Es fácil subestimar el impacto que la relación matrimonial tiene sobre los hijos. La interacción entre papá y mamá, la forma en que se resuelven las diferencias, la prioridad relacional que se le otorga, el ambiente que se respira en el hogar; todo esto predica un mensaje poderoso a los hijos, sea para bien o para mal. ¿Qué caracteriza a un matrimonio que predica el Evangelio diariamente? Susi y Mateo conversan de esto desde su propia experiencia.
Estudio bíblico de la semana: Efesios 5:18-33 (Bajar e imprimir)
Recurso recomendado de la semana: Cuando Pecadores Dicen Acepto por Dave Harvey
Preguntas de reflexión y aplicación:
- ¿Cuándo fue la última vez que le pediste perdón a tu esposo (no solo “lo siento” o “discúlpame”)?
- ¿En qué áreas te ha costado extenderle gracia y perdón a tu cónyuge?
- Después de escuchar este episodio, ¿qué necesita cambiar en tu trato con tu cónyuge para reflejar mejor el Evangelio en esa relación?
Transcripción:
Susi: En el episodio pasado Mateo nos compartió lo que llamamos “La Receta secreta de una familia feliz”, y vimos cómo el Evangelio tiene todos los ingredientes y elementos para producir verdadero gozo en el seno familiar, cuando realmente vivimos en él. Estamos en medio de nuestra serie sobre el Evangelio, y queremos continuar sobre este tema; y recordarás que mencionamos cuatro maneras principales en que el Evangelio produce un hogar feliz o gozoso. Primero, el Evangelio promete y puede proveer paz e intimidad, en su esencia esto es lo que el Evangelio nos ofrece en Cristo. En segundo lugar, vimos que el Evangelio nos dice cuál es el verdadero problema, nos da el diagnóstico que necesitamos; porque el pecado es mi problema: como madre, como esposa; es el problema que tiene mi esposo; es el problema que tienen mis hijos, nacieron con ese problema. Luego vimos que el Evangelio también provee la solución a ese problema; y hay muchas soluciones deficientes o parciales; pero el Evangelio es el único, es la única solución verdadera. Y por último vimos que el Evangelio también nos da la esperanza que tanto necesitamos en nuestra vida diaria como matrimonio, como padres; esa esperanza para el futuro bienestar de nuestros hijos, esperanza para derrotar el pecado en nuestras vidas; y también que nuestros hijos tengan victoria sobre su pecado.
Y hoy, queremos continuar la conversación, y quizás aplicarla específicamente al matrimonio, porque Efesios 5 nos dice que la relación matrimonial debe reflejar la relación de Cristo con su Iglesia. El matrimonio es como una metáfora que debe predicar un mensaje a las personas a su alrededor. En este sentido, esta conversación puede tener aplicaciones para cualquier persona casada, sea que ya hayas criado hijos o ya no están tus hijos en tu hogar, quizás nunca tuviste hijos todavía; nuestros hijos no son los únicos que se pueden beneficiar también de que un matrimonio predique el Evangelio. Y, quizás tú eres madre soltera, padre soltero o viudo; las cosas prácticas de las cuales vamos a hablar, todavía se puede modelar; por lo menos en parte, en tus relaciones con otras personas y en la manera en que hablas acerca del matrimonio y de Cristo en general.
Entonces, aquí está otra vez mi esposo Mateo conmigo, para que como matrimonio podamos platicar del aspecto práctico de predicar el Evangelio con nuestro matrimonio.
Mateo, ¡gracias por contribuir otra vez a la conversación!
Mateo: Siempre dispuesto.
Susi: Ya di un pequeño repaso de las verdades que compartiste con nosotros la semana pasada; me gustaría empezar con el primero; creo que es algo poco hablado, pero tan esencial. Tú dijiste que el Evangelio promete intimidad, paz, armonía, reconciliación. ¿Qué tan importante es que un matrimonio viva este aspecto del Evangelio delante de sus hijos?
