Categoría: Padres fieles
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Ep 185: Transfiriendo el legado de fe un día a la vez, con Mateo Bixby

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March 18, 2025

Aunque pareciera obvio, es fácil perder de vista el hecho de que la crianza se trata de levantar una siguiente generación que viva para la gloria de Dios. Muchos padres no tenemos claro cómo se logra tal meta en el día a día. Mateo y Susi recientemente pudieron viajar al país de Israel, y nos comparten algunas lecciones que podemos aprender de un pueblo que ha logrado preservar sus convicciones por miles de años de generación en generación.

Transcripción:

Susi: Para padres creyentes, la crianza debe tratarse de levantar una siguiente generación que viva para la gloria de Dios un día a la vez en su vida ordinaria. ¿Pero cómo se logra esto? Lo hemos hablado muchas veces de muchas formas diferentes en el podcast y blog de Crianza Reverente, pero en este episodio Mateo y yo queremos compartir con ustedes una experiencia que tuvimos, y lo que nosotros creemos que los padres podemos aprender de lo que estábamos observando.

Mateo, gracias por estar aquí nuevamente en el podcast. Bueno, ya no eres invitado; creo que vamos a inventarte un título creativo de…no sé qué—“Ejecutivo de Crianza Reverente”.

Mateo: Me gusta, me gusta.

Susi: Muy bien. Hace unas semanas tuvimos el privilegio tú y yo de ir con un grupo al país de Israel, y fue una bendición muy grande. Experimentamos, yo creo, muchas emociones visitando sitios donde Jesús y sus discípulos hubieran andado, por ejemplo. ¿Cuál fue tu lugar favorito ahí en el país de Israel?

Mateo: Es difícil pensar en cuál fue el que más te gustó, ¿verdad? Hay tantas cosas hermosas.

Susi: Sí.

Mateo: Quizás el Getsemaní. Fue un lugar muy bonito. Estar también en Nazaret: hay una recreación de cómo hubiera sido Nazaret en el tiempo de Cristo, una pequeña aldea, y está a 500 metros de donde Jesucristo hubiera crecido. Ahí había una viña que seguramente era un lugar donde Jesucristo hubiera caminado como niño. Eso fue bastante bonito. Otras cosas también, ¿verdad? ¿Y para ti?

Susi: A mí también me gustó mucho el jardín de la tumba, porque fue como poder sentir…dicen que está muy parecido a como hubiera sido probablemente cuando Jesús resucitó, y las mujeres visitaron la tumba, y los discípulos. Eso fue muy, muy bonito, especialmente por la resurrección, la importancia de la resurrección en nuestra fe cristiana. También estar ahí y pensar que muchos de esas personas no creen que Jesús fue el Mesías y que murió por nuestro pecado y resucitó. Eso fue muy impactante también para mí.

Mateo: Sí. Algo que también nos dejó marcado, creo, fue cuando fuimos al kibutz Nir-Oz, uno de los kibutz que fue atacado el 7 de octubre, hace unos dos años, cuando los palestinos atacaron. Incluso tuvimos la oportunidad de estar dentro de la casa de la familia Bibas. Es una familia que ha estado en las noticias recientemente porque el papá fue liberado; fue secuestrado y liberado, y tristemente su esposa y sus dos hijos pequeños fueron asesinados durante ese tiempo que fueron rehenes.

Fue impactante pensar en cuánto odio existe en el mundo y cómo atacaron a civiles de una manera cruel. Realmente te llena un poquito de tristeza y de desesperación, incluso, pensando en la maldad de este mundo y cómo en este mundo hay una necesidad tan grande de que las personas entiendan el evangelio y sean transformadas por ese amor que Dios tuvo por el mundo, y que luego ahora nosotros podemos compartir con otras personas en vez del odio que muchas veces caracteriza a las personas. Realmente fue una experiencia increíble.

Susi: Sí, y pensar que ese odio en particular, en este caso va dirigido hacia un pueblo, un pueblo especial que ha existido por mucho tiempo. Y eso nos lleva un poquito hacia el tema que realmente queremos platicar en este podcast, porque desde el momento que llegamos a ese país, observamos algo diferente. Israel es diferente, e incluso en el aeropuerto, esperando las maletas, entró un grupo de hombres que también acababan de llegar en un vuelo.

