Categoría: Hijos

Ep 160: Crianza que evalúa: ¿Qué tipo de rebelde es tu hijo?

0
May 14, 2024

Promover la obra del Evangelio en el corazón de los hijos es una labor multifacética que requiere enfoques variados y evaluación constante. Como parte de entrenar a nuestros hijos para “refrenar la carne”, podemos identificar diferentes maneras en que cada persona busca su propio camino. La rebeldía se manifiesta de formas variadas, y en este episodio aprendemos a reconocer tres tipos de rebeldía que quizá nos sorprendan.

Transcripción:

Susi: Dios desea para sus hijos que sean transformados a la imagen de Cristo. Esto se logra por el poder del Espíritu Santo, ayudándonos a refrenar la carne, renovar la mente y reflejar al Señor en nuestras vidas. Este patrón bíblico nos da un patrón para la crianza también.

Este es el tercer episodio de nuestra serie Crianza que transforma, en la cual estamos aprovechando la enseñanza del autor Jim Berg en su libro, que ya tiene como 25 años desde que se publicó por primera vez. Este libro se llama en español Transformados en su imagen, publicado por Editorial Bautista Independiente.

En el episodio anterior, el 159, comenzamos a desempacar esta idea de refrenar la carne. Vimos que la esencia del pecado en nuestros hijos es que buscan su propio camino. También es la del pecado en nuestras vidas, claro, como padres. Pero aún no terminamos con esta parte de refrenar la carne. Es una parte muy importante de ser transformados en su imagen.

Ahora Mateo está otra vez aquí conmigo. Gracias, Mateo, por acompañarnos.

Mateo: Como siempre, un placer.

Susi: Estamos viendo capítulos 3 y un poco de 4 en este episodio. Este capítulo ha sido algo muy interesante para nosotros. Hemos hablado mucho del contenido de este capítulo a lo largo de los años. Cuéntanos cómo el autor nos va a ayudar a identificar nuestro propio camino, o el de nuestros hijos, de una manera muy memorable.

Mateo: Este capítulo continúa haciendo el diagnóstico del pecado: de cómo es nuestro pecado. Porque dijimos en el capítulo anterior que, si miramos dentro de nosotros, encontramos que en nuestro corazón hay una bolsita de té con sabor a carne, que cuando Dios nos mete en situaciones de agua caliente, empieza a salir carne—algo que no agrada.

Esto es verdad, tanto para el que es salvo, como para el que no. El que no es esclavo de su naturaleza pecaminosa, el que es salvo, todavía tiene los efectos de la naturaleza pecaminosa en él. Está luchando; está lidiando con el pecado.

Esto es importante que lo aceptemos si vamos a poder criar a nuestros hijos de una manera bíblica. Porque muchos de nosotros tenemos la idea de que hay niños buenos y niños malos. Hay niños que nacen nobles y luego están los rebeldes. Esta es una noción muy común. Hasta a veces hay padres—padres que están criando a sus hijos bíblicamente—que escuchan a personas decir: “Ay, es que tus hijos nacieron nobles”.

Susi: Como si por eso se portan bien.

Mateo: Claro, pero lo que veíamos en el episodio anterior es precisamente que ninguno de nosotros nace noble. Todos somos pecadores. Este capítulo empieza a desarrollar un diagnóstico quizás un poquito más preciso. ¿Por qué? Porque tenemos la noción de que hay niños buenos y niños malos, porque no se ve igual en la vida de cada uno de los niños, ni de los adultos. Pero seguimos siendo pecadores.

Nuestro pecado se manifiesta de una manera única, diferente, en cada persona. ¿Por qué? Bueno, el autor menciona que nosotros somos una combinación de deseos que hay en nuestro corazón. Algunos de esos deseos son naturales; otros son aprendidos. Los naturales serían como la necesidad de comer, dormir, beber algo, incluso deseos sexuales, o el deseo de aceptación por otras personas. Esos son deseos naturales que todo ser humano tiene.

