Categoría: Iglesia
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Episodio #69: Medios de gracia para la crianza con Alejandra Slemin

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febrero 24, 2021

La crianza en un mundo de “sigue tus sueños”, “no detengas a tus hijos”, y “todo es posible” se siente frustrante y abrumador muchas veces. ¿Estoy haciéndolo bien? ¿Mis limitaciones intelectuales, económicas, o experienciales tendrán un efecto negativo sobre mis hijos? ¿Qué recursos necesitamos yo y mis hijos para alcanzar la madurez? Los recursos del mundo pueden parecer más actuales que los de Dios, pero como creyentes debemos recordar que Él ha puesto los medios a nuestra disposición para todo lo que necesitamos. ¡Anímate hoy al unirte a nuestra conversación!

Transcripción: 

¡Hola!, nos encontramos en el episodio número 69 del Podcast Crianza Reverente y estoy emocionada y muy agradecida, porque hoy me acompaña mi gran amiga y hermana en Cristo, una compañera en la vida de la crianza por fe, Alejandra Cardoza de Slemin. Ale, muchas gracias por tomar el tiempo para estar aquí en Crianza Reverente otra vez, bienvenida como siempre.

Alejandra: Yo estoy feliz de estar en Crianza Reverente, de verdad que soy fan de este Podcast y del website, y estoy tan agradecida al Señor por este recurso para todas nosotras.

Susi: Ale, yo creo que hay una lucha que tenemos todos los padres creyentes y es que realmente tenemos un genuino deseo por criar bien a nuestros hijos en el Señor, de ser un buen papá, una buena mamá. ¿Tú estás de acuerdo? ¿Eso ha sido tu experiencia también?

Alejandra: Sí, yo creo que sí, que en nuestro corazón nosotros queremos poder dejar un legado piadoso a nuestros hijos. Mira, la mayoría de mis amigas son madres, Susi, y cuando yo me junto con algunas de ellas, parecemos una gran multitud porque casi todas mis amigas tienen entre 4, 6 y ¡hasta 9 hijos! Entonces, cuando compartimos somos un grupo bastante grande y regularmente lo hacemos una o dos veces a la semana; y mientras nuestros hijos juegan en el parque, en algún momento de la conversación surge la siguiente pregunta y es: “¿Qué tipo de madre fuiste hoy?” o “¿Qué tipo de madre fuiste esta semana?” ¿Alguien te ha hecho esa pregunta alguna vez a ti?

Susi: No sé si en sí exactamente así, pero sí lo hemos platicado entre amigas, es algo yo creo común incluso compararnos a veces entre amigas.

Alejandra: Claro, es súper común, y yo pienso que, aunque esa pregunta no la haga otra persona, posiblemente nosotras mismas al final de un día largo nos hacemos esa pregunta. Porque yo creo que hay diferentes tipos de madre y es como un traje que nos ponemos diferente en diferentes tiempos del día o de la semana. Mira, está la madre distraída, esa mamá que se entretiene fácilmente con las nuevas técnicas, lo que sus hijos necesitan y al final termina desenfocada y termina ansiosa comprando y necesitando todo lo que no tiene.

Pero está también la madre ansiosa, que no quiere que sus hijos se caigan, que sus hijos no sufran, que siempre está preocupada por el futuro de sus hijos. Yo he estado en la distraída y he estado también en la ansiosa, pero te tengo otra más.

Te tengo la madre con un matrimonio difícil, también he estado en esa; posiblemente un esposo que no es creyente o que en ese momento no está creyendo lo que dice la Palabra de Dios, o posiblemente un esposo que está luchando con áreas de pecado en su vida, o esa mamá que no tiene la relación que ella quisiera, esa relación de Instagram que todas vemos con su esposo.

Pero también está la madre que es soltera, quien ha tenido que enfrentar una carga económica y emocional del hogar completamente sola, y yo pienso que en algún momento de nuestras vidas tal vez, o de las hermanas o personas que nos escuchan, pueden pensar en alguna mamá que es así, o que esta así o que ha pasado por esa situación.

