Categoría: Evangelio

Episodio #85: El Evangelio: solo para pecadores con Aarón Gibson

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September 22, 2021

En un mundo que valora y promueve el positivismo, el tema del pecado es rechazado y minimizado. Las iglesias y los hogares cristianos fácilmente pueden caer presos a una perspectiva poco bíblica de la condición en la que cada ser humano se encuentra delante de Dios. Nuestros hijos urgentemente necesitan que entendamos y aceptemos su problema de pecado, y que les discipulemos fielmente en el proceso de entender el Evangelio que provee la solución a ese pecado.

Estudio bíblico de la semana: Romanos 6 y 8 (Bajar e imprimir)

Recurso recomendado de la semana: La mortificación del pecado por John Owen

Preguntas de reflexión:

  1. ¿De qué maneras has minimizado o rechazado la realidad de que tus hijos tienen un gran problema, el pecado, que impacta cada parte de su vida?
  2. Como resultado de escuchar esta enseñanza, ¿cómo has crecido en tu comprensión bíblica del pecado, sus orígenes y su impacto?
  3. ¿Cómo debes cambiar tu manera de tratar con el pecado de tus hijos? ¿Qué cambios prácticos puedes hacer?

Transcripción:

Susi: Estamos en el episodio número 85. Ya hemos tratado con la esencia del Evangelio en nuestra serie sobre el Evangelio y cómo una familia y un matrimonio en particular encuentra gozo y puede manejar la vida bíblicamente cuando se centra en el Evangelio. Hoy, queremos echarnos un clavado, del tipo olímpico, en un tema teológico clave del Evangelio, que es también un tema sumamente práctico.

No va a ser un episodio de teología, pero sí queremos entender y aplicar el concepto del pecado. Y para hablar sobre el pecado, estoy muy contenta de recibir por primera vez en el Podcast de Crianza Reverente, a un gran amigo de la familia Bixby: Aarón Gibson. ¡Bienvenido Aarón!

Aarón Gibson: ¡Gracias Susana!

Susi: Aarón es esposo de mi amiga muy querida, Ruth, y papá de cinco hijos, y ellos fueron nuestros compañeros de ministerio, aquí en Monterrey por algunos años. Aarón, no sé si puedes empezar contándonos un poco sobre tus hijos, y sobre el ministerio que llevas a cabo.

Aarón: Claro que sí. Pues, mi esposa se llama Ruth. Tenemos 25 años casados y tenemos 5 hijos. Nuestro hijo mayor tiene 19 años, y nuestra hija menor tiene 8 años. Nosotros somos misioneros, trabajando principalmente en el país de México; y el ministerio principal que Dios nos ha dado es de capacitar y preparar a líderes y pastores de iglesias, y es una pasión que nosotros tenemos.

Susi: ¡Amén! Yo creo que Aarón tiene muchos años llevando a cabo esa visión en varios ministerios diferentes. Estamos contentos de que por fin puedes estar aquí con nosotros en Crianza Reverente. Aarón es teólogo, pero también es papá y hemos observado de cerca la crianza que Aarón y su esposa tienen con sus hijos. Entonces, yo lo invito con bastante confianza de que Dios le ha capacitado intelectualmente; pero también espiritualmente, y creo que, puede tener algunas perspectivas, que nos pueden ayudar mucho.

Entonces, Aarón, quisiera comenzar la conversación poniendo las cartas sobre la mesa, porque no es popular hablar del pecado. En general, en el mundo en que vivimos, las ideas filosóficas más populares no dan lugar para hablar de la depravación total y el pecado, y todos esos temas que algunos consideran feos. Pero, no solo en el mundo en general; sino en la crianza. Yo creo que es uno de los mensajes más prevalentes y más peligrosos con el que los padres de hoy están siendo bombardeados; y no siempre es muy obvio. A veces, está envuelto en mensajes que se oyen muy positivos sobre autoestima, disciplina positiva, inocencia de bebés y todas esas cosas. Entonces, quizás podamos comenzar con la sencilla pregunta: ¿Es necesario hablar del pecado con nuestros hijos? Y si es así, ¿por qué?

Aarón: Sí, es una pregunta muy buena, Susana; porque hoy en día muchos piensan que el hombre, y especialmente los niños, son básicamente buenos. O sea, claramente todos hacen cosas malas; pero “en nuestro ser, en nuestra naturaleza más básica, somos personas buenas.” Pero, la Biblia enseña que el pecado es una realidad para todos los seres humanos. El pecado es parte de nuestra identidad humana, y como cristianos, el pecado es uno de los enemigos más grande en nuestras vidas.