Mateo: Es muy importante, por que nuestros hijos van a comprender el Evangelio no tanto en las cosas que decimos; aunque es muy importante lo que nosotros decimos; pero es más importante que nosotros lo podamos demostrar con nuestra vida; el sermón más importante que nosotros predicamos, la enseñanza más importante que nosotros enseñamos es la que vivimos cada día; y si nuestros hijos no ven los elementos del Evangelio en nuestro trato unos con otros; pues entonces, no van a creer el Evangelio; y van a pensar que nosotros realmente no creemos el Evangelio, y quizás en parte hasta tienen razón. Si yo digo creer en un Evangelio que promete paz, armonía, reconciliación, intimidad, y luego mi vida matrimonial es un desastre, con todo lo contrario: gritos, peleas, enojos, frustración y egoísmo; todo eso que es el contraste, lo opuesto del Evangelio, bueno ¿qué es lo que yo realmente creo? Y ¿qué es lo que mis hijos van a aprender? Lo que yo digo con mis palabras o lo que vivo con mi vida. Bueno, van a aprender lo que yo vivo, mucho antes de lo que aprenden lo que digo con mis palabras; entonces ¡es muy importante! y cuando nosotros vivimos esa armonía, esa relación íntima, no perfectamente; porque nadie lo va a vivir; pero dentro de un caminar consistente hacia la semejanza de Cristo, entonces mis hijos van a ver el Evangelio como algo muy bonito, y van a desear tenerlo para ellos mismos en su vida. Y tristemente, lo que aleja a muchos hijos cristianos de la Fe de sus padres, es el ejemplo de los padres; y muchas veces el mismo matrimonio, el trato entre ellos, no hay gozo, no hay armonía, y no hay esa intimidad; entonces pues, eso contradice la vida, contradice lo que están enseñando con su boca.
Susi: Creo que leemos Efesios 5, esas frases como: “Como Cristo amó a la Iglesia”, y que “La esposa debe someterse, como al Señor”, y se nos hace tan imposible. O sea, pensamos, bueno yo por lo menos, como esposa pienso: “Es que mi esposo no es Dios”, entonces ¿cómo me voy a someter a mi esposo, como si me estoy sometiendo a Dios? Obviamente, Dios no está diciendo que mi esposo es un dios; está diciendo: “Cuando tú te sometes a tu esposo, te estás sometiendo a Dios”; y le está diciendo al esposo que imite, mientras más sea posible, ese amor. Y creo que no comprendemos el impacto que tiene sobre nuestros hijos u otras personas incluso, cómo un matrimonio que humildemente intenta vivir ese cuadro que el matrimonio debe predicar, debe mostrar; es difícil medir el impacto sobre, en particular nuestros hijos, que eso puede tener. Entonces, un papá que piensa que está enseñando a sus hijos la Biblia, pero no está tratando a su esposa en ninguna manera como Cristo la trataría si fuera su esposo, o como Cristo trata a la iglesia; está de una manera, como envenenando el mensaje del Evangelio en su hogar.
Mateo: Cuando hablamos en consejería prematrimonial con una pareja que se va a casar, frecuentemente les decimos algo así: “Mira, otras personas cuando vean la manera en la que ustedes se tratan, deben comprender mejor, cómo Cristo se relaciona con la Iglesia y la Iglesia se relaciona con Cristo”. Pues, ¿quién ve eso más que nuestros propios hijos?, pues si otros lo deberían de ver, ¡mucho más lo deberían de ver nuestros hijos!; y si puede ser de impacto en otras personas que están un poquito más distantes, cuánto impacto puede tener sobre la vida de nuestros hijos que nos están viendo cada día, cada noche, en la casa; cómo nos llevamos, cómo nos tratamos; y si no oímos el Evangelio, va a ser desastroso por el impacto que tiene sobre ellos. Pero, la contraparte también es verdad, si podemos vivir el Evangelio delante de ellos, el impacto que puede tener sobre ellos va a ser algo que no vamos a poder medir; y no va a desaparecer el resto de sus vidas. Creo que eso, es parte de instruir el niño en su camino; y cuando fuere viejo, si lo ha visto en nosotros, cuando él sea viejo, todavía va a estar caminando en ese camino, porque lo vio; no solamente en la iglesia, no solamente en el momento del devocional familiar; sino que lo vio en el trato de cada momento, de cada día, entre el esposo y la esposa; entonces es sumamente importante.