Luego, dependiendo del contexto y nuestro trasfondo, vamos a aprender otros deseos. Cierto tipo de música nos gusta o no nos gusta. La moda—si es importante estar a la moda o no. Siempre nos reímos un poco, porque pensamos en cómo se vestían quizás ahí en 1960; eso incluso es antes de que nosotros naciéramos. Pero recuerdo ver fotos y vídeos de esas personas con esos pantalones que llegaron a la rodilla y luego como que parecía que se hacía una carpa enorme.

Si los vemos ahora decimos: “¡Qué ridículo! ¿Por qué alguien se pondría eso?” Pero en ese momento eso era estar a la moda. Todos, si querían ser populares, llevaban esa clase de ropa. ¿Por qué? Porque su cultura les dijo: esto es estar a la moda. Esta es la manera en que las personas deben vestir.

Susi: Y eso es un deseo aprendido.

Mateo: Es un deseo aprendido, y sabemos que los deseos aprendidos pueden cambiar. Pueden desaparecer. Porque ya nadie lleva esos pantalones, gracias a Dios, ¿no? Pero el punto es que cada uno de nosotros, incluyendo el papá, la mamá, y los hijos, somos una combinación única por nuestra personalidad, por el cuerpo que Dios nos ha dado, por nuestro trasfondo. Somos únicos.

Hay un versículo que habla de esto. En Santiago 1:14 dice: “Sino que cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”. La palabra allí propia, que define concupiscencia, es una palabra griega que es la palabra idias. De ahí viene la palabra española idiosincrasia. Habla de una persona que es única, que es diferente. Algo idiosincrático sería algo muy particular de la persona. Quizás en una universidad se ríen del maestro porque siempre dice la misma frase, o siempre se ajusta los lentes de la misma forma.

Susi: Sí. Es algo particular de él.

Mateo: Es su idiosincrasia. Cada uno de nosotros tenemos nuestra propia forma de manifestar el pecado en nuestra vida. Cuando pensamos en eso, nos vamos a dar cuenta que el niño bueno está manifestando su pecaminosidad de una manera diferente al niño malo. Pero sin la gracia transformadora del Espíritu Santo en su vida sigue siendo pecador. Sigue buscando su propio camino.

Lo que tenemos en este capítulo 3 ha llegado a ser un poco famoso entre los alumnos de la universidad cristiana donde estamos aquí en Monterrey, porque menciona diferentes tipos de rebeldes.

Susi: Sí. De hecho, eso fue una de las causas por las que primero pensé en usar este libro en el podcast. Porque siempre se habla de: “¿qué tipo de rebelde eres tú?” “Ah, mira, te está saliendo el rebelde cooperativo”. “Te está saliendo el rebelde…”. Yo pensé (ya siendo un poco más serio sobre el asunto): si los padres pudiéramos detectar, y ayudar a nuestros hijos a saber qué tipo de rebeldes son, eso sería de mucha ayuda.

Mateo: Sí, porque incluso con nuestros hijos es fácil pensar: “Aquí tengo el hijo obediente y no me tengo que preocupar por él. Pero luego tengo el hijo que es más abiertamente rebelde. Pues él necesita mucha disciplina. Él necesita mucha atención, mucho amor”. Pero la realidad es que todos por naturaleza nacemos muertos en nuestros delitos y pecados, y esa pecaminosidad se manifiesta de diferentes formas.

Susi: Sí. Yo creo que la palabra rebeldía, incluso en nuestras mentes, en nuestra cultura, lleva cierta connotación de acciones agresivas o algo así. Pero realmente es una condición del corazón. Es una resistencia interna a la autoridad. Un niño noble todavía puede estar resistiendo en su corazón, pero cómo se manifiesta por fuera se ve diferente al otro niño súper inquieto que no se puede ni sentar por 30 segundos y no obedece.

Tendemos a tratar de categorizarlos, cuando realmente todos tienen rebeldía. A nosotros nos pasó, porque nuestro primer hijo, por naturaleza, por personalidad natural, es muy tranquilo. Fue muy tranquilo. Y la segunda nació mucho más inquieta en su personalidad: mucha energía, mucha creatividad, interés en todos los temas. Y claro, se metía en todo, donde él no lo hacía. Era para nosotros natural suponer que ella era más rebelde que él. Pero entendemos que no es así.

