¡Estamos en una búsqueda de conocimiento de Dios que puede transformar a nuestras familias desde el corazón! Queremos contemplar a Dios y vernos en contraste con Él, y que esa contemplación produzca mayor adoración y obediencia en cada miembro de la familia. ¿Qué significa que Dios sea autoexistente? ¿Cómo esta realidad puede transformar la vida diaria de mi familia? Jairo y Paty abren sus corazones con nosotros, y nos ayudan desde la perspectiva pastoral tanto como la familiar y personal. No te pierdas esta conversación, ni los recursos para el devocional familiar que la acompañan.
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CONTENIDO DE LA HOJA DE AYUDA:
Atributo de la semana: Autosuficiencia
¿Qué significa? La autosuficiencia de Dios es parte de la aseidad de Dios, que se refiere a que Dios no necesita nada fuera de Dios mismo. Dios, en sí mismo, está completo y pleno.
Sugerencias para dos días de devocional familiar:
Día 1) Leer Hechos 17:16-28 en familia. (Hechos 17:24-25 para muy pequeños).
Preguntas para niños pequeños: Mira a tu alrededor ¿Qué ves? ¿Quién creo todo lo que ves en la creación? ¿Crees que Él necesite algo de ti para ayudarle?
Preguntas para niños más grandes: ¿Cuál problema grave observa Pablo en las personas de esta ciudad? (vs. 16) Según el vs. 27, ¿con qué propósito se ha revelado el Dios autosuficiente a las personas que adoran a otros dioses? ¿Y tú has buscado a Dios como Él merece?
Día 2) Leer Éxodo 3:1-14.
Preguntas de discusión para conversar con hijos de cualquier edad: ¿Sabes lo pequeño que uno se siente en un monte? ¿Sabes lo pequeño que uno se siente en un desierto? ¿Por qué hay una zarza que no se quema? ¿Qué nos dice esto acerca de Dios?
Texto para memorizar esta semana:
Hechos 17:24-25 (texto en cursiva para niños pequeños)
El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.
Motivos de oración y adoración:
- Padre, damos gracias por que aun teniéndolo todo, y sin necesitar de nada, quisiste darnos lo mejor que tenías, darnos vida en Cristo Jesús.
- Pedimos que nuestros corazones recuerden cada día la gran necesidad que nosotros tenemos de ti.
- Pedimos por las necesidades de nuestros hermanos en Cristo, entendiendo que tú tienes toda capacidad de suplir.
- Como padres, oramos por la convicción en nuestros hijos sobre las cosas que Dios ha revelado, que puedan confesar su pecado y rechazar las convicciones del mundo.
- Te adoramos, Señor, porque la palabra está siendo sembrada y creciendo en nuestros corazones.
Transcripción del episodio:
Susi: Estamos estudiando acerca de Dios, y la semana pasada vimos que Dios se nos ha revelado. Si tú escuchaste el episodio 140 la semana pasada, ¿esa verdad te ha asombrado? A mí, sí. Esa revelación de la persona de Dios la podemos contemplar de muchas maneras y en muchos de sus atributos—sus características—que la Palabra de Dios revela acerca de él. Conocer a Dios y contemplar a Dios resulta en ser transformados. Eso buscamos para nosotros y para nuestros hijos.
El atributo que vamos a considerar hoy nos puede explotar un poco la cabeza, porque somos seres humanos comunes y corrientes. ¡Pero lo bueno es que hoy tenemos con nosotros a dos personas muy inteligentes, muy estudiadas, teólogos que nos van a ayudar a hablar sobre la autosuficiencia de Dios!
Jairo: Por lo menos una.
Susi: ¿Qué tal esa introducción, Jairo y Paty?
Jairo: Bueno, gracias a Dios aquí está Paty. ¡Paty puede contestar todas las preguntas difíciles!
Patricia: Estaba a punto de salirme ya de la grabación cuando escuché todo esto; dije: “Bueno, esto no es para mí. Lo dejo a Jairo”.
