por Katherine Pittman
Después de seis años de matrimonio sin hijos, la maternidad llegó como un regalo largamente esperado y recibido con mucha alegría. Nuestros padres celebraron con nosotros. La iglesia envió tarjetas y comidas. Corríamos detrás de cada llanto y nos derretimos con cada sonrisa desdentada. Pero mucho después de acomodarnos en nuestra nueva vida, todavía luchaba profundamente con un cambio importante: la pérdida de mi tiempo.
Estaba acostumbrada a horas de tiempo libre. Horas para el devocional y la oración. Horas para estudiar y memorizar la Palabra. Horas para dejarlo todo e ir a la tienda, o visitar a alguien, o hacer lo que hiciera falta.
Cuando llegó el siguiente bebé y el niño de dos años dejó de dormir siestas, las “horas de tiempo” desaparecieron. Luego llegó el número tres cuando comenzamos la educación en el hogar, y mi tiempo pareció desvanecerse por completo. Me sentí derrotada.
¿No necesitaba al menos 20 minutos para orar? ¿No necesitaba tiempo para memorizar la Biblia? ¿Contaba como lectura bíblica si solo escuchaba la Palabra? ¿Sería yo de alguna utilidad para Dios aún? Estas eran preguntas reales con las que luché. Y la culpa cayó sobre mi alma.
Descubre el Diseño de Dios
En el evangelio de Lucas, el Señor Jesús comparte esta verdad con nosotros “El que es fiel en lo muy poco también es fiel en lo mucho” (Luc. 16:10). Es un ejemplo que se repite en su Palabra y se ve ilustrado en los que le sirven.
José gobernó en Egipto, pero él fue fiel primero con su padre, en la casa de Potifar, e incluso en prisión (Gen. 37 & 39). David se convirtió en rey de Israel y es conocido por tener un corazón conforme al corazón de Dios, pero primero fue fiel como un joven pastor, sirviendo en las cortes de Saúl, y defendiendo un reino que aún no era de él (Hec. 13:22).
La Biblia comparte muchos momentos heroicos de la vida de Moisés. Pero cuando Dios defiende a su siervo ante Aarón y María, dice: “Él es fiel en toda mi casa…” (Núm. 12:7). De todos los grandes momentos de la vida de Moisés, ¿qué menciona el Señor? “Él es fiel en toda mi casa”. Tendemos a hojear los detalles en Éxodo muy rápidamente—los materiales y los métodos específicos usados para construir el tabernáculo—pero fue la obediencia de Moisés en estos pequeños momentos lo que Dios resaltó.
Antes de tener hijos, nunca me fijé en los pequeños momentos. Al parecer, cinco minutos no servían para nada, excepto para hojear una revista o revisar mi teléfono. Mientras trataba de consagrar mis momentos más grandes al Señor, pensaba poco en los pequeños.
Todo el mundo puede sacar cinco minutos de su tiempo, y en los primeros años de la maternidad, quizás eso puede ser todo lo que podamos tener. Así que aprendí que mientras nos sentamos en el inodoro, amamantamos a un bebé o sacamos al perro afuera, estos momentos pueden redimirse.
Descubre el valor de los pequeños momentos
A veces cinco minutos de oración pueden traer el refrigerio de la tarde que necesitamos. “Los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas”, nos dice Isaías (41:30). La próxima vez que te sientas exhausta, considera acostarte a sus pies por un momento y ve si su promesa no se cumple.
Cinco minutos en la Palabra es tiempo suficiente para copiar un versículo en oración en una tarjeta de índice. Cuando los israelitas recogían el maná cada mañana, solo les tomaba unos momentos. Pero cuando volvían a cada comida, recibían alimento del maná recogido anteriormente (Ex. 16). Un versículo de la mañana, escrito y repasado, no solo proporciona el refrigerio necesario, sino que incluso podemos memorizarlo al final del día.
Y si somos fieles en dedicar cinco minutos a escribir una nota, podemos darle un gran ánimo a alguien. ¿Con qué frecuencia las cartas de Pablo mencionan el nombre de un santo? Por lo general, no dice mucho, solo “Doy gracias a Dios por ______” o “saludo a _______”, pero ¡cuánto debe haber significado para esos santos saber que Pablo había tomado unos momentos para orar y pensar en ellos!
Escógelo a Él en los pequeños momentos
Es cierto, en la maternidad perdemos nuestras horas de tiempo libre. Pero si comenzamos a tratar nuestros bloques de cinco minutos como valiosos, hay una fuerza renovada escondida en estos pequeños momentos.
Oh, amigas, cuántas veces he luchado para hacer esto. Cuántas veces he estado hasta el tope, frustrada con mis hijos, agotada por el día, sabiendo que lo que más necesito es ir a Él y, sin embargo, he tomado mi teléfono en su lugar. Conozco la tentación, la conozco demasiado bien.
Y, sin embargo, cada vez que elijo tomar mis cinco minutos libres para levantar los ojos al Señor, Él envía una bendición tan maravillosa y rica que tengo que alabarlo por su bondad y disculparme por no haber venido antes. Ya sea abriendo la Palabra, elevando mi corazón en oración o simplemente tomándome un minuto para pensar en Él mientras doblo la ropa, Él me reconforta con su presencia y honra el hecho de que le entregué mi corazón en mis momentos libres.
Día tras día, los israelitas recogían maná, y el Señor les animaba: “Recojan… tanto como [puedan] comer”. Pero en el arreglo misericordioso de Dios, “al que recogió poco, nada le faltó” (Ex. 16:16–18). Algunos días podemos tener un tiempo glorioso en la Palabra, otros, solo unos minutos. Pero en la estación del desierto, cuando los niños son pequeños y el tiempo escasea, el Señor es tan tierno (Is. 40:11). Él simplemente pide que seamos fieles en los pequeños momentos que tenemos.
Mamá cansada, la tierra prometida está más adelante. Estos días de desierto no son para siempre, y pronto habrá más tiempo para plantar y cosechar y obtener más de Él (Jos. 5:12). Pero a medida que navegas por esta tierra desértica, debes saber que el Señor proveerá todo lo necesario, a medida que recoges poco a poco de Él. Que el Señor ayude a nuestros corazones a ser fieles en los pequeños momentos de nuestros días.
Este artículo fue publicado primero en Risen Motherhood. Traducido y usado con permiso.