Mateo: Sí. Por eso ayuda ver los diferentes tipos de rebeldes que se mencionan en ese capítulo. Pero recordando: cada uno está buscando su propio camino. Por naturaleza, todos nosotros queremos hacer lo que bien nos parece, y alejarnos del camino de Dios, del camino de la sumisión a Dios y a las autoridades en nuestra vida.

Como tú bien decías, normalmente eso sale de manera más clara cuando estamos bajo autoridad, cuando alguien me está diciendo: “Tú tienes que hacer esto”. Ahí es donde empieza a mostrarse.

Susi: Porque se reta, nos reta nuestro propio camino.

Mateo: Claro. Yo quiero hacer lo que yo quiero. Cuando la autoridad me dice que no, entonces se manifiesta mi rebeldía, mi rebeldía innata. Creo que para el padre o la madre que estamos escuchando y estamos intentando criar a nuestros hijos, es muy importante estar prestando atención a esas manifestaciones de rebeldía.

Ahora en estas manifestaciones de rebeldía, la más obvia es lo que el libro describe como el rebelde declarado. Cuando piensas en rebelde normalmente lo que se te viene a la mente es justamente el rebelde declarado.

Pensando en un adolescente, este es el adolescente que su papá le dice que llegue a la casa a las 10:00 de la noche y no llega hasta pasada la medianoche. Su papá le dice que no se junte con algunos amigos, pero a él le da igual. Quizás pronto va a llegar a estar con drogas, con alcohol, con tabaco, con todo ese tipo de problemas que asociamos con alguien que si alguien le dice “no lo hagas” …

Susi: Más quieren hacerlo.

Mateo: Claro. Es como el torero con el capote. El toro lo va a querer hacer.

Susi: Sí. De hecho, hay niños que no se les ocurre hacer algo hasta que tú les digas que no lo hagan, y ¡es que lo van a hacer!

Mateo: Se obsesionan.

Susi: Porque como que se gozan en hacer lo que la autoridad dijo que no.

Mateo: Sí. Lo que ellos están diciendo es: “Mira. Mi manera de ser feliz, mi manera de hacer funcionar la vida, mi propio camino, es hacer lo que a mí me da la real gana. Nadie me va a limitar”.

Susi: Sí.

Mateo: Otra vez, eso es muy fácil de identificar porque puede comenzar desde un niño muy pequeño. Simplemente no quiere obedecer. El rebelde declarado, en cierta manera, es bastante obvio.

Pero luego llega el rebelde—y sorprende el adjetivo que le pone— porque es el rebelde cooperativo.

Susi: Ese es el segundo tipo de rebelde.

Mateo: Claro, porque cuando pensamos en rebelde, nunca juntamos la palabra cooperativo porque pensamos el que es cooperativo no es rebelde.

Susi: Sí, exacto. No está resistiendo directamente la autoridad.

Mateo: Claro. Pero el autor habla del rebelde cooperativo, y dice que esto se manifiesta a diferentes maneras. Una de ellas es el rebelde cooperativo que es dócil. Otra vez dices: “¿Cómo puede un rebelde ser dócil?” Pero recuerda que estamos yendo más allá de la superficie para llegar al corazón.

Estamos identificando cómo son personas que están intentando andar en su propio camino, o sea, conseguir lo que ellos quieren de la vida, haciendo lo que ellos creen que les va a permitir conseguir lo que ellos quieren. Esos deseos aprendidos y naturales que mencionábamos hace un momento, que realmente los podíamos llamar ídolos. Algunos de ellos se pueden convertir en ídolos.

Bueno, el rebelde cooperativo encuentra formas de alcanzar sus ídolos, pero normalmente no es de la forma del rebelde declarado. El dócil, por ejemplo, es una persona que acata la instrucción. Papá, mamá, le dice que haga algo, pero lo hace con una mala actitud. Normalmente obedece, pero no tiene la disposición que debería de tener. Lo hace simplemente por evitar problemas.

Susi: Para conseguir lo que quiere.

Mateo: Sí. Muchas veces se va a quejar. Va a demorar. Quizás esto es el joven o el niño, el que mamá le dice que saque la basura. Primero no escucha, y luego como que “sí, sí, mamá. Lo voy a hacer”. Pero se queja: “¿Por qué siempre yo tengo que sacar la basura?” Luego saca la basura, pero anda haciendo pucheros y protestando: “¿Por qué? ¿Por qué yo siempre? ¿Por qué no mi hermana? ¿Por qué no mi hermano?” No hay una actitud de…

Susi: “No lo voy a hacer”. Así.

