Categoría: Vida familiar
Serie:

Episodio #31: Fidelidad en la Monotonía con Alejandra Slemin

0
febrero 12, 2020

Los días típicos de la crianza no son glamurosos ni emocionantes. Si somos honestos, pueden ser aburridos y monótonos a pesar de estar llenos de trabajo y actividad. Únete a nuestra conversación para recordar lo que realmente caracteriza a una mamá fiel. ¡No te la pierdas!

Recursos adicionales:

Encontrando gracia en la rutina de la maternidad

Serie en audio: “Más allá del tiempo de baño” 

Libro: Atesorando a Jesús cuando tus manos están llenas

Transcripción:

Episodio #31: Fidelidad en la monotonía con Alejandra Slemin.

Todas las que somos mamás sabemos que la crianza práctica del día a día es muy repetitiva. Desde que un bebé nace hay actividades que tenemos que hacer miles de veces como alimentar, cambiar pañales, bañarlos, recoger los mismos juguetes, lavar la misma ropa que hace unos minutitos estaba limpia, ayudar otra vez con la tarea, corregir, disciplinar por lo mismo vez tras vez, a veces hay que leer el mismo libro 20 veces en un día, cantar la misma canción favorita, contestar la misma pregunta.

El hecho de que la vida en general tiende a ser rutinaria, combinada con la realidad de que a la mayoría de los niños les encanta la repetición, la vida de la crianza puede llegar a sentirse demasiado rutinaria, monótona, perdemos de vista los resultados a largo plazo y sentimos que nos estamos ahogando en trastes y en ropa sucia o que nos vamos a volver locas  si un niño nos vuelve a preguntar: “pero Mami, ¿por qué? ”.

Primero quiero que sepas que, si esto te pasa a ti, no estás sola; es una experiencia muy común en la crianza, especialmente cuando tenemos niños pequeños o varios niños pequeños, pero no es exclusivo a esta etapa. Hoy yo quiero abordar este tema con una mamá, una amiga que está justo en medio de una etapa así, con varios niños pequeños. Alejandra Cardoza de Slemin nos acompaña el día de hoy y quiero darle la bienvenida: Gracias Alejandra por acompañarnos aquí en Crianza Reverente.

Alejandra: Hola Susi, hola hermanos, Dios les bendiga, como Susi lo mencionó, mi nombre es Alejandra y estoy justo en la etapa de lo que acabas de describir.

Susi: Si, háblanos un poco de tu familia Ale, de tu situación actual de vida.

Alejandra: Bueno, tengo 4 hijos, 2 varones y 2 hembras; un varón de 11 años, una hembra de 7 años, un varón de 3 años y una bebé de 4 meses, esta es nuestra situación, para mí, para mi esposo; en verdad la maternidad ha sido una gran bendición para mi vida.

Susi: Si, me imagino que son días muy muy llenos de actividad.

Alejandra: Días y noches.

Susi: Si, días y noches. De hecho, Alejandra está haciendo esta llamada conmigo a las 5:30 de la mañana allá en su casa para poder hacerlo sin interrupción.

Alejandra: Así es.

Susi: La bendición para mi es que ¡no son las 5:30 a.m., aquí son las 7:30 a.m!

Alejandra: Por lo menos tú te pudiste despertar un poquito más tarde.

Susi: Si, yo a la hora normal, gracias Ale, por hacer ese sacrificio para nosotras.

Alejandra: Un privilegio poder estar con ustedes.

Susi: Ale, yo te conocí cuando tú y yo estábamos colaborando juntas en un ministerio, y también he leído algunos de los trabajos que has hecho para ayudar a otras mujeres. Te gusta escribir, sé que te encanta usar tu talento artístico para glorificar a Dios para apuntar a otras mujeres a Él, lo sé personalmente, lo he visto en tu vida, cuando podemos trabajar en el ministerio de esa forma como que nos llena de gozo poder servir a Dios. Entonces yo te pregunto: ¿Esta etapa de tu vida te ha obligado a rendir algunas de esas cosas, a dejar a un lado ciertos proyectos de ministerio, a quedarte más quieta en casa?

