A veces como padres no sabemos la mejor manera de extender misericordia a nuestros hijos. Les amamos y deseamos guiarles espiritualmente, y sabemos que no podemos amar su pecado. Entonces, ¿cómo se ve en la práctica esa misericordia? En este episodio, terminamos nuestra serie sobre el libro “La crianza de los hijos” enfocándonos en la misericordia que Dios nos extiende y cómo podemos imitarla como padres.
Baja la guía de estudio:
Guía de estudio Capítulo 14 Misericordia
Guía de estudio Parte B (cap. 8-14)
Preguntas de la guía Capítulo 14: Misericordia
Principio: Ningún padre otorga misericordia de mejor forma que aquel que está convencido que él mismo la necesita desesperadamente.
- “Uno de los grandes errores que los padres cristianos pueden cometer es permitirse olvidar las misericordias diarias que reciben de las manos de su padre” (p. 191). Antes de continuar, detente aquí y haz una lista de las misericordias diarias que recibes de parte de Dios.¿De qué maneras prácticas podrías imitar la misericordia del Padre hoy en tu hogar, reflejando las cosas que acabas de anotar?
- Lee Hebreos 4:14-16 y contesta las siguientes preguntas:
Según el vs. 14, Jesús ocupa una posición importante de “sumo sacerdote” en nuestras vidas. ¿Qué sabes acerca del rol del sumo sacerdote que hace que esta referencia cobre significado para ti? (Lee Levítico 16 si desconoces el rol del sumo sacerdote).
Según el vs. 15, ¿qué hace que Jesús pueda compadecerse de nosotros en su posición como sumo sacerdote?
Según el vs. 16, ¿qué podemos y debemos hacer basado en lo que acabamos de ver en vs. 14-15?
¿Qué hallamos ahí?
En base a todo esto, ¿cómo podemos los padres cristianos imitar y reflejar a Dios en nuestro trato con los hijos?
3. En los siguientes versículos, anota lo que puedes aprender sobre la misericordia de Dios y qué puedes imitar con tus hijos necesitados.
Efesios 2:4
Santiago 2:13
Lamentaciones 3:22-23
1 Juan 1:9
Miqueas 7:18
2 Pedro 3:9
Proverbios 28:13
4. La primera sugerencia del autor en su lista de “respuestas de misericordia” es: “Busca cada oportunidad para derramar gracia sobre tus hijos”. Anota 2 o 3 ocasiones en las últimas semanas cuando pudiste haber extendido más gracia a tus hijos y cómo pudiste haber respondido mejor.
5. El autor sugiere algunas preguntas para ayudar a nuestros hijos a que entiendan lo que está motivando su corazón. Es un acto de misericordia ayudarles en esto. Además de sus preguntas sugeridas, hemos agregado otra más. Agrega tú alguna otra pregunta a la lista y compartan ideas en su grupo. (Estas son preguntas que hacer a tu hijo en el momento de estar tratando con alguna conducta indeseada).
- ¿Qué pensabas o sentías cuando hiciste eso?
- ¿Qué deseabas lograr o conseguir?
- ¿Cómo pudiste haber respondido mejor?
- _________________________________________________________
- _________________________________________________________
6. “Acepta humildemente tus límites”. ¿Qué poder has creído tener para controlar o cambiar a tus hijos? ¿Cómo has manifestado tus intentos de hacerlo?
7. “Ora antes, durante y después”. ¿Oras de manera detallada y regular por ti mismo y por tus hijos? Toma un tiempo ahora mismo para desarrollar una lista de tus propias necesidades espirituales en la crianza, y las de tus hijos, y comprométete a orar todos los días de esta semana por estas cosas. Abre tus ojos para ver cómo Dios comienza a contestar tus peticiones.
Guía de estudio CONCLUSIÓN: ¿Y ahora qué?
