El objeto de nuestra fe determina cómo actuamos y a quién creemos. ¿Crees que Dios y sus recursos divinos sean suficientes para la crianza?
Transcripción:
¿Te acuerdas un poco de lo que habíamos hablado la semana pasada en el primer episodio de Crianza reverente? Dijimos que la mejor manera de vivir la crianza es en reverencia delante de Dios, como en su presencia en cada momento del día.
Si pudiste estar con nosotros en ese episodio, me gustaría mucho preguntarte: ¿cómo te fue con eso en estos días? ¿Pudiste entregar a tus hijos a la gracia de Dios un poquito más cada día? ¿Qué tal tu propio pecado y tus propios fracasos? ¿Pudiste ver la gracia de Dios perdonándote, restaurándote, dándote más paciencia? Así podemos y debemos vivir en nuestro hogar todos los días.
Pensando y planeando este segundo episodio, te confieso que lo que quisiera hacer realmente es entrar inmediatamente de lleno en los temas súper interesantes que queremos tratar y que tenemos en la lista, temas como: ¿qué hago cuando mi hijo está haciendo un berrinche? O, ¿qué tal mis hijos y la iglesia? O sea, ¿qué relación tienen mis hijos realmente con la iglesia? ¿Cómo se deben portar? ¿Qué debo hacer cuando se portan mal en la iglesia? Todas esas peguntas que tenemos.
Quizás preguntas como: “¿Cómo les enseño a mis hijos sobre la sexualidad? Quizás cuando están chiquitos, o ya están grandes y todavía es difícil saber cómo hablamos de esos temas con ellos. Hay muchos temas que queremos tratar. Pero pensándolo bien, creo que es bien importante establecer una base, un fundamento.
Para este ministerio, Crianza reverente, hemos desarrollado siete principios, principios que creemos que son fundamentales, necesarios, básicos para la crianza. Entonces lo que queremos hacer en este episodio y el siguiente es compartir esos siete principios. Los puedes encontrar en la página de una manera resumida, pero yo quisiera presentártelos de manera práctica también, tratando de aplicarlos a la vida diaria.
Quiero empezar haciéndote una pregunta: ¿qué recurso o recursos crees tú que sean absolutamente esenciales para la crianza? ¿Qué más necesitas para saber cómo criar a tus hijos? Porque la respuesta que tú tengas a esa pregunta realmente revela algo. Revela cuál es el objeto de tu fe, de tu confianza, cuando se trata de la crianza.
A veces cuando usamos la palabra fe, pensamos: “Ah, sí, yo tengo fe en Dios”, y pensamos que es algo que realmente es teórico. Pero es muy práctico. La fe es muy práctica, y donde está nuestra fe va a determinar qué hacemos.
Cuando tú abres Google o Facebook, Instagram, blogs, grupos de chat de mamás, ¿sientes confianza en lo que encuentras ahí? Cuando oras, escuchas la Palabra, buscas sabiduría ahí, recibes consejo de algún líder espiritual o alguna hermana mayor en la fe, ¿sientes confianza en lo que escuchas ahí o en lo que lees?
¿Para ti es suficiente la Biblia, el Espíritu Santo, la guía espiritual de tu esposo si él es creyente, y la vida en la iglesia? ¿Todo esto es suficiente para ti en lo que necesitas para la crianza? Si tu reacción innata a esa pregunta es: “No, yo también necesito a mi mamá o el WhatsApp para comunicarme con mi pediatra; necesito el psicólogo; necesito la información de internet,” ¿realmente confías en esas cosas?
¿En quién confías? Esa es la gran pregunta. ¿Quién crees que es el experto más confiable para todas tus preguntas sobre la crianza? Yo quisiera proponerte que Dios es suficiente. Dios es suficiente, y por eso tú debes ser una mamá reverente. Dios es suficiente para la crianza: sé una mamá reverente.
Entonces vamos a desarrollar estos siete principios, tres hoy y cuatro la próxima semana, para estar seguras de que realmente estamos basando cómo vemos la crianza, a nuestros hijos, a nosotras mismas, cómo vemos todo eso—si es una manera realmente bíblica.