Mateo: No hay esa rebeldía, pero tampoco hay una sumisión de bondad, de benignidad. Eso no lo manifiesta. Ahora a veces como padres, nosotros nos conformamos con esa clase de obediencia.

Susi: Con que me saque la basura.

Mateo: Lo hizo. Pero tenemos que identificar que está rebelándose. Sigue rebelándose, pero no lo hace como el declarado. Entonces está el rebelde cooperativo. Una forma en que se manifiesta es este acatador, conformista, que no tiene un deseo de obedecer, que se queja, que tiene mala actitud, pero lo hace. Lo hace, pero su propio camino es el de protestar; no meterse en problemas, pero realmente no tener una actitud sumisa.

Pero también hay otra manifestación todavía más sutil del rebelde cooperativo, y es el que está siendo motivado por el deber. Aquí tenemos un rebelde que hace lo mejor; hace las cosas bien. Pero no las hace porque ama a Dios y porque quiere agradar a Dios y a las autoridades que Dios ha puesto en su vida. Sino las hace así porque le da una buena imagen, porque todos lo ven bien, porque consideran que es un buen joven.

Probablemente este es el joven ejemplar. Los demás papás de la iglesia hablan con sus hijos y les dicen: “Oye. ¿Por qué no se portan así?”

Susi: “¿Por qué no te portas como él?”

Mateo: O los papás incluso (y esto es horrible, que lo hagamos) con nuestros hijos mismos los comparamos. A veces los papás dicen: “¿Por qué no te portas como tu hermana? Ella sí obedece”. Eso es algo muy dañino para las relaciones familiares. Tenemos que evitar eso.

Pero este es el tipo de joven que estamos pensando: este es el ejemplar. Este es el joven que hace las cosas bien, que es muy responsable. Pero en el fondo hay una actitud de orgullo. Hay una motivación de hacer las cosas para que las personas me vean. Si analizamos el camino propio de este joven, no es el del declarado, pero él busca asegurar el éxito para él mismo: que le vaya bien a él haciendo las cosas bien.

Susi: O quedando bien (puede ser también) con la gente, teniendo preservado una buena imagen.

Mateo: Claro. Hace las cosas bien para quedar bien, para recibir los cumplidos, para que le vean bien. Esto puede pasar a menudo cuando hay una familia donde hay un hijo que realmente es rebelde declarado. Los demás ven eso y dicen: “Ay, mi hermano…”

Susi: “Le va mal. ¡Qué tonto es!”

Mateo: “Lo castigan; sufre mucho; siempre está peleándose con papá y con mamá, con otras autoridades en su vida. Pues, ¡qué tonto! Qué tonto es. Sería mejor simplemente, ¡haz las cosas que te dicen, y te va a ir bien la vida!”

Susi: Para que te vaya mejor, sí.

Mateo: Exacto. Te va a ir bien. Esta es su manera de hacer funcionar la vida. Esta es la manera de conseguir sus ídolos, pero de manera muy sutil, haciendo las cosas bien. Es un acto de rebeldía en el corazón de este joven o de este niño.

Otra vez, esto es complicado de saber en la vida de un niño, de un joven. ¿Lo está haciendo porque agrada a Dios, o lo está haciendo solamente por quedar bien delante de las personas? Una posible manera de discernir en la vida de nuestros hijos es: lo hacen solo cuando alguien lo está viendo.

Susi: Sí, cuando alguien lo está viendo. O, ¿cómo reaccionan? ¿Cómo responden cuando no logran quedar bien, cuando se dan cuenta que no han quedado bien? O algo así, ¿no?

Mateo: Sí. Están luchando por tener el primer lugar en su salón y no lo consiguen. ¿Cómo responden?

Susi: A lo mejor tú como padre estás: “está bien que tengas segundo o tercer lugar”, pero él, como era un ídolo para él, ya en su misma reacción se detecta.