El cambio duradero abarca desde los pensamientos y creencias hasta los valores y amores del corazón, hasta las actitudes y acciones externas (cabeza→ corazón→ conducta). Para muchos de nosotros, la enseñanza de este libro (La Crianza de los Hijos) nos ha abierto el panorama a ideas nuevas que no habíamos considerado anteriormente. Para que estas ideas se hagan creencias firmes, será necesario repasarlas y ponerlas en práctica. Dios también nos ha mostrado ídolos del corazón a los cuales adoramos en su lugar. Necesitamos el poder del Espíritu para desarraigar esos ídolos y adorar verdaderamente a Dios. Nos hemos dado cuenta de prácticas en nuestra vida diaria y en la crianza que no son correctas y no cumplen la meta de disciplinar y discipular a nuestros hijos en el Señor. Para cambiar estas prácticas, requerirá de un compromiso con Dios.
Las siguientes preguntas tienen la intención de ayudarte a recordar las lecciones más importantes e impactantes que Dios te enseñó durante este estudio, y al mismo tiempo proveerte un lugar donde anotar tus compromisos y metas para después repasarlos de manera regular. Te recomendamos hacer la actividad a solas primero, y en oración, antes de compartirlo con tu cónyuge o grupo de estudio.
Para hacer esta actividad de repaso, te puede resultar muy útil repasar los principios que están al comienzo de cada unidad de esta guía de estudio.
- Anota cuál verdad acerca de cada uno de los siguientes puntos más te ha impactado en este estudio: (¡puedes anotar más de 1!).
- Dios
- Los padres y su rol
- El hijo
- El corazón humano
- El verdadero cambio
2. ¿Qué hábitos o prácticas has decidido abandonar en las siguientes áreas?
- Hábitos en tu vida personal
- Hábitos familiares (actividades, etc.)
- Maneras de hablar con tus hijos
- Métodos de disciplina
3. ¿Qué hábitos o prácticas has decidido tomar o desarrollar?
- Hábitos en tu vida personal
- Hábitos familiares (actividades, etc.)
- Maneras de hablar con tus hijos
- Métodos de disciplina
4. En la primera pregunta de esta guía de estudio, aparece esta cita de la introducción del libro: “Estoy profundamente convencido que lo que falta en la crianza de la mayoría de los padres cristianos son las grandes perspectivas y principios del evangelio de Jesucristo”. En seguida, tenías que contestar la pregunta “¿Qué es el Evangelio?”. Ahora, vuelve a contestar esa pregunta y compara tu respuesta con la que diste al principio. ¿Cómo ha crecido tu comprensión del Evangelio a lo largo de este estudio?
TRANSCRIPCIÓN:
Resumen:
Ya llegamos al último capítulo del libro que hemos estado estudiando, “La crianza de los hijos”, y al último episodio de esta serie. Todavía tendremos un episodio más en esta temporada, que será el de “pregúntanos cualquier cosa”. Ustedes ya han enviado sus preguntas y estamos haciendo los preparativos para grabar este episodio muy especial que ¡también estará disponible en video! No te lo pierdas la próxima semana.
Este último capítulo del libro “La Crianza de los hijos” por Paul Tripp suena una nota muy dulce para terminar con esta sinfonía tan hermosa, aunque a veces disonante, que el autor ha tocado para nosotros. La crianza tiene sus positivos y sus negativos, y qué hermoso terminar enfocándonos en la misericordia. Voy a dar un breve resumen del contenido del capítulo como siempre.
Frecuentemente los padres cometemos el error de olvidar, de simplemente no tener presente en todo momento el hecho de que somos necesitados y que hemos sido recipientes de la misericordia de Dios. Nuestros hijos necesitan misericordia en cada momento del día. Nosotros también. Nuestra esperanza está en que la misericordia de Dios siempre está vigente.
Esto nos lleva otra vez a lo que vimos en el principio de este libro. Nuestro objetivo es ser embajadores de Dios y representar fielmente su mensaje, sus métodos y su carácter. La misericordia es central en el carácter de Dios. Jesús vino y murió por pura misericordia, para que Él pudiera ser nuestro sumo sacerdote que se compadece de nosotros.
Esto significa que criamos con un corazón tierno. No significa que nunca les decimos “no” a nuestros hijos, o que ignoremos las cosas malas que hacen, o que abandonemos la disciplina y la corrección. Significa que miramos sus luchas con compasión, sin tomarlas como algo personal. Significa ser amable y firme al mismo tiempo. La crianza es una misión de misericordia que dura toda la vida, de manera humilde, voluntaria y gozosa.