Susi: Y es también muy práctico esto, si pensamos en que paz, reconciliación y armonía son dones que Dios quiere darnos por medio de vivir el Evangelio; no quiere decir que nunca vamos a tener problemas; pero yo pienso como esposa, como mamá ¿cómo yo puedo promover la paz en el hogar? Y he sido culpable muchas veces de no dejar pasar, simplemente dejar pasar una pequeña ofensa, porque quiero que se entienda mi punto de vista; entonces mis hijos no están viendo que la paz sea promovida, que la armonía sea promovida. No quiero decir que nunca se deben tratar los malos entendidos, claro que no, hay que tener comunicación, y hay que poder hablar las cosas en las cuales no estamos de acuerdo; pero incluso la manera en que el esposo y la esposa nos hablamos entre nosotros delante de nuestros hijos; si podemos tener en mente esa idea de promover paz. Hay que decir la verdad, pero hay que decir la verdad en amor, de una manera que promueve la paz y modela delante de nuestros hijos, cómo es que dos personas con sus personalidades individuales, sus opiniones diferentes, pueden experimentar paz y armonía en el hogar.
Mateo: Porque nunca vamos a tener acuerdo perfecto en todas las cosas; y tener armonía e intimidad en el matrimonio, no significa estar de acuerdo en todo; pero significa que sabemos cómo manejar nuestras diferencias de una manera que refleja a Cristo, esa gracia, esa paciencia con las demás personas; y muy pocas veces nosotros demostramos eso, porque somos egoístas, porque somos orgullosos, porque pensamos que sabemos cómo deben ser las cosas; entonces, imponemos nuestra opinión y exigimos que los demás doblen la rodilla delante de nosotros y de nuestra opinión; cuando muchas veces son cosas de muy poca importancia, y realmente pudiéramos pasar esas cosas por alto y reflejar a Cristo, ese Cristo manso y humilde que encontramos en los Evangelios.
Susi: Eso personalmente para mí, ha sido lo que Dios me ha mostrado; es una oportunidad para dejar a un lado preferencias, que muchas veces solo son preferencias; realmente no son convicciones.
Mateo: No, no tienen nada que ver con la Biblia o la Palabra de Dios; sino con mi comodidad o mi opinión.
Susi: Exacto, que las cosas se hagan como yo quiero en mi hogar; y mi esposo, pues es que no entiende, porque se va a trabajar todo el día y luego llega y me dice “cómo”; bueno son preferencias muchas veces. Entonces, personalmente el Señor me ha mostrado mi orgullo y mi egoísmo; y creo que para las mamás, podemos llegar a sentir que el hogar gira alrededor de nosotras; el matrimonio, porque somos la esposa a quien el esposo debe cuidar y apapachar, pero no es así, no se trata de mí; y eso es algo que Dios nos ha enseñado a los dos; pero especialmente sé que me lo ha enseñado a mí. Siguiendo adelante, recuerdo que la semana pasada dijiste, que el Evangelio nos dice cuál es nuestro verdadero problema; y creo que esto es un área donde un matrimonio tiene mucha oportunidad de vivir el Evangelio delante de sus hijos. ¿Por qué es tan importante en un matrimonio, reconocer esto?
Mateo: Somos pecadores, vamos a pecar, es así; entonces cuando llegamos al pecado, tenemos que saber cómo responder al pecado; y esto es parte del tercer punto, porque van juntos el problema y la solución. Y decíamos que es muy difícil pedir perdón; y quisiera hablar un poquito de eso, porque pedir perdón bíblicamente significa, que yo reconozco mi mal y me acerco a la persona contra quien he pecado, y reconozco ese mal, y le doy a esa persona la oportunidad de extender perdón; y eso permite que la persona a quien yo he ofendido se libere de esa ofensa que yo he hecho contra él o contra ella; y muchas veces nosotros queremos encontrar pobres sustitutos, decimos la famosa frase, “lo siento”, “Siento que te hayas ofendido”. Eso no es pedir perdón, “Siento que te hayas enojado” bueno, lo que siento es que te hayas enojado y ahora yo estoy pagando los platos rotos de que tú estés enojada, por algo que yo hice; pero, ¡eso no es pedir perdón! A veces decimos “Discúlpame”, también es otro pobre sustituto de lo que la Biblia dice que tenemos que hacer.
Susi: O nada más llegamos con flores.
