Cuando pensamos en la hermosa historia de la maternidad narrada en nuestra Biblia, nos quedamos asombrados del plan que Dios ha llevado a cabo. Pero ¿qué tiene que ver la historia de la maternidad y la adoración de una madre hacia Dios con la cruda realidad del día a día en la crianza? Si te cuesta conectar el Evangelio con tus decisiones, palabras, actitudes y acciones diarias, ¡este episodio es para ti!
Transcripción:
¿Alguna vez has asistido a una conferencia, o has leído un muy buen libro, te sientes todo inspirado y motivado, y crees que lo que has escuchado y aprendido va a cambiar tu vida? Y a la semana, o al mes, te topas con tus apuntes o ves el libro sobre el estante, y te das cuenta… no cambió nada. No he estado aplicando a mi vida diaria lo que aprendí.
Pues si recordamos algunas de las cosas que hemos venido aprendiendo en los últimos episodios de esta serie sobre la maternidad que glorifica a Dios, quizá podremos identificar por qué a veces escuchar o saber la verdad no termina haciendo un cambio en nosotras.
Hablamos de la conexión tan importante entre nuestras creencias, la adoración de nuestro corazón, y las acciones diarias de nuestra vida. Cabeza, corazón, conducta. Tenemos que creer la verdad acerca de Dios, nosotras mismas, nuestras circunstancias, el futuro, etc. Pero esas creencias no se pueden quedar en la cabeza—tenemos que estar dispuestas a entregar el amor de nuestro corazón y tumbar ídolos, como vimos en el episodio 152. Solo así entonces, nuestras acciones, actitudes y palabras comienzan a reflejar el verdadero amor de nuestro corazón.
Cuando Dios nos creó a su imagen, nos hizo como seres que adoramos. Pero adoramos ciegamente. Adoramos a quien podemos también creer. No adoramos sin creer algo, y no adoramos sin actuar en base a lo que amamos y creemos.
Si pensamos en la historia de redención que trazamos en episodios 150 y 151, y lo que esa historia nos cuenta sobre la maternidad, y permitimos que eso cambia lo que nuestro corazón valora y adora, ahora tenemos que permitir que esas verdades y valores reconfiguren nuestra vida diaria.
Esa historia es la historia de la Biblia, de la salvación. Es el Evangelio. Es el plan de Dios al crear a un mundo de portadores de su imagen con la misión de glorificarle a Él en toda la tierra, que luego se rebelaron en contra de Él, y Él pone en marcha ese plan para buscar reunir para sí un pueblo que se someta a Él y le glorifique. Su plan solo se cumple si envía a su propio Hijo como sacrificio perfecto para pagar los pecados de esos seres creados. Cuando su Hijo, Cristo, resucita, vence el pecado y la muerte y el enemigo, y da esperanza en medio de la vida difícil sobre esta tierra: la esperanza de ser libre del dominio del pecado en esta vida, y libre completamente de la presencia del pecado en la siguiente, de ser completos en Cristo al unirse a Él en fe y arrepentimiento. La historia termina con todos los hijos del Cordero reunidos en gozo, adorando al Señor y experimentando comunión íntima y sin interrupción con su Creador.
Este es el Evangelio. Y esta es la historia, puede ser la historia, de cada miembro de tu familia. El Evangelio diagnostica los problemas fundamentales de cada ser humano y prescribe el remedio. El Evangelio define la identidad personal de cada niño, joven, adulto y anciano. El Evangelio es LA VIDA REAL. Solo por este filtro puedo yo, y puedes tú, hacer sentido de tu vida, de tu matrimonio, de tus luchas con tu carne, de tus hijos y sus problemas y su futuro. Solo con este filtro podemos tomar decisiones sabias diarias.
El Evangelio reconfigura nuestra vida diaria, y debe ser lo que motiva todas nuestras acciones del día, en casa, en el trabajo, en el matrimonio, con los hijos, con las amigas, en la iglesia, en la escuela, donde tú quieras.
