Categoría: Entrenamiento

Ep 171: El reto de los berrinches y las peleas entre hermanos

0
October 8, 2024

Pocas cosas cansan y exasperan más a mamá y papá que niños berrinchudos y peleoneros. ¿De dónde brotan estas expresiones tan fuertes de emociones? ¿Y por qué es tan común que los padres reaccionen con expresiones fuertes parecidas a esta conducta infantil? En lugar de buscar entre los recursos limitados que el mundo ofrece, hablemos sobre diagnósticos y soluciones bíblicas a estos problemas.

Transcripción: 

Los retos diarios de la crianza son medios de gracia para los padres creyentes que deseamos crecer en nuestra fe, y llegar a ser más como Cristo. Nos animan a correr hacia esa nueva misericordia disponible cada mañana para nosotros. Hay retos, como el que vimos en el episodio anterior de esta serie acerca de controlar el uso de la tecnología, que simplemente son parte de vivir en un mundo moderno. Pero también hay retos que brotan desde los lugares más oscuros del corazón humano… tanto de papá y mamá como de cada hijo pecador.

El tema de este episodio es uno de ellos. Confieso que, por más de 5 años de estar haciendo este podcast, hemos evitado intencionalmente tratar de manera directa en un episodio el tema de los berrinches. Hemos procurado dar las bases bíblicas de la disciplina y el discipulado que debe ocurrir en un hogar cristiano, y creemos que padres que construyen su hogar sobre tales bases, caminando con el Señor en su vida diaria, tienen a su alcance la sabiduría necesaria para lidiar con temas específicas como este. Hemos evitado el tema en parte porque no creemos que existen respuestas universales, o tipo “1, 2, 3” para lidiar con un niño que se echa berrinches, que insulta a sus familiares o amigos, o que pelea constantemente con sus hermanos.

Esto es un problema del corazón. Y si has llegado muy recientemente a este podcast, quizá esperes escuchar solamente unos tips para que tus hijos ya no se peleen, o sobre qué hacer para que un niño deje de echar berrinches. Quiero rogarte a reconsiderar tus metas. Este ministerio de Crianza Reverente tiene como su meta apuntar a padres creyentes a glorificar a Dios en su crianza al vivir cada día en reverencia delante de Él, siguiendo sus pautas y buscando vivir para la eternidad.

Este filtro para acercarnos al reto de un niño cuyo enojo y egocentrismo brota en berrinches, insultos y peleas es completamente diferente al de nuestro mundo. Si has estado escuchando por un buen tiempo nuestro podcast, y has leído los artículos que tenemos en nuestro blog, sabes que nosotros NO desechamos completamente la psicología. Creemos que tiene mucho que ofrecernos como creyentes en el área de observación. Podemos a veces ser muy cuadrados y legalistas los cristianos, creyendo que entendemos a alguien poniéndole una etiqueta rápidamente a su problema. Hay mucho que podemos aprender de lo que nuestro mundo observa en la ciencia.

Pero, como hemos dicho muchas veces, tenemos que estar dispuestos como cristianos a interpretar lo que observamos en base a premisas bíblicas, y no en base a premisas erróneas como nuestro mundo lo hace. La psicología parte, por ejemplo, de la base de que los niños nacen buenos, como si fueran una hoja en blanco. Pero la Biblia enseña que somos afectados por una naturaleza pecaminosa desde el vientre, que cada uno busca su propio camino. Esta es la esencia del pecado, buscamos nuestro camino en lugar del camino de Dios.

Esa verdad bíblica tiene que informar nuestra comprensión de lo que son los berrinches, los insultos y las peleas. Tenemos que aceptar el diagnóstico de Dios mismo si vamos a ser agentes del Evangelio y de la misericordia de Dios en nuestros hogares. Santiago 4 dice que el lugar desde el cual brota el conflicto es las pasiones desordenadas del corazón. Y punto.

