En el capítulo uno de su libro “Crianza Bíblica”, el pastor Héctor Salcedo nos recuerda por qué hay que seguir hablando de la crianza a la luz de la Palabra, ya que los padres vivimos en un mundo cuyas filosofías nos seguirán impactando. En este episodio, y los que siguen, el Pastor Chacho nos acompaña para explorar las verdades cruciales que necesitamos como padres, y las aplicaciones prácticas que deben producir en el día a día. ¡Busca el libro “Crianza Bíblica” en tu librería preferida y únete a nosotros para esta serie!
Preguntas de reflexión discusión:
- ¿Tu disposición típica hacia la labor de crianza tiende más hacia el gozo o verla como carga?
- Para poder seguir el plan de Dios para la crianza de nuestros hijos, el autor del libro destaca que los padres requerimos de una combinación de valentía para vivir contraria a la cultura, y humildad para reconocer, arrepentirnos y cambiar las cosas que no hacemos bien. Evalúense como padre y madre en cuanto a estas dos cualidades importantes en su crianza.
- Si consideras los aspectos diarios de tu crianza, ¿dirías que tu enfoque es “conducir a tus hijos a una relación con Cristo y dirigirlos por el camino de la vida que Dios dispone”? ¿Qué cambios necesitas hacer en tu interacción, corrección y discipulado de tus hijos para tener este enfoque redentor?
Transcripción:
Susi: Como parte de nuestro compromiso contigo como padre o madre creyente que desea criar a tus hijos en el temor de Jehová, te traemos una nueva serie del podcast Crianza reverente. Esta serie se va a basar en el libro Crianza bíblica por el pastor Héctor Salcedo.
Las iglesias de Latinoamérica necesitan recursos centrados en la Palabra y dirigidos a sus necesidades y luchas particulares, y en este libro tenemos tal regalo. Aquí en Crianza reverente tenemos la gran bendición de que el mismo autor del libro nos va a acompañar un capítulo por semana.
Antes de presentar a nuestro invitado y entrar en materia, quiero animarte a conseguir el libro Crianza bíblica publicado por Editorial Vida y disponible donde tú sueles comprar tus libros cristianos. No vamos a compartir en los episodios todo el material que viene en cada capítulo. La idea es que tú puedas leer el capítulo de cada semana por tu cuenta, quizás junto a tu cónyuge, si es posible.
El episodio del podcast nos va a servir para ahondar en ciertos temas y también para hacer mayor aplicación. Bien. Aquí tenemos conectado al pastor Héctor Salcedo, pastor Chacho, como le dicen todos, ¿verdad? Gracias, hermano, por acompañarnos una vez más en Crianza reverente.
Héctor: Gracias, Susi, por la invitación. Para mí es un honor estar aquí contigo compartiendo este espacio que ya es muy conocido en nuestra región de hispanoparlantes. Crianza reverente verdaderamente está haciendo una gran labor para poder ayudarnos a formar a nuestros hijos. Así que gracias. Para mí vuelvo y digo, es un honor estar aquí con ustedes y compartir con esta audiencia.
Susi: Gracias, hermano. No es la primera vez que Chacho ha estado aquí con nosotros. Estuvo en los episodios 109 y 110 hablando sobre las finanzas bíblicas para la familia, porque también tiene un libro sobre las finanzas. Es pastor en Iglesia Bautista Internacional, uno de los pastores ahí, y su esposa es Chárbela. Algunas probablemente de las que escuchan la conocen. Y también ellos tienen dos hijos adolescentes. Bueno, probablemente el mayor diría que ya es adulto, ¿verdad? Creo que sus hijos tienen 18 y 13 años, así que está en una etapa interesante de la crianza también.
Héctor: Correcto.
Susi: Bueno, pastor Chacho, primero yo quiero agradecerte por esta inversión de tiempo y energía que has hecho para que podamos tener un libro en español, escrito por un hispano y centrado en la Palabra de Dios. Yo creo que es un don. Y como ministerio, en Crianza reverente nos encanta ver un recurso de tanta utilidad para los padres que nos escuchan. Entonces cuéntanos, ¿cómo es que tú llegaste a querer escribir un libro sobre la crianza? ¿Cuál fue tu motivación o tu objetivo?