Alejandra: Bueno, en realidad Susi, eso ha sido una de las cosas más difíciles posiblemente para mí como madre con solamente 35 años. Mi generación está muy impulsada, acostumbrada a la productividad; y la productividad en todo el sentido de la palabra, posiblemente en todos los aspectos en los que tú quieras desarrollarte. Para la mujer actual hay muy pocos límites o restricciones para tus sueños, para tus deseos, incluso para tus dones; entonces cuando me veo en casa con un bebé, 2, 3, 4, y veo también mi deseo de servir, ayudar, contribuir a cualquier ministerio o en mi iglesia local, y me veo restringida porque tengo 4 hijos, no es tan fácil coordinar las cosas con 4 hijos. Sí te puedo decir que uno siente un poco de frustración y sé que muchas madres de las que nos están escuchando lo han sentido, posiblemente no ministerialmente, pero si tal vez laboralmente o en otros aspectos de su vida que han tenido que cambiar por el hecho de que son madres. He enfrentado esa situación, pero creo que lo que más me ha ayudado a poder estar tranquila es: número uno, saber que los dones o capacidades que Dios nos ha dado no necesariamente tienen que ser puestos en práctica en este momento de mi vida. Yo no tengo que hacer todo lo que Dios me ha llamado hacer ahora en esta etapa, sino que es realmente un proceso, es un caminar y en cada paso que voy dando, entonces voy organizando lo que puedo y como puedo. Mi esposo y yo nos organizamos; hemos lidiado en entender que mi ministerio principal, y esto es en cuanto a tiempo, en cuanto a calidad y en cuanto enfoque, tiene que ser mi hogar.

Lo que el Señor realmente me ha llamado a edificar es mi hogar, entonces como el Señor me ha llamado básicamente, primordialmente a edificar eso, entonces la mayor parte de mi tiempo y de mi horario tiene que girar en cuanto a esto. Otras mujeres podrán escuchar el Evangelio a través de otras mujeres en el aspecto ministerial, pero mis hijos nunca van a poder tener otra madre y mi esposo nunca podrá tener otra esposa, ese llamado solo me fue dado a mí. Entonces he tenido que buscar guianza del Señor para sentirme tranquila en esta etapa de mi vida y entender que solo tengo fuerza para lo que el Señor ha puesto delante de mí, y eso es una prioridad mayor.

Susi: Muy bien, es tan importante eso y me encanta lo que dices de ver la maternidad y el ser esposa como un ministerio, porque creo que ahí es donde muchas mujeres, y me ha pasado a mí, que veo otras cosas más como ministerio que mi hogar, entonces por eso no estoy contenta con solo tener el ministerio de mi hogar, necesito otro ministerio, cuando realmente…

Alejandra: Es que es más gratificante…

Susi: Si, es más gratificante a corto plazo, como que en otros ministerios vemos más resultados más rápidos, porque la crianza no produce resultados rápidos.

Alejandra: Exactamente, y es algo que haces a solas y es un trabajo cansado también, es muy monótono como decíamos desde el principio, o sea no hay nada glamoroso en tener que limpiarle la nalguita a un bebé o tener que ayudar a tu párvulo a ir al baño; o como le pasó a mi esposo, que estaba predicando en una iglesia un día y se llevó a uno de nuestros hijos y cuando él estaba predicando el niño le dice: “papá voy al baño”, y mi esposo le dice: ”si, no hay problema, ve al baño”; y del baño mi niño le vocifera: “papí tienes que venir a limpiarme porque ya terminé”, y literal, mi esposo tuvo que dejar el púlpito y decir: “mis hermanos, en realidad este es mi mejor ministerio”.

Susi: ¡Es un ejemplo muy práctico para nosotros! Entonces, ¿por qué crees que las mamás muchas veces resentimos ese hecho de tener que estar en nuestras casas? Es un resentimiento, yo lo he visto en mi propio corazón y lo he visto también en el corazón de otras mamás, ¿Hay algunas actitudes del corazón que nos pudieras ayudar a descubrir, que pudieran ser la causa de ese resentimiento?

Alejandra: Fíjate, yo pienso que debemos iniciar por el principio. Eva sufrió ese resentimiento cuando Dios le dio un llamado, Dios le dijo, “obedéceme de tal manera”, y ella subestimó el llamado del Señor; entonces yo pienso que iniciamos ahí, Eva quería notoriedad. Eva quería absoluto control. Eva quería ser más, tener más y sentirse en cierta medida dueña de su propio destino y de sus propias acciones. Y la verdad Susi es que, si tú y yo somos honestas, yo pienso que todas luchamos diariamente con esta situación desde el momento de Eva. Nosotras queremos esa autonomía alejadas de lo que es la obediencia al Señor y yo pienso que eso es lo primero, que si somos honestas yo creo que tenemos que llegar ahí y escudriñar nuestro corazón y decirle: “Señor quita de mí cualquier situación o cualquier sentimiento que yo esté alimentando que tenga que ver con mi autonomía o mi auto dependencia”.