Mateo: ¡Ah, también! Hacemos como si nunca hubiera pasado. Esa también es una manera de hacerlo, de tratar con problemas, con pecado; pero la manera bíblica de tratar con pecado es que, si yo soy el que ofendió, yo me humillo, y yo pido perdón; y eso da la oportunidad de que la otra persona se libere de esa carga, y que lo trate bíblicamente. Pero yo no quiero hacer eso, ¡me cuesta!, no soy una persona humilde por naturaleza, soy una persona orgullosa; y no sé si es verdad para todos, pero para mí es mucho más fácil decir “Lo siento”, es mucho más fácil decir “Discúlpame”, que decir “¿Me perdonas?”. Es como que esas palabras se me atragantan. Y yo creo en muchas ocasiones, cuando hemos tenido alguna situación entre nosotros, yo he ido con la firme intención de pedirte perdón, y en el momento de hacerlo, he dicho algo como: “Discúlpame” o “Lo siento”. ¿Por qué? Porque eso no requiere la humildad, la humillación. Y creo que es muy importante que como matrimonios sepamos cómo pedir perdón; que sepamos que pedir perdón es muy importante, no solo ignorar el problema o no usar uno de los pobres sustitutos, sino usar terminología que es realmente bíblica, que nos permite entonces encontrar una solución bíblica de resolver con el problema, verdaderamente.
Susi: Y pensemos en lo que nuestros hijos están aprendiendo al observar la dinámica; obviamente no van a observar cada conversación; hay conversaciones que debemos tener en privado; pero lo hijos perciben actitudes, humores y palabras que cambiamos entre nosotros.
Mateo: Cuando estamos mal entre nosotros.
Susi: ¡Aja! O sea, los hijos lo saben a veces, antes de que nosotros estemos dispuestos a reconocerlo; y yo estaba contemplando cómo es que entrenamos a nuestros hijos a tratar con el pecado suyo y el de otras personas; y realmente ¡cómo les entrenamos a entender cuál es la verdadera solución de su pecado! Cuando ven a un padre y a una madre que entre ellos y también con sus hijos, están dispuestos a decir: “Yo pequé, ¿me perdonas?”; estamos entrenándoles en lo que deben hacer delante de Dios; porque un niño de 3 años puede, o 2 años incluso, puede empezar a entender lo que es pedir y otorgar perdón; y eso abre su mente a comprender lo que está sucediendo, cuando escuchan el mensaje del Evangelio.
Mateo: Y por contraparte, cuando ven a un padre orgulloso, que nunca reconoce que estuvo mal, que nunca pide perdón; les entrenas a ser orgullosos, a no escuchar, a no reconocer; y eso entonces, impacta la relación padre e hijo. Cuando yo enseño a mi hijo algo que yo quiero que él haga, él va a ser orgulloso, no va a querer reconocer que está mal; y también tiene mucho impacto sobre su relación con Dios, porque va a la Palabra de Dios, escucha la predicación y no quiere reconocer que está mal, y no quiere cambiar; y no quiere pedirle perdón, ni a Dios mismo. Entonces, una de las maneras que podemos ser de testimonio a nuestros hijos, de predicarles el Evangelio, es siendo personas humildes, que reconocemos nuestro mal, pedimos perdón; y, luego la otra parte también, es que otorgamos perdón cuando alguien peca en contra de nosotros.
Susi: Creo que nuestros hijos lo pueden observar en otras relaciones de nuestra vida también, en actitudes generales. Quizás en el matrimonio podemos estar mas o menos bien; pero si escuchan comentarios acerca de los suegros o las amigas, los hermanos de la iglesia, el Pastor, o sea todo. No solamente el matrimonio, de una manera muy especial, está diseñado para predicar el Evangelio; pero no puede ser solamente ahí, o sea tiene que ser una integridad en nuestras vidas personales, de estar dispuestos a reconocer cuando hemos pecado, y de realmente otorgar un perdón verdadero.
Mateo: ¿Y de dónde viene eso? ¿De dónde viene la capacidad? Primero, de ser humilde y reconocer que he pecado; luego de pasar por la humillación de ir y pedir perdón; o cuando alguien peca en mi contra y me pide perdón, de extender el perdón bíblico que es, no olvidar en el sentido de nunca ya más pensarlo; pero nunca ya más usarlo en contra, de no permitir que eso estorbe en nuestra relación. ¿De dónde viene eso? Eso no viene de ninguno de nosotros, lo que viene de todos nosotros es: ira, gritería y enojo; esas cosas que veíamos la semana pasada en Efesios 4:31; lo de ser benignos y de perdonarnos unos a otros, eso no está en nosotros. Entonces llegamos a Efesios capítulo 4, a Efesios capítulo 5, y como el hermano Sugel nos decía en el primer episodio, en Efesios 5 viene primero, ser lleno del Espíritu, y no podemos producir el fruto del Espíritu, si no andamos en el Espíritu; entonces tenemos que estar cultivando nuestra propia relación personal con Dios; estar en la vid, o sea Cristo es la vid, tenemos que estar en la vid; solamente como pámpanos estamos conectados a la vid verdadera que es Cristo; entonces podremos producir el fruto del Espíritu en nuestra vida. Y creo que muchos de nosotros, en nuestros matrimonios estamos muy mal; y es porque no podemos producir el amor, el gozo y la paz que tanto queremos en nuestra vida; y no lo podemos producir por nosotros mismos, porque no estamos andando en el Espíritu, no estamos cultivando nuestra relación con Cristo; porque no está en nosotros, no está en mí, no está en nadie; solo está en Dios.