Podemos considerar muchos pasajes bíblicos. Me viene a la mente Romanos 5:12, que dice que: “el pecado entró en el mundo por un hombre”, hablando de Adán (y en un momento voy a hablar de Adán); pero dice: “por el pecado, la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Entonces, Pablo enseña que todos son pecadores.

También el salmista dice en Salmos 51: “en maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre”, y eso significa que todos los seres humanos son pecadores. Y si nos preguntamos: ¿por qué?, ¿por qué es así? ¿cuál es el resultado que el pecado ha tenido en la vida de mis hijos? por ejemplo, simplemente tenemos que ir a los primeros capítulos de la Biblia. El libro de Génesis nos narra la historia de la venida del pecado al mundo y de las consecuencias desastrosas de ese pecado.

En Génesis 1 y 2, aprendemos que Dios creó al hombre a Su imagen. Creó a Adán y a Eva a Su imagen, para vivir en Su presencia, como su pueblo, en comunión perfecta con Dios. Esa fue nuestra identidad original.

Dios estableció a Adán y a Eva como reyes y sacerdotes delante de Él, para representarlo y para reflejar Su Gloria en la creación; y eso fue el propósito de Dios para nosotros. El ser humano fue creado perfecto, sin el pecado; pero cuando llegamos como sabemos a Génesis 3, todo cambia. Porque en Génesis 3, Adán y Eva, aunque fueron creados a la imagen de Dios para representarlo y reflejarlo y estar en comunión con Él, rechazan el señorío de Dios. Ellos rechazan la autoridad de Dios y deciden gobernarse a sí mismos. Ellos escogen lo que podemos llamar la “autonomía” que significa “auto regla”. Dicen: “Dios no me va a gobernar”, “Dios no me va a decir lo que es bueno y lo que es malo”, “yo, voy a decir por mí mismo lo que yo quiero” y ese pecado, Susana, tuvo una consecuencia enorme, una consecuencia inmediata en la vida de Adán y Eva.

Inmediatamente ellos están separados de Dios. Ellos se convierten en pecadores, y como representantes de la raza humana, entonces esa pecaminosidad, como vimos en Romanos 5, pasa a todos los seres humanos.

Podemos ver esa consecuencia inmediata, en la separación que ellos tuvieron de Dios. Ellos se esconden de Dios en Génesis 3. Dios llega al huerto del Edén para tener comunión con ellos y para caminar en el huerto; y ellos se esconden porque reconocen que algo ha pasado entre ellos y Su Creador, y además en el mismo capítulo, Dios tiene que correrlos del huerto del Edén. Son exiliados de la presencia de Dios; y desde entonces la raza humana ha vivido en exilio, en un estado de separación de Dios, de enemistad con Su Creador.

Las consecuencias siguen. Entra en el mundo, en ese momento, el conflicto. En otras palabras, no solamente hay consecuencias verticales entre ellos y su Creador; también hay consecuencias horizontales entre las criaturas. Podemos ver eso en Génesis 3:15, cuando Dios dice: “pondré enemistad entre ti (hablando a la serpiente) y la mujer y entre tu simiente y la simiente suya.”

Entonces, va a ver una guerra entre los seres humanos y los diferentes grupos de seres humanos. Podemos ver la misma cosa en el versículo 16 del capítulo 3, que dice Dios a Eva: “tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de ti”, hablando del conflicto que va a existir entre Adán y Eva; y la historia sigue en el capítulo 4, con conflictos entre los primeros dos hijos de Adán y Eva. Caín mata a su hermano. Es una expresión de la enemistad y del conflicto y del caos que el pecado había introducido en el mundo; y pues, hay muchas otras consecuencias. El pecado afectó toda la creación. La creación cayó bajo una maldición; y nuestros hijos están creciendo en un mundo caído, un mundo maldecido. Romanos 8 describe cómo toda la creación gime a una, como si tuviera dolores de parto, bajo el peso del pecado y de la maldición.

***Entonces, para entender este mundo, nuestros hijos tienen que entender su propia condición como criaturas de Dios, pero como pecadores en rebelión contra Dios. Tendrán que entender cómo el pecado ha afectado su propio corazón, sus propios deseos, sus propias inclinaciones. Tienen que entender, cómo el pecado afecta todas sus relaciones personales en el mundo; tanto con sus padres, como con sus hermanos y sus vecinos y sus amigos.