Elisabeth Elliot lo dijo así: El hecho de ser mujer no me convierte en una clase diferente de cristiano, pero el hecho de ser cristiana sí me convierte en una clase diferente de mujer.
Hermana, si abrazamos quienes somos como mujeres en el plan de Dios, y nos estamos convirtiendo en adoradoras de Dios desde el corazón, responderemos al llamado de la maternidad de vivir el Evangelio cada día, sacrificándonos en búsqueda de santificación personal y familiar. Este es el llamado diario de la maternidad, de la feminidad, ¡del cristianismo!
Quiero invitarte a ver esto conmigo en la carta del Apóstol Pablo a los Colosenses. Esta carta es como una cápsula hermosa describiendo la vida cristiana, y te va a inspirar, edificar, confrontar y animar.
Si estás en un lugar donde puedes tener tu Biblia abierta en Colosenses 1, puedes seguirme. O puedes simplemente escuchar mientras yo leo algunos versículos. Quiero que notemos todas las facetas que cubre Pablo; como el conecta el evangelio y sus verdades hermosas con la vida diaria.
Pablo comienza la carta de la manera habitual con un saludo a sus hermanos y una oración. En su oración, ahí en el capítulo uno, vemos que él está dando gracias específicamente, vs. 4, por la fe que sus hermanos tienen en Cristo a causa de la esperanza que ellos saben está guardada en el cielo, vs. 5, y eso lo oyeron por la palabra verdadera del evangelio que, vs. 6 está llevando fruto en ellos. Luego Pablo continúa su oración ahora con una petición. En el vs. 9 dice que no ha cesado de orar que ellos sean llenos del conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría… y ¿para qué? Vs. 10: para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.
La obra que el Evangelio ha hecho en ellos naturalmente tiene que llevar a afectar su andar, un andar que es digno del Señor y le agrada. Sigamos en capítulo 2 donde Pablo les dice cómo van a andar en Cristo:
6 Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; 7 arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. 8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. 9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, 10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.
Ahora si vamos al capítulo 3, vemos que los primeros 4 versículos vuelven a repasar el Evangelio, muerte, resurrección, glorificación, e inmediatamente Pablo sigue con esto en 3:5 y adelante:
5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; 6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, 7 en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. 8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, 11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.
12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. 15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. 16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. 17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
¿Y ahora de qué va a hablar? ¡Claro, de las relaciones en casa!
18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. 20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. 21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.
4:2 Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; 5 Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. 6 Sea vuestra palabra siempre con gracia…
En todo esto Pablo nos está dando la base del Evangelio y llamando a que vivamos una vida diferente. El ser hija de Dios debe cambiar todo.
¿Cómo luce en el día y día? ¿Cómo se logra vivir así? ¿Cómo se lleva a cabo?
Dijimos que a veces es difícil traer a la vida practica la teoría que creemos. Yo creo y afirmo cierta verdad, deseo abrazarlo con mi corazón en adoración a Dios, pero luego, ¿qué?
Por eso quiero que tomemos unos momentos para examinar qué queremos decir cuando decimos que el Evangelio provee un filtro para todo en la vida. Piensa conmigo sobre las grandes preguntas que impulsan la vida diaria (por cierto, también son las que impulsan a tus hijos). La manera en que tú contestas estas preguntas cada día determina tus acciones y tus decisiones.
La primera pregunta que rige cómo actuamos en el día a día es: ¿Quién manda? ¿Quién pienso que manda en este momento? ¿yo? ¿mi esposo? ¿mi jefe? ¿mi cuenta bancaria? ¿el gobierno? ¿mis padres? ¿mis amigos? El Evangelio determina quién manda, o mejor dicho, quién reina. Esto significa que la postura necesaria que refleja y vive el Evangelio de manera diaria es la sumisión. La sumisión no es algo solo de mujeres en el cristianismo. Es del Evangelio. Por eso Elisabeth dice que ser cristiana me hace una clase diferente de mujer. Es por esto también que el ejercicio de la autoridad piadosa en el hogar es tan crucial para los hijos. Su postura natural es de rebeldía contra autoridad y de creer que ellos mandan. Para participar en el Evangelio se requiere de sumisión a la autoridad de Dios, y al aprenderlo en casa le preparamos para recibir el Evangelio. Cuando una persona se convierte al Señor para salvación, no se salva por repetir solamente una oración. Se salva al colocarse debajo del señorío de Cristo, confiando en Él y arrepintiéndose de su pecado. ¿Quién manda? Se tiene que contestar todos los días, cada hora, en mi vida. Eso determina muchas cosas sobre cómo vivo a diario.