Creo que esos son los trajes que a veces tenemos o los caminos que tenemos que cruzar; o tal vez tu eres la mamá que constantemente le habla con irritabilidad o ira a tus hijos. O la mamá que se siente cansada, que ya no tiene fuerzas para seguir dándoles a sus hijos lo que ellos necesitan; o la mamá que está frustrada por que no sabe qué nueva técnica va a aplicar para lidiar con el comportamiento de sus hijos.

¿Y sabes qué? Esas luchas, esos pecados, esas emociones son comunes a todas nosotras. Hay una lucha constante entre los deseos de nuestra carne, entre las circunstancias que nos rodean y entre lo que nosotras vemos en la palabra de Dios y lo que el Espíritu Santo nos llama a caminar y a dar como fruto. Y yo no sé dónde estás tú, mamá que nos escuchas o padre que nos escuchas, pero yo sí sé que he estado ahí, débil, confundida, distraída, en ocasiones tal vez sin esperanza porque veo pocos frutos en mi maternidad. Todo eso que yo mencioné son circunstancias comunes a todas las madres. ¡Créeme! Tú también, créeme Susi, tu vecina o tu mejor amiga que es mamá, lucha con las mismas situaciones, yo lucho con las mismas situaciones.

Susi: Sí, yo creo que es fácil olvidar eso, ¿verdad? Pero pensemos un momento: ¿por qué hay tantas cuentas en redes sociales, de crianza, que ni son cristianas? Todas las mamás, los papás, tienen esta lucha de… ¿qué hago con mis hijos?, ¿cómo crio a mis hijos? Es interesante pensar en que incluso las personas inconversas tienen estas luchas.

Pensando en eso, ¿cuál es la diferencia entre mi vecina inconversa y sus luchas en la maternidad y yo?

Alejandra: Fíjate, ¡hablando precisamente con mis vecinas!, me doy cuenta que la diferencia entre dos mujeres no la hace la posición económica, no la hace el color de pelo, no la hace la cantidad de hijos que tenga; la diferencia entre dos mujeres la hace una persona y su nombre es Cristo. Y ahora que nosotras tenemos a Cristo vivimos como madres cristianas, y eso nos posiciona en otra categoría, en otra comparación con otras madres. Si somos padres cristianos eso nos posiciona en otra categoría, en otra comparación como padres, no por mí sino por Cristo. Porque como madres cristianas, como padres cristianos, hemos recibido de Cristo el Evangelio, hemos recibido la salvación, hemos recibido la redención, la justificación y la santificación.

¿Y sabes qué? No es solo para que nos beneficie a nosotras, es para que podamos cumplir con el mandato que el Señor nos dejó en Mateo 28:19-20: “Id por todo el mundo y haced discípulos”. Entonces, yo creo que, para la madre cristiana, ese mundo al cual se refiere la Palabra—si eres madre en este momento, sobre todo de chicos pequeños, ese mundo es tu hogar. Y ese mandato de hacer discípulos es arduo, ¡bastante!; duro y bastante difícil. Es mucho trabajo, Susi, cara a cara, día y noche; nos toca limpiar, nos toca entrenar, nos toca llorar con nuestros hijos y por nuestros hijos, disciplinando, orando, caminando, por cada etapa de crecimiento y dificultad con nuestros hijos, y luego al otro día nos toca repetir lo mismo. Es un trabajo agotador, en los que hay días que parece que no se acaban los quehaceres, porque no tan solo soy madre, como madre cristiana he sido llamada también a hacer discípulos.

Nuestro hogar es ese nido en donde se conciben, crecen y se nutren discípulos de Cristo, entonces es determinante que nosotras entendamos que no somos cualquier madre, somos encomendadas con la tarea de mostrarles a nuestros hijos qué significa amar a Dios y qué significa conocerlo, aun enfrentando el pecado que nos asedia o las circunstancias difíciles. Esa es nuestra misión como madres y yo sé que se siente mucho trabajo, yo me imagino que tú sientes, aun con tus hijos un poquito ya mayores, que es mucho trabajo.