Héctor: Ciertamente para mí, yo me debatía, Susi, si escribir otro libro de crianza, porque sabemos que hay muchos materiales buenos de crianza, y bueno, me debatía si lo hacía. Pero en la medida que compartía con hermanos de la iglesia y en la medida que también salía de mi iglesia a ministrar en otros lugares, me daba cuenta de que había aspectos y matices de la labor de la crianza que salían a relucir, que pensaba y que entendía que no habían sido tratados apropiadamente, o no habían sido tratados de manera completa. Y es eso lo que me lleva, lo que me induce a pensar en un material más y aportar a todo lo que ya existe acerca de la crianza desde el punto de vista de la Palabra de Dios.
Básicamente fue una motivación de completar algunas enseñanzas y experiencias que Dios mismo me estaba enseñando a mí en cuanto a la crianza. Yo diría que hay varios motivos que quisiera mencionar rápidamente que me llevaron a eso. Notaba primero una dejadez, o más bien un desánimo, en muchos padres en criar. Era como una especie de carga para muchos. Y la crianza se veía más como una responsabilidad que como un gozo, que como un privilegio.
Cómo no recordar el Salmo 127, ¿verdad?, que nos dice que los hijos son regalos del Señor, que son un don de Dios. Pero muchas veces la gente los ve no como dones, sino como cargas, como responsabilidades. Lo son, pero es una carga y una responsabilidad gozosa que debemos llevarla. Y esa es una de las razones que me llevó a precisamente poder compartir esto con la gente.
Por otro lado, también veía mucha gente como confundida de qué era lo que teníamos que hacer. Yo creo que muchos padres están concentrados en tratar de que sus hijos pasen el menor trabajo posible, que sufran lo menos posible, que se diviertan lo más posible. No hay nada de malo en divertirse, pero el objetivo de la crianza no puede ser centrarnos en evitar el dolor a costa de lo que sea para nuestros hijos, porque hay realidades que no vamos a poder evitar, que ellos van a tener que transitar.
La crianza no se trata simplemente de hacerlos pasar un buen rato. Se trata de formar un carácter y de enfocarlos en Dios, de conducirlos a conocer a un Dios que se ha revelado en su Palabra y que nosotros somos los instrumentos más cercanos que nuestros hijos tienen para conocer al Dios que nosotros hemos conocido. La crianza tiene un propósito trascendente, redentor, en las manos del creyente, que no lo tiene quizás en la mano de una persona que no conozca a Cristo.
Por último, hay otras razones que yo menciono en el libro, pero simplemente quiero mencionar una tercera, y es que nuestra región latinoamericana se caracteriza por una crianza en general bastante impositiva, bastante autoritaria, apelando poco al entendimiento y a la razón de nuestros hijos. Y yo creo que debemos ir a la Palabra de Dios y darnos cuenta de que la forma que empleemos en hacer nuestra labor es más importante de lo que mucha gente supone.
No solamente debemos tener buenas intenciones con nuestros hijos, sino que debemos hacerlo de una forma que ellos crean que tenemos buenas intenciones con ellos, y las valoren y las aprecien. Pero si no tenemos buenas formas, vamos a boicotear el proceso de la crianza. Esas son algunas de las razones que me motivaron, que me empujaron, por así decirlo, a escribir este material.
Susi: Excelente. Para mí, una de las grandes ventajas que tiene este libro sobre muchos de los que—tienes razón, hay varios libros muy buenos y clásicos de la crianza, excelentes, pero no fueron escritos por personas que han vivido y servido y conocido la cultura latinoamericana. Entonces yo creo que de manera muy particular este libro va a ayudar a padres en Latinoamérica a escuchar a un padre, un pastor latinoamericano también, que entiende su cultura, entiende los desafíos culturales que hay ahí y que puede hablar a eso. Eso para mí es algo que lo hace único. Y es un regalo para la iglesia de Latinoamérica.
