Nuestra rutina de domingo por la tarde generalmente incluye la lectura en voz alta de la biografía de un cristiano. Es algo que mis hijos ya esperan después de cenar o antes de ir a la cama. Recientemente, cuando terminamos la biografía de C.S. Lewis, y leí los párrafos finales acerca de su impacto en tantas personas, mi voz empezó a quebrarse y las lágrimas comenzaron a rodar. “¿Estás llorando de felicidad otra vez, mami?” me preguntó mi hijo. Él ya está acostumbrado a verme llorar cuando terminamos una biografía. Después de pasar meses inmersos en la vida de un creyente que nos ha precedido, reflexionar sobre su muerte me atrapa cada vez. Ha corrido la carrera. Ha terminado la batalla. Está en casa con el Salvador.
Pero cuando leemos biografías, surge otro tema de igual importancia que el ver a creyentes que terminan bien.
Ellos fallan.
En algunas biografías que hemos leído vemos padres que pasaron meses, incluso años, lejos de sus hijos. En otras, leemos que tenían esclavos y trataban a la gente de color con desprecio, aún cuando decían que “Jesucristo es para todas las personas”. No hay biografía perfecta porque no hay ser humano perfecto. De hecho, las mejores biografías son aquellas en las que se lucha con esta tensión. ¿Cómo puedes decir una cosa acerca de Jesus, y actuar tan terriblemente al momento siguiente?
Hablar con tus hijos acerca de la historia de la iglesia significa que vas a lidiar con acciones loables de otros junto con acciones que preferirías no mencionar. Si solo les enseñamos acerca de actos heroicos, corremos el riesgo de que piensen que solo las personas perfectas pueden ser usadas por Dios. Pero cuando les enseñamos de hombres y mujeres que nos han precedido, con todo y sus defectos, entonces les mostramos que Dios puede usar a cualquiera en Su reino, incluso un pecador defectuoso como tú o como yo.
Entonces cuando esas historias incómodas surjan mientras hablamos de la historia de la iglesia, aquí hay tres verdades que debemos tener en cuenta con nuestros hijos.
Jesús vino a salvar pecadores.
Cuando hablamos con nuestros hijos acerca de la historia de la iglesia, es importante recordarles que Jesús vino a “buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Es por esto que un sinnúmero de hombres y mujeres han dejado todo, e ido a tierras lejanas a proclamar el evangelio. Es por esto que las personas dan su vida en el campo misionero. Es por esto que las personas sirven fielmente como pastores y líderes de las iglesias. Ellos creen que Jesús cambia vidas.
Pero esta también es la manera en que les explicamos a nuestros hijos por qué personas pecadoras son parte de la historia y obra de Dios en este mundo. Incluso en el capítulo del “salón de la fe” (Hebreos 11), hay mucho que admirar, pero de igual forma, sino es que más, por rechazar. Abraham mintió acerca de su esposa (¡dos veces!) y la dio a reyes extranjeros porque estaba muy asustado de lo que pudieran hacerle a él (Gén. 12:10-12; 20:1-18). Gedeón tenía miedo de todo (Jue. 6). A Sansón le faltaba humildad, moralidad, y dominio propio (Jue. 13-16). David fue un asesino (2 Sam. 11). Incluso Pedro no pudo mantener su boca cerrada (Mat. 16:22-24). Pero por eso vino Jesús. Jesús vino a salvar pecadores, y luego usó a aquellos pecadores redimidos para ir y propagar su mensaje.
A Jesús le encanta usar pecadores.
Hay mucho pecado en la historia de la iglesia, pero también hay mucha victoria. Martín Lutero era de mal carácter pero lideró una Reforma de la que aún hoy nos beneficiamos. Sarah Edwards no veía cómo era posible adorar al lado de su esclava, pero también amó a su esposo e hijos fielmente hasta la muerte. Pedro no podía callarse y a veces era impulsivo, pero fue designado por Jesús para comenzar la iglesia.
Cuando escuchamos sobre los fracasos de aquellos que admiramos podemos caer en la tentación de anularlos. Pero así no funciona la gracia. Dios no llama a personas perfectas para hacer Su trabajo (Mar. 2:17). Él llama a aquellos que lo necesitan para realizar ese trabajo por ellos. Él usa a personas pecadoras, rotas, e incluso menospreciadas para propagar Su mensaje de perdón a través de Cristo. Lo que nos lleva a nuestra última verdad para recordar.
Solo hay un héroe.
Uno de los álbumes musicales favoritos de nuestros hijos es Jesus Kids de Shai Linne. Hay una canción allí que se titula “Only Jesus” (Sólo Jesus). Toda la canción habla de personas de la Biblia y cómo no daban la talla de los estándares de Dios.
El estribillo constante de la canción es “there’s only Jesus” (“Solo hay Jesús”). Estas personas no fueron suficientemente buenas, pero Jesús lo fue y lo es. El objetivo de estudiar la historia de la iglesia no es encontrar las personas perfectas a las cuales emular, sino ver cómo Dios obra en el mundo, por el poder de Su Espíritu, por medio de la obra de Su Hijo. Cada persona de la que leemos es solo una vasija, una jarra de barro moldeada por el Alfarero para servirle a Él y a otros. Entonces, aunque podemos admirarlos por lo que han logrado, nunca debemos perder de vista al verdadero héroe, Jesús. Él es el único que nunca falla.
Leer la historia de la iglesia con nuestros hijos es una experiencia de aprendizaje divertida donde podemos ver cómo Dios ha obrado en el mundo en el pasado, para que podamos tener fe para confiar en que Él continuará obrando en nuestro mundo en el futuro.
Si lo hizo en aquel entonces, ¿por qué no lo haría de nuevo?
Este artículo fue publicado originalmente en Risen Motherhood. Traducido y usado con permiso.