Están ahí, cerca del carrusel donde llegan las maletas. Y de repente, todos, en medio de esperar sus maletas, se voltean en la misma dirección. En un caso había varios, justo en frente de una pared, y se voltearon, aunque tenían la pared aquí a 30 cm, y se quedaron viendo hacia un lado. Y estaban repitiendo algunas palabras, moviendo los labios. Estuvieron un buen ratito así. Nos impactó a todos ver esta costumbre que tenían. ¿Cómo entendemos lo que estaba sucediendo ahí? ¿Qué está pasando ahí?

Mateo: En ese momento esos judíos, que eran judíos ortodoxos, porque todos venían vestidos de negro, con una camisa blanca, con un tipo de sombrero que tienen; de hecho, como habían estado viajando, todos traían una caja donde meten esos sombreros (no recuerdo el nombre que tienen los sombreros), todos empezando a orar, y se inclinan, meciéndose con el cuerpo. Tienen el cabello de esa manera tan particular, ¿no?

Susi: Sí. Barbas largas, pero también el cabello como rizadito. Extraño, sí.

Mateo: Sí, aquí por cerca de sus orejas. Y son personas que oran; ellos oran tres veces al día: dos veces conmemorando los sacrificios que se hacían en el templo en la mañana y en la tarde, y luego una tercera vez en la noche, conmemorando cómo se quemaban las entrañas de los sacrificios, lo que quedaba de los sacrificios. Como ya no pueden hacer eso en el templo, lo han sustituido con esas oraciones.

Y no sólo lo hacen los judíos ortodoxos; también muchos otros judíos lo hacen. Es impactante ver la devoción con la que oran, con la que viven toda su vida, porque realmente afecta toda su vida. O sea, transforma toda su vida, hasta la forma en que visten, porque siempre visten de la misma forma. Todo de negro menos la camisa blanca. Te impacta. Es algo diferente.

Susi: Y según entendemos, también en su vida diaria dentro de sus casas hay mucha rutina, mucha estructura de sus vidas.

Mateo: Siguiendo unos rituales muy preestablecidos, haciendo oraciones que han memorizado, y son las oraciones típicas del judaísmo. Recuerda un poquito a las palabras de Jesucristo cuando nos enseña a orar. Dice que no hagamos vanas repeticiones. Y yo estoy seguro que muchos de ellos lo hacen con un corazón muy sincero, pero también otros están simplemente haciendo una vana repetición que finalmente no tiene valor alguno delante de Dios.

Susi: Algo que personalmente me impactó—tú también lo notaste—el día que fuimos al muro de lamentos, llegamos ahí y hay una sección separada de mujeres y hombres. Entonces nos dividimos el grupo, y las mujeres íbamos acercándonos. Y yo de verdad, yo pensé que algo especial estaba pasando, que a lo mejor habían…no sé…traído un grupo de una escuela o algo. Porque había un montón de mujeres jóvenes; de hecho, yo diría que la mayoría de las mujeres que estaban ahí ese día orando así, tal cual, como tú explicaste, meciéndose, repitiendo oraciones, ojos cerrados, tenían unos libros ahí que usaban que tenían oraciones que usaban si no los tenían memorizados.

Pero yo me impacté por la cantidad de jóvenes, adolescentes, adultos jóvenes, incluso niñas ahí.  Entonces pregunté por ahí con alguien que iba con nosotros y dijo: “No, esto no es especial. Esto es común. Esto es común”. Entonces de alguna forma los padres y los abuelos han logrado que estos jóvenes también continúen sus tradiciones.

Mateo: Y es algo que a través de la historia han logrado, porque piensa en Israel, su historia. Su historia, no solamente dentro de la tierra prometida en la Biblia, pero también lo que han vivido fuera, y la persecución que han tenido, no solamente a manos de Hitler y los alemanes en el Holocausto, pero también en casi todos los países del mundo en donde ellos han existido en diferentes momentos han conocido persecución. Muchos han sido martirizados por su fe, ejecutados por su fe, por su raza.

A pesar de toda esa oposición y persecución, han logrado seguir transmitiendo su fe a las siguientes generaciones. Y lo comentábamos: es un deseo que nosotros tenemos como padres cristianos de transmitir nuestra fe a las siguientes generaciones. Y no solamente a nuestros hijos, pero que nuestros nietos y bisnietos también conozcan nuestra fe, conozcan a Jesucristo, sean salvos por el evangelio.

Realmente es impactante ver cómo ellos han logrado eso, cómo lo han transmitido a pesar de cualquier obstáculo, tantos obstáculos. Diríamos si alguna raza, nación, etnia hubiera tenido excusa para perder sus tradiciones, costumbres, religión, sería los judíos, los israelitas. Pero no lo han perdido. Siguen ahí.