- Dios es creador y autoridad absoluta sobre la familia
El primer principio es: Dios es creador y autoridad absoluta sobre la familia. Dios es tu creador; Dios es el creador de tus hijos. Dios es el diseñador de ellos, y eso le da autoridad. Colosenses 1:16-17 dice: “todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”. Tus hijos no existirían y no estarían vivos hoy en día si no fuera por Dios.
Dios es nuestra autoridad. Dios es nuestro diseñador. No puedo comprenderme a mí misma, ni a mis hijos, sin saber lo que Dios dice acerca de nosotros. Piensa un momento si tú realmente reconoces que Dios tenga autoridad absoluta en tu vida, que tus hijos no te pertenecen a ti, que son de Dios, porque sabes que cada aspecto de nuestra vida, el aspecto físico, el aspecto emocional, espiritual, todo debe estar sometido a esa autoridad.
De hecho, la sumisión es clave en la vida cristiana. Dios siempre nos pide sumisión. No solamente lo pide a los hijos; lo pide a cada creyente. La sumisión es clave. La obediencia es la única respuesta racional a la autoridad de Dios en nuestras vidas. Tus hijos necesitan a una mamá que reconoce a Dios como su autoridad. De hecho, es un hermoso don que tú puedes dar a tus hijos: una mamá que vive en sumisión gozosa delante de Dios. Tu sumisión puede contagiarse en la vida de tus hijos. Ellos la pueden llegar a imitar, y eso sería un don maravilloso que tú puedes dar a tus hijos.
- La palabra de Dios es el recurso esencial y suficiente para la crianza
El segundo principio que queremos ver es este: la Palabra de Dios es el recurso esencial y suficiente para la crianza. Una de las experiencias normales que nosotras todas tenemos hoy en día es sobrecarga de información, ¿verdad? Vivimos en un tiempo de bombardeo de información, y esto es uno de los retos que yo creo que es nuevo para las generaciones recientes.
Piénsalo: tus abuelas, tu mamá, no tuvieron que constantemente a toda hora del día estar rebuscando entre una fuente incesante de información que ellas no buscaban. Yo puedo agarrar mi celular para revisar mi calendario porque necesito ver qué reuniones tengo esta semana, y nada más al prender mi celular me topo con ¡que el mundo se va a acabar en tres días! ¡Que la carne de puerco resulta que siempre sí es saludable! ¡Que mi bebe de un año no debe comer plátano porque si come plátano a lo mejor puede morir antes de los 90 años!
Y así un sinfín de principalmente tonterías— realmente, si somos honestas—mucha información que yo ni quería ver. Porque amigas, no tenemos opción; el mundo nos bombardea de información. Tenemos que aprender a discernir, a rebuscar y escudriñar entre todo lo que escuchamos y vemos. La Palabra de Dios es la revelación completa de quién es Dios, de quien soy yo, de quienes son mis hijos. Entonces yo debo solamente confiar en la Palabra, y debo comparar otras fuentes de información con la Palabra de Dios.
2 Pedro 1:3 nos da una promesa hermosa. Lo voy a leer en la Nueva Versión Internacional: “Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y excelencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir” como Dios manda. Todas las cosas—esto incluye la crianza.
Los estilos de educación y crianza que son populares hoy en día enseñan muchos principios que suenan como que muy cristianos, que apelan a nuestros instintos naturales. Pero muchos de ellos, si los examinamos bien y los comparamos con la Palabra, están basados en premisas erróneas, y necesitamos saber esto para poder discernir.
Ahora, no quisiera que pensaras que estoy diciendo que tú tienes que memorizarte toda la Palabra de Dios para poder contestar todas las dudas, que tú tienes que ser erudita, que tú tienes que ser teóloga, que tienes que sacar una maestría en Biblia para poder hacer esto. ¡No! Yo me estoy refiriendo más que a un nivel de conocimiento, a un nivel de confianza; me estoy refiriendo a la inclinación de tu corazón. ¿Hacia qué tiende a inclinar en confianza? Esa es la pregunta. ¿Hacia qué recurso corre tu mente cuando sientes necesidad de sabiduría?