Susi: Era broma, ¡porque sé que son buenos para bromear! Ahora sí, en toda seriedad, muchas gracias, Jairo Nanmún y Paty de Nanmún. Se están conectando con nosotros desde Santo Domingo. Gracias por su tiempo. Han estado ambos anteriormente en el podcast y ahora están aquí juntos. No lo habíamos hecho así anteriormente. Gracias por separar tiempo. Bienvenidos.
Patricia: Sí, para nosotros es un privilegio.
Susi: Un poquito acerca de ustedes: viven en Santo Domingo y creo que hace no mucho empezaron a plantar una iglesia, ¿verdad, Jairo? Se llama Piedra Angular. ¿Cuánto tiempo tienen con esa plantación?
Jairo: Así es. Ya son casi año y medio, gracias a Dios.
Susi: Muy bien. Gracias a Dios. Todo un reto plantar iglesia. Gracias a Dios por eso. También ambos siguen sirviendo en Coalición por el Evangelio. Tienen tres hijos por adopción: esa historia me encanta. Hace poco entrevistamos a Paty, en el episodio 134, por si lo quieres escuchar, acerca de la adopción; es una historia hermosa.
Hablando de eso, ¿cómo ha sido para ti el aceptar o recibir niños en tu hogar que empezaron en otro hogar, en otro lugar, y la importancia de enseñarles quién es Dios?, ya que estamos hablando de conocer a Dios.
Patricia: Sí, claro. Tú sabes que para nosotros ha sido una bendición, y por la gracia del Señor nunca nos encontramos con resistencia de parte de nuestros hijos en el sentido de instruirles en la Palabra de Dios, y que ellos puedan conocer la Palabra de Dios. Porque aún en su trasfondo pasado, venían de un lugar donde el Señor era una prioridad, y de alguna manera, esto se les comunicaba también.
Ha sido tan hermoso el hecho de poder instruir a nuestros hijos en la Palabra, y cómo ellos pueden ver la realidad que nosotros, a nivel de familia, les hemos estado siempre enseñando, de que nosotros somos una familia para siempre, y que ellos se encuentran seguridad en nosotros y con nosotros. Pero apuntarles a una seguridad mayor, que es la que ellos tienen en el Señor: de que ese no los va a dejar, de que ese no los va a defraudar y que ese es el Dios que ellos van a encontrar ahí en las Escrituras. Ha sido una excelente experiencia, poder instruir a nuestros hijos en la Palabra.
Susi: Qué bonito poder enseñar a nuestros hijos que, aunque nosotros no somos suficientes, siempre tienen a ese Dios que en sí mismo es suficiente. Me imagino que en esa situación ha sido algo maravilloso.
Vamos a entrar en materia porque hoy nos toca hablar de este atributo de Dios que vamos a decir la autosuficiencia, aunque abarca otras ideas también. Para eso, Jairo, ¿nos puedes ayudar un rato aquí, y enseñarnos un poco acerca de qué significa, según la Biblia, que Dios es autosuficiente?
Jairo: Muy bien. Gracias Susan. Hay varios pasajes que nos hablan de eso, y quizás vale la pena para toda la audiencia, conocer el término teológico de la autosuficiencia o independencia de Dios: es la aseidad de Dios. La aseidad se refiere a que Dios no necesita nada fuera de Dios mismo. Dios, en sí mismo, está completo, pleno.
Entonces de manera negativa, Dios no necesita a nada fuera de Dios. De manera positiva, Dios en sí mismo tiene todo lo que necesita. Nadie más en toda la existencia puede hablar de eso. En un sentido, es un atributo que no podemos ni siquiera comprender completamente, porque todos nosotros, para existir, necesitamos de algo o de alguien.
Para nosotros hablar aquí, estamos a miles de kilómetros de distancia; necesitamos internet y necesitamos audífonos y necesitamos todo tipo de cosas para funcionar. Pero más que eso necesitamos lengua, necesitamos aire, necesitamos que alguien nos enseñara. Dios está muy lejos de todo eso.
Por ejemplo, en Éxodo 3, un pasaje fundamental, donde sale el nombre de Yahweh, o Jehová, mira cómo lo explica. Voy a leerlo completo porque es suficientemente fuerte como para que lo leamos. Éxodo 3:1 dice: “Moisés apacentaba el rebaño de su suegro”. Ya allí tú tienes un nombre que alguien le dio a Moisés. Está apacentando el rebaño de Jetro, su suegro: o sea, ya tenemos a alguien que es un yerno.