Susi: Si, mucha responsabilidad.

Alejandra: Mucha responsabilidad de ir y hacer discípulos, pero ahí mismo en Mateo 28:19, el versículo 20 nos da la esperanza que necesitamos. Dice el Señor: “Yo, Jesús, estoy con ustedes”, con vosotros, con nosotras, contigo ahí donde nos estás escuchando, todos los días hasta el fin del mundo. No solo cuando yo pienso que el Señor está, no, no, no. El Señor está conmigo ahí, todos los días, hasta el fin del mundo. Esa gran obra creada por nuestro Dios no fue asignada para que la desarrollemos solas, sino que Jesús promete estar con nosotras, todos, con nosotros todos los días hasta que Él vuelva a buscarnos. Así que a los padres, a las madres que nos escuchan, si tienen a Cristo saben que no tenemos que inventar un montón de técnicas para lograr ser buenas madres, cómo ser más paciente, cómo ser más amorosa, cómo ser más ordenada, ¡ay!, cómo guiar mis emociones, cómo disciplinar a mis hijos… ¡NO! Si tenemos a Cristo, tenemos el mayor recurso a donde ir y Él está con nosotros todos los días.

Susi: Amén, Amén. Eso de intentar buscar un montón de técnicas, como dices, es una gran realidad, es una inclinación yo sé de mi corazón. Busco soluciones, busco técnicas, busco secretos, busco todas esas cosas y, obviamente hoy en día las redes sociales se nos ofrece una gran fuente de posibles soluciones mágicas, rápidas y especiales. Y pensando todavía en ese contraste entre mí y mi vecina que no tiene a Cristo, y la enorme diferencia que hace esa posición, esa relación que yo tengo con Cristo como madre, mi esposo como padre, entonces eso debe cambiar totalmente dónde yo busco lo que yo necesito. Porque soy necesitada, Ale, yo sé que tú vives igual. Estoy consciente de que yo soy muy necesitada y creo que eso es una de las cosas que Cristo hace por nosotras. Yo veo a mi vecina y yo la veo confiada a veces, pero confiada totalmente en la fuente incorrecta, entonces ella busca todas las páginas de pediatras y de psicólogos, y bueno…

Alejandra: ¡Y me las manda a mí también!

Susi: ¡Ajá, exactamente! Bueno, quizás algunas de esas cosas de repente nos pueden servir, pero, ¿creo que Dios ha provisto lo que necesito? Esa es la primera pregunta para mí.

Alejandra: Haciendo una aclaración, esas cosas que tal vez leemos por ahí pueden ser reales, pero cuando tú estás en Cristo lo más importante no es solo tu vida física, ya tú vienes a ser un ente espiritual, entonces lo que primero alimenta tu ser no es lo físico, es lo espiritual. Por eso la Palabra nos dice: “No solo de pan vivirá el hombre”, o sea el Señor no decía: “No coman pan”, cómanse su pan pero sepan que eso no es lo único que debe alimentarnos.

Susi: ¡Sí, sí! Entonces ¿qué dirías tú que Dios ha provisto para mí? ¿Cuáles son esos recursos que yo necesito diariamente?

Alejandra: Fíjate, es una frase bastante interesante. Yo pienso que si tenemos un tiempecito en la iglesia la hemos escuchado, pero extrapolarlo a la maternidad a mí particularmente me ha costado. Son los medios de gracia, ¡los medios de Gracia! Son esos hábitos, esas disciplinas que nos dan la sabiduría y la fortaleza que necesitamos para cumplir nuestra misión como madres cristianas. Son esos pequeños hábitos que nos hacen acercarnos, enamorarnos, afianzar nuestra relación con Jesús, más y más. Y al cumplir esos hábitos y esas disciplinas delante de nuestros hijos, entonces ejercitamos el hacerlos a ellos discípulos de Cristo.

