Categoría: Vida familiar

Episodio #86: El perdón que restaura relaciones con Jairo Namnún

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September 29, 2021

En un mundo roto por el pecado, y en una familia llena de pecadores, vivir con relaciones rotas es un estilo de vida común. ¡Pero no tiene que ser así! El perdón que Cristo ofrece es la base para vivir perdonando y pidiendo perdón. Y la obra transformadora que Dios puede hacer en una familia por medio del perdón es maravillosa. ¡Escucha esta conversación con Jairo!

Estudio bíblico de la semana: Mateo 18 (Bajar e imprimir)

Recurso recomendado de la semana: La libertad de perdonar por Jairo Namnún

Preguntas de reflexión:

  1. Al evaluarte personalmente, ¿dirías que te caracteriza un espíritu perdonador o resentido? ¿humilde para pedir perdón u orgulloso?
  2. Cuando consideras el perdón que Cristo te ha otorgado en base a tu arrepentimiento genuino, ¿cómo esto motiva el perdón que debes ofrecer a otros, en especial a tus familiares cercanos?
  3. ¿Qué pasos necesitas tomar para pedir y ofrecer perdón a tu cónyuge o a tus hijos, y para empezar a entrenar a tus hijos a perdonar y pedir perdón?

Transcripción:

Susi: ¡Seguimos con nuestra emocionante serie sobre el Evangelio como el contexto esencial de la crianza cristiana! Hemos explorado ya varios aspectos del Evangelio; y en este episodio # 86, nos toca hablar sobre uno muy importante: el perdón. Y para esto, tenemos el privilegio de tener con nosotros a Jairo Namnún. Jairo, ¡Bienvenido! ¿Podrías presentarte, a tu familia y a tu ministerio?

Jairo: Mi nombre es Jairo Namnún, dominicano, casado con Patricia, la mejor mujer del mundo; desde hace 13 años. Tenemos 3 hijos: Ezequiel (8), Isaac (7) y María Esther (6) y como pueden imaginar, en nuestro hogar “nunca hay ruido”, todo es estudio y silencio. También tenemos 3 perros de 12, 7 y 5 años. Esa es parte de nuestra vida familiar.

Yo sirvo como parte del liderazgo de la Iglesia Bautista Internacional (IBI) en Santo Domingo y formo parte de esta congregación desde hace 14 años. Mi esposa tiene 19 años en la IBI. También sirvo en una organización que se llama The Gospel Coalition, y soy el director de Coaliciones Internacionales y mi labor es trabajar con los diferentes equipos internacionales de Coalición por el Evangelio, que es la hispana, hasta otra en árabe.

Definitivamente, tengo el privilegio que me empequeñece de poder trabajar con los equipos de todo el mundo, y de ir aprendiendo cómo servir junto a ellos y servirlos a ellos. Cada Coalición tiene su sabor único y estamos aprendiendo desde el lado central, para que Estados unidos aprenda de todo lo que sucede en el medio oriente, en Australia, en medio oriente, en Corea, en China y demás.

Susi: Y pensar que hay familias en todo el mundo que necesitan el Evangelio, no solo para salvación; sino también para su crecimiento diario y ¡es emocionante eso!

Jairo, ¿escribiste un libro sobre el perdón, cierto?

Jairo: Sí, un libro pequeño que me motivó tanto.

Susi: Me encantó al empezar a leerlo, especialmente cómo comenzaste tu trato del tema del perdón, destacando el aspecto relacional de nuestro diseño, y creo que los seres humanos creados por Dios, no tomamos en cuenta suficiente cómo nuestro Creador nos diseñó, y las implicaciones sobre cada área de nuestra vida. Podrías empezar explicándonos por qué ese aspecto de nuestro diseño es tan importante para poder conversar adecuadamente sobre el perdón.

Jairo: Empezaré diciendo algo que va a sonar como una herejía, pero te prometo que no lo es. Y lo mencioné en el libro y cuando se lo dije a Patricia, la primera vez, ella quedó mirándome. Le decía, mira, hay algo que Dios nos creó de tal manera, fíjate que cuando Dios crea todo en la creación; lo primero que Él dice que no está bien, no es el pecado; sino que es la soledad de Adán; es decir, que yo puedo estar muy bien, aun teniendo la presencia de Dios en mi vida; pero si yo no estoy caminando con otra persona, yo no voy a estar bien.