Las consecuencias siguen, en el Capítulo 5 de Génesis, tenemos la genealogía de Set, el tercer hijo de Adán; y en cada generación dice: “y murió”, “y murió”, “y murió” para enfatizar que el resultado es la muerte. Y llegamos a un punto importante en el Capítulo 6 de Génesis, cuando el autor nos da un resumen de la condición humana, y dijo: “Vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.”

Entonces, otra vez, para entender a su Creador, para entenderse a sí mismos, nuestros hijos tienen que entender el pecado y las consecuencias que el pecado trajo al mundo.

Susi: Escuchando esa descripción, pienso en tantas cosas que el mundo actual dice acerca de la naturaleza de los hijos, de las personas; y también pienso en tantos problemas que las personas tienen, que son resultado de no reconocer su condición. Están intentando arreglar lo que está roto en su mundo o en su vida, en su persona, en sus circunstancias, ¡todo! Buscando soluciones; pero como no se reconoce el verdadero problema, no se buscan las soluciones adecuadas. ¿Verdad?

Aarón: ¡Sí! Y en la crianza Susana, si no damos a nuestros hijos un entendimiento del pecado, no les estamos dando lo que ellos necesitan para vivir y sobrevivir en este mundo. Mandarlos al mundo sin darles ese entendimiento, es entrar en el mundo ciego e incapaz de vivir bien.

Susi: ¡Sí!, de tratar con los problemas que llegan, los retos. Yo pienso en tantos padres que he escuchado decir: “es que quiero lo mejor para mis hijos” y al buscar lo mejor para sus hijos, niegan la realidad más grande que les impacta, que es su condición pecaminosa.

Aarón: ¡Así es!

Susi: Yo creo que tener un entendimiento, lo que nos acabas de explicar de Génesis, es realmente el comienzo de la realidad del pecado en el mundo. Es entender teológicamente y bíblicamente lo que el pecado es. Y creo que no nos gusta escucharlo, especialmente cuando nuestros niños están muy pequeños. Es muy difícil aceptar esa realidad. Creo que cuando ya tienes niños más grandes y niños adolescentes, a lo mejor es un poquito más fácil reconocer la realidad. Pero, quizás podemos tomar esta realidad que nos has explicado, y pensar en cómo afecta la vida diaria de nuestros hijos, ¿cómo podemos aplicar estas verdades en la vida diaria de la crianza?

Aarón: Pues, Susana, ya han hablado del Evangelio, y sabemos que la palabra “Evangelio” significa, buenas nuevas. El mensaje que la Biblia nos da es un mensaje de buenas noticias: Lo que Dios ha hecho en Cristo. Pero, la verdad es que no podemos entender las buenas noticias, si no entendemos primero, las malas noticias.

En la Biblia, las buenas noticias y el mensaje de esas buenas noticias, siempre comienza con las malas noticias. Muchas veces, queremos los beneficios del Evangelio, sin realmente apreciar y entender las malas noticias; por ejemplo, en el libro de Romanos, que habla de las buenas noticias en el capítulo 3, Pablo comienza en los capítulos 1 y 2 hablando primero de la pecaminosidad de todos: primero, de los gentiles y luego de los judíos. Entonces, entender lo que vamos a ver en la siguiente parte de nuestra plática, solo podemos entender esto, si entendemos la condición de nuestros hijos.

Hemos hablado de las consecuencias del pecado en nuestros hijos. Bueno, si el pecado ha contaminado cada parte de la vida de mis hijos: su relación personal con Dios, su propio corazón, sus relaciones personales, pues es importante que entendamos las buenas noticias que son que el Evangelio también toca cada aspecto de nuestra vida.

Si el pecado ha afectado mi relación personal con Dios, las buenas noticias son que, en Jesús, esa relación con Dios, esa enemistad puede ser quitada; esa relación puede ser restaurada. El Evangelio es clave aquí. Normalmente, cuando hablamos del Evangelio, pensamos en la salvación inicial, ¿verdad?

Susi: Sí

Aarón: Es claro que la gran necesidad de mis hijos es ser reconciliados con Dios; pero después de la salvación, la verdad es que el pecado sigue siendo una realidad presente, una realidad diaria en la experiencia de mis hijos; y el Evangelio nos da una herramienta divina para tratar con el pecado, en su relación con Dios. El punto es que mis hijos necesitan el Evangelio, para tratar con su pecado diario, para cultivar y mantener su relación personal con Dios. Entonces, una parte de enseñar el Evangelio a mis hijos es enseñarles a tratar diariamente con su pecaminosidad.