Quiero que abundemos un poquito en algo que comentaste hace un momento, porque también en la primera página del capítulo uno, comenta sobre esa experiencia de muchos padres cristianos, o quizás muchos padres en general, de sentir que la crianza es una carga, una responsabilidad pesada, y les provoca cansancio y desánimo. ¿Cuál crees que es la causa principal de esto en general? ¿Y qué alternativa tenemos bíblicamente a ese desánimo y ese cansancio perpetuo que experimentamos muchas veces?
Héctor: Sí, es así. Yo pienso que una de las razones por las que la crianza se ve como una carga pesada y donde no se encuentra mucho gozo es comenzando con que nuestra generación está muy enfocada en complacer el yo. Es una generación egocéntrica, donde hay muchos mensajes que recibimos por diferentes vías, pero sobre todo por las redes sociales, por los medios de comunicación, que se nos dice que nosotros somos lo máximo, que podemos encontrar plenitud en las cosas materiales, que yo me merezco una mejor vida, que merezco ser feliz, y todo eso.
Ser feliz y demás son búsquedas legítimas; el problema es que mucha gente se confunde en cómo es que se logra eso. Pero sí, hay un sobre énfasis en nuestra generación en que la vida consiste en pasarla bien, en encontrar descanso y sosiego en medio de esta vorágine de velocidad de la sociedad. Entonces, ¿qué pasa? La crianza no es algo muy sosegado. La crianza presenta desafíos que requieren nuestro esfuerzo emocional, nuestro esfuerzo físico, nuestro esfuerzo económico. Entonces parecería que va contra la cultura, contra esta idea, esta línea existencial de nuestra época.
Yo pienso que eso es lo primero que hace de la crianza una labor cuesta arriba y pesada para muchos; que muchos queremos la buena vida, que es la vida ligera, frívola, fácil. Y la crianza no es así. Pero, aunque la crianza no te da una vida frívola y fácil y sencilla, la crianza sí te puede dar una vida significativa y con propósito. Pero estamos confundidos.
Eso es una cosa. Lo otro es que ciertamente vivimos en una generación donde el mundo se ha hecho mucho más complejo. Tenemos muchos más frentes que atender. Hay desafíos económicos que no teníamos hace 50, 60, 70 años atrás. Entonces hay muchos aspectos de la vida moderna que la hace estresante, que la hace veloz. Y la crianza nos llama a detenernos. La crianza nos llama a pausar. Va contra la corriente. Yo creo que estos dos aspectos hacen de la crianza una labor que parece interrumpir la cotidianidad, y la gente la encuentra pesada.
Pero si la ponemos en otro lugar y entendemos que la crianza no es una interrupción en la cotidianidad, sino que es parte del propósito de Dios para formarnos a nosotros y para perpetuar su evangelio en la tierra, la veríamos de manera mucho más sublime, mucho más noble, mucho más elevada de lo que habitualmente la gente la ve, y le daríamos un mayor valor. Y, por lo tanto, no nos cansaría tanto. Yo creo que debemos recobrar esa visión de la crianza como algo mucho más sublime de lo que la generación actual lo ve.
Susi: Sí. Yo creo, en particular las mamás batallamos para ver lo sublime en las cosas tan repetitivas que implica la crianza, ¿verdad? Pero es que los valores de Dios en cuanto a un buen uso de tu tiempo y una buena inversión de tu energía son completamente diferentes a los valores del mundo.
Héctor: Claro.
Susi: Entonces esto sí es una tarea sublime, pero definitivamente necesitamos esos recordatorios constantes del valor que tiene esa labor.
Héctor: Y eso que tú mencionas, Susi, de que hoy en día la generación en la que vivimos se entiende que una mujer o un padre dedicado a sus hijos es como un desperdicio de su vida, de su profesión, porque ¿cómo una mujer va a echar por la borda o a desperdiciar su carrera y su formación para dedicarse a cuidar a un niño y a cambiarle los Pampers y a bañarlo?, cuando en realidad la crianza no se trata de eso. La crianza se trata de formar un carácter.
¿Pero qué pasa? Que hoy en día lo que se entiende es que la mujer que no produce dinero fuera del hogar no es una mujer productiva. Es un paradigma que choca con la Palabra de Dios. Eso es un tema que podemos desarrollar más adelante, pero sí quería mencionarlo a la luz de lo que tú acabas de decir.