Por ejemplo: muchos psicólogos dicen que un berrinche es solamente inmadurez. Que un niño no puede tener un deseo malo. Claro, el mundo no reconoce que un deseo de desobedecer a los padres es malo, porque cree que imponer tu voluntad sobre tu hijo es faltarle el respeto. Entonces, el berrinche es simplemente una respuesta inmadura a tu abuso de autoridad. Estas maneras de pensar son sumamente peligrosas para el creyente. La sumisión a la autoridad de Dios es clave en nuestra salvación y vida espiritual. Y es clave en la disciplina e instrucción de nuestros hijos también porque Dios lo ha dicho en Efesios 6.

Entonces, el enojo existe en la vida de un ser humano porque existe el pecado. Es verdad que puede haber una ira justa. Dios es un Dios airado con el pecado, pero que no peca. Pero un ser humano pecador siempre va a experimentar el efecto de su naturaleza pecaminosa, y entonces es muy difícil que separe su ira justa de un enojo pecaminoso. Y un niño inmaduro no es capaz de hacerlo. Aun cuando puede estar enojado por algo que realmente fue injusto, su pecado sigue influyendo en su reacción. Cuando hablamos de ira justa, nos referimos a la razón o causa de la ira. Es posible sentir ira por una razón justa, pero luego responder a esa emoción de manera pecaminosa.

Un berrinche es enojo expresado en llanto descontrolado. Un insulto áspero o contestación fea es enojo expresado de manera que tiene la intención de herir, frecuentemente deseando venganza. Una agresión física o verbal hacia un hermano o primo o amiguito que resulta en una riña o pelea es un enojo expresado de manera inapropiada y pecaminosa. Es el pecado en el corazón de un niño, egocentrismo, orgullo, materialismo, falta de sumisión, etc.

Si en tu hogar suceden frecuentemente los berrinches, los insultos y las peleas y riñas entre hermanos, entonces necesitas verlo en su esencia como un problema de pecado. Con esto no quiero decir que no hay aspectos de madurez para tomar en cuenta. Claro que no. De eso vamos a hablar. Pero la verdadera solución solamente la hallamos cuando tenemos un diagnóstico acertado. Si crees que tu propio enojo, o el de tu hijo, es resultado de cualquier otra condición más que el pecado, todas las soluciones que busques serán deficientes.

Padres enojones no pueden discipular eficazmente a hijos enojados y egocéntricos. Padres malhumorados y gruñones, que insultan y se ponen irrazonables, que discuten por tonterías, o cuentan cómo tuvieron riñas en el trabajo, están incitando en sus hijos una manifestación de las mismas actitudes, aunque probablemente el hijo maneja la emoción de manera más inmadura, sí. O sea, padre quejumbroso e inconforme probablemente tiene hijo berrinchudo. Es lo mismo. Recuerda la enseñanza bíblica sobre de dónde vienen todas esas pasiones, y cuál es la solución: arrepentimiento radical y caminar en el Espíritu para matar la carne. El ejemplo de papá y mamá habla 100 veces más fuerte que sus meras palabras. Y cuando hay una disonancia o contradicción entre la instrucción y la vida, es desastroso. No me refiero a un brote ocasional de enojo que después se resuelve pidiendo perdón a los hijos y orando juntos. No estoy diciendo que solo la perfección permite que la enseñanza sea efectiva. Pero, actitudes pecaminosas repetidas y no-arrepentidas incitan amargura en los corazones de los hijos, y un rechazo a cualquier instrucción sobre ese tema. Pedir perdón y mostrar que estás creciendo en el fruto del espíritu—eso sí es muy poderoso. Es parte de la nueva misericordia de Dios cada mañana.

Toda palabra, actitud y acción violenta (sea verbal o física) brota de un corazón pecaminoso. Aun y cuando una persona está reaccionando al pecado de otro, nunca es correcto responder en violencia verbal o física. Cuando un bebé de 1 año le pega a su mamá, no está tomando una decisión consciente de practicar la violencia porque ha procesado alguna supuesta ofensa en contra de él, no. Pero sí está manifestando tendencias de su carne pecaminosa, resultado de la caída. Padres de bebé hacen muy bien en detener estas tendencias, primero con palabras, expresiones serias, y al detener físicamente al niño cuando lo quiere hacer. Nunca con gritos.

