Categoría: Padres fieles
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Episodio #30: Dios da gracia a padres humildes

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febrero 4, 2020

¡Estamos de regreso en el podcast de Crianza Reverente con el Episodio #30! ¿Te encuentras constantemente frustrado en la crianza? ¿Sientes, incluso, que Dios a veces no te ayuda? En este episodio exploramos cómo Santiago 4:6, “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”, aplica a cada padre y madre cristiano, y cuánto necesitamos humillarnos delante de Él. ¡Acompáñanos!

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Transcripción:

Episodio #30: Dios da gracia a los padres humildes

¡Feliz año 2020! ¡Estoy super emocionada de poder reanudar nuestras conversaciones semanales! Sí recién nos conociste aquí en Crianza Reverente, te doy la bienvenida. Si ya llevas tiempo acompañándonos, quiero darte una palabra de agradecimiento especial. Muchos han escrito por correo o WhatsApp o Messenger, o comentado en las publicaciones de las redes. Nos anima mucho escuchar los testimonios de la obra de Dios en sus familias. Gracias también por las preguntas y sugerencias. Ya hemos tomado en cuenta algunas y hemos programado conversaciones específicas para hablar de esos temas. En otros casos estamos orando que Dios ponga a la persona indicada que tenga conocimiento y experiencia para edificarnos a todos en los retos especiales que la crianza presenta. Puedes enviar sugerencias o preguntas a crianzareverente@gmail.com o al Messenger de nuestra cuenta de Facebook. Espero que nos sigas en Facebook o Instagram porque tratamos de compartir material de otras organizaciones que pueden ser de ayuda para ustedes. Queremos ser una fuente confiable de información y ánimo en el caminar espiritual que cada uno tenemos que tomar. Oren por nosotros que Dios nos de esa sabiduría que tanto necesitamos.

En esta nueva temporada del podcast Crianza Reverente, estamos buscando aprovechar más la sabiduría colectiva, pudiéramos decir, de la comunidad cristiana. Vamos a tener varias conversaciones con diferentes mamás en diferentes etapas y situaciones de la vida. Mamás, y por ahí algún papá también, que están batallando con lo mismo que todos, y que están viendo la gracia de Dios obrando en sus familias. Queremos que todos estemos convencidos de que Dios obra en todos sus hijos, a todo tiempo, sin importar dónde vive, qué posición tenga, cómo sea su estatus social, su estado de salud, el tamaño de su iglesia. Dios obra independientemente de todas esas cosas, y todos podemos y debemos Su gracia obrando, y espero que así sea mientras escuchamos las conversaciones que tendremos.

Pensando y preguntándome cómo podríamos comenzar esta temporada, fijando nuestros ojos en donde deben estar, que es en Cristo, empecé a reconocer algunas de las cosas que estorban que yo ponga mis ojos en Cristo en la crianza. Y creo que tendría que decir que, si hay una cosa que más me estorba en depender de Dios en la crianza, ¡es mi orgullo! Obviamente esto no solo me afecta en la crianza. Como todo en la vida, mis luchas espirituales afectan todos los ámbitos de mi vida. Pero, específicamente en la crianza el orgullo afecta mucho.

Seguramente conoces el pasaje de Santiago 4 donde Jacobo habla con sus hermanos en Cristo acerca del tema de la soberbia. El vers. 6 dice: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” Te confieso que jamás en mi vida (en 17 años de crianza, casi 18) había aplicado esto a la crianza. Pero cuando me puse a pensar y recordar, tengo que reconocer que muchas veces Dios me ha resistido específicamente en la crianza por causa de mi orgullo.

Recuerdo ocasiones cuando sucedió algo así en algún lugar público como la iglesia, o una fiesta donde hay muchos niños jugando, o quizá con la familia extendida donde andan muchos primos. Observo la conducta de algún niño, hijo de una amiga o hermana de la iglesia y pienso algo así:

“Mira cómo ella deja a su hijo hacer lo que quiera y no le disciplina. Que no lee su Biblia o ¿qué? ¿No sabe que los buenos padres cristianos tienen que disciplinar a sus hijos? Por eso mis hijos no causan problemas en la iglesia o en las fiestas como otros niños…”

¡Confiésalo! Lo has pensado aunque no lo hayas dicho, ¿no? ¿Y luego qué crees que pasa literal 5 minutos después? Se escuchan gritos desde el área de juegos y sale una niña corriendo diciendo que ese niño güero la mordió. O se acerca la maestra de la clase de escuela dominical para decirme que mi hija llevaba varias semanas de no portarse bien en la clase, que no se quería sentar, y que ese día le había pegado a otro niño durante la clase y se había rehusado pedirle perdón. ¡Definitivamente me comí mis palabras (o pensamientos en este caso)!