Te digo que es una palabra grande, porque si te vas a Google y buscas “medios de gracia”, te va a aparecer una lista de muchas cosas que nosotras debemos desarrollar como mujeres cristianas, pero en realidad los medios de Gracia nos ayudan a entender que quien hace nuestro trabajo posible es el Señor y que necesitamos del Señor.

¿Y qué son esos medios de gracia? Son esos hábitos, esas disciplinas que, de manera consistente, de manera especial, nosotras podemos utilizar como recurso que nos da el Espíritu Santo y como recurso que nos da nuestra nueva vida en Cristo, para que podamos adquirir sabiduría y fortaleza para cumplir nuestra misión como madres. Y la realidad es que, ¿por qué nosotras necesitamos esos medios de Gracia? y ¿por qué tenemos que ejercitarnos en ellos?

En 1a de Timoteo 4:7 el Señor nos dice que tenemos que ejercitarnos para la piedad, y tú dirás: “O sea que yo me tengo que ganar mi salvación”. ¡No! Nuestra salvación ha sido dada por Gracia como un regalo gratuito del Señor cuando venimos a Él, y nuestra salvación es sostenida por nuestro Señor, no es sostenida por nuestras obras. Pero lo que si la gracia nos indica es que el fruto que nosotros damos es parte de nuestra respuesta al haber recibido esa gracia incomparable. Cuando yo me encuentro confundida, cuando me encuentro ansiosa, cuando me encuentro irritable en mi hogar o en cualquier circunstancia, esos medios de gracia están ahí.

Primero, esas emociones están ahí para indicarme que yo tengo que correr a los medios de gracia, o que estoy baja en el ejercicio de los medios de gracia o en mi uso de los medios de gracia. Mira, algo particular que a mí me sorprende mucho, porque tengo muchas madres que me dicen: “No tengo tiempo para sentarme a leer la Biblia o a orar”; y siempre voy a la historia de Marta y María, una historia que conocemos todas, sobre todo por lo bueno de María y lo malo de Marta, siempre.

Susi: Y luego sabemos que la mayoría somos Martas.

Alejandra: ¡Exacto! Y que las Marías podemos ser Martas y que las Martas podemos convertirnos en Marías también. Y la realidad es que, yo pienso que todas las madres, desde que ponemos un pie en el piso, como decimos, y nos despertamos, comenzamos a ser Martas, porque hay muchas cosas por hacer. Marta no estaba haciendo algo malo en hacer lo que a ella le tocaba hacer. En Lucas capítulo 10, versículos del 38 al 42, nosotras podemos ver que Marta estaba ocupada con las cosas que le pertenecía ocuparse.

Susi: Sus responsabilidades genuinas.

Alejandra: ¡Genuinas! Entonces María en ese momento, al llegar Jesús se sienta a estar con Jesús, a escuchar a Jesús y aprender de Jesús. Entonces ¿cuándo viene el problema de Marta? Cuando soltó lo que estaba haciendo y le dijo: “Mira, dile a María que venga para acá, que me ayude a mí también”. Entonces Marta mostró lo que realmente estaba en su corazón, que era un exceso de actividad en el cuál todas nosotras hemos caído en hacer.

Susi: Sí.

Alejandra: Pero, me sorprende algo, que luego que Jesús la corrige le dice: “Marta, en realidad María ha elegido lo más importante”. ¿Sabes qué ocurre más adelante? Y eso lo vemos en Juan capítulo 11. Ahí vemos el escenario en donde Lázaro fallece, y Lázaro era el hermano de María y de Marta. Lázaro fallece y en este caso ellas mandan a buscar a Jesús, pero si vemos en Juan capítulo 11, quien se acerca a Jesús en este caso no es María. Quien se acerca a Jesús en este caso es Marta. Y Marta le dice algo tan especial a Jesús: “Yo creo que tú puedes hacer algo por mi hermano, yo sé que tú puedes hacer algo por mi hermano y yo sé que tú eres el Cristo”.