Lo segundo que pienso es que nosotras nos sentimos solas, nos sentimos solas en esta misión, nos sentimos solas en este llamado. Sobre todo, si has decidido estar en casa la mayor parte de tu tiempo con tus hijos, la gente te considera como alguien que no trabaja. La gente te considera como alguien que tiene todo el tiempo para estar viendo novelas y pintarte las uñas. La realidad, Susan, es que yo me despierto a las 6:00 de la mañana y bueno, hasta las 9:30 de la noche no me quito los zapatos que me puse y eso es haciendo cosas todo el día, y yo sé que en esa rutina nosotras nos sentimos solas. A veces nosotras mismas nos excluimos porque no hacemos alrededor de nosotros una comunidad de hermanas.

Susi: Nos aislamos, ¿verdad?

Alejandra: Si, no nos hacemos vulnerables a otras hermanas. Ahora con tanta tecnología yo pienso que estamos más desconectados que nunca, o sea no nos exponemos y decimos: “hermana, estoy luchando con tal cosa, ora por mí”, o “¿cómo está tu maternidad?”. Nos sentimos solas, nos aislamos. Y lo tercero, es que yo pienso que no entendemos que somos edificadoras, no entendemos que el Señor nos ha llamado para edificar su reino, para edificar sus hijos, sus hijas, hombres y mujeres que son portadores de su imagen. Repudiamos el aborto como algo malo, horrible, tenebroso, pero no entendemos que al no regocijarnos en la vida que el Señor ha puesto en nuestros hogares, ya sea con hijos biológicos o adoptivos, estamos prácticamente con nuestra mente, con nuestras actitudes, matando lo que Dios ha puesto en nuestras manos. Es lo mismo que ocurrió a Eva y yo pienso que la situación es más grave de lo que nosotras pensamos. Muchas madres o muchas mujeres tal vez asesinen de manera física a sus hijos, pero nosotras al no ver este llamado como algo glorioso del Señor para santificarnos y para que su Evangelio sea mostrado, a veces hacemos lo mismo.

Susi: ¡Que fuerte! Sí, tienes toda la razón, no le damos el peso debido a esta responsabilidad que Dios nos ha dado. Entonces, ¿de qué manera podríamos adquirir una visión más amplia de lo que Dios nos ha llamado a hacer para ayudarnos específicamente en la monotonía?

Alejandra: Yo creo que es, tal vez entender de quien hemos recibido el llamado. Mira yo no me convertí en madre necesariamente solo porque mi esposo me embarazó, tú no te convertiste en madre necesariamente solo porque tuviste una relación, tú te convertiste en madre porque el Señor lo designó así. Ha sido algo que el Señor nos ha dado. En 2 de Corintios 11:3 dice Pablo a los Corintios: “Así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, yo tengo temor de que sus mentes sean desviadas de la sencillez y la devoción a Cristo”. En otras traducciones dice, “de la sencillez y la fidelidad a Cristo”. La verdad es que nosotras tenemos que cuidar nuestras mentes, lo que entra a nuestra mente puede tener un impacto en como nuestra fidelidad al Señor. A través del trabajo que hacemos, es expresada; entonces yo creo que como madres tenemos que estar muy pendientes con qué estamos alimentando nuestra alma, con qué estamos alimentando nuestra mente.

Fíjate, yo tenía mucho tiempo que no usaba Instagram, abrí la cuenta hace como 7 años y salí de ahí. La verdad regresé creo este año, porque mi Mami me decía; “entra a Instagram, entra a Instagram…” y yo, “mamí, a mí no me interesa Instagram”. Ahora estoy en Instagram, y yo creo que hay un evangelio y una maternidad en Instagram, o sea un falso evangelio. ¿En qué sentido? En que si tú te la pasas todo el día leyendo todos esos mensajitos, de lo que se llena tu mente y tu corazón en la mayoría de los casos es de pura vanidad, es de pura basura en realidad. Y mira, aunque sean versículos bíblicos que leamos, te da un sentido a veces hasta erróneo de lo que es tener intimidad con Dios y pasar tiempo con Él.