Susi: Sí. Nosotros también tuvimos la oportunidad de observar una familia en particular, porque nos invitó una familia judía a estar en su cena Sabbat un viernes en la noche. Después de que se ponga el sol, ellos empiezan sus 24 horas de Sabbat, del sábado, y comparten una cena. En este caso nos dieron el privilegio de estar algunos allí con ellos. Y algo que a mí me impactó fue que, aunque estaban siguiendo ritos, había un ambiente de gozo, de disfrute. Se veía esa relación entre papá, hijos, y madre. Tenían ahí unos amigos que habían venido también porque hablaban inglés y podían ayudar a traducir. Uno hablaba español. Entonces eso fue parte de lo que me impactó.

Tuve la oportunidad de platicar un buen rato con una jovencita, una hija, y ella, se veía que compartía ese fervor. Creo que a lo que voy es que hay una relación entre padres e hijos cercana, y pienso que en parte se debe a que cada semana pasan 24 horas sin aparatos electrónicos, sin hacer trabajo en la casa. Preparan toda la comida antes y la dejan ahí, y la comen fría. Pasan tiempo juntos y conversan, y eso yo creo que es algo muy importante para explicar este fenómeno, ¿no?

Mateo: Sí, cada semana. Imagínate cómo serían nuestras familias si cada semana nosotros tuviéramos un día entero donde estamos juntos. Ellos cenan juntos en familia, a veces con otras familias, otros conocidos, como decías, pero cenan juntos. Y es un acto sí religioso, porque tienen sus oraciones que repiten en diferentes momentos. Típico de los judíos, hay todo un ritual que llevan a cabo en ese momento. Luego se levantan el día sábado y van a la sinagoga y escuchan la enseñanza de sus creencias. Luego pasan tiempo también en familia el resto del día hasta el atardecer del día sábado, cuando termina el Sabbat.

Imagínate cómo serían diferentes nuestras familias, nuestras relaciones, si nosotros pasáramos ese tiempo juntos también. O sea, como decías, no hay aparatos, no pueden usar el teléfono (solo en emergencias de vida o muerte, en esencia). No pueden prender la televisión; incluso no pueden ni prender la luz. Eso fue algo interesante. Nos decían: “Si llegas a la casa y una luz está prendida, no la apagues, porque ellos no pueden prender la luz si tú la apagas”.

Hay tantas cosas que tienen, pero enfocan ese tiempo en su religión y su familia. Ese es el enfoque. Sé que nosotros tenemos el día domingo. Creemos que Jesús resucitó el día domingo y que la iglesia primitiva empezó a congregarse, no el sábado, sino el primer día de la semana, que es el día domingo. Y la realidad es que sí, vamos a la iglesia, escuchamos la predicación de la Palabra de Dios. Pero luego, el resto del día tiende a ser un día para cualquier otra actividad.

Susi: Un día muy secular, en muchos casos.

Mateo: Sí, vemos el fútbol, y no estoy diciendo que no debemos de ver el fútbol. Nos la pasamos viendo películas o en el teléfono.

Susi: O hacemos la compra de la semana. Vamos al cine.

Mateo: O sea, son cosas que no son malas de por sí, pero ¿dónde está el tiempo que vamos a pasar en familia? ¿Dónde hay tiempo donde los hijos ven a los padres vivir su religión, instruir a sus hijos en su religión, compartir las creencias que ellos tienen con sus hijos? No, vamos a la iglesia, y que ahí instruyan a nuestros hijos. Pero nosotros en la casa muchas veces no lo estamos haciendo, no lo estamos viviendo delante de ellos.

Esto me recuerda mucho a Deuteronomio, capítulo 6, porque todos los días ellos debían de estar compartiendo la Palabra. Los mandamientos que Moisés había dado, con sus hijos debían de compartir eso estando en la casa y fuera de la casa y cuando se levantan y cuando se acuestan. Siempre la Palabra de Dios debía de estar influyendo en la manera en que interactúan con sus hijos. Y eso lo ves con ellos, porque toda la vida es transformada por sus creencias. Algunos sólo ponerse negro…cómo crece la barba…

Susi: Sí, cómo se peinan.

Mateo: Todo.

Susi: Desde los niños pequeños de esos judíos ortodoxos que vimos, porque después vimos unos también en el avión de regreso, los niños ya están empezando con su cabello. Se lo están dejando crecer y le están intentando sacar los mismos [pedazos rizados]. Hasta eso, desde niños ya.