La única manera que Marta hubiese podido llegar a esa conclusión, ¿sabes cómo es? Ella escuchó lo que Jesús le dijo cuando la corrigió anteriormente en Lucas, en su casa, cuando Jesús le dijo: “Ella eligió lo más importante”. Por eso, posiblemente, desde ese momento en adelante, Marta comenzó a elegir lo más importante. Entonces cuando vino el tiempo difícil, Marta pudo utilizar los medios de gracia, que posiblemente había estado practicando, de intimidad con Dios, para poder brotar de ella una expresión como: “Tú eres el Cristo, yo creo que tú puedes hacer algo por nosotras, yo creo que tú puedes hacer algo por mi hermano”. Entonces veo un progreso, vimos un progreso, porque el Señor no nos deja donde nos encuentra, el Señor nos acompaña, el Señor nos transforma, pero eso no ocurre estando estáticas, eso no ocurre quedándome tranquila; la Biblia está por allá… y los niños están por acá…, y me levanto a la hora que quiero…

Susi: Es como entender cómo es la santificación que Dios quiere lograr en nuestras vidas, que es un proceso.

Alejandra: Es un proceso. Tengo que estar en el camino. Es como Zaqueo. Zaqueo tuvo que estar en el camino para que Jesús lo viera, para poder recibir ese río de gracia que traía el Señor. A veces no estamos ni en el camino, estamos tan indispuestas.

Susi: No nos ponemos en ese lugar donde nos exponemos a esa gracia.

Alejandra: Por lo menos Marta recibió a Jesús en su casa, pero ¡no somos ni Marta ni María! No estamos haciendo absolutamente nada, esos pequeños detalles.

Tú me preguntarás: “¿Cuáles son los medios de gracia?”. Porque a veces si abro un libro, si voy a Google y busco: “medios de Gracia”, ¡aparecen 500! Bueno, tal vez no 500 pero muchos. Pero los 3 en los que nos queremos enfocar son: número 1, la Palabra de Dios. Esta es el principal medio de gracia, el principal medio que Dios utiliza para santificarme, para transformarme, para ayudarme en mis luchas. Lo segundo es la oración, cómo yo me comunico con Dios, y cómo Dios y su Espíritu Santo contristan mi vida en esos tiempos de meditación, de quietud, de oración, de súplica delante del Señor. Y lo tercero es la comunión con mis hermanos, con mis hermanas en Cristo.

Susi: Y cómo luce, por ejemplo, pensando en la Palabra de Dios como un medio de gracia, ¿cómo de una manera práctica eso impacta? Yo veo mi Biblia ahí, ¿verdad?, donde se queda de domingo a domingo muchas veces. Veo mi Biblia, y ¿cómo, de una manera práctica debo verla o interactuar con ella? Y ¿Cuáles son quizás algunas sugerencias para una mamá o un papá que está muy ocupado? ¿Cuáles serían algunas sugerencias prácticas también?

Alejandra: Pienso que la Biblia es el pan y a mí me gusta mucho el pan, mucho que me gusta, yo tengo que comer de ese pan, diariamente. Entonces, en mi caso yo tengo Biblias casi en todo lugar en mi casa: en mi mesita de noche, en el baño, en la sala, en la cocina, porque son un recordatorio, en la mesa donde comemos, son un recordatorio de que tengo que sentarme con el Señor. Pero también es un recordatorio para mis hijos de que, cuando hay un mal comportamiento vamos a ir para ver que dice la Palabra de Dios acerca del comportamiento.

Entonces, nosotras tenemos que entender que sin la Palabra de Dios nosotras somos nada. Susan, dice la Palabra en Efesios, que nosotras estábamos muertas en nuestros delitos, en nuestros pecados, que nosotras éramos inmundicia; y déjame decirte, cuando yo no me alimento con la Palabra de Dios soy inmundicia, cuando yo no me alimento con la Palabra de Dios mi mente está abierta, expuesta a toda corriente, a toda ideología, a toda doctrina pecaminosa y a toda obra de las tinieblas, de mi pecado. Porque no tengo nada con qué comparar, no tengo nada con qué atacar cualquier cosa que entre a mi mente o que quiera actuar en mi vida, cualquier pecado que quiera dar fruto.