Dice entonces que él condujo el rebaño hacia el lado occidental del desierto. Tienes una persona pequeña que está hablando de occidente y oriente; todo es mayor que Moisés. Está hablando del desierto. ¿Sabes lo pequeño que uno se siente en un desierto? Llega a Horeb, el monte de Dios. Ya estamos hablando de un monte. ¿Sabes lo pequeño que uno se siente en un monte? Solamente quiero ponerte en ese lugar.
Dice: “el Ángel del Señor se le apareció en una llama de fuego en medio de una zarza”. Una zarza es un arbusto. “Al fijarse Moisés vio que la zarza ardía en fuego, pero la zarza no se consumía. Entonces, Moisés dijo: me acercaré ahora para ver esta maravilla, por qué la zarza no se quema”. ¡Ese detalle! ¿Por qué hay una zarza que no se quema? Porque el fuego no podía quemar porque Dios en sí mismo existe solo.
El fuego de la zarza no quemaba porque este fuego allí es Dios. El fuego necesita oxígeno, cierto, para existir, pero el fuego que es Dios no necesita oxígeno para existir; simplemente porque Dios está ahí, existe. La zarza no se quema porque Dios está ahí. El fuego que Dios es no necesita más nada para existir.
Un poquito más adelante, Moisés, que de hecho está acostumbrado a andar por el desierto, ve este fuego y dice: “¡Pero esto existe solo! Déjame ir a verlo, a ver por qué no se quema”. Y cuando Moisés se le acerca, dice: “Y si voy y les digo que tú me estás enviando, ¿quién les digo que me manda?” Entonces, dice el versículo 14: “Dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY” como nombre. De ahí sale nuestro nombre de Yahweh—Jehová: yo soy el que soy. Es decir: “Existo por mí mismo. Yo seré el que seré. Para siempre soy”. Este es nuestro Dios: el que es por sí solo.
Nosotros vemos el fuego y nos asustamos. Dios es fuego que no se consume, en sí solo, por sí solo. Y si esto no fuera suficiente, a mí me impacta bastante cómo Cristo Jesús tiene muchísimas declaraciones de “yo soy”. Tiene por lo menos siete en el Evangelio de Juan, si no son un poquito más. Está aludiendo, o rimando, a esta realidad que nosotros vemos en Éxodo 3 del “yo soy”.
En Juan 10 tenemos esta increíble enseñanza de Cristo donde en 10:17 dice: “Por eso el padre me ama [Jesús hablando], porque yo doy mi vida, para tomarla de nuevo”. Escucha, la muerte es algo que todos le tememos. Todos estamos profundamente corriéndole a la muerte; de una manera u otra lo hacemos. Algunas de nuestras hermanas se tapan las canas porque estamos huyéndole a la vejez, que es algo precede a la muerte.
Si vemos el fuego, le huimos al fuego por ese instinto de preservación. Cristo dice: “Yo doy mi vida para tomarla de nuevo”. Entonces dice: “Nadie me la quita, sino que yo doy mi vida de mi propia voluntad. Tengo autoridad para darla y tengo autoridad para tomarla de nuevo”. Esta aseidad de Dios, esta autosuficiencia, es tal que Jesús, que también es Dios, dice que aun su propia vida él puede entregarla.
Él tiene la autoridad de entregar su vida y de poder tomarla de nuevo. Solo Dios puede decir algo así. Lo que es más preciado para nosotros, la misma vida, Jesús dice: “Yo la entrego y la tomo”. Así de poderoso es el Dios que nosotros servimos. Así él depende de nada ni de nadie.
Susi: Me encanta el pasaje de Éxodo y estos conceptos acerca de Jesús, que aún en su humanidad sigue siendo autosuficiente. Ha decidido en su humanidad limitarse en ciertos aspectos, pero sigue siendo Dios.
Jairo: Así es.
Susi: ¿Hay algunos aspectos de este atributo de Dios que comúnmente pudieran ser malentendidos o distorsionados?