Para terminar este libro, el autor nos deja con varias sugerencias de cómo podemos responder en misericordia a nuestros hijos y así ser fieles representantes de Dios en nuestros hogares. Primero, busca cada oportunidad para derramar gracia sobre tus hijos: la gracia de la compasión, aceptación, amor tierno, amable instrucción y gentil disciplina. Luego, ayúdales a ver lo que está motivando su conducta. Cada vez que le ayudas a ver su corazón y entender su necesidad, eres instrumento de la misericordia de Dios.
La tercera recomendación es comprométete pacientemente al proceso. Tu misión de misericordia no es un evento, sino un extenso proceso. También, dirige diariamente tus hijos hacia Jesús si quieres ser agente de misericordia. Jesús es su verdadera esperanza y su evangelio es la mayor misión de rescate jamás. Desde una temprana edad puedes contarles una y otra vez sobre Jesús.
En quinto lugar, el autor te invita a aceptar humildemente tus límites. Recuerda que nunca por tu voz levantada o tus estrategias inteligentes lograrás hacer lo que solo Dios puede hacer. Para ayudar con esto, recuérdale a tu corazón cada mañana que descanse en la presencia y el poder de tu Padre celestial. La preocupación es más natural que el descanso, así que necesitas constantemente recordarte la verdad. También debemos voluntariamente confesar nuestros errores, recordando que estamos en el mismo largo proceso de cambio que nuestros hijos. Nuestros hijos saben que no somos perfectos, y debemos ser prontos a confesárselo.
Fundamenta todo lo que les pides, dices y haces en la maravillosa sabiduría de las Escrituras. Esta sugerencia es tan crucial. La Palabra tiene que ser la herramienta principal, no nuestras propias opiniones o las ideas populares de la cultura. La siguiente sugerencia es que no tratemos las oportunidades como molestias. Si tenemos corazones misericordiosos como el de Dios, veremos cualquier pecado como una oportunidad aun cuando no es conveniente.
Las últimas sugerencias son las siguientes: Sé lento para la ira y rápido en perdonar. Ora antes, durante y después. (En otras palabras, ora por todo y en todo tiempo). Y por último, haz todas estas cosas una y otra vez. La crianza se caracteriza por la voluntad de vivir repitiendo las cosas intencionalmente. Es una vida de santa repetición, como dice el autor.
Cierro este segmento de resumen con esta cita del libro: Eres bendecido con la gracia de Dios para que diariamente la crianza de tus hijos sea teñida con la fuerza de cambio más poderosa en el universo: la misericordia.
Podcast:
Yo espero que esta serie, este estudio, ha sido tan refrescante para ti como ha sido para mí. Siendo mamá de tres adolescentes, llevando más de 18 años en la trayectoria de la crianza, entiendo más y más mi gran necesidad de estar constantemente creciendo y adquiriendo sabiduría. Creo que la naturaleza de la crianza es esa precisamente, constante crecimiento y fracaso, caídas y levantadas, porque justo llegamos a sentirnos cómodos en una etapa y de repente los hijos ya pasaron a la siguiente. Esto nos debe mantener humildes y dependientes entendiendo que nadie jamás llega a ser experto, y ¡eso es bueno! El único experto quien crió al hijo perfecto es el mismo que hace la obra de crianza en y por medio de nosotros. Espero que este estudio haya tenido este impacto humillante sobre ti. Que haya producido un mayor deseo de ser misericordioso hacia los hijos y dependiente sobre Dios.
Antes de tomar unos momentos para abundar de manera práctica en algunos de los consejos tan útiles que el capítulo 14 contiene, quiero hablar de esta palabra misericordia. Encuentro interesante que para mí personalmente el tiempo en el que estoy grabando este podcast es justo un tiempo en el que he estado haciendo un estudio aparte de una palabra que aparece mucho en el antiguo testamento. En el hebreo, esta palabra es “hesed”, y en la Reina Valera se traduce normalmente como “misericordia”. Pero tiene otras varias traducciones alternativas, y eso es porque esta palabra es tan rica en su significado que no hay una sola palabra en español que realmente le haga justicia. Otras maneras de expresarlo es amor, lealtad, o bondad.