Dios, no puede “quitarme la soledad”, por eso decía al inicio que sonaba a herejía, pero no lo era. Porque por diseño, Dios me creó a su imagen; y Dios, desde la eternidad ha existido en la comunidad de la Trinidad; y yo fui creado a su imagen, entonces fui creado para estar siempre en comunión con alguien como yo.

En el sentido de que fui creado de manera relacional o para la relación, yo no puedo estar solo, yo no puedo vivir solo, yo necesito tener a otra persona. En el caso de Adán, él necesitaba a Eva. Pero posterior a la caída y desde siempre, Dios lo diseñó; entonces yo necesito una comunidad, ya sea una esposa, o según dice la Palabra que hay personas que tienen el don de soltería, pero, aunque tengamos una esposa o no; siempre necesitamos tener a otros iguales, a otros seres humanos, a otros amigos, familias, compañeros; así nos creó Dios. ¡Él nos creó para relacionarnos!

1 de Juan dice que nadie puede amar a Dios a quien no ha visto sino ama a su hermano a quien ha visto. Entonces, las personas que te dicen que están creciendo espiritualmente, pero no los ves con relaciones fuertes alrededor de ellos, ¡hay una mentira allí!, quiere decir que algo está faltando.

Susi: El pecado es el problema, como hablamos en el episodio pasado; entonces ¿qué es realmente el perdón? Yy mientras nos explicas qué es el perdón, nos puedes también destacar algunos sustitutos deficientes que hemos creído que son el perdón.

Jairo: Nadie puede vivir solo, pero, posterior a la caída, todo el mundo peca; y ahí se complicó todo; porque nadie quiere estar solo; pero las personas que están a nuestro alrededor son las personas que nos hacen sentir mal.

Por ejemplo, Susi, yo te aprecio mucho, hemos servido al Señor juntos en conferencias en diferentes ministerios; pero tú sabes que, si pasamos 10, 20, 30, 40 horas, conversando, de alguna manera voy a pecar contra ti o tú contra mí; sino pregúntale a tu esposo Mateo o a Patty que vive conmigo.

Susi: Así es, es inevitable.

Jairo: Si les pasó a Adán y Eva en el Edén, que son la mejor representación; nos puede pasar a nosotros también. Todos pecamos.

Nadie quiere estar solo. Tú quieres a alguien que te acompañe; pero como decía Batman Dark Knight: “Tú mueres como un héroe o vives lo suficiente para convertirte en villano”, y eso sucede en todas las relaciones. Cuando estás joven y dices: “Si solo tuviera a esa novia” y luego, cuando la tienes dices: “¡Pero, para qué me metí ahí!” Esa es la realidad de todas las relaciones humanas; y eso es lo que hace del perdón la única manera de poder vivir con otros.

Porque como nosotros somos pecadores, necesitamos poder perdonarnos para poder vivir; porque como menciono en el libro: “Los pajaritos cantan, las plantas dan oxígeno y los pecadores pecan”.

Entonces, que los pecadores perdonados, es decir, los cristianos, perdonan; y esa es la realidad que tenemos.

Me preguntabas qué es el perdón, y yo doy una definición en el libro, pero la resumiré: El perdón es la oferta de gracia de parte de una persona ofendida a un pecador arrepentido, en busca de la reconciliación. La idea es que, yo estoy tratando de reconciliarme con alguien, estoy decidiendo ofrecerle gracia a esa persona que me ha ofendido.

Eso no implica tanto “hacerme el loco”, es una expresión utilizada en República Dominicana, que quiere decir, dejar pasar por alto la ofensa; no es tan solo pasar por alto la ofensa, que es algo que los cristianos tenemos que hacer. Es una parte importantísima de la vida diaria. El perdón va más allá, e involucra a dos partes, es algo súper importante y más profundo. Normalmente del perdón se habla como algo que simplemente, no importa el otro, es algo que tú tienes que hacer por tu parte. Pero, yo no creo que es lo que la Biblia trata como el perdón.

