Una carta para madres con hijos pequeños
por Jess Connell
“La madre que sufre para dotar a sus hijos de buenos hábitos asegura para sí misma días sencillos y tranquilos; mientras que aquella que deja al descuido los hábitos tendrá una vida cansada y llena de fricciones con sus hijos.” Charlotte Mason
Querida Mamá con hijos pequeños,
¿Te das cuenta del increíble poder que tienes en tus manos?
Primero, aclaremos algunas cosas, hay ciertos poderes que NO tienes. No puedes escoger el color de los ojos de tu hijo, ni su género ni su altura. Tampoco puedes escoger si tendrá o no oído natural para la música o brazo de lanzador de béisbol. No puedes decidir qué enfermedades va a contraer o qué tan larga será su vida.
Y, en cuanto a las cosas eternas: aunque puedes orar, predicar y rogar, no puedes controlar si tu hijo seguirá a Cristo.
Por favor comprende: No estoy abogando por una maternidad basada en el control y plagada de ansiedad.
Tampoco estoy predicando un mensaje con una fórmula para la maternidad en donde comienzas por el ABC y tienes asegurado que llegarás al XYZ.
Pero como madre, tú PUEDES afectar un cambio real en muchas cosas en la vida de tu hijo. (Algunas de estas cosas pueden no ser ciertas, o pueden ser más difíciles si tienes un hijo con retos físicos o mentales, pero estos cambios son generalmente alcanzables para casi todos los niños).
- Puedes enseñarle a tener buenos hábitos de sueño.
- Puedes enseñarle a cuidar sus dientes.
- Puedes enseñarle cómo vestirse y escoger la ropa adecuada para cada estación del año.
- Puedes enseñarle cómo combinar su ropa y que sepa cuándo la ropa ya no le queda, cuando está apretada o vieja.
- Puedes enseñarle cómo escoger sabiamente sus porciones y tipos de comida.
- Puedes enseñarle cómo tomar iniciativa y obtener una asignación de trabajo.
- Puedes enseñarle a disfrutar una variedad de alimentos y no ser quisquilloso con la comida.
- Puedes enseñarle cómo seguir recetas y cocinar las cosas que le gustan.
- Puedes enseñarle cómo hacer los quehaceres de la casa y reparaciones sencillas.
- Puedes enseñarle a identificar y apreciar diferentes tipos y períodos de la música.
- Puedes enseñarle a decir las letras y los números.
- Puedes enseñarle cómo limpiar adecuadamente su dormitorio, la casa, limpiar manchas y lavar un carro.
- Puedes enseñarle qué significa ser diligente en su trabajo.
- Puedes enseñarle cómo hacer que el trabajo manual sea más fácil (al ocupar su mente en su trabajo, al listar mentalmente los beneficios del trabajo que está haciendo, al buscar la manera más eficiente de hacerlo).
- Puedes enseñarle cómo memorizar versículos, e incluso capítulos o libros enteros de la Biblia.
- Puedes enseñarle cómo decir lo que piensa, y cómo hablar de manera respetuosa hacia los adultos.
- Puedes enseñarle cómo armarse de valor y abordar un problema y tratar de resolverlo.
- Puedes enseñarle cómo calmar a un bebé, acariciar a un cachorro e interactuar con mujeres de edad avanzada.
- Puedes enseñarle cómo tomar interés en personas que tienen vidas completamente diferentes.
- Puedes enseñarle lo que sabes acerca de otros países, grupos de personas e idiomas.
O, puedes no hacer estas cosas. Algunas o todas pueden no hacerse.
Pero date cuenta que al NO enseñarle algunas o todas estas cosas, lo estás configurando de una manera diferente.
El libro de Proverbios dice que “la mujer sabia edifica su casa”. Pero muchas mujeres fallan en edificar a sus hijos de acuerdo con lo que Dios llama valioso. Quizás sus hijos son muy buenos en lo extracurricular, destacan en un deporte o un pasatiempo y pueden tener medallas de primer lugar, premios de esto y aquello, pero:
- ¿Cómo es su carácter?
- ¿Son respetuosos?
- ¿Se abrochan el cinturón y trabajan duro cuando se los pide una autoridad?
- ¿Tienen reverencia a Dios?
- ¿Serán un beneficio neto o un obstáculo en su futuro hogar/familia?
- ¿Sus hábitos son construidos hacia cuidar de otros o cuidar de sí mismo?
- ¿Poseen dominio propio?
El punto aquí mamá, es que tienes esta ventana de tiempo en la que posees la máxima influencia y la menor barrera para efectuar cambios en la manera en que tu hijo se acerca al mundo. Con razón el dicho dice:
“La mano que mece la cuna gobierna el mundo.”