Mateo: No todos los judíos llegan a ese extremo, aún judíos practicantes. Otros lo están practicando y visten de manera normal, pero aun así están practicando la ley, en esencia. Están practicando la ley de Moisés todavía con lo que comen, con lo que no comen; por ejemplo, no podías tener…

Susi: Carne y queso.

Mateo: Carne y queso en el mismo lugar, sí. O no podías comer en el mismo plato carne y poner pescado también en el mismo plato. Son cosas que ellos no hacen. Supuestamente esta es la ley de Moisés. Pero toda su vida es transformada por esas creencias que ellos tienen, y los hijos ven a sus padres vivir esa fe que tienen todos los días. Y eso marca a sus hijos.

Escuchan a sus padres enseñarles su fe todos los sábados, mínimo todos los sábados, pero incluso el resto del día, porque todos los días tienen sus oraciones y antes de cada comida tienen sus oraciones. Realmente hacen un impacto en la vida de sus hijos.

Susi: Sí, yo pensaba, yo me preguntaba: ¿qué produce eso en un hogar? Y es que es el objeto de la fe. O sea, es una fe que cree en quiénes somos en Cristo. Eso cambia cómo vivimos ahora, porque tenemos una esperanza del futuro. Ellos, los judíos, esperan (la mayoría) todavía que venga el Mesías. Algunos creen que hasta que todos cumplan la ley va a venir. Obviamente entendemos que eso es una creencia errónea.

Pero el punto es que eso impacta cómo viven cada día. Para ellos es sumamente importante que sus hijos les sigan, y esto lo hacen contagiando, no solamente obligando. O sea, los hijos no solamente ven prácticas en la vida de sus padres; ven una dedicación, una creencia firme. Y a mí me dio una profunda tristeza al mismo tiempo, porque dije: “Hay muchos padres que creemos el evangelio. ¿Pero qué está pasando? Nuestros hijos no están siguiendo nuestros caminos. Algo ahí está sucediendo”.

Pienso que pudiera ser una clave esto de que nuestra vida diaria no gira alrededor de nuestra religión (entre comillas, ¿verdad?). Porque decimos: “No tenemos una religión. Tenemos una relación”. Pero es una religión en cierto sentido. Nuestra vida diaria no gira alrededor de nuestra fe. Realmente no lo hace.

Mateo: Si comparamos nuestra vida diaria con la vida de las personas que nos rodean, no hay una diferencia muy grande entre ellos y nosotros. El vecino inconverso, el familiar inconverso— vivimos de una manera muy similar. Pero si tú ves a un judío, un judío que realmente practica su fe, y lo comparas con cualquier otra persona, te das cuenta que su vida es realmente diferente.

Como decías, toda su vida gira en torno a su identidad, su identidad como judío. Y esa identidad está en esas prácticas, en esas creencias que ellos tienen. Y las practican con gozo; las practican sin vergüenza (en el buen sentido), sin avergonzarse.

Susi: Sí, no les importa quién esté viendo.

Mateo: Sí. Es algo que a veces no caracteriza a nosotros. Decimos que somos cristianos, pero no tenemos un sentido de identidad fuerte como cristianos. No hay ese gozo en practicar la vida cristiana; es como hay una obligación: “Bueno, tenemos que ir a la iglesia. Bueno, tenemos que leer la Biblia. No podemos hacer estas cosas que quisiéramos hacer”.

Susi: “Tenemos que ofrendar”.

Mateo: Y luego nos da vergüenza compartirlo con nuestros conocidos, con nuestros vecinos, que ellos sepan que somos cristianos. Si nos preguntan algo, nos da un poquito de vergüenza hablar de las cosas de Dios. Al judío le encanta hablar de su religión.

Susi: Sí, eso fue otra cosa.

Mateo: No dejan de hablar. Siguen y siguen, a veces como que: “¡Ay, por favor!” Pero eso, otra vez, es algo que se contagia. No solo están catequizando a sus hijos, sino que los están contagiando con una identidad, con un amor, con un gozo, con algo que realmente es la esencia de su persona. Y por eso han logrado transferir esa fe generación tras generación por siglos, milenios, a pesar de la increíble oposición que han sufrido.

Susi: OK, entonces, nosotros que no creemos que cumplir la ley es lo que salva, ni creemos que es necesario hoy para el creyente cumplir la ley de Moisés, ¿cómo podemos nosotros pensar en este asunto de las costumbres, la vida diaria, sin llegar a ser legalistas y tratar de convertir a nuestros hijos en pequeños sacerdotes que hacen todo lo que Dios quiere?