Jairo: Sí, así es. Por siglos, de hecho (no quiero meterme allí porque no es el proyecto del podcast), a Dios se vio como que él, siendo autosuficiente, no quería tener nada que ver con nosotros. Pero nada pudiera ser más lejos de la verdad. Este fuego que no quemaba, sin embargo, se le apareció a Moisés en el monte. ¿Qué hacía esta zarza? ¿Qué hacía este ángel del Señor apareciéndosele a Moisés?
Él se le apareció en Éxodo 3 para hablar con Moisés e ir a rescatar a los israelitas. Él tenía interés en aparecerse entre nosotros y andar con nosotros. Él quería venir a hablar con nosotros. Por siglos [pensaban]: “Porque Dios siendo Dios es tan grande…si Dios es tan grande como él es, él no va a querer tener nada que ver con nosotros. Él creó esta máquina y dejó la máquina que funciona sola”.
Pero esa no es la realidad del Dios autosuficiente. Por Dios ser tan grande, es cierto que él no nos necesita a nosotros. Pero por Dios, ser tan amoroso—de hecho, parte de lo que lo hace grande es que él quiere estar con nosotros. Porque la humildad no te hace más pequeño; la humildad te hace más grande. Es el orgullo lo que nos hace pequeños. Entonces dentro de su grandeza, Dios quiere estar con personas como tú y como yo, Susan. Increíble.
Susi: Sí, ¡qué increíble! A veces los padres podemos hacer comentarios a nuestros hijos que realmente no reflejan la verdad acerca de Dios. Yo he escuchado a padres decir cosas a sus hijos como: “Mira, mi amor, es que Dios te necesita. Dios te hizo porque Dios te necesita”. Pues eso suena bonito, pero no es verdad. No es verdad que Dios nos necesite. Por eso tenemos que tener cuidado de que lo que estamos diciendo acerca de Dios realmente sea verdadero.
Jairo: Algo mayor que necesitar es amar. Eso es difícil de entenderlo, pero es así. Cuando tú tienes una parejita de jóvenes…todos hemos servido con jóvenes que necesitan estar el uno pegadito del otro. Hay un problemita, porque el verdadero amor puede alejarse, y entonces disfrutarse más cuando están cercas. Entonces lo mejor que tú puedes ver es cuando un amor logra separarse y disfrutar más el acercarse.
Nosotros tenemos un Dios que más que necesitarnos nos ama. Aquí en Piedra Angular, la iglesia que mencionabas, en nuestra iglesia nosotros decimos que esta es una iglesia que cree en un Dios santo y cercano. El Dios que nosotros tenemos es este Dios que es perfectamente completo en sí mismo, y aun así nos ama.
Nosotros somos perfectamente necesitados de Dios y aun así somos amados. Yo tengo todo lo que necesito en Dios. Dios tiene todo lo que necesita en Dios, y Dios me ama y me da todo lo que necesito en Cristo Jesús. Esa es la paradoja de Cristo, que Dios estaba completo y aun así Dios nos da.
Yo estaba incompleto y aun así yo robo y mato y asesino y quito y anhelo, y en vez de anhelar a Dios, anhelo lo que la creación me da. Y no me satisface. Pero Dios, que no necesitaba nada de la creación, vino y se hizo hombre para darnos a Cristo Jesús, para darnos salvación, para darnos lo que más necesitamos, que era él mismo.
Susi: Amén. Qué increíble, ¿no? Y creo que en este atributo no hay ninguna duda de que sea comunicable o no comunicable, porque obviamente nosotros entendemos que esto es un atributo que Dios solamente tiene, que él no nos comunica, no nos transfiere, o no podemos imitarle en este atributo que él tiene de ser independiente y completamente autosuficiente. Es bueno que consideremos cómo nosotros somos tan dependientes, en contraste con esta autosuficiencia de Dios.
Jairo: Así es.
Susi: Paty, ahora pensando en el lado quizás un poco más práctico, de tener hijos en la casa y querer hablar con ellos acerca de Dios, ¿cuáles serían algunas oportunidades comunes que los padres podemos tener para conversar con nuestros hijos en particular acerca de este atributo de Dios?