Mateo: Porque él siente felicidad, bienestar, alcanzando ese primer lugar. La gente le rodea, le felicita: “Mira todo lo que tú lograste”. Pero es orgullo. Es una rebeldía en contra de Dios. No está dando a Dios el lugar que le corresponde a Dios en su vida. Él está haciendo las cosas para él.

Creo que quizás muchos de nosotros, especialmente si crecimos en un hogar cristiano y seguimos en la vida cristiana, podemos ser algún tipo de este rebelde, porque si somos rebeldes declarados es probable que nos hemos alejado de los caminos del Señor.

Susi: ¡Que ya nos corrieron de la iglesia!

Mateo: ¡Sí! De hecho, a veces les preguntamos a los alumnos: “Identifiquen qué tipo de rebeldes son”. Hago la pregunta: ¿con cuál rebelde te identificaste? Y en una universidad cristiana hay muy pocos rebeldes declarados. ¿Por qué? Porque ellos no van a una universidad cristiana.

Susi: Exacto. Si ya tienen 18, ya se fueron corriendo a otro lado.

Mateo: Exacto. Fueron al mundo. Nadie les va a obligar a estar en una universidad cristiana. Y un punto aquí también es que vale la pena reconocer que en diferentes momentos se puede manifestar una rebeldía diferente en cada uno de nosotros.

Susi: Sí, claro. Un niño o un joven, una joven, no siempre va a solamente manifestar las señales de un rebelde cooperativo. Puede ser que tenga un disparate y es un rebelde declarado por un día o dos, y en otras ocasiones tú crees que ya se resolvió todo, pero volvió otra vez a lo de la rebeldía más cooperativa.

Mateo: Así es. C.S. Lewis tiene una cita que el autor tiene en su libro. Dice lo siguiente (y esta es una advertencia para los que somos rebeldes cooperativos):

“Si tenemos nervios bien templados, inteligencia, salud, popularidad y buena crianza, de igual manera podemos estar bien satisfechos con nuestro carácter, tal como es. Un cierto nivel de buena conducta se puede lograr con alguna facilidad. Es muy probable que creamos que todo lo bueno que hay en nosotros se debe a nosotros mismos. Y muy fácilmente se llega a la convicción de que no existe la necesidad de ninguna otra clase de bondad. Con la gente mala es distinto. Los pequeños, los que ocupan una baja posición, los tímidos, los pervertidos, los de mala sangre, los apasionados, los sensuales, los desequilibrados, si alguna vez intentan ser buenos, comprenden en menos de la mitad del tiempo que el resto que necesitan ayuda. Para ellos es o Cristo, o nada. Pero si somos de los buenos, para quienes la virtud es cosa fácil, ¡cuidado! Es mucho lo que se espera de los que mucho han recibido. Si equivocadamente tomamos por nuestros los méritos que en realidad son dones que Dios nos ha dado por medio de la naturaleza y simplemente nos contentamos con ser buenos, todavía somos rebeldes. Y todos estos dones hacen que nuestra caída sea más terrible, nuestra corrupción más complicada y más desastroso nuestro mal ejemplo. El diablo era antes un arcángel. Sus dones naturales estuvieron tan por encima de los nuestros como los nuestros están por encima de los de un chimpancé”.

Entonces aquí el rebelde cooperativo está manifestando su rebeldía de una manera diferente.

Susi: Buscando su propio camino de una manera diferente que el que lo hace de manera abierta, porque quieren ser el bueno, el aceptado, el admirado, y con eso quieren lograr algo que les hace feliz, supuestamente.

Mateo: Claro. Cumple con sus objetivos. Puede ser que no lo hagan por alguien más; lo hacen por sí mismos. Pero no lo están haciendo por Dios.

Ahora el último rebelde es el pasivo. Hay diferentes maneras que esto también se manifiesta. Y quizás aquí hay algunas fases que los padres vamos a identificar mucho, porque un rebelde pasivo otra vez no está por allá levantando el puño en contra de sus padres o Dios.

Susi: Diciendo: “¡No!”

Mateo: Pero es simplemente alguien que no hace lo que debería hacer. Su propio camino es hacerse la víctima, ser muy pasivo, simplemente no actuar como se le está pidiendo. Palabras como: “Ay, es que no pude”. Quizás un niño que frecuentemente dice: “Ay, es que es muy difícil para mí”.