Normalmente, yo creo que, cuando un cristiano peca y reconoce su pecado, existen dos instintos naturales, dos reacciones naturales, dos reacciones equivocadas naturales: una reacción es esconder el pecado, negarlo o hacer lo que hizo Adán, y escondernos; pero la otra reacción mala es, desesperarse del pecado, es la verdad de que muchas veces decimos: “es que soy pecador, he fallado”, “Dios ya no me ama”, “no hay esperanza para mí”.

El Evangelio me enseña que esas dos reacciones: negar o esconder el pecado por un lado, o desesperarme por mi propia pecaminosidad; esas son reacciones malas. La Biblia, el Evangelio, nos enseña que cuando nos acercamos a Dios, por ejemplo en Hebreos 10:22, que tengo que hacerlo con corazón sincero, que significa un corazón abierto, un corazón transparente, una disponibilidad de ser abierto a Dios y de confesar y reconocer mi pecaminosidad.

Pero, también tengo que entender el poder de la gracia de Dios. No tengo que desesperarme, porque la Biblia dice que, cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia. ¡Esas son buenas noticias! Mi pecado es grande, y mi pecado sigue creciendo muchas veces; pero la gracia de Dios cada vez es más grande que mi propio pecado; y otra vez, tengo que enseñar a mis hijos a tratar con esa realidad, con esas tendencias; con el mensaje del Evangelio.

Susi: Creo que es muy práctico lo que dices de las dos respuestas equivocadas. Eso para un padre le puede ayudar muchísimo, a entender cuándo sus hijos no están respondiendo correctamente. Entonces, cuando ve que un hijo tiende siempre a esconder; pues ya sabe cómo acercarse a él, cómo animarle a la luz del Evangelio, a no esconder; porque hay un Dios que no le condena, que ya ha ofrecido Su gracia para ese pecado. Tú tienes 5 hijos. Entonces estoy segura que tienes hijos que tienen las dos tendencias principales.

Aarón: Así es.

Susi: Hay otros niños que son muy sensibles y se desesperan; no tienen naturalmente como una esperanza y se desaniman mucho con su pecado, pues de ese lado también está la gracia. Creo que son muy prácticas esas observaciones.

Aarón: Sí, claro. Entonces, quiero siempre estar enseñando a mis hijos a practicar las disciplinas espirituales de arrepentimiento, de confesión. Quiero que ellos entiendan bien pasajes como 1 Juan 1 y 2, que dice que, sí van a pecar, pero la sangre de Jesucristo sigue limpiándonos de toda maldad. “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo”, ¿de qué? “de perdonarnos de nuestros pecados.”

En momentos de disciplina, cuando tengo que disciplinar a mis hijos, en ese momento puedo enseñarles a predicar el Evangelio a sí mismos; ayudándoles a entender que el pecado trae consecuencias; pero el Evangelio trae esperanza, perdón y reconciliación tanto con sus papás como con su Dios, su Creador. Y pues, son puntos muy importantes y prácticos, para la crianza diaria de nuestros hijos.

Susi: Sí. Comentaste que afecta su relación con Dios; pero que también afecta su concepto de sí mismo, y sus relaciones con otras personas. ¿Qué otros aspectos prácticos entonces, veríamos en la crianza?

Aarón: Sí, pues pensando en el corazón pecaminoso de mis hijos, quiero que mis hijos entiendan también, cómo el pecado afecta sus tendencias personales, sus deseos; y cómo el Evangelio los ayuda a experimentar lo que llamamos la santificación, que es el proceso de ser transformado a la imagen de Jesucristo. El Evangelio y la obra de Cristo, no solamente me salva de la pena del pecado, en la justificación; también me salva del poder del pecado en mi vida. Quiero que mis hijos entiendan que el Evangelio es una herramienta que pueden usar, para superar el poder diario que ellos sienten en sus propios corazones.

Y hay muchos pasajes importantes para eso. Por ejemplo, pienso en Romanos capítulo 6, explica que, por nuestra unión con Cristo, hemos muerto al pecado. Significa, que el poder del pecado y la esclavitud que trae el pecado ha sido quitado; y Romanos 8 y Gálatas 5 hablan de cómo el poder del Espíritu Santo y la práctica de caminar o andar en el Espíritu Santo, someterme al Espíritu Santo; también supera los deseos de mi carne pecaminosa. Juan 15 me enseña la importancia de permanecer en Cristo, de mantener una relación personal, una relación íntima y estrecha con Jesucristo; como la vid y los pámpanos. Yo tengo que permanecer en Cristo, porque de Él viene mi vida y de Él viene el poder para superar mi pecado; y puedo aplicar el Evangelio a eso, y ayudarles a entender, que la gratitud por lo que Dios ha hecho por ellos en Cristo, también es una motivación poderosa para decir ¡NO! al pecado. La única motivación no es el miedo de ser castigado. También tenemos la motivación del amor y de nuestra relación personal con Jesucristo.