Si confías en la Palabra, entonces sí te vas a convertir en una mujer de la Palabra. O sea, sí, vas a querer leer, vas a querer estudiar, vas a escuchar las predicaciones con mucha atención, porque reconoces que esa es la fuente. Pero no significa que tienes que tener una educación superior. Necesitas mostrar de una manera práctica en tu vida, y yo también lo necesito hacer, que realmente creemos que la Palabra es esencial y es suficiente.
- La reverencia debe ser el estilo de vida de la crianza
El principio número tres es este: la reverencia debe ser el estilo de vida de la crianza. ¿Tú crees que la Biblia habla de estilos de vida, que describe un estilo de vida que agrade a Dios? Si es así, ¿cuál frase o versículo de la Biblia crees que pudiera describir esto? Yo creo que la frase temor de Dios, o temor de Jehová, describe la manera en que Dios quiere que vivamos cada momento de nuestro día. Y ¿sabes qué? Yo no voy a vivir en el temor de Dios si yo no creo los primeros dos principios. Si yo no reconozco a Dios como autoridad y yo no reconozco la Palabra como recurso esencial y suficiente, entonces no voy a vivir en el temor de Jehová.
Hay muchos ejemplos en la Palabra de Dios que apoyan esta idea de que el temor de Dios, o la reverencia, es el estilo de vida que Dios desea. Voy a mencionar algunos pocos. Está el versículo famoso, Proverbios 1:7, que dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. En Génesis 42 vemos a José. José se destaca, y se muestra como un hombre digno de confianza. ¿Por qué? Porque teme a Dios (versículo 18). Salmos 145:19 dice que Dios va a cumplir el deseo de los que le temen. Salmo 128 hace referencia directa a la bendición que viene sobre una familia cuando temen a Jehová.
Pero no solo vemos esto en el Antiguo Testamento, sino que Jesús también habla del temor de Dios. En Mateo 10:28 dice: “No teman a los que quieren matarles el cuerpo; no pueden tocar el alma. Teman solo a Dios, quien puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno” (NTV).
Pablo también habla de la santidad en el contexto del temor de Dios. 2 Corintios 7:1 dice: “Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación” (NVI).
Si tú y yo estamos de acuerdo que Dios establece el temor de Jehová como el estilo de vida que le agrada y el único camino a la sabiduría, entonces los padres tenemos que buscar vivir en reverencia en nuestra crianza. Estuve estudiando este tema al mismo tiempo hace un par de años que leí el libro de Nancy Wolgemuth que se llama Adornadas. En este libro Nancy define la reverencia de esta manera, y me impactó en ese momento cómo aplica esto a nuestra crianza. Ella dice que la reverencia es vivir con la percepción constante y consciente de que estamos en la presencia de un Dios santo y temible.
Hermanas, esto es adoración. Vivir así es adorar a Dios en mi casa, en medio de tantas cosas que yo paso todos los días en mi crianza. Dios nos creó; nos diseñó para adorarle. También diseñó a nuestros hijos para eso. Entonces al vivir así en mi hogar estoy promoviendo este tipo de relación con Dios. Y el impacto práctico de esto es enorme. Yo puedo limpiar vómito y estar adorando a Dios. Yo puedo decidir a qué escuela debe asistir mi hijo basado en los principios de reverencia, de agradar a Dios, de vivir en el temor de Dios. Todo lo que tú y yo pensemos, todo lo que tú y yo hagamos diariamente, debe ser formado por esta adoración continua y constante.
La próxima semana vamos a continuar con los cuatro principios que nos faltan. Yo te reto a que esta semana procures detenerte varias veces durante el día y preguntarte si tú estás practicando sumisión a la autoridad de Dios en tu vida, si estás buscando sabiduría primero en su Palabra, y si estás comunicando el temor de Dios a tus hijos, viviendo en adoración. Trata de ser muy práctico en eso, y evaluar, ¿qué tal vas? Pídele específicamente a Dios en tu tiempo de oración que él te de un corazón sumiso y reverente.