Susi: Creo que algo que nos sucede, es que no identificamos con la terminología correcta lo que hacemos. Frecuentemente he escuchado a mamás, por ejemplo, decir: “Es que como yo soy tan emocional con mis hijos, no me puedo controlar y respondo a ellos o a mi esposo con esas emociones tan fuertes”; y sentimos que somos víctimas de nuestras emociones; pero realmente lo que es, es la falta de lo que estás diciendo, el Espíritu no es el que está controlando nuestra mente, nuestro corazón. Así que, creo que también nos puede ayudar como a ponerle la etiqueta correcta a los problemas; tanto en el matrimonio como en nuestras vidas personales. Si yo reacciono de manera emocional y me enojo con mi esposo, me enojo con mis hijos, me desespero, no tengo paciencia; esa es una falta del fruto del Espíritu; y las buenas noticias es que Dios nos dice; si hiciéramos un estudio de todo el libro de Efesios, veríamos cómo es porque estamos en Cristo, el Evangelio nos dice nuestra posición en Cristo; entonces eso nos da el poder de andar en el Espíritu; pero la verdad es que muchas veces no queremos hacer el trabajo diario de estar en la Palabra, de estar en oración, y eso es lo que va a permitir que andemos en el Espíritu.
Algo que también quería comentar en este tema del pecado y el perdón, y todo eso, es que creo que me tardé un poco para reconocer esto, es que Dios también me ha llamado a mí como esposa, a ti como esposo, a ser un instrumento de Gracia en la vida, uno con otro. Entonces, cuando yo me trago mi molestia y estoy dispuesta a amar, ser paciente y mostrar misericordia, también estoy predicando el Evangelio a mi esposo; y un esposo que es paciente; porque creo que nos cuesta mucho sacarnos de la cabeza esa idea de que, “cuando mi esposa se lo merezca”, “cuando mi esposo se porte como una persona que lo merece, entonces le voy a mostrar esa paciencia”. Pero, el Evangelio me muestra que Cristo nos trató de esa forma, cuando nosotros no todavía, podíamos tratarle así. Y creo que ver a mi esposo como, mi hermano en Cristo que también necesita el Evangelio todos los días, mi ejemplo incluso puede recordar y animar. Y tu ejemplo a mí me anima, es una manera de amar al esposo.
Mateo: Y parte de esa Gracia y ese amor, es hablar esas palabras que edifican; que a veces es hablar la verdad y decir a alguien, a un hermano en Cristo. Tenemos una responsabilidad con nuestros hermanos en Cristo, de si hay un pecado en ellos; si los hemos sorprendido en un pecado, según Gálatas capítulo 6, de ir con ellos y confrontarlos, y ayudarlos a cambiar. Y pasa lo mismo en el matrimonio, parte de ser un instrumento de Gracia, es hablar la verdad. Y a veces yo necesito que tú me digas, y muchas veces me he beneficiado por tus palabras, cuando has señalado algo que yo estoy haciendo que es incorrecto. La clave es hacerlo en amor, como dice en Efesios; con espíritu de mansedumbre, como dice Gálatas capítulo 6; de esa manera, realmente reflejar el Evangelio. Cuando estamos simplemente aguantando y diciendo: “Pues yo le voy a mostrar paciencia, cuando se lo merezca” o “Darle Gracia cuando se lo merezca”; lo que sucede es que muchas veces llega un momento de explosión; porque no lo estamos manejando bíblicamente, entonces llega un momento de explosión, cuando ahora decimos nuestras verdades; pero no de una manera que refleja el Evangelio de Jesucristo.
Susi: Y que obviamente no está motivada por un verdadero deseo de que esa persona a quien yo amo, sea más como Cristo.