Patricia: Sí, tú sabes que esta parte es tan importante, porque como tú decías recientemente, Susi, la realidad es que esto es un atributo de Dios que nosotros genuinamente no podemos imitar, pero que sí tratamos de imitar. Ese es nuestro problema, que tratamos de imitar las cosas de Dios que no podemos, y aquellas que sí podemos, las ignoramos, ¿verdad?
Susi: Exacto.
Patricia: Pero nosotros genuinamente no somos autosuficientes, a diferencia de Dios. Dios está completo en sí mismo. Nosotros no. Nosotros necesitamos de otras cosas: necesitamos de Dios y necesitamos de otros también. Es importante que nosotros seamos intencionales en comunicarles esto a nuestros hijos, porque la cultura en la que nosotros vivimos ahora es una que está continuamente enseñándonos y apuntándonos a la autosuficiencia, en el sentido de: “Tú puedes; tú no necesitas de nada; tú no necesitas de nadie; tú puedes solo. Vamos. ¡Dale!”
Esta es una idea que es tan sutil, porque ciertamente nuestros hijos necesitan tener cierta independencia en la medida en la que van creciendo y se van desarrollando, y necesitan desarrollar capacidades para usar las habilidades que Dios les ha dado. Pero esta idea de que tú no necesitas de nada y tú no necesitas de nadie es algo de lo que nosotros como padres debemos ser intencionales en cuidar a nuestros hijos.
Con la crianza, a mí me encanta que todo es una oportunidad de instrucción, porque nuestros hijos son bien creativos, y todo el tiempo están haciendo cosas que pueden servirnos a nosotros para poder instruirles y para poder apuntarles al Señor. El tiempo de instruir a nuestros hijos en el Señor no es solamente cuando abrimos la Biblia. Cuando ellos están jugando, cuando se frustran, cuando se caen, cuando se levantan, todo el tiempo tenemos oportunidad de enseñarles del Señor.
En cuanto a este atributo en específico, puedo pensar en diferentes situaciones que pudieran servirnos, y que como mamá yo lo he visto también. Por ejemplo, cuando nosotros vemos frustraciones en nuestros hijos porque ellos no pueden hacer algo por ellos mismos; a veces yo veo como mis hijos se frustran porque “¡no puedo!” porque “¡no lo termino de lograr!” Para nosotros como padres, esta es una excelente oportunidad para recordarles que está bien necesitar la ayuda de otros. Está bien depender de otros para que ellos puedan lograr algo.
Eso nos sirve también a nosotros para no solamente apuntarlos a que está bien que ellos necesiten de otros, sino también apuntarlos a su necesidad de Jesús, aquel que suple todas nuestras debilidades y que nos ofrece su ayuda. Como ese pasaje de Filipenses 4 que dice que “Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Nosotros somos débiles. Estamos incompletos. Pero Jesús, de toda esa plenitud, él viene y nos da a nosotros y nos ayuda en medio de nuestras debilidades.
También, por ejemplo, cuando nuestros hijos ven algo en la creación que les impresiona, o ven alguna otra habilidad de un deportista que están viendo y les parece tan increíble ver eso en otros, ahí nosotros tenemos la oportunidad de recordarles cómo eso que ellos están viendo es creación de Dios, y que es increíble que Dios no necesitaba nada de eso. ¡Mira qué asombrosa es la creación! ¡Mira qué increíble lo que tú estás viendo! Y Dios no necesitaba absolutamente nada de eso.
Dios no necesitaba ni la creación ni las habilidades de ese deportista que tú estás viendo, pero lo hizo. Me ayuda a mí decir: “¡Guau, la verdad que Dios es increíble! ¡Dios es tan único! Mira como Dios no necesita nada de eso, y aun así él lo crea; aun así, él pone eso a nuestra disposición”. Nos enseña ahí la gloria de Dios a través de eso—que Dios no lo necesita, pero que por amor él lo da.
Como hablábamos recientemente, eso es justamente lo que hace el amor. El amor da. Y Dios es amor. Ese que no necesita de nada, ha creado tantas cosas, y aún la creación y las habilidades de otros son oportunidades para apuntar a nuestros hijos a maravillarse con este Dios que es auto existente.