Pudiera ser en algunos casos; a veces sí, es algo muy difícil. Pero en algunos casos eso simplemente es una excusa para esconder su rebeldía. Es que no quise hacer lo que me están pidiendo. No quise meterle esfuerzo. Entonces soy muy pasivo.

Susi: “Se me olvida hacerlo. Me distraje”.

Mateo: Sí, ese es otro: “Se me olvidó obedecer”. Es increíble cómo los niños tienen excelente memoria, excepto para lo que los padres les piden.

Susi: Memoria selectiva. Definitivamente.

Mateo: “Te dije antes de que yo me fui. Te dije que cuando yo regresara tenías que haber recogido tu cuarto. Tenías que haber barrido la sala”. Regresa y no se ha hecho. “¡Ay! Se me olvidó”. OK. Puede que a cualquiera de nosotros se nos olvide. Pero también si eso está pasando de manera frecuente, eso es normalmente una señal de rebeldía.

Susi: Exacto, si es un patrón.

Mateo: A veces se hace la víctima por ignorancia: “Es que no sé cómo. Quise hacerlo, pero no sabía cómo”.

Susi: Luego pueden manipular. Yo he escuchado a niños así decirle a su mamá: “Pero mamá, es que no me explicaste”, echándole la culpa a otros. Siempre es la culpa del hermanito. Es la culpa de los compañeros, la culpa de la maestra. Creo que eso va dentro de este rebelde pasivo.

Mateo: Sí. Y cada uno de estos, dentro del rebelde pasivo, su manera de hacer funcionar su vida no es rebelarse, pero es la ley del mínimo esfuerzo. Hago lo mínimo y luego encuentro una excusa para justificar por qué no he hecho lo que debería de hacer. Creo que todo padre lo ha visto mucho en diferentes momentos.

Susi: Claro. Y quizás hay niños que nunca quieren enfrentarse a un reto nuevo. Es todo para que la vida sea fácil. No me pidas un reto; no me pidas hacer algo difícil para mí. Incluso en sus tareas: “Ayúdame. Ayúdame; no puedo”.

Obviamente todos los niños necesitan ayuda. Si vamos a pedirle algo a un niño, hay que enseñarle cómo hacerlo. Claro. Pero sí se ve este patrón de evitar responsabilidad, evitar esfuerzo, evitar retos nuevos, evitar tareas difíciles, pues ya pudiera ser una rebeldía manifestándose así.

Mateo: Casi siempre detrás de evitar ese esfuerzo es un deseo por hacer algo más fácil. No hago el esfuerzo que debería, no le dedico el tiempo que debería, porque estoy haciendo otra cosa que me gusta más. Están buscando otro placer que les agrada a ellos.

Empezamos a detectar que nuestra rebeldía se manifiesta de maneras muy, muy variadas. La esencia de todo esto, como decíamos al inicio, sigue siendo: “yo quiero caminar en mi propio camino”.

Algo que va a mencionar un poquito más adelante en el capítulo cuatro, que también lo estamos cubriendo en esta unidad, o en este episodio, es el hecho de que nosotros pensamos que podemos hacernos felices nosotros mismos. Que nosotros podemos tener una vida que satisface, una vida plena, caminando mi propio camino.

Susi: Sí. El mundo dice: la felicidad la encuentras dentro de ti.

Mateo: Sí, dentro de ti: tus deseos, haciendo lo que a ti te da la gana. Si alguien te limita, entonces tú no puedes ser feliz. Eso es lo que nos quieren hacer pensar. Eso es nuestro orgullo.

Piensa un momento. Queremos caminar no en el camino de Dios, sino queremos caminar en nuestro propio camino. Al decirle “no” al camino de Dios, nos estamos poniendo en la posición de Dios. Otra vez, recuerda a Adán y Eva. ¿Cuál fue el engaño que les hicieron a Adán y Eva? El engaño de caminar en su propio camino. “Dios, no voy a hacer lo que tú quieres, voy a hacer lo que yo quiero. Eso es lo que a mí me va a hacer feliz”.