Susi: Sí, excelente. Algo que enfatizas en este primer capítulo del libro es que el tema de la crianza siempre estará vigente, que siempre nos va a hacer falta hablar de ello. Siempre nos va a hacer falta evaluarnos, aprender, crecer, en parte porque la generación de niños de hoy es la generación de adultos mañana, ¿verdad? Me encanta ese concepto porque creo que nos puede ayudar mucho a los padres a mantener ese enfoque correcto.
¿Pero cómo podemos entender esta realidad bíblicamente en la gran historia de la redención, el plan de Dios para la familia? ¿Cómo nos anima en esa labor diaria esa realidad de que los niños de hoy son la generación de mañana?
Héctor: Sí. Eso, de hecho, es una frase muy conocida, ¿verdad? “Los niños son el futuro”. Y yo diría que el problema es que muchos los estamos descuidando en el presente. Para que los niños sean un buen futuro, tenemos que atenderlos en el presente; no podemos dejarlo para el futuro porque lo que ellos serán en el futuro depende de lo que invirtamos en ellos.
Entonces, a la luz de lo que acabamos de mencionar hace un momento, la velocidad de la vida y de los tiempos hacen que nosotros no nos detengamos en lo que la crianza requiere de nosotros. Sin darnos cuenta, pasan 10, pasan 15 años, pasan 20 años, y ya nuestros hijos se han ido del hogar, y entonces queremos pensar en qué debemos hacer con ellos o qué debimos hacer con ellos. Pero ya es muy tarde.
Yo creo que la Palabra misma nos llama la atención acerca del sentido de urgencia que deben tener los padres en la formación. La inversión de un padre, de una madre, en la vida de sus hijos es hoy. No es mañana; no es cuando yo logro un patrimonio determinado que me voy a dedicar a mis hijos. Mis hijos requieren mi atención, mi cuidado, hoy, no solamente para formar su carácter, sino porque Dios en su Palabra, claramente—el Salmo 78 nos habla de eso, Efesios 6:4 nos habla; de hecho, Deuteronomio 6 nos habla de eso, de las diferentes iniciativas que los padres deben de tener con sus hijos para que la verdad de Dios pase de una generación a otra.
Ese es el vehículo que Dios ha diseñado en su Palabra y en la vida cristiana para que el evangelio pase de una generación a otra, para que la cosmovisión bíblica pase de una generación a otra. Si nosotros los padres no nos ponemos eso como tarea diaria, pues nadie lo va a hacer por nosotros. Y lamentablemente, sufriremos las consecuencias.
Nosotros vemos eso claramente en el pueblo de Israel. Al pueblo de Israel en un momento dado Josué le dice: “No sé a qué dioses ustedes van a servir, pero yo y mi casa serviremos al Señor”. Nosotros vemos inmediatamente después cómo la generación siguiente a la de Josué se perdió. Dios luego viene y les reprende y les dice: “Ustedes no hicieron con sus hijos lo que debieron hacer”.
Es una alta responsabilidad que tenemos para formarles, pero también para que les podamos pasar el bastón del evangelio y de la cosmovisión bíblica a nuestros hijos, y que ellos perpetúen eso a través del tiempo.
Susi: Yo creo que muchos padres no podemos pensar más allá de que queremos nietos, ¿verdad? Queremos que nuestros hijos crezcan y que tengan un buen trabajo para que tengamos nietos y quién nos cuide en la vejez. Nuestra visión tiene que estar más allá: el evangelio de Cristo merece ser proclamado, y muchas veces nos encerramos en un mundo muy pequeño. Por eso no tenemos esa visión y esa esperanza también de que nuestros hijos son parte de la siguiente generación de miembros de la iglesia, misioneros, pastores, madres y padres también. Y esa es una manera de glorificar a Dios en nuestra crianza.
Héctor: Y también, Susi, gente de negocios también que tenga una cosmovisión bíblica y que impacte la cultura, que vaya a las empresas y trate de una manera distinta a sus empleados, a los propietarios de la empresa, a la sociedad. Que sean funcionarios públicos que tengan un temor de Dios, y que los lleve a servir al pueblo de una manera íntegra, pulcra y eficiente. Que sean doctores, enfermeros, ingenieros que sirvan a la comunidad y a la generación en la que se encuentran de una manera que le haga brillar y que haga brillar la luz de Cristo y la luz del Señor.