¿Por qué digo todo esto? Esta palabra normalmente describe a Dios en el Antiguo Testamento. Es una característica esencial de la persona de Dios. Él es un Dios misericordioso: leal, amoroso, bondadoso. Cuando nos llama a imitarle a Él en nuestra crianza es basado en el hecho de que hemos sido recipientes de esa misericordia divina. Tenemos a un Dios que nos ama fielmente, que nos trata con bondad porque sabe que somos polvo y que necesitamos ayuda. Al recibir ese amor perdonador y misericordioso, podemos imitarlo con nuestros hijos. Todo esto significa que yo no voy a ser una mamá más misericordiosa porque simplemente decidí que voy a esforzarme más en no enojarme, no ser impaciente, tratarles con más bondad. Lo que va a motivar una transformación primero en mi trato con mis hijos será la humillación que viene al reconocer que yo necesito la misericordia de Dios tanto como mis hijos.
Me encantan algunas de las “respuestas de misericordia” que el autor comparte en el capítulo 14. Ya te di la lista en breve en el resumen al principio de este episodio, pero quiero enfocarme en un par de estos porque creo que son contra nuestra cultura cristiana de pensar acerca de la crianza y la vida diaria.
Por ejemplo, el autor dice que ayudar a tus hijos a ver lo que está motivando su corazón es un acto de misericordia de parte de los papás. Piensa conmigo un momento en la cultura que se vive en la mayoría de nuestras iglesias y hogares, nuestros matrimonios y amistades cristianas. Vamos a suponer que yo estoy platicando con una hermana en la iglesia, y yo me estoy quejando porque a mi esposo le rebajaron el sueldo y ahora qué vamos a hacer y es que teníamos planeado un viaje para Navidad, y yo necesito despejarme, y no es justo porque a otro no le rebajaron, bla, bla. Tú puedes imaginarte el escenario conmigo. Ahora, si yo la considero una buena amiga que me quiere, ¿qué respuesta espero de ella? Quizá algo así: “Ay amiga, ya sé. Es que ya es necesario salir. Tú te lo mereces porque eres una mamá bien dedicada y has estado encerrada. Y qué injusto que le rebajen, dile que se queje con su jefe por esa injusticia. Tú ten fe que Dios sabe que tú necesitas tus lujitos y tu viajecito porque tú eres buena esposa y mamá”.
Pero si mi amiga realmente vela por mi bien espiritual, y tiene misericordia hacia mí, ella me va a responder de una manera diferente, aunque quizá yo no le quiera escuchar. Ella me va a recordar que Dios dice que conoce nuestras verdaderas necesidades, y si Él no está supliendo para un viaje es porque realmente no lo necesito. Me va a animar a pensar en que si quizá yo estaba poniendo mi confianza en eso, o en los ingresos de la familia. De manera bondadosa y humilde me va a recordar que Dios es mejor que cualquier viaje o sueldo, y quizá me va a compartir sobre un tiempo cuando Dios le quitó algo que ella quería para darle más de si mismo. Si mi hermana y amiga me ayuda a ver que las motivaciones de mi corazón no eran correctas, ella está siendo misericordiosa conmigo. Pero ¿cuántas personas pensamos así hoy en día? Muchos no queremos tener amigos o esposos así. No queremos ser confrontados con nuestro pecado sutil. Pero el amor hace eso porque el amor busca rescatar.
Ahora, podemos imaginarnos que somos “hermanos en Cristo”, por decir, de nuestros hijos. Aunque no sean salvos todavía, tenemos ese rol de discipularles. Una gran parte de esa tarea tiene que ver con ayudarles a ver las motivaciones de su corazón. Entonces, pensando de manera muy práctica, tomemos unos ejemplos de lo que pudiera suceder en diferentes edades.
Pensemos en una niña de 2 o 3 años que tiene un hermanito nuevo recién nacido. Ella comienza a comprender su nueva realidad, y sus muestras iniciales de amor y ternura hacia su hermanito comienzan a convertirse en señales de celo. Hace comentarios y muecas que te revelan estos sentimientos. Esto pude pasar con los niños incluso antes de nazca el bebé. Aquí en México donde yo vivo, la conducta rara o incorrecta de los niños cuando su mamá está esperando otro bebé es algo que se espera y se premia. Se porta mal, dicen que está chipi o alguna otra palabra chistosa, y le llevan a comprar algo para mostrarle que lo aman. He escuchado a mamás, papás o abuelitas mentirles incluso a niños en esa situación diciéndoles cosas como, “tú sabes que siempre te vamos a amar más que al bebé”.