Quizás podemos usar el perdón de Cristo y entender teológicamente el perdón que Cristo ofrece, para así entender mejor la naturaleza del verdadero perdón y poder obedecer, por ejemplo, Efesios 4:31- 32, que dice: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, y maledicencia y toda malicia. Antes sed, benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

La Biblia tiene mucho que decirnos sobre el perdón, pero esto es la base; no podemos hacer menos que esto; perdonándonos como Dios nos perdonó en Cristo, es decir, que es un perdón increíble, profundo, asombroso, constante, es un perdón inmerecido, no es un perdón incondicional y eso es algo que no hemos terminado de entender, pero más lo leo en la Escritura, más me convenzo y es un principio bíblico.

La Escritura te muestra una condición al perdón, que no es una condición muy compleja, es la misma condición que el Padre nos muestra para mostrarnos su perdón. No es muy difícil. “Vengan a mí, los que están cansados, que yo les haré descansar” (Mateo 11:29). La condición que Dios nos muestra es la condición del arrepentimiento, es ir donde Él y de inmediato el perdón está allí.

En la Escritura y en la vida, lo que necesitamos para recibir el perdón, es simplemente el arrepentimiento; pues el perdón siempre involucra dos partes y debido a que el perdón siempre está buscando la reconciliación, necesitamos que haya un entendimiento de ambas partes de que algo ha roto la relación. Cuando hay una ruptura, siempre hay de alguna manera un ofensor y un ofendido. En el caso de nuestra relación con Dios, como nos enseña Efesios 4, está total y absolutamente claro quién es el ofensor y quién es el ofendido.

Dios es siempre el ofendido, porque Dios es Santo, Justo, bueno; y todo lo que Él hace está bien y nosotros hemos transgredido la ley de Dios y somos los pecadores; por tanto, somos nosotros quienes debemos de ir delante de Dios siempre en arrepentimiento.

En nuestras relaciones interpersonales regularmente es un poco más complejo, porque a veces, no está tan claro quién es el ofensor y quién es el ofendido; y por tanto, no es correcto decir que es la otra persona quien tiene que venir a pedirnos perdón, eso no es lo que la Escritura nos enseña.

En Mateo 18, la Escritura me enseña de manera clara que, si mi hermano pecó contra mí, yo voy donde él; y Lucas 17, dice: “Si mi hermano peca, ve y repréndelo y si se arrepiente, perdónalo”. O sea, yo tengo la responsabilidad de que cuando alguien ha fallado; como creyente, yo debo ir donde esa persona y confrontarle en amor, en busca de esa reconciliación.

Como lo digo en mi libro, la actitud del corazón de la persona es primaria; es decir, si yo soy la persona ofendida, mi actitud, la disposición de mi corazón, debe ser hacia el perdón.  Y lo primero que tengo que hacer en mi corazón, es decir: Me ofendieron, pero yo quiero perdonar; porque yo quiero ser como Cristo, y Cristo no esperó que yo le pidiera perdón, para estar dispuesto a perdonarme, ya ese corazón de Cristo estaba listo; tan pronto yo fui, yo recibí perdón.

Si Susi me ofende, iría donde Susi a preguntarle, ¿qué fue lo que pasó? Esa reacción, mira yo me sentí mal, por la manera que reaccionaste, ¿qué pasó?

Yo estoy ofreciendo gracia al pecador. Susi diría: Jairo, tuve el peor día, yo de verdad estaba exhausta, yo pequé, no te hablé como debí, y yo me he arrepentido. A lo que Jairo respondería: No hay problema hermana, es parte de la vida. Y ¿qué ocurrió en ese momento? La reconciliación. Dios es glorificado, nuestra relación es restaurada y seguimos corriendo juntos, reconciliados, sirviendo al Señor.

Esto suena como el mundo ideal, la vida diaria es más desastrosa; pero este es el mejor caso de cómo luce el perdón en la vida cristiana.

