por Chap Bettis
Le pasa a todo padre, pero pasa cuando menos lo esperas. Se podría llamar una humillación pública total.
Eso puede sonar como un término gracioso, pero no es un asunto que dé risa. Es vergonzoso y escandaloso.
Inicialmente, podrías imaginar al pequeño hacer un berrinche en el supermercado, pero eso no es de lo que estoy hablando. Tengo en mente al hijo mayor, un adolescente o joven adulto, que parece bien portado. No se le ve una actitud de rebeldía.
Y entonces, un pecado secreto es revelado. Tal vez tiene que ver con el internet o las redes sociales. Tal vez es una ofensa tan grave que la directiva escolar se ve involucrada. Tal vez tienes que sentarte a conversar con otros padres.
La ofensa es horripilante para ti. Ellos pecaron a ojos de todo el mundo.
¿Qué vas a hacer?
Como muchas familias, la nuestra ha tenido esos momentos. La tuya también los tendrá. Dios quita la tapa de la alcantarilla del corazón y la inmundicia se hace visible a todos.
¿Qué vas a hacer? El mejor tiempo para prepararse para ese momento es ahora, antes de que pase. Hay múltiples reacciones posibles.
- Podemos minimizarlo. Una reacción es minimizar el pecado, tratar de barrerlo y esconderlo bajo la alfombra. Si una figura de autoridad está involucrada podríamos decir que él o ella están sacando de proporción el asunto. O podríamos criticar la reacción de la autoridad como injusta.
- Podemos Parecido a la primera reacción, podemos tratar de simplemente seguir como si nada. No habrá discusión del asunto. Discutir pecados incómodos es muy difícil, así que en vez de hablarlo nos vamos directamente sobre el castigo.
- Podemos gritarles. Si las primeras dos reacciones minimizan la situación, ésta la magnifica y la hace explotar. Se lleva todos nuestros sentimientos de humillación y vergüenza y los descarga en nuestros hijos. Aunque algunas reacciones fuertes en ocasiones pueden ser justificables para ayudar a nuestros hijos a entender la seriedad de su pecado, esta reacción por lo general está infectada de vergüenza.
- Podemos Esto, por supuesto, es la respuesta más difícil. Después de respirar profundamente podemos preguntarnos, “¿cómo podemos hacer que el Evangelio sobrelleve nuestro corazón y el corazón de nuestros hijos que ha sido recién expuesto?”.
Aquí hay cinco maneras para manejar bien esta crisis.
- Adquiere la perspectiva de Dios.
Dios te ha dado un momento en el que ese pecado secreto ha sido revelado. Él ya sabía acerca de él y como parte de su disciplina amorosa Él lo está revelando ahora. Este momento es su gracia para con nuestros hijos. Ahora tenemos una oportunidad única de caminar con ellos en verdadero arrepentimiento. Podemos hablarles acerca de la manifestación de la gracia de Dios al revelar su pecado y al querer trabajar en su carácter. Y podemos caminar en total arrepentimiento y restitución.
- Agradece a Dios por ello.
Considero que esto puede parecer poco realista. ¿Agradecer a Dios por el pecado? ¿Por la humillación? ¿Por el hecho de que toda la congregación sabe acerca de la rebeldía de tu hijo? Sí, podemos y debemos darle gracias a Dios. Él ha retirado con gracia la apariencia del secreto. Él tiene tanto tu atención como la de tu hijo. Y puede usar la conmoción para acercar a tu hijo a Él. ¿Qué preferirías tener: un adolescente tibio con un pecado oculto, o un adolescente expuesto y convencido de su pecado y que teme a Dios? Conozco a algunos jóvenes adultos que miran atrás a tiempos como este como un instrumento para su crecimiento espiritual. Dios ha atraído su atención.
- No hagas que se trate de ti.
Es fácil hacer que la ofensa se trate de ti al ser avergonzado. María lo hizo (Lucas 2:48). Sí, los hijos deben honrar a los padres, pero no se trata de cómo te ves tú ante los ojos del mundo. Dios les ha dado a nuestros hijos la capacidad de tomar sus propias decisiones. Ellos, no tú, son responsables. Si tu ego es muy frágil que se rompe cuando ellos hacen algo, eso quizá revela tanto de tu corazón como el de ellos. Tu reacción expone los ídolos de crianza que hay en tu corazón.
- Caminen juntos en gracia.
Una crisis nos da la oportunidad de identificarnos con nuestros hijos en su pecado. Después de todo, nos equivocamos todos. Qué oportunidad de hacer verse aún mayor el amor de Jesús que nos limpia. Incluso cuando exigimos la restitución o el pago del delito, tenemos una oportunidad única de identificarnos con ellos en su desastre.
- Acércate a ellos en amor.
Nuevamente, esta crisis provee un tiempo para conectarte más profundamente con tu hijo. A menudo tratamos de criar en piloto automático. ¿Apoco no? Un evento como este nos saca del piloto automático. Nos recuerda que tal vez tenemos que reconectarnos sobre algo, como, por ejemplo, tener una cita y salir a desayunar regularmente. ¿Cómo puede esta crisis acercarnos?
Grandes, pero no crecidos.
Los hijos mayores son una bendición. Pero ellos, como nosotros, tienen mucho más que crecer. A veces, en su gracia, Dios saca a la luz la necesidad de crecimiento al exponer la profundidad de su pecado.
Sí, es vergonzoso y humillante, pero es una oportunidad de aprender e interiorizar lecciones de vida para la gloria de Dios. Agradece al soberano Señor por este momento. Humíllate. Dios todavía está haciendo la obra, aún en tu peor escenario.
Este artículo fue publicado primero en www.thegospelcoalition.org. Usado con permiso.