Mateo: Los judíos tienen esa creencia, de que la ley es lo que tienen que practicar. Muchos creen que cuando todos los judíos practican la ley, entonces viene el Mesías. Nosotros sabemos que el Mesías ya vino. Y hay tristemente algunos cristianos el día de hoy que regresan al judaísmo. Ven estas cosas hermosas que estamos comentando y dicen: “¡Qué hermoso es eso! Yo quiero eso”, y regresan a la ley.

Pero nosotros sabemos que Cristo es el fin de la ley. Dice en Romanos 10, versículo 4: “El fin de la ley es Cristo,” y la justicia viene “a todo aquel que cree”. No es por las obras de la ley que incluso los judíos están intentando cumplir el día de hoy. Esto lo estudiamos en el grupo pequeño esta semana. En Romanos 10 dice Pablo que él tiene un anhelo en su corazón y ora por la salvación de Israel.

Dice: “Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”. Entonces no estamos abogando por regresar a la ley, ni estamos abogando por empezar a cumplir con el Sabbat, o algo así.

Pero en un sentido práctico, creo que sí podemos entender que hay algunas cosas muy buenas: eso de pasar tiempo en familia, donde hay comunicación. Porque mucho del tiempo familiar del día de hoy no es de comunicación.

Susi: Es de ver algo juntos…

Mateo: Vamos al cine, pero no hablamos cuando vamos al cine. Vemos una película en casa, pero no es comunicación. Y como ellos no tienen dispositivos, ni pantallas, ni nada, no pueden trabajar, hacer nada, ¿qué hacen?

Susi: Conversan.

Mateo: Conversan, hablan, interactúan entre ellos. Y creo que tenemos que en la práctica empezar a buscar eso también: rutinas de la enseñanza de la Palabra de Dios, donde todo el mundo sabe…por ejemplo, en nuestra familia, el tiempo devocional familiar, todo el mundo sabía: terminamos de comer; vamos a tener nuestro tiempo de devocional.

Susi: Sí. No nos paramos. Nos quedamos ahí.

Mateo: Sabemos que vamos a la iglesia. No hay que debatir eso. Solo si alguien está enfermo, pues no vamos a la iglesia. Hay estas rutinas que se han hecho parte de la familia, y eso es lo que los judíos tienen.

Susi: Porque son prioridades. O sea, hay rutinas, pero la mayoría de nuestras rutinas demuestran prioridades. Lo que sí tenemos que hacer es conectar las rutinas con las prioridades bíblicas, comunicar a nuestros hijos: “Es que vamos a la iglesia porque amamos a Dios y creemos que esta es la forma en que le agradamos, y aprendemos de él, y avanzamos su reino sobre esta tierra”. No solamente vamos a la iglesia porque queremos ser buenos cristianos. Hay que comunicar a nuestros hijos las prioridades detrás de las rutinas.

Mateo: Exacto. Y eso tiene que ver con la instrucción.

Susi: Exacto.

Mateo: Los padres instruyen a sus hijos. Les enseñan. No solo en la sinagoga se les enseña, sino en la casa. Nosotros tenemos que activar eso también, darles nuestra instrucción religiosa nosotros como padres. Y creo que, yendo un poquito más allá de las cosas prácticas, tenemos que realmente abrazar nuestra identidad como cristianos, y abrazarlo con gozo, sin rubor, sin tener un sentido de vergüenza de que: “Ay…”. No. Que sea realmente lo más importante, esa prioridad que tú decías.

Esta es mi identidad. Yo soy cristiano. Yo soy un hijo de Dios. Yo soy alguien que cree en Jesucristo. Y eso sí va a transformar toda la vida, no porque regreso a la ley, sino porque ahora tengo el Espíritu de Dios puesto en mí. Es lo que Pablo dice en Gálatas 5, que no debemos de regresar a la ley, sino que debemos estar firmes en la libertad que ahora tenemos en Cristo.

Pero esa libertad no es para satisfacer la carne, porque el Espíritu está en nosotros y ya no andamos en las obras de la carne, sino que producimos el fruto del Espíritu. Y para eso no hay ley. Para eso no necesitas la ley. Tenemos al Espíritu dentro de nosotros; entonces esa sumisión al Espíritu, produciendo el fruto del Espíritu en nosotros, eso realmente va a transformar la vida de nuestros hijos.