Susi: Es importante destacar algo que dijiste, que entre humanos siempre hay dos pecadores; dos ofensores y dos ofendidos; y como padres con hijos, nuestra tendencia sería pensar que siempre son mis hijos los que ofenden y nosotros los padres somos los ofendidos; pero no es así, porque también somos los padres los que ofendemos a nuestros hijos. Me encanta cuando dices que la reconciliación es la meta; la meta no es sacar toda la basura y estar seguros de que hemos dejamos al aire todo lo que tú hiciste mal; la meta es la reconciliación. La motivación a la reconciliación es que Cristo nos haya reconciliado con Él.

Jairo: Esa es la clave de que el perdón es entre dos partes, que estamos buscando la reconciliación.

El propósito final del perdón no es sentirme mejor; es reconciliarme con mi hermano. Porque si el perdón es en Cristo, si el ejemplo es como Dios me perdonó en Cristo; como Cristo me perdonó, si el modelo es Cristo; a quién Dios perdona, con quien Dios nos reconcilie. Eso es tan clave y no entiendo cómo no lo hemos visto. ¿Dónde vemos en las Escrituras que Dios está perdonando a alguien, pero que no se reconcilie con esa persona?

Sin embargo, existen casos complejos y cada reconciliación se va a ver diferente, pero la idea resumida es: mi relación luego del perdón no puede quedar en el mismo lugar donde estaba antes del perdón; algo tiene que lucir bien. Tal vez no vamos a estar en el mismo sitio que estábamos antes; todavía puede que haya una reconciliación en medio de un divorcio, porque vivimos en un mundo caído; puede que haya una reconciliación, pero que la otra persona esté del otro lado de las rejas, porque el pecado fue un pecado tan horrendo que amerita estar preso.

Susi: Porque hay consecuencias que van a suceder.

Jairo: El Señor nos permite consecuencias, como parte de su disciplina llena de gracia; pero sí hay reconciliación, como producto final del perdón; y lo vemos en películas, lo escuchamos en historias y decimos, ¡qué hermoso!, pero a la hora de la vida diaria, la mayoría de nosotros no estamos con problemas tras las rejas, ni problemas de divorcios; pero el problema es de día a día; es en un partido de futbol, dejamos de hablarnos con un hermano porque no me pasó la pelota durante el juego; esas son las situaciones.

Con nuestros hijos, muchas veces nos pasa que ellos no tienen nuestro vocabulario y no saben expresar, pero los maltratamos y nosotros siempre nos consideramos las víctimas de sus ofensas; y en la medida que ellos crecen, ellos se quedan con esas heridas, con esas ofensas que no saben expresarlas; y como nunca han visto el arrepentimiento de nuestra parte, no hay una verdadera reconciliación; y en la adolescencia, lo que encontramos es una separación. Lo vemos todo el tiempo en la actualidad. Muchos adolescentes no quieren acercarse a sus padres, porque hay una falta de perdón, resentimiento, raíces de amargura que han crecido por años; porque los padres nunca les han pedido perdón real a sus hijos. Porque los hijos no han sabido expresar: ¡Me heriste! Porque eran pequeños. El padre nunca supo identificar sus faltas, y esas raíces de amargura fueron creciendo con el tiempo; el niño nunca supo pasar por alto la ofensa, nunca supo perdonar, nunca hubo reconciliación en todos esos pequeños pecados; en la adolescencia y en la adultez, están todas esas raíces de amargura tan fuertes, que necesitan tres o cinco hombres para poder talarlas; y tiempos de consejería profunda, para poder quitar todas esas raíces tan pesadas.

Susi: Estoy totalmente de acuerdo, y eso destaca la importancia de que los padres vivamos personalmente, que modelemos una comprensión bíblica del perdón: el pedir perdón y el otorgar perdón. Eso significa no ignorar ofensas, no tener el hábito; aunque sí, la Biblia nos pide pasar por alto ciertas ofensas; eso es diferente, que pretender como si nunca hubieran sucedido.

En el hogar vemos muchas oportunidades de modelar el perdón y de enseñar el perdón. ¿Qué ejemplos nos podrías dar, para entrenar a nuestros hijos en perdonar y otorgar perdón?