El Evangelio es el medio por el cual mis hijos experimentarán la victoria de sus propios deseos carnales; y eso es especialmente importante en los años de adolescencia, cuando nuestros hijos empiezan a batallar con ese “monstruo” de la carne pecaminosa que vive en ellos, y si tienen, digamos, una dieta constante del Evangelio toda su vida, en momentos de disciplina, en momentos de confrontación con el pecado, en momentos de enseñanza, ahí en la mesa en la casa; pues ellos van a tener herramientas ricas y fuertes para batallar contra el pecado. Van a tener sus raíces profundamente echadas en Jesucristo y en la verdad de la Biblia y del Evangelio, para tratar con el pecado.

Susi: Amén. Y yo creo que hay que decirlo, aunque debería de ser obvio, que los padres no podemos enseñar y transferir esa perspectiva del Evangelio, de la vida, si no es algo que estamos experimentando personalmente. Así que, es un gran reto para nosotros como padres, vivir ese aspecto, y pedirle al Señor que nos dé una perspectiva real de nuestro pecado; y cosas que hemos mencionado muchas veces aquí; pero hay que siempre repetirlo: pedir perdón a nuestros hijos o confesar nuestro pecado a nuestros hijos, también les da como un modelo a seguir para su propio pecado.

Antes de terminar quisiera preguntarte, porque sabemos que este tema del Evangelio es realmente insondable, pero, si un padre o una madre quiere realmente profundizar en el tema del pecado, ¿tienes algún recurso, que puedes recomendar para que lo lean o busquen?

Aarón: Primero en la Biblia: Romanos 6-8. Es un pasaje sumamente importante para entender el tema del pecado y la santificación y el papel del Evangelio en todo eso. Pero, más allá de la Biblia, creo que la persona que me ha ayudado más a entender la dinámica y la mecánica del pecado y la tentación y la santificación, es el gran puritano John Owen, que fue un gran teólogo y pastor en el siglo XVII, y varios de sus libros sobre el pecado y la tentación han sido traducidos al español; pero uno más importante se llama “La Mortificación del pecado.” Y esa palabra “mortificación” significa otra cosa en español normalmente, pero simplemente habla de hacer morir o de matar el pecado. Viene de Romanos 8:13, que dice que, debemos hacer morir las obras de la carne. Y Owen, siempre decía de una manera muy famosa: “Mata al pecado o el pecado te matará a ti” y es un libro sumamente bueno, para entender el tema de la santificación.

Susi: “La Mortificación del pecado.” Creo que es publicado por Editorial Faro de Gracia. Puedes buscar en nuestra página, para saber dónde encontrar ese libro.

Y aparte de ese libro, Aarón, estamos llevando como un estilo de estudio bíblico inductivo, y simplemente en cada episodio estamos recomendando un pasaje de la Biblia y ofreciendo una hoja de estudio inductivo, para acompañarlo. Entonces, ¿hay algún pasaje, algún capítulo, alguna sección que recomendarías?

Aarón: Pues, otra vez, yo diría Romanos 6 o Romanos 8:1-17, dos pasajes sumamente importantes.

Susi: Entonces vamos a preparar y tenerlos en la página de Crianza Reverente. En este episodio puedes ir y bajar esa hoja pdf, para que puedas hacer el estudio esta semana.

Bueno, gracias, Aarón, por tomar de tu tiempo para conversar con nosotros, y prepararte para esta conversación.

Aarón: De nada. ¡Gracias a ti!

Susi: Nos vemos, si Dios permite, la próxima semana para seguir hablando del Evangelio; y vamos a estar hablando del perdón. Así que, no te lo pierdas. ¡Que Dios te bendiga mucho en esta semana!

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Autores

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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  • El Dr. Aaron (AJ) Gibson es misionero y director de la región de América Latina para Reaching and Teaching International Ministries. Tiene un M.A. en teología y un Ph.D. en Nuevo Testamento de Bob Jones University. AJ vive en Oaxaca con su esposa, Ruth, y sus cinco hijos.

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