Entonces yo tengo que entender mi condición; y si tú estás escuchando, yo te pido que tú toques tu piel, y cuando tú toques tu piel y te des como un pellizquito, te va a doler un poquito. Eso te recuerda de que tú eres carne, que tú eres frágil, que tú eres débil, y que lo único que nos puede dar poder, que lo único que nos puede dar permanencia, que lo único que nos puede sanar, es la Palabra de Dios.

Susi: Eso me hace pensar. Si tú fueras al doctor y él te dijera que tú tienes una condición que es controlable pero sólo mientras tú tomes tu medicamento. Puede ser una condición del corazón, vamos a decir, aunque no conozco muchos detalles sobre las enfermedades, pero yo sé que hay condiciones que alguien puede tener, que toda su vida toma un medicamento para que su corazón no funcione mal, porque cuando funciona mal, la vida de la persona corre riesgo. Entonces, ¿a quién se le va a olvidar tomar esa pastilla cada mañana, cuando sabe que en el momento que decide no tomarla, puede morir?

Entonces yo pienso: “¿Y que sucedería en nuestras vidas si nosotras viéramos la Palabra de Dios de esa forma?”. Yo te prometo que esa persona no está pensando: “¿Me la tomo con agua?, ¿Me la tomo con café?”. ¡No! ¡Me la tomo!, me la tomo como sea para no morir, y creo que a veces las mujeres nos complicamos la vida pensando: “Bueno, es que yo no sé llevar bien un estudio bíblico, yo no sé hacer bien lo otro”. Y simplemente no la abrimos.

Alejandra: ¡Ábrela!

Susi: Ajá, exactamente, no comemos.

Alejandra: ¡Exacto!, ábrela, siéntate, léela. Así sea un capítulo al día. No tienes que leer 4 capítulos, 5 capítulos, así sea un capítulo de la Biblia al día, ábrela y léela. Pensamos que es cualquier palabra, pero no, ¡Ésta es la Palabra de Dios! Y si nosotras queremos que nuestros hijos se enamoren de la Palabra de Dios, si ellos no ven una mamá enamorada de la Palabra de Dios, eso va a tomar un tiempo que ocurra, si acaso ocurre. Entonces tenemos que mostrar ese deseo y mira, a veces no sentimos el deseo. No todos los días yo siento deseo de abrir la Biblia y yo pienso que te ocurre igual, pero me toco la carne y digo: “Espérate, esta piel, que es de carne, necesita un control, necesita guía, necesita dirección, necesita aliento y sólo lo voy a encontrar en la Palabra de Dios. Así que yo te reto a que apagues tu celular, a que apagues el televisor, y esos 15, 20, 30, hasta horas que se nos van, y que tú digas: “No, este es el tiempo de la Palabra de Dios”. Que sea tal vez lo primero que haces cuando te levantes, lo primero que haces, ahí en tu cama tranquilita, porque si te mueves mucho tal vez los niños se despiertan. Ahí ábrela. O que sea lo que hagas cuando tus hijos están jugando, o que sea lo que hagas cuando estés cocinando, me resulta mucho también. Mira, la puedes escuchar mientras estás haciendo los quehaceres, pero refúgiate en la Palabra de Dios, es el primer medio de gracia.

Susi: Y Ale, yo quiero mencionar que muchas veces nosotros permitimos que nuestra falta de disciplina con nuestros hijos sea una excusa para decir: “Es que mis hijos están pequeños y nunca me dejan, nunca me dejan”. Y yo te pregunto: “¿Cuál es el hábito más importante que tus hijos pueden desarrollar? Es el hábito de amar y leer la Palabra”. Entonces, cuando tú dices: “No, esto es tan importante que incluso yo voy a enseñar, voy a disciplinar a mis hijos para que primero, estando chiquitos me dejen a mí poder concentrarme, y cuando tengan la edad para hacerlo, parte de la disciplina en el hogar va a ser que ellos también pasen tiempo en la Palabra, así que no excusemos nuestra falta de estar en la Palabra, porque no estamos dispuestas a practicar una disciplina en el hogar también.