Jairo: Es una excelente pregunta, me encantó lo que dijiste sobre ignorar una ofensa y pasar por alto una ofensa no es lo mismo; porque el hebreo tiene una palabra para “ignorar” y otra palabra para “pasar por alto”; y hay una razón por la que usa la una o la otra. Pasar por alto una ofensa, es una forma de buscar afecto. La vida diaria implica que necesito pasar por alto una ofensa y es una muestra de madurez el aprender algo que debería ofenderme a no ofenderme, eso es una muestra de madurez.

El perdón es necesario cuando la ofensa ha sido ocurrida. Entonces, cuando yo me he ofendido, yo necesito perdonar; pero, si yo puedo no ofenderme, ¡Gloria a Dios por eso! y debo prestar atención a, si Dios está siendo ofendido. Hay cosas que son gustos; y “que no me gustó que me hicieran eso”, pero al final ¿quién eres tú? Te hablaron feo, pero tal vez, fue a tu orgullo al que ofendieron, y no fue la imagen de Dios que fue ofendida, sino tu orgullo.

En la vida diaria, como padres, si tú crees que todo es un proceso de perdón, vas a pasarte el día diciendo: Ven aquí, ¿qué hiciste mal? Y ¿por qué debes pedir perdón? Y va a ser horrible vivir en tu casa.

Por ejemplo: Mi hijo Ezequiel tiene 8 años y me encantaría que él pueda escuchar este Podcast algún día y escuchar ejemplos como este; porque hay días en que lo llamo y le digo: Ven aquí mi amor, ¿tú viste cómo hablaste? No hables así a tu hermano. Le dije, es una ofensa, no debiste haberlo hecho; le pasé por alto su ofensa. En mi casa, ellos saben que cuando uno le habla mal a otro, ellos le están hablando mal a mi hijo; y nadie puede hablarles mal a mis hijos; son mis hijos, yo los amo, y los defiendo; ellos saben completamente qué tanto su papá defiende a sus hijos y quiere que sus hijos estén bien. Es una ofensa grave para mí, cuando uno de ellos maltrata a otro; pero tú sabes cómo juegan los muchachos pequeños, y no solo hablarse mal; porque involucra muchas cosas.

Cuando yo voy y le digo: Vi lo que hiciste, ¡ten cuidado! Yo estoy pasando por alto su ofensa; porque no lo estoy llevando a lo que se supone que conlleva, pero le estoy dejando saber que eso es parte de la vida diaria.

Me pasó hace un tiempo, que Patricia, mi esposa, estaba grabando un Podcast contigo Susi y mientras ustedes hablaban, yo tengo a los niños controlados; porque no es fácil. Yo estaba hablando con Ezequiel y tenía una conversación sobre el egoísmo; y cuando sale, en ese momento, va y le quita la patineta a la hermana de mala manera; y le digo: Pero, ¿acaso no acabamos de tener una conversación sobre ese tema?

Ahí estoy viendo un patrón, que algo no funcionó y que necesitaba intervenir. Eso es necesario saber, cuándo es necesario pasar por alto y cuándo no.

Susi: Se están ofendiendo entre ellos, también; y a pesar de que mis hijos son adolescentes, pero siempre fue como esa danza de que no quiero que siempre vean la conducta de sus hermanos como ofensas; pero quiero que aprendan a entender que sus acciones pueden ofender a otros; y que cuando ven que la otra persona está ofendida, que estén dispuestos a pedir perdón. Es como un entrenamiento diario.

Yo, como mamá tengo que cuidar mi propio corazón, de no estar resentida contra mis hijos, y si veo que está empezando esto ir con mis hijos y pedirles perdón; porque sé que mis reacciones han sido demasiado toscas y bruscas; y les ha ofendido a ellos.

Pero, también vigilar la interacción entre ellos; y ver que uno es más sensible que el otro. Y hay padres que dirán: ¡que no, que crezca, que madure y que se ponga más duro, para que no se ofenda!, pero yo no estoy de acuerdo del todo con esa perspectiva; porque Dios nos dio personalidades diferentes; entonces, si yo veo que uno de mis hijos es más sensible, quiero ayudarle a no ser tan sensible, pero también quiero ayudar a sus hermanos a ver que el trato y el amor hacia esa persona, va a ser, tomar en cuenta que más fácilmente se ofende. Entonces, pido perdón, porque veo que realmente he ofendido a mi hermano.