Mateo: Y ese es el objetivo que Dios tiene: Desarrollar en nosotros la imagen de Cristo. Y lo que encuentro, es que yo quiero desarrollar en ti mi propia imagen; o sea que yo quiero que tú seas un “calco” de lo que yo pienso, y que hagas todas las cosas como yo las hago; y cuando no las haces o no piensas lo que yo quiero que pienses, entonces me molesta. Pero como decíamos muchas veces, eso no es el resultado del pecado; no tiene nada que ver con el mal y el bien y lo que Dios dice en la Palabra; es simplemente mi propia comodidad, mi propia manera de hacer las cosas. Y creo que es muy importante que nosotros podamos recordar que Dios se ha propuesto desarrollar la imagen de Cristo, en mis hijos, en mi esposa, no la imagen de Mateo; y yo tengo que esperar y dejar que Dios haga esa obra. Y creo que esa es otra parte, de que somos muy impacientes con Dios. Ahora, el Evangelio me promete que hay una obra de santificación progresiva que Dios está haciendo. Dios va a desarrollar la imagen de Cristo en cada uno de sus hijos, y algunos vamos a avanzar mucho en esta tierra; y luego ser perfeccionados, cuando lleguemos a la glorificación; otros no. Otros van a avanzar poquito y va a ser más lento; pero Dios está haciendo la obra. Y creo que en muchos matrimonios, hay una frustración grande, hasta molestia; y la manera en que se tratan, puede ser motivada por un impulso espiritual, que es bueno: ¡quiero la imagen de Cristo en mi esposa!
Susi: ¡Pero, ya!
Mateo: ¡Pero, ya! Sí, exacto, ¡ahora mismo! Y no puedo esperar hasta que Dios haga la obra. Entonces yo intento hacer la obra; mi insistencia, darle mucha lata, no dejarle espacio para respirar, y entonces podemos estorbar la obra que Dios hace, porque nosotros queremos tomar las riendas; y pues, apresurar el paso, y Dios dice: “No, yo estoy haciendo algo”.
Susi: Y al final, cuando hacemos eso, realmente negamos el Evangelio; estamos diciendo que no es suficiente la obra de Dios, que yo tengo que ayudarle a Dios, que Dios no sabe, que yo soy mejor; y eso también me ha pasado a mí, en nuestro matrimonio Dios me ha tenido que mostrar: “Es que tú crees que tú sabes lo que yo quiero hacer en la vida de Mateo; pero tú no entiendes lo que yo quiero; tú tienes confiar, tener esa Fe de que yo estoy obrando, en la vida de cada uno de mis hijos”. Y realmente es orgullo, porque a veces yo creo saber cómo Dios tiene que hacer las cosas; y no es así. Me falta mucha sabiduría y tengo que ir corriendo, entonces, en dependencia sobre Dios.
Pero bueno, yo creo que nos hemos extendido; queremos que estas conversaciones sean de un tiempo manejable para que las parejas puedan escuchar juntos, entonces por ahora lo vamos a dejar ahí, recordando que hay siempre esperanza, algo de que el Evangelio nos ofrece siempre, es una esperanza increíble, de que Dios, como en Malaquías 4:6, dice: “Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos; y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”. Hay una esperanza de que Cristo está obrando en nuestras familias, en nuestros matrimonios y sabemos que cuando Dios se propone hacer algo, Él es Todopoderoso y Él lo va a hacer.
Así que, ¡gracias Mateo, por conversar conmigo!
Quiero recomendarte un libro buenísimo, que ha sido de mucha ayuda en nuestro matrimonio, en muchos matrimonios; y ese libro se llama, “Cuando pecadores dicen acepto”; y ese libro es publicado por publicaciones Poiema; puedes ir a su página de internet https://poiema.co de Colombia; y puedes buscar quizás una librería cerca de ti, una distribuidora, donde puedes conseguir el libro, “Cuando pecadores dicen acepto”. Y también, como estudio Bíblico de esta semana, queremos recomendarte que estudies Efesios 5:18-33: Tenemos la hoja de estudio inductivo que puedes imprimir para hacer este estudio. Y queremos dejarte con esas palabras de esperanza, quizás estás en un matrimonio difícil, quizás eres una mamá, una esposa casada con un esposo inconverso; comoquiera, tus acciones y tus actitudes, pueden predicar el Evangelio a tus hijos, por medio de esas respuestas que tienes: humillarte delante del Señor, pedir perdón cuando pecas y mostrar la Gracia y la Misericordia de Cristo. ¡Que Dios sea contigo esta semana!