Una niña de 11 años que insulta, irrita intencionalmente y provoca a su hermanito de 4 años está practicando la violencia verbal. Esto sale de un corazón egocéntrico y enojado, un corazón que solo busca su propio bien. Es un asunto de un corazón necesitado de la obra de Dios.

Así que, el ejemplo de los padres es clave, y entender cuál es la fuente de un enojo que resulta en cualquier violencia verbal o física: el pecado destructivo que mora en cada ser humano.

Berrinches

Pensemos un momento en los berrinches. Cuando escuchamos la palabra “berrinche” creo que lo que la mayoría imaginamos es ese niño de entre 18 meses y 4 años que está tirado en el piso del supermercado llorando a todo volumen, quizá golpeando el piso con los puños, a veces gritando a su papá “te odio” o a su mamá “yo lo quiero, yo lo quiero ya”. O la niña que pierde los estribos cuando le dices que no puede comer hotcakes, o pancakes, por el tercer día seguido.

Pero los adultos también tenemos nuestro estilo de berrinche, ¿verdad? Justo el otro día pasó algo que me hizo reír y pensé “ese es un ejemplo perfecto de berrinche de adulto”. Íbamos en una carretera de varios carriles, y de repente el carro que iba delante hizo un movimiento raro y vimos algo oscuro en el suelo del carril. Mi esposo se desvió rápidamente al otro carril para evitar pegar al objeto, revisando primero que no hubiera alguien justo a su lado en el carril. Venía un carro un poquito atrás y tuvo que modificar su velocidad, pero no hubo riesgo de accidente. De repente ese carro nos rebasó, se nos puso delante, frenó, el conductor hizo un gesto grosero y luego iba por un buen rato adelante, causando que fuéramos más lento, y cambiando constantemente su intermitente de un lado a otro. Supongo que nos quería expresar su ira utilizando sus intermitentes. Nos echamos hacia atrás y nos reímos por el “berrinche” que estaba echando ese conductor.

Pero yo como esposa puedo hacer berrinche cuando me enfado con mi esposo y le digo, pues prepárate tú la cena, y me voy a la habitación y cierro la puerta fuerte. O un adolescente que rehúsa hablar en la cena porque le obligaste a cenar con la familia en lugar de en su habitación con sus videojuegos o su chat.

¿Qué es un berrinche? A veces se usa la palabra rabieta o pataleta para referirse a lo mismo. Un sinónimo en un diccionario en línea se expresa como “enojo infantil”. Una respuesta descontrolada a algo decepcionante. Le dijiste que no le vas a comprar ese juguete que vio en la tienda, que no puede comer más dulces porque lo que necesita es comida nutritiva y debe esperar unos momentos para cuando esté lista, que ya le toca a su hermana jugar con ese juguete, que la maestra no le dejó participar primero, etc. Algo que no le gustó sucedió y él o ella reaccionó con llanto descontrolado o gritos, y no responde a instrucciones.

Si es un niño muy pequeño que aún no puede comunicarse bien, tenemos que considerar si hay factores que por su inmadurez no puede manejar todavía. Nosotros con uno de nuestros hijos nos dimos cuenta desde solo unos meses de edad que no podía manejar el hambre. Si le daba hambre, perdía el control. Sabíamos que en su momento tendría que madurar en su manejo de sus emociones cuando tenía hambre, pero de pequeño no tenía la capacidad. Comenzamos a tener más cuidado y siempre llevar algo que podía comer si se desplazaba el tiempo de comida, pero también comenzamos a entrenarle cómo decirnos cuándo tenía hambre y dejarle saber con nuestras expresiones, palabras y acciones que esa reacción no es apropiada. La falta de sueño, un lugar nuevo con mucha gente desconocida, o luces raras, o muchas otras cosas pueden provocar una reacción inesperada en un niño muy pequeño.