Pero otro aspecto que podemos ver es en medio de los pecados de nuestros hijos. Cuando nuestros hijos han pecado y nosotros estamos corrigiéndolos, tenemos ahí una oportunidad de recordarles el evangelio, y de recordarles cómo aquel que no necesita de nada ni de nadie, por voluntad propia, se hizo hombre y tuvo sed y tuvo hambre y se cansó, para que nosotros en él y a través de su obra pudiéramos encontrar perdón y pudiéramos encontrar salvación por medio de su obra en la cruz.
El auto existente vino a decir: “Tengo hambre”. El auto existente vino a decir: “Tengo sed”. El autosuficiente vino a decir: “Estoy cansado”. Eso lo hizo por amor. Eso lo hizo por su propia voluntad, por su propia decisión. Es una oportunidad para en medio de los pecados en nuestros hijos, apuntarlos a lo maravilloso que es nuestro Señor Jesús.
Una última cosa que no quisiera dejar pasar por alto es que nosotros tenemos que cuidarnos. Todos estos son oportunidades, y tú puedes encontrar otras también en la medida que vayas compartiendo con tus hijos. Pero también, algo que yo he visto en mi propia vida como un fallo es que nosotros tenemos que tratar de comunicarles a nuestros hijos, con nuestro propio ejemplo, que nosotros como padres necesitamos de otros también. Nosotros no somos autosuficientes.
A veces a mí me pasa, y tengo un ejemplo muy vívido en mi cabeza. Uno de mis hijos siempre baja a la cocina a la hora de que estoy haciendo la comida o que estoy haciendo la cena, y me dice: “Mami, ¿necesitas ayuda?” Normalmente mi respuesta es: “No, mi amor. Yo no necesito ayuda, pero gracias”. Yo me encuentro continuamente dando esta respuesta, y para este episodio me puse a pensar en eso. Yo dije: “¿Pero qué le estoy dejando ver a mi hijo? Yo le enseño que él necesita de otros. Yo le enseño que él necesita del Señor. Pero cada vez que él me ofrece su ayuda y que genuinamente yo puedo recibirla, yo le digo que yo no la necesito”.
Nosotros tenemos que mostrarles a nuestros hijos también, con nuestro ejemplo, que los únicos que necesitan la ayuda del Señor y de otros no son ellos; que nosotros también somos débiles. Nosotros estamos incompletos también. Nosotros también necesitamos al mismo Dios, al mismo Señor, y a los mismos otros que Dios ha puesto a nuestro alrededor para poder apoyarnos ahí.
Susi: Me encanta eso. Está super práctico, porque creo que como tú dijiste, hoy en día hay mucha filosofía de, en cierto sentido, enseñarle al niño a ser independiente, pero en maneras diferentes que generaciones previas. Las generaciones previas querían motivar esta independencia en los hijos, de que ganen dinero por su cuenta, de que no tengan que depender de nadie: “Tú, sé fuerte”. Ahora es más como una independencia emocional, que nadie a tu alrededor te pueda afectar, que puedas tener salud emocional independiente.
Ninguna de estas cosas es sana. No queremos criar hijos que se sientan independientes, pero al mismo tiempo no queremos criar hijos que sean pegados a mamá hasta que tengan 30 años. Aquí está una tensión que los padres tenemos: quiero que mi hijo se independice en ciertas cosas, pero que nunca se independice de su dependencia de Dios y de otros creyentes a su alrededor. Que entienda que incluso la fuerza para poder ser independiente en maneras como de vestirse, o aprender a controlar sus emociones, en todo eso él depende de Dios.
Creo que esto puede ser de mucha ayuda para los padres: entender qué es una independencia sana. Pero aún en esa independencia que queremos cultivar en nuestros hijos en ciertas áreas, no debe ser apuntarles a una independencia donde ellos se creen autosuficientes, sino que independiente de mamá y papá pueden tener una relación con Dios. Independiente de mamá y papá pueden empezar a depender de Dios por su cuenta. Creo que es algo muy sano. Es algo muy práctico también en la vida diaria.