Alejandra: Y parte de nuestra fortaleza, el fundamento es ese, la Palabra de Dios. Y nos perdemos pensando que son otras cosas, pensando que es el ejercicio que hacemos, cuando vamos al supermercado; y nuestros espíritus necesitan ser alimentados, la Palabra de Dios es el mejor alimento.

Susi: ¿Y qué tal la oración? ¿Tienes alguna sugerencia práctica acerca de la oración?

Alejandra: La oración, pienso que también la hemos subestimado. Y si te fijas y lees en la Palabra, hay tantos ejemplos de mujeres orando, de mujeres que derramaban su corazón delante del Señor y que hablaban con Dios. La oración a mí me encanta porque es algo tan simple que podemos desarrollar con nuestros hijos en cualquier momento. Cuando los hijos se caen, orar por ellos; cuando están teniendo un día difícil, orar con ellos y por ellos. La oración para mí, es ese cuartito, como ese refugio en el que yo me puedo sentar y hablar con el Señor, en el que yo le puedo contar al Señor mis verdaderas luchas, en el que yo puedo alabar al Señor por su grandeza, en el que yo me puedo arrepentir, pero también en el que yo puedo meditar en lo que he leído en la Palabra de Dios. Entonces, la oración se torna una conversación con mi mejor amigo, en momentos; se torna un espacio, un tiempo en el que yo voy al Señor porque yo sé que yo no puedo hacer este trabajo sola; entonces la oración es una respuesta de dependencia mía al Señor, constante. A veces mientras yo manejo, antes regularmente, porque vivo fuera de la ciudad, aproximadamente a una hora de la ciudad, cuando nos montamos en el vehículo siempre oro antes de salir, mis hijos siempre lo escuchan, y cuando a veces se me puede olvidar me dicen: “Mamá, tenemos que orar”.

Susi: Tú estás entrenando a tus hijos en la necesidad de orar.

Alejandra: Exactamente. Pero mientras voy manejando, a veces voy orando, y me dice mi hijo de 4 años: “Mamá ¿con quién hablas?”. Le digo yo: “Con mi mejor amigo, estoy hablando con el Señor, estoy orando delante del Señor”. Y se ha convertido también la oración en mi mayor psicólogo en el aspecto de que tengo luchas o veo luchas en mi comportamiento hacía mis hijos, con el comportamiento de mis hijos hacia mí. Utilizo la oración como el medio de hablar con el Señor y de presentarles al Señor y decirle: “Señor, tú puedes obrar en mí, tú puedes obrar en mis hijos”. Susi, es la dependencia, es el lugar de dependencia.

Susi: Eso me recuerda a una cita que leí hace poco en un libro sobre la oración que he estado leyendo, se llama “Una Vida de Oración”, y el autor dice: “Si no estás orando, entonces tienes la confianza silenciosa de que el tiempo, el dinero y el talento son todo lo que necesitas en la vida”. Y yo pienso: “Como mamá, es fácil confiar en mi talento, es fácil confiar en que el dinero que haya va a proveer necesidades de mis hijos y es fácil pensar en mi manejo del tiempo, todas son cosas que yo necesito entregar al Señor en dependencia. Si estás escuchando y dices: “Es que no me acuerdo orar”, oh entonces, si no te acuerdas orar, ¿en quién estás dependiendo? Estás dependiendo en ti misma.