Pero la realidad es que nosotros somos criaturas de Dios. Dios nos hizo. Y si Dios nos hizo, necesitamos que él nos mantenga. Dependemos de él. Recuerdo cuando nuestros hijos eran pequeños, salió la película de Wall-E. ¿Te acuerdas? ¿De los robots?

Susi: Sí. “Waaaaall-E”.

Mateo: “Eeeeevaaaa”. Los humanos habían tenido que dejar la tierra; estaban en una nave espacial y no tenían que hacer nada. La nave producía la gasolina para que funcionara. Había robots que reparaban todo. Preparaban la comida. Era una nave autosuficiente. Eso funciona en una película, pero en la vida real no funciona. Si tienes un vehículo, sabes que le tienes que poner gasolina. Le tienes que llevar al mecánico.

Susi: Sí. Reparar.

Mateo: ¿Por qué? Porque nos descomponemos. Si alguien nos hizo, alguien nos tiene que mantener. Dios nos hizo y Dios nos tiene que mantener. Es la única manera que la vida pueda funcionar bien. Pero en nuestra rebeldía, nosotros nos levantamos en contra de Dios y decimos: “Dios, yo no te necesito. Yo puedo encontrar el camino de la felicidad por mi propio camino, fuera de ti”.

El autor menciona que él frecuentemente predicaba en campamentos en los veranos. Y el autor les preguntaba a los jóvenes por qué no querían rendir sus vidas a Dios. La respuesta más común era que pensaban que Dios les iba a echar a perder la vida; que, si ellos se entregaban a Dios, Dios les iba a estropear la vida. Eso es increíble, ¿no? Porque ¿qué estamos diciendo? Estamos diciendo: “Dios me va a echar a perder la vida. Yo voy a hacer que mi vida funcione”.

Susi: Qué orgullo.

Mateo: Es orgullo, sí. Si Dios quiere hacernos sufrir y pasarlo mal, no tiene que pedirnos permiso. Es omnipotente. Él nos puede castigar sin eso. Es todo lo contrario. Cuando yo me humillo, cuando yo reconozco que no puedo solo, que soy dependiente de él, es entonces que tengo la esperanza de encontrar una vida que satisface, una vida de verdadera felicidad y gozo en los caminos de Dios.

Creo que como padres tenemos que identificar que nuestro mundo les está diciendo a nuestros hijos, y nos está diciendo a nosotros como padres, que tenemos que decirles a nuestros hijos: camina en tus propios caminos. Eso es lo que te va a hacer feliz. Ese es un mensaje que es completamente antibíblico.

Es por eso que tenemos que hacer un diagnóstico correcto de cómo es nuestra carne y cómo se manifiesta en muchas maneras diferentes. Porque no se manifiesta de una sola manera. Tenemos que ser padres sabios, e identificar cómo eso se manifiesta en la vida de nuestros hijos también.

Susi: Sí. Es una tarea difícil. No es muy placentero tener que identificar la rebeldía en el corazón de nuestros hijos. Pero es una tarea necesaria. Tú que nos escuchas, llévate hoy esta tarea de considerar tanto tu propio corazón como los de tus hijos. Qué tipo de rebeldía se está manifestando, y cómo puedo dirigir el corazón de mi hijo hacia la sumisión, la humildad, la dependencia de Dios, para que pueda obedecer a Dios con un corazón que realmente le busca.

La próxima semana vamos a seguir refrenando la carne. Tenemos un episodio más sobre refrenar la carne, así que quédate con nosotros en esta serie. Si quieres conseguir el libro, busca en tu librería local o en Internet. Seguramente lo puedes conseguir. Y continúa con nosotros la próxima semana. Que Dios te bendiga.

Compartir:

Autores

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

    View all posts
  • Nació y creció en España, de padres americanos misioneros. Estudió en Estados Unidos y está a punto de terminar su doctorado. Lleva casi 20 años viviendo en Guadalupe, Nuevo León, junto con su esposa Susan y sus tres hijos: Aarón, Ana y David. Es director de la Facultad de Teología en la Universidad Cristiana de Las Américas y es pastor fundador de la Iglesia Bautista La Gracia en Juárez, Nuevo León.

    View all posts

Publicaciones relacionadas