Parte de nuestra meta con esta serie es que las familias puedan empezar, si aún no lo hacen, de tener un tiempo devocional con sus hijos, donde hablen intencionalmente de este tipo de tema. Yo sé que Jairo ya habló, por ejemplo, de un pasaje en Éxodo que creo que sería padre leerlo con niños pequeños y hablar de la zarza ardiente y todo eso. Pero ¿tienen algunos otros pasajes que pudieran sugerir para leer en familia, e incluso un versículo para memorizar? ¿Algunas preguntas de aplicación?
Jairo: Bueno yo tengo uno: Hebreos 13:8. Es fácil de memorizar y fácil de aplicar también. Hebreos 13:8 dice: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Solamente alguien que está fuera del tiempo, que está fuera del espacio, puede ser el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.
Ya yo no soy el mismo que cuando empezó este podcast. Tú tampoco que nos estás escuchando. Porque el conocimiento de que has escuchado ahora ya te ha afectado, o la distracción, o si no eso, el tiempo. Ya se te han muerto células del cabello, las arrugas; ¡todo ha cambiado ya! Pero Jesucristo, no. Esa autosuficiencia está claramente demostrada allí. Esa total independencia. Esa totalmente “cero necesidad” de nada.
Eso también implica que Jesucristo no es afectado por tu pecado. Cuando tú le fallas a Cristo, él no cambió ahora. Aunque tus emociones cambiaron y tú sientes que ahora todo va a ser diferente entre tú y Jesús por esa gran falta que tú cometiste, él sigue siendo el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Él va a ser igual de fiel, aunque tu hayas fallado. Aunque tú seas infiel, él permanece fiel, porque él no puede negarse a sí mismo. Ese es un pasaje que a mí me ministra bastante, que me sirve bastante, y que es fácil de memorizar también.
Patricia: Sí, me parece excelente. Hay otro pasaje también que nosotros encontramos en Hechos 17 del 24 al 25. No es tan corto como ese, pero yo creo que nos puede servir también para un tiempo devocional con nuestros hijos, ir desmenuzando varias cosas que encontramos ahí.
El pasaje dice: “El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres, ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que él da a todos vida y aliento y todas las cosas”. Eso pudiera ser otro pasaje que engloba tantas cosas.
Me está enseñando que este Dios que es autosuficiente es el Dios que hizo el mundo y todo lo que hay, todo lo que tú y yo podemos ver, y enseñarles a nuestros hijos: “Mira a tu alrededor. Mira todas las cosas que están viendo. Vamos a salir afuera. Mira, ¿qué ves? Dime, ¿qué ves? Todo lo que estás viendo ahí viene de parte de aquel que no necesita nada, y ese es el Señor del cielo y el Señor de la tierra, el Señor arriba, el Señor aquí abajo, el Señor en nuestra casa”.
Les podemos enseñar esta idea de Dios como aquel que no necesita nada, que no necesita que nada ni nadie le sirva, como nos enseña aquí este pasaje de Hechos, y usar este pasaje para irlos apuntando a esa autosuficiencia del Señor. También puede servir para memorización, quizás para algunos niños un poco más grandes que se quieran atrever a memorizarse algunas cuantas líneas más. Pero puede ser útil allí también.
Susi: Perfecto. Me encanta. Creo que esos dos versículos o pasajes, incluso también el de Éxodo, se prestan para que padres conversen y hagan preguntas a sus hijos para que puedan imaginarse incluso la escena o las verdades que están presentadas ahí. Me parece muy, muy bien. Si en este tiempo devocional que vamos a tener también queremos orar unos por otros, y tener algunos motivos específicos de adoración o alabanza a Dios, ¿tienen algunas sugerencias?
Patricia: Yo puedo pensar, con esto que hemos estado hablando, de la idea de apuntar a nuestros hijos a que nosotros tenemos necesidades, a diferencia de Dios. Sí tenemos necesidades, y una buena manera de poder recordarles esto a nuestros hijos, y a la vez apuntarles a servir a otros, es orando por las necesidades de otros.