¿Qué está sucediendo en esta situación, y cómo puede un padre o una madre mostrar misericordia a su hija? Pues, la realidad es que todo ser humano anhela atención y amor, y no siempre es un deseo malo en sí, y nuestra tendencia pecaminosa es que no queremos compartir esa atención con otros. No queremos ser #2. Somos celosos por naturaleza. Lo que está sucediendo en el corazón de esa niña de 3 años es una lucha entre su propio reino, y el reino más grande que ella en el que Dios le ha colocado. Dios la ha puesto en un hogar donde ella debe aprender a vivir en sumisión a sus autoridades amorosos terrenales y aprender que el mundo no gira alrededor de ella ni de su familia, sino de un Dios grande, santo y amoroso que tiene un plan eterno.
Todo eso puede sonar muy poco práctico, pero es sumamente práctico. Lo mejor para esa niña es que esté totalmente segura del amor y aceptación de sus padres quienes reflejan el amor abnegado de Dios, y al mismo tiempo esté enterada de que el mundo NO gira alrededor de ella y ella no puede esperar que sea así. Ella necesita saber que esos impulsos egocéntricos de su corazón la van a llevar hacia la destrucción y no hacia la vida eterna. Obviamente, una niña de 3 años no puede entender completamente este concepto, pero padres misericordiosos que están comprometidos con los valores y las metas del reino de Dios van a ayudar a su hija de 3 añitos a entender que sus celos y egoísmo no son correctos. Nunca somos misericordiosos cuando tapamos o ignoramos el pecado de nuestros hijos de una manera que les hace creer que lo que han hecho no es pecado.
Pensemos en un niño de 7 años que no quiere hacer la tarea ni poner atención en la escuela, sea cual sea el tipo de escuela en que está participando. Los padres tenemos que ser sabios en observar a cada hijo y sus habilidades de aprendizaje, y trabajar con ellos según sus capacidades. No sería misericordioso exigir de un niño que aprende más lentamente lo mismo que de su hermano que casi ni tiene que estudiar porque se le queda todo. Pero, frecuentemente, los padres intentamos motivar obediencia y aprendizaje académico con algún tipo de premio, y al hacerlo, estamos encubriendo áreas de motivaciones pecaminosas en nuestros hijos. Incluso, yo diría que alimentamos sus ídolos en lugar de ayudarles a crecer y vencer el pecado.
¿A qué me refiero? Desde la perspectiva de un niño que a penas va entrando a la escuela, ¿por qué debe obedecer a la maestra, poner atención, y hacer el trabajo que se le encarga? Algunos dirían: para que le vaya bien en la vida, para que saque buenas calificaciones, para que le caiga bien a la maestra, etc. Y pregúntate, ¿a dónde le llevan esas motivaciones a un niño? Al presentarle esas motivaciones estamos creando o alimentando ídolos de materialismo, reputación, y temor al hombre. La verdad es que un niño de un hogar cristiano donde los padres quieren criarlo en la disciplina e instrucción del Señor debe aprender a escuchar, hacer caso a la maestra y hacer su trabajo de tarea simplemente porque es lo correcto, porque mis autoridades me lo han exigido. Punto. La motivación de obedecer y agradecer a sus padres, junto con la de glorificar a Dios, es la única que no tiene peligro secundario.
Si le pagas a tus hijos por sus calificaciones, puedes estar escondiendo motivaciones pecaminosas y no practicando la misericordia. Personalmente creo que remunerar a los hijos por sus calificaciones puede ser muy dañino en varios aspectos. Hace que un hijo menos dotado intelectualmente siempre quede atrás, aun cuando esté haciendo su mejor esfuerzo. Pero el peligro mayor es que lo debe hacer porque es correcto, igual como debe obedecer y colaborar en un montón de otras cosas diarias.