Pensé o dije algo que salió completamente de mi soberbia, aunque no lo reconocía en el momento, y en su gracia, Dios me resistió. No permitió que mis métodos tuvieran su efecto deseado en ese momento para que yo viera mi problema, el orgullo de mi corazón. Pudieras preguntar, entonces, ¿estaba practicando la instrucción y disciplina en mi hogar de una manera bíblica? Creo que sí. Cuando yo miro hacia atrás, yo no pienso que yo debía haber hecho las cosas muy diferente. El modelo que mi esposo y yo aprendimos en nuestros hogares y que aplicamos con nuestros hijos en nuestro hogar, en general aún creo que era el modelo correcto. El problema no eran mis métodos. El problema era mi corazón. Yo permití que el “éxito” que esos métodos estaban produciendo me llevaran a la soberbia en lugar de la dependencia y humildad. Entonces, el hecho de que mi hijo mordiera o mi hija desobedeciera a su maestra era señal de gracia departe de Dios. Él me quería salvar de mi orgullo.

Y hermanos esto no es algo que uno reconoce una vez y ya, se solucionó. “Ah sí, soy soberbia. Gracias, Dios, cámbiame y ya”. Cada etapa trae sus retos en cuanto al orgullo y la soberbia en la crianza. Recientemente, supe del hijo de unos amigos que repentinamente, sin previo aviso, se volvió en contra de sus padres de una manera agresiva, con amargura y resentimiento. Era un joven que había dejado a sus padres para estudiar en la universidad (y eso a mi me llega porque tengo un hijo que acaba de entrar a universidad, y una hija que pronto hará lo mismo). Venía de un hogar cristiano de ministerio, su padre era pastor. Son un matrimonio ejemplar, sus hijos siempre servían a su lado aparentemente con disposición y sinceridad. Después de un año de estar lejos de sus padres, este joven experimentó casi lo que pareciera una crisis mental o emocional y no quiere tener nada que ver con sus padres. No sabemos los detalles, y eso no es un punto. El punto al que voy es que sentí que mi reacción interna inicial era “eso no me pasaría con mis hijos”. Pero inmediatamente tuve que reconocer que yo no puedo decir eso porque yo no controlo a mis hijos. Eso sería orgullo y soberbia. Yo quería “explicar” ese acontecimiento pensando que algo debieron haber hecho esos padres mal. Pero yo pensaría eso para poder sentirme bien acerca de mi crianza. Y eso es soberbia.

El gran peligro de esta soberbia es que Jacobo dice que Dios resiste a los soberbios. No sé de ti, pero yo no quiero que Dios me resista en la crianza. Yo deseo tanto que Dios obre en mis hijos, y qué triste sería que mi propio orgullo estorbara esa obra que tanto deseo ver. Tenemos que preguntarnos si nos sentimos constantemente frustrados en nuestra tarea de crianza. ¿Te encuentras molesta con tus hijos porque no hacen caso? ¿Cuestionas a Dios si esto de la crianza bíblica realmente funciona porque no ves los resultados que deseas? ¿Estás intentando mezclar filosofías mundanas de crianza con un poco de crianza bíblica porque crees que la metodología de la Biblia no es suficiente? Todo esto es señal de soberbia. Nosotros creemos que sabemos cómo deben funcionar las cosas. Nos creemos más sabios que Dios, y Dios nos tiene que resistir. No permite que nuestras manipulaciones funcionan, para que veamos que no es por nuestra inteligencia. Permite dificultades en el matrimonio para que se descubra nuestro orgullo hacia la pareja. Manda enfermedades o crisis económicas para llamarnos la atención. Todo esto muchas veces es Dios resistiéndonos para descubrir nuestro orgullo y soberbia. ¿Por qué? Porque lo que quiere es derramar gracia. Dios desea que tu familia, mi familia, experimentemos la abundante gracia que Él ofrece para el hogar que se somete a Él y busca honrarle.