Son conversaciones que los padres debemos tener constantemente con nuestros hijos, siempre apuntándolos hacia el perdón de Cristo, como el modelo.

Jairo: Tú mencionabas algo que es tan importante; como nosotros no somos Dios y nuestro perdón es basándonos en el de Cristo, pero es perdonándose unos a otros; tenemos que aprender eso, de pedirle perdón a nuestros hijos. Eso es tan importante, y yo no puedo decir que soy el gran ejemplo de eso, pero sí es una práctica que mi esposa y yo hacemos frecuentemente con nuestros hijos.

Me ha pasado en tres o cuatro ocasiones, que he hecho una reprimenda a mis hijos, por algo que yo no he entendido bien, que escuché mal de algo que pensé que habían hecho, de unas reacciones; y van en contra de mi carne, porque yo soy el papá; pero cuando el Espíritu me mueve, he ido a pedirles perdón a mis hijos. Les he dicho que no escuché bien, tú no dijiste lo que pensaba que tú habías dicho, o no había entendido bien. A pesar de que los míos son muy pequeños, no saben entender bien, pero van corriendo y ellos aceptan mi perdón y me abrazan.

Yo no sé qué tanto están entendiendo; pero yo sé que mi Padre que está en los cielos los está viendo y confío en que Él está honrando esa actitud, y está creando en ellos un corazón que pueda entender que esta es la dinámica de la vida debajo del sol: pecadores perdonados, perdonan.

Susi: Los estás entrenando a pedir perdón y a otorgar perdón; y eso es tan importante, incluso niños pequeños que todavía no son salvos, podemos entrenarlos; porque estamos apuntándoles y entrenándoles en el perdón de Cristo. ¡Esa es la cultura del Evangelio!

Jairo: Al final, a los pies de la cruz todos tenemos el mismo tamaño.

Susi: Somos una casa llena de pecadores necesitados de perdón e intentando otorgar perdón

Jairo: Y dispuestos a darlo, y eso es lo que el Evangelio hace, nos aplana a todos y nos levanta a todos. Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos, Cristo Jesús vino a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.

Susi: Desafortunadamente se nos fue muy rápido el tiempo y ya llegamos al final del tiempo del episodio.

Primero, quiero agradecerte por ayudarnos a ver este tema, quiero agradecerte el trabajo que hiciste con tu libro, porque sé que es mucho trabajo escribir.

Normalmente, le pido a cada invitado que recomiende un recurso; pero esta vez yo voy a recomendar tu libro: “La libertad del perdonar” y es un libro de la línea “Lectura fácil” que ha sacado el editorial B&H y quiero recomendarte la línea de lectura fácil, porque como familias podemos leer libros con nuestros hijos, y estos libros son escritos de una manera fácil de leer.

Este libro tiene 7 capítulos sencillos. Cada capítulo contesta una pregunta, y es genial para un devocional familiar, si tus hijos están en primaria o secundaria o puedes leerlo en voz alta, así podemos ayudarnos a crecer en nuestro concepto del perdón.

En la página pondré el enlace, pero también quisiera que nos puedas recomendar un pasaje bíblico; porque cada semana estamos estudiando de manera inductiva. ¿Qué pasaje nos recomiendas para estudiar esta semana?

Jairo: Mateo 18 es un pasaje que me ha ayudado mucho y usualmente lo usamos como disciplina bíblica, pero tiene más que ver con el perdón. Ese pasaje me ha servido tanto para entender el tema del valor que tiene el perdón, la disposición del corazón a perdonar; el corazón del Señor al perdonar; cómo deberíamos ir corriendo hacia los que nos han ofendido, para restaurar esa relación.

Susi: ¡Muchas gracias por acompañarnos, Jairo! También a ti que nos estas escuchando. Si Dios lo permite, nos vemos la próxima semana. ¡Bendiciones!

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Autores

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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  • Jairo Namnún sirve como pastor plantador de la Iglesia Piedra Angular en República Dominicana, y tiene estudios en el Southern Baptist Theological Seminary (MATS, M.Div). Está casado con Patricia y tienen tres hijos.

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