O sea, la Palabra claramente dice que nosotros somos la sal y la luz del mundo para que con nuestra luz alumbremos a los hombres y ellos den gloria a Dios. Ciertamente la crianza no es solamente dedicada y debe estar enfocada en formar pastores y misioneros, lo cual es parte de, pero también hombres y mujeres comprometidos con el evangelio, pero que penetren en la sociedad en las diferentes esferas, y cambien la sociedad desde adentro, por así decirlo.
Susi: Amén. Sí, me encanta. Bueno, cambiando un poquito para enfocarnos en algo que tienes aquí en el capítulo. Me gusta mucho; creo que es de mucha ayuda cómo presentas los modelos de la crianza. Lo que yo entiendo es que uno hace lo que hace al criar a sus hijos porque está adoptando un modelo: el modelo de la cultura, el modelo de su propia crianza en su propia niñez, o un modelo teórico que le ha convencido. Por ejemplo, hay modelos como la crianza respetuosa, la crianza positiva, la crianza con apego; hay un montón de modelos teóricos.
Héctor: Sí.
Susi: Y creo que muchas veces ni nos damos cuenta de lo que estamos haciendo en nuestra crianza. O sea, no sabemos de dónde, o no pensamos en de dónde sacamos ciertas ideas. Pero tú dices que el modelo teórico por excelencia que todos debemos buscar seguir es el bíblico. Entonces, ¿cómo puede un papá o una mamá que está escuchando ahora mismo detectar en general si está utilizando uno de esos otros modelos o si está realmente usando el bíblico?
Héctor: A mí me llama la atención en la medida que interactúo con padres, cuando un padre decide disciplinar a un hijo por una determinada falta, como yo llamo un “delito hogareño”, emplea la disciplina de cierta manera y emplea ciertos tipos de disciplina. Y uno se pregunta: ¿bueno, pero por qué? ¿Por qué tú lo sancionas de esa manera a tu hijo, o le llamas la atención de esta forma por ese motivo?
Y así como en la disciplina estoy ilustrando, puede haber muchos otros aspectos de la formación, la crianza, que la gente emplea, formas de proceder, y uno se pregunta: ¿bueno, de dónde viene eso? ¿Fue que lo aprendió en su casa paterna? ¿Fue que lo vio en la cultura donde se formó, donde se educó? ¿Fue que lo leyó en algún libro al que estuvo expuesto o alguna idea por ahí, algún folleto breve que leyó en una sala de espera de un doctor? O realmente nosotros nos hemos formado en la formación de los hijos, en la crianza de los hijos, de tal manera que podemos decir que tenemos un modelo integrado de todo lo que es la formación de nuestros hijos.
A mí me inquieta eso porque mucha gente sencillamente procede con sus hijos en la instrucción, en la disciplina, en su relación con ellos obedeciendo criterios de la cultura, de su familia paterna, o de las cosas que ha leído, pero no se cuestiona, o lo hace muy poco, si realmente lo que está haciendo se corresponde con la Palabra.
Yo creo que el llamado de esa sección a la que tú haces referencia de los modelos de crianza en mi libro es llamar la atención a los padres y decirles: “Revisen si lo que están haciendo se corresponde con la pauta bíblica”. Porque de no corresponderse debemos hacer los ajustes en humildad y con confianza y fe en el Señor. Debemos hacer los ajustes porque incluso en ocasiones hay maneras de proceder que hemos empleado porque sencillamente así fue que me criaron a mí. Pero han sido formas disfuncionales, dañinas, dolorosas y agresivas para nuestros hijos.
Quizá tenemos hasta que pedir perdón por las maneras como hemos usado y hemos procedido con nuestros hijos. Entonces yo creo que debemos preguntarnos: ¿Realmente lo que yo estoy haciendo con mis hijos, de dónde viene? ¿Qué es lo que estoy haciendo? ¿Es lo más fácil para mí? ¿O es lo que la Palabra de Dios me instruye? Y si yo me siento perdido en qué debo hacer en tal o cual ocasión, yo les exhorto a los padres que acudan a la Palabra, no solamente a mi libro, sino a otros materiales que el Señor ha puesto a nuestra disposición.