Alejandra: Nos preguntamos: “¿Por qué las madres tienen tanta ansiedad? ¿Por qué las madres tienen tanta depresión? ¿Por qué las madres tienen tanta ira dentro de sí?”. Eh, ¡no estamos orando Susi! No estamos dependiendo del Señor, y es tan importante que nosotras podamos entender eso que acabas de decir. La oración es yo posicionarme en el área de dependencia absoluta del Señor y de saber que Él está conmigo todos los días, todos los días.

Susi: Amén.

Alejandra: Y como Él está conmigo todos los días, yo quiero hablar con Él todos los días, y no es un ritual en el que yo tenga que hay que tenga… No, no. Cuando los discípulos le pidieron al Señor: “Enséñanos a orar”, Él les enseñó cómo orar. Y si tú tienes dificultades para orar, busca la oración del Padre Nuestro e inicia por ahí, alabando al Señor, pidiéndole perdón al Señor, dándole gracias al Señor por su obra y por lo que Él ha provisto en tu vida; y pidiéndole cosas reales que nosotras tenemos. Pero luego pidiendo que su voluntad, que su soberanía, que su plan sea lo que ocurra en tu vida y en tu familia. Yo amo la oración, para mí es una de las expresiones más hermosas de lo que es nuestra relación con Dios.

Susi: Amén. Y yo creo que suena demasiado sencillo en nuestro mundo de técnicas nuevas. Suena tan sencillo y parte de la razón por la que yo te pedí que grabáramos este episodio es que yo veo a mamás buscando y rebuscando los métodos y las maneras nuevas; y cómo quisiera llamar a todos los padres y todas las madres a tomar estos sencillos y profundos recursos que Dios ha provisto para cada uno de sus hijos, porque esto también es lo mejor que pueden presentar a sus hijos, como la manera de llevar la vida diaria. Nos falta un medio de gracia más, pero la próxima semana el episodio del Podcast se va a tratar de la Iglesia, entonces en este episodio queríamos tratar estos dos que son los principales en la vida personal. Creo que ya se nos está acabando el tiempo, Alejandra, muchas gracias por haberme acompañado y por el ejemplo que eres para mí, de una persona dependiente sobre Dios, no dependiendo de sus talentos. Eres una persona con muchos talentos, tienes talentos artísticos, ¡me encanta escucharte en recitar poesía! Pero tu llamado es en tu hogar y gracias por animarme también con la vida que tú llevas diariamente.

Alejandra: Por su gracia, y eso es para todas nosotras, es la gracia del Señor y es para todas nosotras.

Susi: Así es, ahí está, ahí está hermanos que nos están escuchando, ahí están los recursos, los medios de gracia que Dios en su gran abundancia nos da. Están a nuestra disposición. Esta semana yo te reto a que tú quites todo lo extra, que apagues, que borres por una semana tus redes de tu celular, todas tus búsquedas de Google que normalmente haces y que te propongas a que a primera instancia, cuando sientes la necesidad de sabiduría, que vayas en oración y que vayas a la Palabra. Creo que incluso en una semana, vas a poder ver la gran diferencia.

Alejandra: Si, seremos de Marta a María.

Susi: Así es.

Alejandra: ¡En una semana!

Susi: Amén, amén. Gracias Alejandra por compartir con nosotros, y gracias a ustedes que siempre nos acompañan, que Dios derrame de su gracia sobre tu hogar esta semana, que Dios te bendiga.

Transcripción por Erika Cedillo

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Autores

  • Susi Bixby

    Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

  • Es una pecadora que está siendo transformada por Cristo y Su Palabra. Fue atrapada en la montaña rusa del matrimonio y la maternidad, re-definiendo el mandato de tomar su cruz y seguir a Cristo. Comprometida con discipular y aprender a deleitarse en Dios junto a otras hermanas, con la ayuda del Espíritu Santo está mostrando que ser cuidadosa de su marido, casa e hijos es un regalo glorioso de Dios. Esposa de su amado David Slemin y madre de 4 niños, juntos colaboran en la plantación de una iglesia en la ciudad donde viven en Canada. Alejandra ama la lectura, caminar en la montaña y servir en su comunidad.

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