Entonces, yo creo que las madres tenemos que estar muy pendientes de que primero recibimos este llamado y esta instrucción del Señor como algo muy especial; y segundo, de cuidar nuestras mentes, mantener nuestras mentes enfocadas, entendiendo que esto que estamos haciendo es verdadera fidelidad a Dios, que nuestro Señor es Él, y que a Él le responderemos algún día por lo que nosotras estamos haciendo.

Susi: Entonces, ¿cómo se caracteriza una mamá fiel?, ¿cómo se ve en la práctica? Porque yo creo que a veces podemos tener una idea muy enaltecida de una mujer inalcanzable.

Alejandra: Esa pregunta para mí siempre ha sido un poco escabrosa, porque la gente quiere que tú les des una lista de las 10 cosas que hace una mamá piadosa o una mamá buena, y en casi 12 años de maternidad que tengo, me he dado cuenta que eso es una falacia, o sea no hay una lista. ¿Qué te digo? “Ten la casa limpia, cocina todo, solo come cosas orgánicas, lava la ropa a tus hijos, no se la planches, si plánchaselas”. Yo creo que en realidad una madre fiel a su llamado, cómo luce una madre que es fiel al llamado que el Señor le ha hecho, básicamente es: “una mujer que sabe cómo correr a Cristo, que sabe cómo sentarse a los pies de Jesús”. Óyeme, diariamente, eso es para mí vital, ¡diariamente!, saber venir a Cristo y decirle: “Señor, para hoy yo necesito la sabiduría que Tú entiendes que me debes dar para las cosas que yo hoy voy a enfrentar”. Eso es lo primero, esto no se puede vivir fuera de quien te llamó a hacerlo.

Luego, yo creo que yo te puedo dar muchas otras ideas. Por ejemplo, yo te puedo decir que yo tengo una agenda, que tengo un horario, que hago ejercicio, que a esta hora hago esto, aquello…, tú puedes ver mi día y tú tal vez podrás decir: “ah, mira, yo puedo tomar esto para mí, cual cosa me podría ayudar…”. Hay amigas que me llaman: “¿cómo durmió tu bebé?”, o “¿dónde compras la ropa de tus hijos?”. Son cosas prácticas, pero en realidad no hay nada más importante que venir al Señor y que preguntarle al Señor. Porque yo creo que, así como cada hijo es diferente, cada forma de maternidad es un poquito diferente. Es que la tienes que adaptar a donde tú vives, a tu matrimonio incluso, acuerdos con tu esposo. Entonces para todo eso nosotros necesitamos sabiduría. Es muy peligroso querer adaptar tu maternidad a la par de otra mamá, eso es muy peligroso.

Susi: Y ese es el peligro de las redes sociales.

Alejandra: ¡Claro, exactamente! Por eso digo, “tenemos que estar enfocadas en el Señor”. “Gracias por la casa que me has dado, grande o pequeña, gracias por los hijos que me has dado, pequeños o grandes”; “Señor, gracias por el esposo que me has dado, por la provisión que tenemos”; en fin, son diferentes aspectos, pero yo creo que lo que más enfoca o lo que más distingue a una mujer que quiere ser fiel en la monotonía de la maternidad, es que diariamente va a Cristo, va al Señor, saca tiempo para estar con el Señor, y eso no siempre es fácil Susan, o sea ¡eso es una locura! Pero hay que sacar ese tiempo, sin ese tiempo nos morimos, la verdad es que sí.

Susi: Si, me encanta eso, porque yo creo que muchas mamás están agotándose por cumplir con un cuadro, esa mamá ideal, y a lo mejor tienen muy buenas motivaciones y quieren agradar a Dios…

Alejandra: ¡Claro! y mira que pueden ser cosas buenas, o sea si tú quieres mantenerte en tu peso después que sales del embarazo, eso puede ser algo bueno, eso es algo saludable, atender tu casa, tenerla organizada, pero esas cosas se pueden convertir en un dios al cual tú honras antes que al Dios que creó todas esas cosas también para nuestro disfrute, pero también para nuestra administración.

Susi: Y yo creo que incluso Dios puede a veces quitarnos esas cosas, es muy bueno que una mamá cuide su alimentación y su peso y que haga ejercicio, pero incluso a veces Dios nos puede poner en una etapa de vida donde es imposible hacer algunas de esas cosas para que nos demos cuenta que eso no es lo esencial, que eso no es lo que me hace una mamá fiel.