Pero los padres conocemos a nuestros hijos y aun desde pequeños podemos discernir cuando simplemente están enojados, y comenzar a ser firmes en detener esa reacción y hacerle saber que no está bien. Una de las simples maneras de hacerlo es nunca ceder a lo que el niño quiere que le está provocando un berrinche. Si pide que le compres algo, y dices que no, y se echa el berrinche en la tienda, y tú ahora cedes para que se calme, le acabas de enseñar que puede conseguir lo que quiere con un berrinche. Sé firme. Si es necesario, sácalo de la tienda, llévalo a donde se puede calmar, dile que así no puede reaccionar, y que de esa manera no va a conseguir lo que quiere. El punto es, de manera apropiada a la edad, le estamos entrenando en cómo manejar sus emociones y actitudes cuando no le gusta algo. La obediencia a papá y mamá, la sumisión a Dios es la meta. A eso Dios lo ha llamado.

Sé consistente en tu respuesta a los berrinches. En casa, fuera de casa, lo más posible, responde de la misma manera. Posiblemente tengas que tomarlo en brazos y físicamente sujetarlo con tus brazos para que no se haga daño ni a sí mismo ni a otro. Me refiero a un abrazo fuerte en esencia. Haz lo posible por sacarlo de delante de otros ojos para que estén tú y él o ella. Aplicar disciplina en medio de un berrinche no es apropiado ni eficaz. Si tiene la edad para haber entendido lo correcto, y te desobedeció en algo claro, aplica disciplina tal como lo harías en cualquier situación de desobediencia clara.

Nosotros aplicamos estas medidas cuando los niños eran muy pequeños, y rara vez tuvimos que aplicar disciplina de vara cuando crecieron, por un berrinche. Los berrinches no existieron después de más o menos los 2 años en nuestra casa. Como les entrenamos desde muy pequeños a controlar esa reacción y les intentamos dar otras opciones para expresar su disgusto o desacuerdo, esos brotes descontrolados de ira cesaron antes de cumplir los 3 años. Un niño con la madurez de entablar conversación, tomar alguna decisión sencilla, sentarse en una clase en la iglesia un ratito, también tiene la madurez para escoger utilizar soluciones que tú le has enseñado, y también para decidir obedecer. Esto requiere trabajar con ellos, compadecerte de su lucha sin ceder a sus pasiones desordenadas, ayudarles a ver el pecado en su corazón, consolarlos cuando sienten que no pueden y orar con ellos para que aprendan a correr a Cristo. Aun cuando un niño de 18 meses o 2 años no puede hablar bien, puede entender muchísimas cosas.

Si tú tienes un niño de 4, 5, 6 años que aún se echa berrinches, en la mayoría de los casos tienes a un niño que no ha sido disciplinado y discipulado bíblicamente. Digo la mayoría de los casos, porque claro que existen casos de necesidades especiales, desarrollo tardío, condiciones físicas o médicas que alteran el estado emocional, medicamentos fuertes que impactan el cerebro y el cuerpo. Pero en una situación normal, un niño sigue haciendo eso a esa edad porque sigue logrando lo que él quiere, o porque una autoridad bíblica y amorosa no se le ha puesto en el camino para decir con profundo amor y preocupación por su alma, “No. No voy a permitir que sigas por tu propio camino. Voy a cumplir con paciencia mi tarea como padre o madre para disciplinarte e instruirte en el camino de obediencia al Señor”.

Insultos

Otra expresión del enojo que es muy seria, y demasiada común hoy en día, es el insulto. He estado en lugares donde hay padres cristianos y sus hijos les hablan de una manera grosera, llamándoles nombres feos, acusándolos, e insultándose. Discutiendo con su papá o mamá de una manera despectiva. Esto es muy triste, porque Efesios 6 promete bendición al hijo que no solamente obedece, sino que honra a su padre y a su madre.

Los padres cristianos no podemos permitir que un niño insulte a otras personas, sean autoridades o hermanos o amigos. Esto es pecado, y es resultado de una ira que no consigue lo que quiere y busca manipular y herir, o de una soberbia que se cree mejor. Un niño pequeño que le habla feo a su madre, o que diga “te odio” debe ser disciplinado firmemente y ayudado a ver la fealdad que sale de su corazón y rebosa por medio de su boca.