La segunda gran pregunta de la vida es: ¿Quién soy? ¿Qué hace que mi vida, este día, esta hora, este minuto yo tenga valor y significado? El Evangelio dice quién soy: pecadora, con alma eterna, creada a imagen de Dios para su gloria, hija amada y perdonada de Dios, una santa en camino al cielo. En esto el Evangelio entonces produce humildad en mi vida. Produce arrepentimiento. El Evangelio es la fuente de identidad personal y me ayuda a entender mis luchas y problemas.
Otra gran pregunta es: ¿A quién puedo creer? ¿Qué es realmente la verdad? ¿Cuáles son las fuentes confiables para poder entender la vida real? El Evangelio, la historia de la Biblia, define la Verdad. Esto debe resultar en una vida de confianza, de fe en la única fuente de verdad. La Palabra revela a Dios, es una vara para detectar mentiras, para proveer soluciones reales. ¿A quién escuchas?
La última gran pregunta según la cual vivimos cada día es: ¿Qué satisface y da felicidad? Todos los días recibimos muchas ofertas para la supuesta satisfacción y felicidad. Pero el Evangelio ofrece la única esperanza de verdadera satisfacción. Esto debe producir en nosotros un deleite diario. Debe determinar nuestros valores y metas, nuestras prioridades. Debemos poder tomar decisiones no basadas en felicidad temporal momentánea, sino en la satisfacción a largo plazo que el Evangelio ofrece.
Entendiendo todo esto, pensemos brevemente en las esferas de la vida que tienen directamente que ver con la vida de una mujer cristiana y la maternidad, y cómo se ve cuando una mujer vive en el Evangelio, y cómo ella puede perseverar y mantenerse ahí.
Relación con Dios (vida personal espiritual)
Para que una mujer, una madre, HAGA lo que le corresponde, ella debe SER lo que corresponde. ¿Qué ES una mujer que ha respondido al llamado bíblico sobre su vida?
- Es una mujer de la Palabra. Si te has sometido realmente a Cristo, te someterás a su Palabra. Ahí vas a conocer a Dios, conocerte a tí misma, reconocer pecado, desmentir ideas e ideologías. Puedes pensar “estoy muy ocupada”—¡pero no! Es porque no crees que la necesites. Siempre hacemos lo que pensamos necesario.
- Es una mujer de oración. La dependencia nos lleva a la oración. Nos anima a estar en arrepentimiento y fe.
- No es un llanero solitario. Ella camina con otros en transparencia y humildad. Procura ejercer una vida en comunidad porque no la considera opcional. Entiende es parte de cómo llevamos una relación con Dios. Esto implica que la agenda familiar se organiza alrededor de hábitos espirituales que incluye priorizar la iglesia, la hospitalidad, etc.
- Prioriza el reino. Se enfoca en prioridades y metas centradas en el reino, aun y cuando esto implica sacrificar sus sueños personales. Sus hábitos diarios reflejan que reconoce su gran necesidad de cultivar su relación con Dios. Una mujer que ha entendido el Evangelio y el llamado divino sobre su feminidad y maternidad tomará decisiones diarias que le lleven hacia mayor santidad, dejará de ver ciertas cosas en Netflix, en Instagram, pasará más tiempo en actividades del reino, tomará decisiones que implican sacrificio de “bienes terrenales”. Cambiará hábitos de cómo gasta su dinero.
La mujer que ha abrazado una perspectiva bíblica de su maternidad, de su identidad como hija de Dios, irá siendo transformada en su vida personal con Dios día tras día en cada aspecto mínimo de su vida diaria.