Leamos, documentémonos, expongámonos a la verdad de tal manera que la verdad nos corrija a nosotros como padres para nosotros, entonces, poder corregir a nuestros hijos y guiarlos en el camino de la verdad. O sea, que esto es un ejercicio de introspección, de revisión, de cuestionamiento válido de nuestras formas y procederes a ver si nosotros cambiamos para bien la forma como actuamos con nuestros hijos.
Susi: Eso es de mucha ayuda. Yo creo que muchos no tenemos ese hábito de detenernos y evaluar lo que estamos haciendo y lo que estamos diciendo. Quizás incluso algunos padres no lo hacemos tan mal, pero no es algo intencional y bien pensado.
Héctor: Así es.
Susi: Esto me hace pensar otra vez en el tiempo que uno tiene que estar dispuesto a invertir en la crianza, porque cuando vivimos una vida tan ajetreada, no nos detenemos a pensar; hacemos lo más fácil, lo que más nos resuelve el problema del momento.
Lo que mi esposo siempre enseña en la clase de familia cristiana que ha enseñado en la universidad por años, siempre les dice a los muchachos: lo más natural es que tú hagas lo que tus padres hicieron, aún y cuando tú dices: “Yo no voy a ser como mi papá”, o “Yo no voy a ser como mi mamá”.
Héctor: Brota lo más natural.
Susi: Exacto. Te vas a encontrar resolviendo los problemas como ellos los resolvían, o un sinfín de otras cosas. Entender eso acerca de nosotros: lo más normal para mí es repetir patrones que yo he visto. Entonces yo tengo que ser intencional en evaluar, pero también estar dispuesto a cambiar. Y a veces no sabemos qué hacer, pero sí tenemos recursos. Tenemos la Palabra; tenemos quizás hermanos más avanzados en el camino de la crianza en la iglesia que nos puedan dar consejos.
Héctor: Claro, y Susi, cuando un padre o una madre se percata que ha empleado una forma de criar que no ha sido la correcta, y realmente cuando lo ve con humildad, se da cuenta que les ha hecho daño a sus hijos, lo correcto no es simplemente cambiar su manera de proceder, en lo cual hay un valor en sí, pero detenerse y hablar con sus hijos, dependiendo de la edad que los hijos tengan.
Pero si tienen 12, 13, 14 años y ya pueden entender y razonar con ellos, sentarse y pedirles perdón y decirle: “Hijo, yo he percatado a través de mi exposición a la verdad de Dios que yo no he sido lo que he debido ser contigo. Y yo te pido perdón por las maneras como yo te traté, que fui insensible, que fui desconsiderado, que fui agresivo, que fui desproporcionado, mis disciplinas, etcétera, etcétera. Yo quisiera que empecemos de nuevo, que tú me des una oportunidad, que seas paciente conmigo de yo ser un mejor papá, una mejor mamá para ti”. Eso es sanador y es restaurador para el corazón del hijo.
Susi: Mucho. Bastante importante. Bueno, para terminar este episodio, terminar de mirar un poco al capítulo uno, tú mencionas una lista de diferentes enfoques. Ahora, esto es diferente a los modelos, ¿verdad? Estos son enfoques que pudiéramos tener en la crianza, y nada más voy a mencionar algunos, pero si tú nos estás escuchando en este momento, mira, te digo, vale la pena conseguir el libro. También vamos a subir una imagen a redes sociales con estos diez enfoques para que puedas ver.
Por ejemplo, el hermano menciona que puedes tener un enfoque de refugiado o monástico, o administrativo, o amistoso, académico, militar, divertido, materialista y humanista. Por último, está el enfoque redentor. Y yo estaba estudiando este capítulo y dije: se nota que el hermano ha hablado con muchísimos padres. Ha interactuado como pastor, me imagino consejero, con muchas familias. Porque yo también lo estaba leyendo y dije: sí, esto es real. Ha sido real en mi casa y ha sido real en muchas situaciones que nosotros también hemos visto.