Para este tema también tenemos que recordar que hay dos claves: papá y mamá tienen que modelar un habla respetuosa y honrosa, y tienen que reconocer su pecado cuando no es así. Y, los padres tenemos que recordar que un insulto, una palabra áspera y airada, sale de un corazón pecaminoso y necesita ser tratado así. El problema de un niño que insulta y es grosero no solamente es un asunto de vocabulario, es un asunto del corazón.

Peleas entre hermanos

Quiero terminar hablando un rato sobre el tema de las peleas y riñas en el hogar. Cuando hice unas encuestas para saber los retos diarios que las mamás y los papás enfrentan, salió bastante repetido el tema de peleas y riñas y discusiones entre hermanos. Decidí no hacer un episodio completo sobre este tema porque hace un tiempo, publicamos un episodio sobre este tema donde conversamos con mi esposo Mateo sobre la búsqueda de paz en el hogar. Ese episodio es el #138, y se llama “¡Auxilio! No hay paz en nuestro hogar”. Ahí establecimos las bases para entender por qué hay falta de paz, por qué suceden las riñas y discusiones, y cómo el Evangelio responde y provee la solución a largo plazo. Si no has escuchado ese episodio, o tiene tiempo que no lo escuches y tú eres una de esos padres o madres que no sabe cómo lidiar con hermanitos que constantemente se están peleando, por favor, escucha el episodio 138 y medita en lo que Mateo nos enseñó ahí.

Aquí quiero recalcar que aplica lo mismo que hemos dicho sobre los berrinches y los insultos. Padres que discuten y se hablan fuerte y constantemente están en desacuerdo con otras personas, y los hijos ven esas actitudes, no van a poder discipular a sus hijos a ser pacificadores. También el corazón de nosotros como padres muestra su egocentrismo cuando simplemente queremos paz, pero no estamos dispuestos a lidiar con las causas en el corazón del niño.

Y recuerda que las discusiones fuertes, las peleas, las riñas—todos salen de corazones egoístas y enojones. Si dos niños participan en una riña, dos niños tienen un problema del corazón. Aun y cuando uno de ellos lo provocó y el otro fue “víctima”, por decir, ambos decidieron reaccionar de manera pecaminosa.

Algo que he observado en los últimos años que creo que es resultado de la crianza respetuosa, son mamás (me imagino que puede pasar con papás, pero no lo he observado tanto) que discuten con sus hijos en lugar de ser la autoridad amorosa y firme que deben ser. He escuchado a una mamá con sus más de 30 años teniendo un debate, una discusión, con su niño de 3 años. Te estoy hablando de tipo “no, mami” y ella “sí” y él, “no”, y así como si fueran dos niños de preescolar. Digo que puede ser resultado de la enseñanza del movimiento de crianza respetuosa donde se enfatiza la igualdad de padres e hijos, la supuesta falta de respeto al imponer tu opinión o voluntad sobre la de un niño, etc. Eso ha llevado a algunas mamás a pensar que tiene que tratar de convencer a su hijo de todo, en lugar de mandarlo a obedecer, o decirle la verdad y no permitir que cuestione de manera irrespetuosa.

Las mamás no debemos tener riñas y peleas y discusiones fuertes con nuestros hijos. Debemos escucharlos con compasión, compartirles la verdad, y exigir obediencia cuando entendemos que es necesario. Dios nos ha mandado a hacer esto. Cuando un niño cuestiona sin respeto a un padre o una madre, quiere discutir y se hace soberbio en su propia opinión, es hora de que papá o mamá sea el adulto maduro y le diga que no siempre tiene la razón, que tiene que abrazar la verdad de Dios o aceptar lo que mamá le está diciendo, y disciplinarle si rehúsa obedecer o si de manera repetida está mostrando una grosera falta de respeto. En la jerarquía de Dios, los niños son tienen igual posición que sus padres, y deben aprender a respetar eso. En valor, somos todos iguales. En posición de autoridad, no. Es así como Dios lo diseñó. Vamos a tener un episodio un poco más adelante, si Dios permite, sobre cómo manejar a niños que cuestionan mucho y retan la autoridad.