Alejandra: Mi identidad no está ahí y ahí está el peligro de como las madres, y puedo hablar de mi generación porque es la generación en la que vivo, quieren asumir identidad en cosas temporales y no poner el tiempo que implica alimentar la identidad que ya tenemos en Cristo cuando estamos en Él. Entonces, cuando una persona tiene tiempo para irse una hora a hacer ejercicio y no tiene media hora para sentarse para leer la palabra de Dios, bueno pues ya podemos ver dónde está la fuga, nosotras necesitamos tomar del agua viva así como tomamos agua regular.

Susi: Muy bien, eso es esencial, entonces vamos a agregarle a eso otras cosas, otras sugerencias prácticas para terminar, para una mamá que siente que ya no aguanta esa monotonía, que ya no encuentra esa identidad ahí, ¿qué otras sugerencias aparte de, obviamente, estar en la Palabra diariamente?

Alejandra: Yo pienso que a mí me ha ayudado mucho tener una mamá de una etapa mayor a la etapa en la que yo estoy, eso es muy importante, ya sea una amiga o un familiar que sea piadoso. Las mujeres a veces me dicen: “es que no encuentro a nadie”; mira yo pienso que siempre hay alguien, yo pienso que siempre hay alguien sea en tu iglesia o en otra iglesia, sea en tu familia, sea en otra familia. Exponte, sé transparente con una mujer piadosa mayor que tú, no tiene que ser muy mayor, puede ser por ejemplo a Susan yo la puedo llamar y preguntarle algo, porque ella está en otra etapa de la maternidad, y le puedo preguntar sobre mi hijo mayor que tiene 11 años: “Susan, ¿cómo tú manejaste tal cosa?, ¿qué te parece esto?”. Yo pienso que eso es muy importante, abrirnos a otras madres, a compartir con ellas y darnos cuenta que todas estamos en el mismo barco. En gran medida esto te ayudará a entender y que la carga sea un poco más liviana, eso es un consejo práctico, pienso que cada madre debería hacerlo.

Lo segundo podría ser, en cuanto a sentirme agotada, es descansar, tomar descanso y posiblemente hacer una lista en el que tú intentes definir cuál es tu objetivo o entiendas cuál ha sido el objetivo que el Señor te ha dado a través de la maternidad. O sea, si tú quieres que tu hijo sea un doctor neurocirujano y tú estás trabajando para eso desde que él tiene 4 años, pues tú sabes qué tipo de trabajo te va a tocar. En otras palabras, tengamos expectativas realistas en cuanto a nuestra situación, porque a veces vivimos muy cargadas porque nuestras expectativas no son realistas. Pensamos que tenemos que programar hasta que el niño se case y en realidad es un niño de un año, dos años; entonces entiendes, nuestras expectativas deben de ser realistas. Debemos entender este día de hoy no necesariamente va a ser así siempre, hoy no es siempre, entonces como hoy no es siempre, yo voy hacer el trabajo que me toca hoy, yo voy a aprender a regocijarme en el trabajo que me toca hoy. Te lo digo por experiencia propia, me abruma pensar en todo lo que tengo que hacer, todo lo que yo tengo que hacer.

Por ejemplo, para poder salir a México en un mes, todo lo que yo tengo que dejar listo es abrumador. Es mucho lo que yo tengo que hacer, pero digo: “Señor, un día a la vez caminando contigo, un día a la vez”. Hacer una lista posiblemente de cuáles son las cosas que tengo que hacer, eso me ayuda también, porque me ayuda a pensar: “esto no es tan importante, en este momento esto no es  importante, me gustaría hacerlo pero esto no es tan importante”. Entonces, hacer una lista de cuáles son las cosas importantes que yo tengo que hacer en un día o a largo plazo y cuáles son las cosas que pueden esperar, que realmente pueden esperar, yo no tengo que poner toda mi energía en este momento. Y la verdad es, Susan, que al final del día cuando yo me dé cuenta que no pude lograr ninguna de las dos listas, sentarme, decirle: “gracias Señor, porque aunque yo no cumpla ninguna de esas cosas, tú me amas”, y tener paz, descansar en el Señor y entender que ya mi identidad está segura en Cristo, y que yo no tengo que probar nada a nadie.