Entonces, la pregunta es: este enfoque redentor—dices que el enfoque redentor es conducir a los hijos a una relación con Cristo y dirigirlos por el camino de la vida que Dios dispone. Yo creo que esto es lo que todos queremos. ¿Pero son exclusivos estos enfoques? O sea, el hecho de que un padre quiere cuidar, educar, mantener, controlar, proteger, divertir a su hijo, ¿pueden encajar esos enfoques dentro de un enfoque redentor? ¿Cómo va esa dinámica ahí?
Héctor: Cuando yo hablo de enfoque, lo que trato de expresar es padres que ponen todo su esfuerzo a que la crianza tenga esta característica o este rasgo. Por ejemplo, el enfoque divertido, son padres que entienden que la crianza debe ser procurar que mi hijo se divierta lo más posible. Y porque entienden que la vida del hijo va a ser mejor mientras más se ría, mientras más se divierta, entonces es su enfoque. No quiere decir entonces que si el enfoque es redentor no tenga diversión. Debe tener diversión, pero esa no es su prioridad.
Susi: Exacto.
Héctor: Porque cuando mi prioridad es la diversión, sucede que entonces ahora el padre, porque la prioridad es la diversión, yo no voy a querer confrontar a mi hijo cuando lo necesite confrontar. O yo no voy a querer que él tenga las disciplinas que debe tener en la vida para poder crecer y florecer como ser humano, porque como yo lo que quiero es que él se divierta, y las disciplinas no lo divierten tanto, entonces yo voy a sacrificar la disciplina en pos de la diversión.
Estos enfoques son atenciones disfuncionales y desproporcionadas en estos aspectos. Ahora el enfoque redentor definitivamente tiene componentes de diversión. Tiene componentes de cuidar al hijo. Tiene componentes de formarlos académicamente. Pero tampoco la academia es una prioridad para mí. Para mí es más importante el carácter de mi hijo que la nota que saque. Ahora, usualmente un niño que está bien formado en su carácter va a tener buenos rendimientos, pero no es el buen rendimiento que gobierna mi acción como padre.
A mí lo que me debe gobernar es formarlo a él para que ponga su mejor esfuerzo, pero si no me trae la mejor nota del colegio, yo no me tengo que alterar, porque él puso su mejor esfuerzo. Uno puede ahondar en esto…yo sé que no tenemos todo el tiempo que quisiéramos. Pero ciertamente lo que yo quiero dar con este cuadro, estos ejemplos de enfoques, es las maneras como la crianza en muchos casos se desproporciona. Se desborda en una dirección en detrimento de la dirección redentora y central de la Palabra de formar el carácter.
Susi: Eso es excelente. Yo creo que eso nos puede ayudar a muchos padres a decir: bueno, ¿cuál es mi enfoque principal? Si mi enfoque principal es redentor, todas estas otras cosas que pueden ser buenas están sometidas a ese enfoque redentor.
Héctor: Exactamente.
Susi: Entonces, cuando yo busco más que nada que mi hijo tenga una relación personal con Dios, que sea formado para crecer en el carácter que refleja el carácter de Dios, todo eso, todos los demás enfoques, los énfasis, pueden servir a ese énfasis redentor. Dios puede usar a un muchacho, una muchacha, que sabe divertirse sanamente, que sabe aplicarse bien en la escuela, que sabe administrar. O sea, todas esas cosas son buenas, pero se tienen que someter a ese enfoque redentor.
Héctor: Así es.
Susi: Muy bien, excelente. El contenido de este capítulo yo creo que puede ayudar a muchos papás. Aquí lo vamos a dejar porque ya nuestro tiempo ha corrido, pero vamos a seguir la próxima semana. Si tienes la oportunidad y no lo has hecho, consigue el libro del pastor Chacho—bueno, el pastor Héctor Salcedo, para que no busques por ahí un autor que se llama Chacho. ¡No creo que te salga en la búsqueda!
También si tienes el libro, te quiero animar a que busques la última página del capítulo donde hay un par de preguntas de reflexión. Esas preguntas te pueden ayudar a ti. También como matrimonio las pueden leer y hablar para que puedan aplicar también el contenido de este capítulo.
Gracias, hermano. Nos vemos a todos la próxima semana.
Héctor: Gracias.