Quizás en un tiempo devocional y en un tiempo de oración, nosotros podemos pensar y hasta preguntarles a ellos: “¿Ustedes conocen a alguien que tenga una necesidad por la que podamos orar? ¿Alguien que quizás esté enfermo dentro de sus amiguitos, una maestra, alguien de la familia?” Y mostrarles esta idea de que hay necesidad en nosotros, pero Dios nos ha provisto de esta oportunidad de poder clamar a ese que no necesita de nada, pero que a la vez se acerca a nosotros. Que Dios no necesita de nada, pero que a la vez nos extiende de su ayuda. Poder apuntar a nuestros hijos a pensar en las necesidades de otros. No solamente las de ellos, sino las de otros, y poder interceder por esos otros en oración. Creo que puede ser una buena oportunidad conectarlo con este atributo que hemos estado viendo.
Jairo: Excelente. Creo también que hay momentos que nuestros hijos están bien plenos y satisfechos. En esos momentos no están pensando en los demás. De hecho, quieren más. Quieren más para ellos aun cuando acaban de tener varios regalos, por ejemplo, en sus cumpleaños. Esos son buenos momentos para decirles: “Mira, tú ves cómo tú estás sintiendo ahora que tú lo tienes todo, y tú no estás pensando en el que tienes al lado”.
Ese es un buen momento para ofrecer gratitud que Dios, teniéndolo todo, quiso darte lo mejor que tenía. Quería darte su propia vida en Cristo Jesús. En la plenitud uno puede apuntarles al Dios que desde su plenitud hemos recibido nosotros “gracia sobre gracia”.
Así que yo creo que es una buena manera, inclusive a la hora del almuerzo, después de la comida… nosotros siempre damos gracias antes de comer; casi nunca damos gracias después de comer. Eso es un buen momento para decir: “Mira, tú ves como uno se siente ahora tan agradecido y tan pleno, que uno no está pensando en el otro”. Así con Dios, que está totalmente pleno y engrandecido, ahí fue que empezó a dar. Eso se me ocurre como una buena manera de agradecer y alabar a nuestro Dios.
Susi: Qué impactante que nuestros hijos pueden adquirir esa perspectiva de Dios y de esa plenitud. También, nosotros que ya tenemos hijos grandes (no lo hemos hecho de manera perfecta, y si pudiera regresar el tiempo, creo que lo haríamos más), podemos fomentar el hecho de que está bien confesar mi necesidad y pedir que otros oren por mí.
En la familia se puede fomentar mucho “no nos burlamos de nuestras luchas. Oramos unos por otros”. Si hoy uno de mis hijos batalló varias veces, y tuvo que ser disciplinado, todos podemos orar, porque es una persona necesitada, que Dios le ayude a ser más paciente o ser más obediente.
Es esa idea de que todos somos necesitados de Dios, de la ayuda de Dios, para poder obedecer, o hacer la tarea, o lo que hay que hacer. Que oremos unos por otros por esas cosas. Lo que yo noté es que cuando nosotros empezamos a hacer eso, ya los niños no se burlaban de otros allí en la familia. Ya ves como los hermanitos a veces se burlan uno del otro. Bueno, no sé si les pasa, pero a mis hijos les pasaba.
Jairo: Parece que sus hijos eran pecadores. ¡Los nuestros nunca pecaron! jaja
Susi: Cuando en un devocional familiar ese niño ha expresado su necesidad y hemos orado por él, ya no se burlan porque ya entienden que esto es algo serio delante de Dios, y que todos tenemos necesidades. Creo que también eso es una buena manera de orar unos por otros.
Se nos ha acabado el tiempo. Muchas gracias, Jairo y Paty. Gracias por su inversión en las familias que están escuchando y gracias por también servir al Reino de Dios donde ustedes están.
Patricia: Amén. Gracias a ti por tenernos aquí también.
Jairo: Gracias a Dios. Gracias por la invitación.
Susi: Vamos a seguir la próxima semana con el próximo episodio de esta serie, pero recuerda que tú puedes ir a crianzareverente.com y buscar el episodio 141, y ahí tú puedes bajar un PDF con estas sugerencias prácticas de pasajes, versículos y preguntas de aplicación para que tengas a la mano eso en tu tiempo devocional familiar. Muchas gracias por seguirnos. Nos vemos la próxima semana.