Si tienes niños de edades más o menos cercanas que constantemente se están peleando, es hora de establecer límites claros y comenzar a aplicar disciplina por el egoísmo manifestado o por la falta de amor y paciencia. Primero, instruimos y hablamos las primeras veces. Damos ejemplos de cómo es mejor responder. Damos soluciones (puedes pedir ayuda, puedes encontrar otro juguete, puedes sugerir que juguemos juntos, puedes expresar a tu hermanita que sus palabras te duelen, que crees que ella está mal, pero sin enojo, sin pegar, sin gritar). 

Cuando es notorio que no están obedeciendo, se debe aplicar disciplina, y como resultado llevarlos a pedir perdón y restaurar su relación. A veces hay uno de los dos que pecó de manera más obvia (le pegó a su hermano por haberle quitado el juguete) y el otro de manera más sutil. Intentemos descubrir lo que está pasando en ambos corazones. Puede ser que la hermana a quién se le ofendió responde con insultos susurrados y cara de enojado nada más. Aun así, hay que ayudarle a ver su corazón vengativo y amargado para que Dios pueda convencerle de pecado y llevarla al arrepentimiento.

Si tienes dos hijos con edades más dispares, hay que trabajar con cada uno según su madurez y capacidad. Un adolescente tiene la capacidad de ser paciente y amoroso, de usar bien sus palabras, de entender que, aunque no es una autoridad en la vida de su hermanito, sí tiene mayor responsabilidad para procurar paz porque es más maduro intelectual y físicamente. Trabaja con tu preadolescente o adolescente para que vea el gran privilegio que tiene para ayudar a su hermanito a entender el amor de Dios y el evangelio al ser un hermano mayor paciente y perdonador.

Pero no permitas que un hermanito pequeño se salga con la suya y sea desobediente, cruel, destructivo, fuera de control, mimado, etc. El hermano mayor no es responsable por la disciplina de ninguna manera. Tú papá o mamá, tú eres responsable por su disciplina y discipulado. El niño pequeño también necesita arrepentirse de su egoísmo y aprender a respetar a las personas y sus cosas. Está bien si la hermana mayor tenga ciertas cosas a las cuales su hermanito no tiene permiso de tocar. Pero también deben buscar compartir experiencias y conversaciones. Hay que trabajar con ambos corazones, y esto requiere bastante inversión de tiempo y energía.

¡Y eso nos manda de regreso a caer sobre las nuevas misericordias de cada mañana que nos ofrece el Evangelio! Pequeños y no tan pequeños corazones que nacen con la inclinación a seguir su propio camino, y se llenan de enojo cuando no lo logran, y brotan las peleas y los berrinches y los insultos, necesitan un corazón nuevo. Cristo murió para que cada hijo y cada padre y madre sea liberado de la pena del pecado y del poder del pecado en su vida. El corazón nuevo que Él crea en nosotros después de salvarnos por medio de la fe y el arrepentimiento seguirá luchando contra el pecado. La fe y el arrepentimiento son regalos diarios para el hijo de Dios, parte de la nueva misericordia de cada mañana.

Tu hija berrinchuda necesita la misericordia de Dios para que pueda comprender y abrazar el Evangelio y ser salva. Tu adolescente que te insulta necesita la misericordia de Dios para arrepentirse de su pecado y entregarse al Señor cada día. Tus hijos que parecen no ser capaces de amarse unos a otros y compartir sus juguetes y dejar su egoísmo necesitan la gracia de Dios obrando en sus corazones. Tú y yo y nuestros hijos tenemos la urgente necesidad de estar delante de Dios cada día, en reverencia, dándole su lugar debido en nuestro día a día y así experimentar sus nuevas misericordias.

Que Dios te conceda la gracia para depender de esa misericordia cada día de tu crianza. 

Compartir:

Autor

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

    View all posts

Publicaciones relacionadas