Relación con esposo (vida matrimonial)
Si tu vida matrimonial contradice el Evangelio, todos tus esfuerzos de crianza se socaban. El matrimonio es una oportunidad sin igual para vivir el Evangelio en casa. Esto conlleva:
- Sumisión y respeto. Vivir las indicaciones de Efesios 5. Recuerda: es un cuadro de Cristo y la iglesia, y se basa en confianza en Dios. Tus hijos más necesitan ver una mamá sumisa y respetuosa que una mamá que siempre lucha por tener la razón.
- Relación que refleja Evangelio: humildad, arrepentimiento, confesión entre esposos. Buscamos crecimiento juntos en equipo para toda la familia.
Relación con hijos (vida familiar/crianza)
Si el Evangelio reconfigura todo, ¡la crianza no es la excepción! Sin reconfigurar nuestra vida personal y matrimonial, no podremos ver cambios reales en la crianza, pero tenemos que ver transformación aquí también. ¿Qué cosas se reconfiguran en la crianza?
Tu rol: embajadora de Dios entre vidas que vivirán eternamente. El Evangelio me coloca en mi lugar. Hijos no son míos. No es mi derecho ser madre. Es un don de Dios que conlleva responsabilidades. Esas almas le pertenecen a Dios, Él los conoce perfectamente, sus necesidades, etc., y un día lo único que va a importar es que si respondieron a Él correctamente.
Esto impacta muchas cosas en la vida diaria: cómo tomo decisiones sobre las actividades de mis hijos, cómo respondo cuando hay conducta indeseada, cómo reacciono en la enfermedad. Cuando estudiamos Deuteronomio 6, entendemos que somos embajadores de la Palabra de Dios en su vida.
Y otra vez, esto no se puede manejar solos en familia. Ser parte de una comunidad de fe en el que permitimos que otros hablen a nuestras vidas y las de nuestros hijos es crucial. Como matrimonio cristiano, si tenemos esa bendición, somos embajadores como matrimonio juntos.
Te pregunto: ¿Qué decisiones necesitas tomar, o cambios necesitas hacer para vivir como embajadora?
Tus herramientas: disciplina y discipulado hacia una vida de fe y arrepentimiento (Efesios 6).
Disciplina: inherente en el Evangelio es que se tiene que tratar con el pecado. Hebreos 12 nos dice que Dios disciplina a sus hijos por amor, y que no hay hijo legítimo que no experimente disciplina para llevarlo hacia el cambio. Dios nunca ignora el pecado, no le hace caso omiso, exige que el pecado se trate, se reconozca, y que se responda en arrepentimiento verdadero. Quiero tratar el pecado de una manera que busca que mi hijo esté de acuerdo con Dios sobre su pecado. La disciplina dirige a los hijos hacia el arrepentimiento.
Discipulado: busca apuntar a Dios y crecer su fe. Desmiente lo que el enemigo y el mundo dice. Ubica a tus hijos en la vida real, que es la historia que Dios escribe en este mundo. La Palabra provee el material para el discipulado.
¿Cuál de estas dos herramientas te gusta, y cuál te cuesta? Debemos esforzarnos en ambas.
Tus limitaciones: eres una pecadora dependiente. Tienes una voluntad propia impactada por tu corazón engañoso. Es imposible que siempre tengas la razón. No pudiste ganar tu propia salvación, mucho menos la de tus hijos. Tu condición limitada debe mandarte corriendo a Dios en dependencia, provocarte a orar, y constantemente ponerte en tu lugar.
¿Luchas contra limitaciones? ¿Te resistes a reconocerlos y usarlos para correr a Dios?
Tus objetivos: la gloria de Dios. Que Dios sea glorificado debe ser mi primero objetivo personal para mi vida, y luego para las de mis hijos también. Independientemente de los “resultados” que estás viendo en tus hijos, debes desear y tener como meta que conozcan y amen a Dios con todo su corazón y disfruten de él para siempre. Esto traerá gloria a Dios, y será lo mejor para ellos también.