Lo irónico es que la misma resistencia que Dios pone es señal de gracia. Porque Romanos dice que al que Dios quiere castigar lo deja a sus propias estrategias, que vaya por su camino. Entonces, el hecho de que Dios me resista en mi soberbia es una llamada de atención, y si respondo en humildad y fe, experimento esa abundante gracia.

Hace un tiempo, mi esposo predicó sobre Santiago 4. Ya tiene muchos años que predicó este sermón. En esa predicación él dio una ilustración de este concepto del contraste entre resistir y dar gracia. Les voy a compartir la ilustración porque creo que aplica bastante para la crianza.

Imagínate que un ejercito está a punto de atacar una posición del enemigo. Va a estar difícil tomar la posición que tiene el enemigo, pero tienen que seguir sus órdenes. Se les explica la estrategia a los soldados que se va a emplear. Cada uno recibe sus órdenes. Pero hay un soldado que decide que no le gusta la estrategia que se va a emplear. Él toma a unos amigos y se va por otro lado para atacar donde él cree que se debe atacar. Cuando se les pone difícil la cosa y se da cuenta que no puede solo, agarra su radio y pide ayuda. Y ¿cuál es la respuesta que él recibe? “¡Nooo! ¡Retírate! No vas a recibir apoyo. Tú no estás haciendo lo debes hacer. Ese no era el plan, así que no vas a recibir apoyo.” En contraste, por el otro lado va un sargento con sus soldados atacando por donde se les instruyó, y se topan con resistencia muy fuerte. Están atrapados y necesitan ayuda. Toman su radio y la piden. La respuesta viene de inmediato, “Ya va su respaldo para allá. Aguántense 10 minutos más. Ayuda viene en camino.”

¿Qué sucede? Al soldado que no sigue órdenes, que no marcha según el plan, no están disponibles los recursos del ejército para él. Pero al que obedece, y al que se somete al plan, a la estrategia del general, todos los recursos de ese ejército están a su disposición. Entonces cuando Dios dice que resiste a los soberbios, significa que no apoya las estrategias que el soberbio emplea, pero cuando uno se humilla y se somete a lo que Dios desea, entonces todos los recursos espirituales, que llamamos “la gracia”, están disponibles para él.

En ese mismo capítulo de Santiago 4 en el siguiente versículo, Dios relaciona esto de la humildad y la gracia con la sumisión. El versículo 7 dice: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Dice que la sumisión es clave. La sumisión y la humidad van de la mano. Y son la clave para experimentar la gracia de Dios.

Así es en nuestro caminar con Dios, y en la crianza bíblica. Dios no nos pide que seamos los padres más inteligentes, más astutos, más informados, más educados. No nos pide que seamos teólogos expertos, ni que nuestros hijos sean los mejores portados o los más inteligentes. Nos pide que nos sometamos a Él, que nos humillemos delante de Él y así recibiremos gracia.

Pablo lo dice en Filipenses 2 de manera tan hermosa:

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Fil. 2:7-11)

Si yo modelo para mis hijos una soberbia que piensa que las cosas van bien porque yo voy bien, entonces lo que les paso no es un legado de fe y dependencia humilde sobre Dios, lo cual dispone de la gracia abundante de Dios en sus vidas. Les pasaré un legado de frustración y desánimo en sus vidas cristianas, siempre esforzándose para salir mejor y lograr que Dios haga algo por ellos.

Anhelo que la gracia abundante de Dios sea sobre mi vida y mi hogar. Dios resiste al soberbio y da gracia al humilde. Esa gracia no siempre toma la forma que yo quiero que tome, pero si vivo en completa confianza y humildad delante de Dios como mamá, si mi esposo vive en confianza y humildad como padre delante de Dios, podré saber que estoy experimentando su gracia, y modelando para mis hijos una relación correcta con Dios.

Esta semana te reto a que estudies Santiago 4 con tu esposo o esposa, si puedes. Que juntos evalúen si están practicando una crianza de soberbia y falta de sumisión a Dios, o si están dependiendo humildemente de Dios. Oren que Dios les humille, les muestre su soberbia, y les extienda su gracia diaria en su hogar. Que Dios nos cubra a todos con su abundante gracia. Te veo la próxima semana. Que Dios te bendiga.

 

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Autor

  • Susi Bixby

    Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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