Susi: O incluso quizás tú no completaste ninguna de esas cosas porque Dios así no lo dispuso para ese día, y como quiera cumpliste tu rol de madre, yo creo que eso es de las tareas de las mamás, especialmente que tienen niños pequeños. Se sienten como inútiles a largo plazo, es muy difícil entender cómo las cosas rutinarias del día son parte de la eternidad, eso es como muy difícil de concebir, pero cuando entendemos que ese es nuestro llamado y si, cuando nos sentamos a leer un libro con un niño chiquito, sí estamos invirtiendo en el futuro, solo que a veces es difícil recordar eso.

Alejandra: Exactamente y me pregunto, si hubiese mucha gente en nuestro hogar viendo diariamente lo que nosotras hacemos, posiblemente lo hiciéramos con una actitud diferente. Dice la palabra: “servir al Señor con alegría”, y a veces cuando tengo ese “¡Ay, a tener que fregar los trastes!”. (¡Si mis hermanas, yo friego los trastes, yo cocino en mi casa, yo no tengo a nadie que me hace ningún servicio!). Pero cuando voy con una cara de “¡Ay, esto nuevamente¡”, vuelve a mi mente ese versículo “servir al Señor con alegría”, y lo repito una y otra vez, hasta que me salga la alegría. Digo: “¡Señor, esto es servirte con alegría!”. No es solamente estar en la iglesia y levantar la mano, es servir al Señor con alegría, esto es servirte con alegría y yo creo que, básicamente: ¿cómo nosotras podemos combatir esos pensamientos de depresión, esos pensamientos de angustia, esos pensamientos de: Ay! Dios mío, este niño va a ser así chiquito para siempre, como puede ser, esta niña va estar amamantando toda su vida?… es con la Palabra de Dios, es memorizando la Palabra de Dios. Yo tengo tarjetas con versículos escritos casi por toda mi casa: en el baño, en la cocina, en todo lugar. La gente me pregunta que dónde yo me memorizo las cosas que yo me memorizo y yo digo: “en la ventana de mi cocina mientras yo estoy haciendo los platos, ahí están las hojas escritas y ahí yo me lo memorizo”. Haciendo la palabra de Dios, eso te alienta, y ese versículo de: “servir al Señor con alegría, venir ante su presencia con regocijo”, eso no se incluye solo al templo, eso es ahora en Cristo, estamos siempre en la presencia de Dios. Entonces, en la presencia de Dios, que yo pueda lavar los platos con alegría, sentarme con mis hijos con gozo porque estoy sirviendo al Señor.

Susi: Amén Alejandra, eso me encanta porque cuando le pusimos Crianza Reverente como título a este ministerio, ese es el concepto que teníamos en mente, la reverencia de vivir en la presencia de Dios siempre. Estamos ahí pero muchas veces no estamos conscientes de que esa es nuestra realidad, entonces me encanta, creo que es un buen lugar para dejar a las mamas que nos están escuchando, recordarles y recordarnos a nosotras mismas todos los días que estamos en la presencia de Dios y debemos hacerlo con regocijo.

Alejandra: Y cuando no lo tengamos, pedirle a Él, “Señor dámelo”.

Susi: Excelente, pues muchas gracias, Alejandra, se nos ha ido el tiempo bien rápido, ojalá pudiéramos seguir conversando, pero me imagino que ya tienes a niños que atender.

Alejandra: Ya casi.

Susi: Gracias Ale, gracias por dar de tu tiempo y por acompañarnos el día de hoy.

Alejandra: Gracias a ti, Susi.

Susi: Nos despedimos entonces de los que siempre nos oyen, retándoles como siempre lo hacemos, a buscar ser madres y padres fieles en esta semana, vivir regocijándonos en la presencia de Dios. Gracias por acompañarnos, nos vemos la próxima semana.

 

Compartir:

Autores

  • Susi Bixby

    Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

  • Es una pecadora que está siendo transformada por Cristo y Su Palabra. Fue atrapada en la montaña rusa del matrimonio y la maternidad, re-definiendo el mandato de tomar su cruz y seguir a Cristo. Comprometida con discipular y aprender a deleitarse en Dios junto a otras hermanas, con la ayuda del Espíritu Santo está mostrando que ser cuidadosa de su marido, casa e hijos es un regalo glorioso de Dios. Esposa de su amado David Slemin y madre de 4 niños, juntos colaboran en la plantación de una iglesia en la ciudad donde viven en Canada. Alejandra ama la lectura, caminar en la montaña y servir en su comunidad.

Publicaciones relacionadas