la comunidad de la fe alrededor.
Susi: Muchas veces nuestros hijos repiten nuestros mismos errores. Mis ídolos, es más probable que sean los mismos ídolos de mis hijos. Para mí como mamá, me ha ayudado mucho el trabajar áreas de necesidad en mi vida, y entender que es posible que mis hijos luchen con lo mismo. Y tomar esa actitud de comunicar a mis hijos la solución que yo encontré en las Escrituras.
Muchas veces eso viene en una conversación sobre una lucha que el hijo tiene o que uno ha tenido y ha tenido que pedirle perdón a ese niño. En esa misma conversación, si constantemente estamos expresando que encontramos suficiencia en las Escrituras, que encontramos suficiencia en la comunidad de la fe, eso va entrenando también a nuestros hijos a dónde busco la soluciones. No es que tú tienes que tener las soluciones. No. Hay una fuente que Dios ha provisto.
Luis: Eso se llama “modelar” en la vida cristiana. Debemos modelar con transparencia. Ninguno de nosotros somos Jesucristo chiquito y nuestros hijos lo observan todo. Es más, está demostrado que es más poderoso la influencia de tu testimonio de vida que lo que hablas y lo que instruyes. Entonces enseña con tu vida. Cuando te equivocas, tus hijos tienen que verte pedir perdón.
Susi: Y consejo.
Luis: De hecho, a ellos mismos. En una conferencia yo le dije a la audiencia: “¿cuándo fue la última vez que le pediste perdón a tu hijo?” Hubo un silencio fúnebre. Yo dije, aquí hay problema. No debe ser tan complicado recordar cuándo te equivocaste, porque nosotros pecamos muchas veces. Sobre todo, la falta de paciencia.
Nosotros tenemos que ser humildes como padres. No sabemos. Es un desafío donde dependemos de Dios. Sería muy bueno muchas veces decirle a tu hijo: “Mi hijo, perdóname. Fallé en mi paciencia. Cómo te hablé, no es la manera como debe ser, de Dios. Yo quiero ayuda; ora por mí”.
Susi: Sí. Orar juntos.
Luis: El niño se da cuenta que es un proyecto juntos. Tú ejecutas un rol dado por Dios, pero están juntos. Eso es muy importante, esa transparencia y humildad.
Susi: Amén. Gracias, hermano, por compartir las experiencias y la sabiduría que Dios te ha dado, y por tu vida de ministerio, buscando oportunidades de invertir en el Reino. Y gracias por invertir este rato con nosotros aquí, tu visita a Monterrey. Que Dios bendiga el ministerio que tienes con tu esposa.
Luis: Un gozo estar aquí, Susi, con ustedes.
Susi: A ti que nos escuchas, gracias por seguir en esta serie, Auxilio. Todavía nos quedan un par de episodios más, así que no te vayas. Nos vemos la próxima semana.