Susi: Yo pensaba en cómo los judíos pasaron siglos sin tener país propio, y su esperanza era poder ser otra vez una nación. Lograron eso en 1948. Pero nosotros, en cierto sentido, somos peregrinos que también esperamos ese momento cuando realmente llegaremos al lugar de donde somos ciudadanos. Creo que eso nos ayuda con lo que decías de la identidad.

Ellos preservaron, los judíos preservaron, por siglos, estando esparcidos en naciones alrededor del mundo—todavía lo son un poco; hay judíos en todas partes—pero preservan esto porque tienen esa esperanza de ser otra vez un pueblo unido para Dios.

Nosotros tenemos una esperanza mayor todavía. Entendemos que tenemos la esperanza en Cristo, y que un día estaremos todos juntos en el cielo, y de ahí somos ciudadanos. Esa es nuestra identidad. Y nos dejamos distraer, o buscar esa identidad, placer, satisfacción, comodidad en muchísimas otras cosas. Con nuestras acciones estamos apuntando a nuestros hijos a algo inferior. Realmente estamos apuntándolos a algo inferior.

Mateo: Eso es lo que dice Hebreos 11: la fe, Abraham, que anhelaba una mejor patria, una ciudad cuyo arquitecto es Dios; el fundamento lo ha puesto Dios. Eso es lo que anhelamos. Si realmente anhelamos eso, lo vamos a vivir, y lo vamos a transmitir a la vida de nuestros hijos también. Tenemos que tener esa fe, esa fe confiada, gozosa, deleitándonos en quiénes somos en Cristo a pesar de la oposición. Sí, muchos de ellos murieron, y murieron muertes difíciles, pero perseveraron en su fe. Y esa es la clase de fe que nosotros, como hijos de Dios, tenemos que tener, y tenemos que vivir, y tenemos que transmitir también a nuestros hijos.

Susi: Yo creo, como para reflexionar, ¿cómo es que podemos identificar, quizás, por qué en mi hogar no se está contagiando una fe sincera y gozosa y dedicada que produce cambios diarios y rutinas sanas en mi casa? ¿Cuál sería el problema? Yo creo que cada padre, cada madre, se tiene que examinar, ¿verdad?

Mateo: Creo que hay dos aspectos de eso: uno es tu corazón y uno es la práctica. 1) A veces nuestro corazón es el problema. No tenemos esas prioridades que mencionábamos. 2) A veces es nuestra práctica. Tenemos la prioridad en nuestro corazón, pero no nos hemos dado el tiempo de permitir que eso transforme nuestra práctica, de pensar cómo tiene que cambiarnos en el día a día, y luego pensar en cómo eso puede ser transmitido, cuáles son las mejores maneras de transmitir eso. Y lo curioso es que no tenemos que inventar esto. Dios nos lo da en su Palabra. Dios nos lo dice, nada más tenemos que ser obedientes y llevarlo al día a día.

Susi: Sí. Esos judíos sacrifican muchas cosas que nosotros consideramos como normales para poder pasar ese tiempo en familia, obedecer a Dios, según ellos. Y hacen mucho sacrificio y lo hacen con gozo. Yo creo que a nosotros nos cuesta sacrificar cosas que nos gustan, o más dinero por trabajar más horas, o lo que tú quieras, para poder realmente enfocarnos en lo que debe ser prioridad.

Muy bien, pues esperamos que estas observaciones que nosotros pudimos hacer, que nos puedan animar a examinar nuestros corazones y también nuestra práctica, como decía Mateo. También que oremos por el pueblo judío, ¿verdad? Es el pueblo de Dios, y queremos verlos que puedan creer en el Mesías que ya vino y murió y resucitó por ellos. Entonces, eso puede ser también algo en familia que podamos orar: por los judíos y por la protección de las personas que viven en ese lugar que son atacadas y que a veces están en peligro.

Bueno, gracias, Mateo, por compartir con nosotros como siempre.

Mateo: Fue muy bonito, ¿verdad? Y qué bueno que podemos compartir un poquito de estas enseñanzas con otros.

Susi: Sí, así es. Gracias por siempre escucharnos, y nos vemos otra vez la próxima semana. Bendiciones.

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Autores

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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  • Nació y creció en España, de padres americanos misioneros. Estudió en Estados Unidos y está a punto de terminar su doctorado. Lleva casi 20 años viviendo en Guadalupe, Nuevo León, junto con su esposa Susan y sus tres hijos: Aarón, Ana y David. Es director de la Facultad de Teología en la Universidad Cristiana de Las Américas y es pastor fundador de la Iglesia Bautista La Gracia en Juárez, Nuevo León.

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