La madre de Franklin Delano Roosevelt sabía esto. La mayoría de las mujeres de su clase tenían una niñera de tiempo completo. Aunque ella era rica y pudo fácilmente hacerlo; según sabemos, detestaba entregar a su hijo pequeño a otra persona porque creía fuertemente en la influencia materna sobre sus hijos.
Ella sabía que la formación de carácter que sucede en los primeros años no es un asunto de poca importancia.
Tal vez es más fácil verlo cuando conocemos a algún amigo que fue descuidado en su infancia. Cuando vemos los resultados de la falta de cuidado– la falta de fundamentos sólidos de su personalidad, la falta de confianza en que Dios está allí– hay evidencia clara de la importancia del amor cuando vemos los resultados que vienen de la ausencia del mismo.
En este momento tienes esta pequeña ventana de tiempo que se te ha otorgado…
- para imprimir el mundo en tus hijos, y ayudarles a verlo desde tu perspectiva.
- para enmarcar la visión que tus hijos tienen del mundo para que lo puedan entender y discernir mientras aprenden a vivir en él.
- para que vivas rectamente ante tus hijos y que vean con sus ojos que las cosas como integridad, trabajo duro, sacrificio, paciencia, dominio propio cuando están enojados… SON posibles.
Tienes el tiempo como un regalo que se te ha dado junto con tus hijos para mostrarles el camino de Cristo, para vivir delante de ellos de tal manera que puedas decir como Pablo, “imítenme como yo imito a Cristo.”
HÁBITOS
Esto se hace al principio por medio de cosas como hábitos.
- Yo digo, “recoge tus juguetes.” Tú dices, “Sí, mamá.”
- Te pido que vengas, tú vienes.
- Nos levantamos en la mañana y comemos lo que se nos pone enfrente de nosotros con una actitud agradecida.
- Cuando saludamos a alguien necesitamos mirarlos a los ojos y decir, “hola,” “sí, señor,” y “no, señor.”
- Cuando visitamos a la bisabuela, escuchamos atentamente, compartimos una historia con ella, y no brincamos o rompemos sus cosas.
EJEMPLO
Y mucho del trabajo se hace por medio del ejemplo que les damos.
- Cómo lidiamos con una situación en la que nuestro amigo hiere nuestros sentimientos; cómo nos vemos y nos escuchamos al procesar esas emociones.
- Qué tono y palabras usamos cuando hablamos con nuestro esposo.
- El afecto, atención y perdón que ofrecemos a otros en nuestro hogar.
- Qué tan a menudo hablamos de o leemos la Biblia, las noticias, acontecimientos, quejas, bendiciones y desilusiones.
- Las maneras en las que nos comprometemos a las cosas, como el involucrarse en la iglesia, clubs de la comunidad y eventos deportivos.
Y después, cuando están más grandes te darás cuenta que, ya sea que tomaste tiempo para edificar o no, la etapa de edificar se terminó, y te mueves ahora en un rol de asesor, y después tal vez una especie de consejero; luego en alguien que ora y que se guarda su opinión para sí mismo.
Pero por ahora, cuando tienes niños pequeños, visualiza esta etapa como un tiempo de edificar.
- Edifica en fe… fe en que Dios puede hacer grandes cosas a través de estos humanos que Dios nos dejó a cargo por una temporada.
- Edifica con un propósito… considerando las metas a largo plazo por las que te estás esforzando y trabajando.
- Edifica “línea por línea, renglón por renglón” – poco a poco, consistentemente, con el tiempo, es mucho mejor que una gran dosis cada cierto tiempo. Busca ser fiel a largo plazo.
- Edifica como para el Señor… confiando en Él con tu trabajo. Esto no es una fórmula, y ¡no sabemos cuales son los resultados finales! Luchamos por fidelidad porque es lo correcto, no porque garantice un resultado.
Mamá de niños pequeños, evita el remordimiento a futuro. Haz el trabajo de edificar; edifica firme y fielmente ahora en esta cansada, ocupada y hermosa etapa de la vida en la que Dios te ha puesto.
Y recuerda: no todo está sobre tus hombros. Está sobre los hombros de Dios. Dios te ayudará mientras das pasos de fe para ser fiel con la influencia que Él te ha otorgado. Ten ánimo: ¡Él verdaderamente puede traer un bien eterno de este pesado trabajo diario que estás haciendo!
Gracia y paz,
Jess
Este artículo fue publicado primero en jessconnell.com. Traducido por Eyliana Perez y usado con permiso.