Entonces, ¿cómo manejan los padres misericordiosos el asunto de las tareas y la escuela? Por un lado, animando, ayudando con paciencia, explicando 1000 veces cuando sea necesario, felicitando por trabajo arduo y bien hecho, expresando agrado personalizado en cada hijo individualmente. Pero también, ese padre misericordioso reconoce flojera, manipulación, desobediencia, y no lo ignora. Trata con ese pecado, y le ayuda a ese hijo a ver los problemas de su corazón. Cuando le motivas a un niño perezoso con dinero o algún otro premio, sólo intercambias un ídolo por otro. Esto no es misericordia. Conseguir buenas calificaciones sin conseguir arrepentimiento y carácter cristiano no vale nada. El padre misericordioso reconoce esto y responde según esa necesidad.
¿Y qué tal con nuestros hijos adolescentes? La misericordia produce paciencia y comprensión en el corazón de los padres. Nos hace mirar más allá de preferencias raras y no criticar a nuestros hijos por cosas que no son pecaminosas. La misericordia se ve como un oído siempre presto para escuchar, en los momentos menos convenientes. Y la misericordia esta dispuesta a hacer preguntas difíciles, a no dar permisos cuando ve un peligro, y luego a tener una conversación difícil para ayudarle a ver por qué. A veces la misericordia se sacrifica para comprarle algo que todos sus amigos tienen, porque le amas y sabes cuánto sentirte siempre diferente a los demás. Y a veces la misericordia le explica por qué no crees que sea sabio, o por qué no puedes dejarle comprar algo porque ves la lucha en su corazón y corre un gran peligro.
Nuestros hijos necesitan desesperadamente ver las motivaciones de su corazón, entenderse mejor para poder ver más acertadamente a Dios y confiar en Él. Ver su necesidad de Él. Esto es una misión de misericordia urgente que se nos ha otorgado a los padres.
En los últimos momentos de esta serie, quiero que pensemos unos momentos en el recorrido que hemos dado en este estudio. Si has podido leer el libro, el autor te ha llevado por un proceso doloroso de ver tu gran necesidad de arrepentimiento y fe en la crianza. Si nos has seguido en los podcasts y con la guía de estudio, espero que también hayas podido captar la esencia del Evangelio y su impacto sobre nuestra crianza.
Junto con este episodio, aparte de la guía de estudio para el capítulo 14, también hemos incluido una guía corta que llamamos “conclusión”. El propósito es que tomemos un tiempo, quizá durante este mes de diciembre ya que normalmente pensamos un poco en el año nuevo que se acerca, un tiempo para reflexionar sobre las verdades principales que aprendimos y cómo pueden y deben impactar nuestra crianza diaria. Te animo a bajar esa hoja, la encuentras como siempre en la publicación del episodio 64 en nuestra página.
Creo que sería fácil caer en una de dos respuestas incorrectas al terminar este estudio. Una, y probablemente la más común, podríamos sentirnos abrumados. Hemos aprendido muchas cosas nuevas y contraculturales, cosas que no se nos van a quedar nada más por magia, sino que tenemos que repasarlas y orarlas y esforzarnos. Todo eso es verdad, pero no debemos abrumarnos, porque una de las verdades esenciales que hemos escuchado vez tras vez es que nosotros no somos los que hacemos la obra. Recordemos que nuestro gran Dios es el que está obrando y perfeccionando hasta el día en que Él venga. Él es la fuente de perfecta sabiduría.
La otra respuesta pudiera ser la de “yo sí puedo”. Listo, ya leí el libro, tengo todas las herramientas, ¡somos súper papás! Obviamente, esto tampoco sería lo mejor, y la verdad contrastante es la misma. Nosotros no hacemos ninguna obra espiritual, somos instrumentos y embajadores de Dios para ese fin. Pidamos humildad y entrega de todos nuestros dones y tiempo y recursos. Confiemos en que Él es quien hace todo lo que no podemos hacer.
Estoy agradecida contigo porque aquí estás acompañándonos todavía después de todas estas semanas. Espero que al terminar tu tiempo de estudio con tu cónyuge o grupo esta semana, puedan regocijarse en la misericordia del Dios que salva y transforma vidas. Nos vemos la próxima semana en nuestro episodio especial de “pregúntanos cualquier cosa”. ¡No te lo pierdas!