El Dios Creador nos ha dado el privilegio de reflejarle a Él en cuerpos femeninos, canales de vida que apuntan a otros hacia Él y su provisión, su suficiencia. Primero tenemos que creer nosotros en su soberanía y bondad y sabiduría al diseñarnos y salvarnos y llamarnos. En particular, nuestra fe tiene que estar puesta en la obra del Aplastador, la simiente prometida que se sacrificó por nosotros. Esas creencias acertadas, esa fe, tiene que moldear los deseos y anhelos de nuestros corazones para tumbar ídolos y adorar exclusivamente a Dios. Y esa adoración genuina cambiará todo en nuestra vida, decisiones, actitudes, palabras, actividades, pensamientos… seremos mujeres, madres, amigas, hermanas en Cristo, que promovemos el crecimiento espiritual y físico de los que nos rodean, con un ojo puesto en la eternidad, así reflejando la imagen del buen Dios Creador.
Te quiero preguntar: ¿Esta visión te conmueve? Lo que hemos venido aprendiendo en estos cuatro episodios ¿te atrae? ¿Despierta en ti un deseo de experimentar una vida así, y no estar perdida en el ajetreo de solo sobrevivir en este mundo tan temporal?
A veces el Señor comienza una transformación clave en nuestras vidas señalándonos una creencia o ideología que estamos abrazando que no es verdadera. Cuando le creemos a Él, y abrazamos la verdad, resulta en un cambio de corazón y conducta. Pero a veces el Señor comienza revelándonos que tenemos un ídolo, y eso lo hace frecuentemente por patrones de conducta que señalan que hay un ídolo presente. Cuando descubrimos un patrón de conducta pecaminosa, normalmente podemos trazarlo a un problema del corazón, y eso lo podemos trazar a una creencia distorsionada acerca de Dios y su plan. Estas tres áreas de la vida están completamente entrelazadas y Dios quiere obrar en todas para que le pongamos toda confianza, le amemos con todo corazón, y le obedezcamos para traerle gloria delante de otros.
Entonces te pregunto: ¿Dios te ha hecho ver que no le has creído del todo, que hay verdades en su Palabra que no has estado dispuesta a creer, o que quizá no te habías dado cuenta que no creías? Toda la vida de conocer a Dios en su Palabra vamos a ir corrigiendo nuestras ideas y creencias. Disponte a constantemente crecer en esto, a filtrar lo que escuchas para ver si estás escuchando la voz de la serpiente.
¿Dios te ha revelado ídolos de tu corazón? Personas, sueños, carrera, ideologías, reputación, comodidad, comida, ropa, dormir más, conseguir un esposo, o conseguir tener hijos, niños bien portados, o hijos exitosos, o nietos que me consienten… la lista posible es infinita porque nuestro corazón siempre va a estar adorando. El Espíritu Santo está ahí deseando ayudarte a rendir tus deseos y anhelos a Él, arrepentirte y convertirte cada vez más en una verdadera adoradora de Dios.
Quizá Dios te ha revelado patrones de conducta que señalan un ídolo, o simplemente que son el resultado de no haber entendido la voluntad de Dios. Tenemos que arrepentirnos cuando entendemos que hemos pecado, y tenemos que profundizar más y pedirle al Señor que nos ayude a experimentar un profundo cambio donde Él nos ayuda a trazar nuestras conductas incorrectas hasta su fuente: ídolos, mentiras que hemos creído, etc. Si eres impaciente y enojona con tus hijos, arrepiéntete, y pídele al Señor que te ayude a discernir cuál es el ídolo de tu corazón, y a perseverar en cambiar ese patrón de conducta.
Nuestro gran Dios Creador merece toda la gloria en nuestras vidas, un día, una hora, un minuto a la vez. Y nos ofrece una paz incomprensible en medio de un mundo roto por el pecado, y un gozo indescriptible en el mundo venidero. Seamos madres que nos dejemos reconstruir por el Evangelio de Cristo.