Cómo ‘discipular’ a tus hijos para desertar de la iglesia

noviembre 28, 2021

por Jared C. Wilson

Un reciente estudio de Lifeway confirma que el índice de deserción de la iglesia entre jóvenes adultos se mantiene cerca del 70 por ciento. “Las buenas noticias para los líderes cristianos es que las iglesias parecen no estar perdiendo más jóvenes en edad estudiantil que lo que perdían hace 10 años. Sin embargo, la diferencia en el índice de deserción ahora y entonces no es lo suficientemente grande estadísticamente como para decir que ha mejorado,” dijo Scott McConnell, director ejecutivo de LifeWay Research.

Si bien el índice de deserción se mantiene casi igual (de hecho más abajo por un 4%), el pronóstico de que regresen las deserciones en realidad se ve peor.

Definitivamente hay algunas cosas que podemos hacer para trabajar en contra de esta angustiosa tendencia, y ofrecí algunos breves pensamientos acerca de “la cultura del grupo de jóvenes” en un reciente hilo en Twitter. Pero muchos concuerdan: el epicentro de la influencia en los niños que les acerca o aleja de la iglesia está en el hogar cristiano. Así que, trabajando de atrás para adelante, ¿cuáles son algunas maneras en que las familias religiosas pueden reforzar la tendencia de desertar a pesar de sus esperanzas? Aquí hay seis:

  1. Asistir a la iglesia esporádicamente.

Si tratas a la iglesia como opcional, tus hijos también lo harán. Si asistir a la iglesia depende de que no tengamos otra cosa que hacer, o los deportes, pasatiempos o vacaciones frecuentemente tienen prioridad sobre congregarnos con el pueblo de Dios, ¿cómo esto con el tiempo no va a dejar huella en nuestros hijos?

  1. Quejarse acerca de la iglesia.

Cuando estaba pastoreando esto es algo que mi esposa y yo tomamos muy enserio. Éramos extremadamente cuidadosos de no quejarnos de los problemas de la iglesia, o incluso discutir desilusiones o desánimos circunstanciales en frente de nuestros hijos. No queríamos que ellos vieran a la iglesia como el lugar donde mamá y papá se desaniman. No queríamos que abrigaran ningún resentimiento ni siquiera contra la idea de la iglesia debido a la descuidada exposición de nuestro corazón al respecto. Al ir creciendo, nosotros compartíamos más y más abiertamente con ellos. Pero si tus hijos son testigos constantes, aún a su corta edad, de tus quejas, desilusiones, descontento, conflictos o incluso chisme relacionado con la iglesia, alimentas su desilusión gradualmente.

  1. Aislarlos del resto del cuerpo.

Estoy convencido que esta es una de las más grandes razones por las que los niños criados en la iglesia terminan desertando de la iglesia. Su experiencia con la iglesia es limitada completamente (o casi) a la cultura del grupo de jóvenes. Todo gira en torno a sus intereses o entretenimiento. No son integrados al cuerpo. Ellos no se comprometen con la belleza intergeneracional de la iglesia.

No estoy en contra del ministerio para jóvenes per se; creo que los chicos se benefician de las enseñanzas específicas a su edad y de estar entre amigos que están buscando a Jesús a diferencia de sus amigos en la escuela o en cualquier otro lugar; pero cuando nuestros hijos solo experimentan la iglesia centrada en su grupo de jóvenes, no son ganados para la iglesia sino para el grupo de jóvenes. Nos la pasamos intentando nuevas formas de compensar este fenómeno; ministerios de adultos jóvenes y de universidad que sirven como especie de “4to año de preparatoria” y solo anticipa lo inevitable, el arrastre de la cultura de los grupos de jóvenes a las reuniones de los domingos por la mañana que son cada vez más idólatras de los jóvenes y están plagadas de trucos y tonterías de la cultura pop. Pero eso no funciona. Y cuando los hijos crecen y dejan el hogar, ellos descubren que «la iglesia de los grandes» y las iglesias en otros lugares no compiten o no proveen los gustos juveniles.

Si bautizas a jóvenes, recuerda que los estás bautizando en el cuerpo, en la membresía de la iglesia. Si no los tratamos de acuerdo con eso, ellos podrían ver que el cristianismo se trata de una experiencia individual y no una comunidad de pacto, y pueden perder el interés en la experiencia cuando parece que ya la han superado.

  1. Ignorar sus preguntas cruciales.

Grupos de jóvenes que se enfocan más en el deísmo terapéutico moralista como lo que los adultos tienen en “la iglesia de los grandes”. Sermones que solo refuerzan estereotipos evangélicos de los de afuera o no dan lugar al lamento o el sufrimiento. Una adaptación del evangelicalismo con la idolatría política. Padres y líderes que no preparan estudiantes con apologética o respuestas directas a las preguntas culturales que los adolescentes hacen acerca del género, sexualidad, raza y parecidas. Todos estos fenómenos comunes implícitamente les dicen a los estudiantes que la iglesia no es un lugar en donde pueden tener respuestas para la vida real. Si no ayudamos a los estudiantes a anclar su fe con respuestas a preguntas que eventualmente van a enfrentar en el colegio o más adelante, no debemos sorprendernos cuando decidan que la iglesia no tiene un lugar vital en sus vidas. De hecho, no debemos sorprendernos cuando ellos decidan que el cristianismo no tiene la seriedad intelectual o cultural que necesitan en el mundo real.

  1. Brincar de Iglesia.

La ética consumista corre fuerte especialmente en la cultura americana. Una cosa que aprendí durante mi investigación para mi libro “La Iglesia Pródiga” fue que la familia promedio se mantiene en una iglesia atractiva de cuatro a siete años antes de cambiarse. Esto es frecuentemente por cambios en las etapas de vida. Obviamente hay buenas razones para dejar una iglesia. Pero las familias que saltan de iglesia en iglesia a medida que los niños crecen o los gustos cambian o las decepciones se acumulan, entrenan a sus hijos para tratar a la iglesia, no como una familia con la que se comprometen en las buenas y en las malas, sino como un producto consumista que siempre se puede desechar para una mejora percibida. Y esto está a solo un paso de decidir que la iglesia en general no es útil.

  1. Marginar o amordazar el Evangelio.

En 2010, la campaña de El Amor Verdadero Espera analizó los resultados de su campaña para animar a la pureza sexual entre los cristianos adolescentes. Se quedaron en shock. La campaña que mayormente se enfocó en los riesgos de embarazo o enfermedad, y las prohibiciones bíblicas de tener sexo fuera del matrimonio, no tuvo prácticamente ningún efecto aún en chicos que asistían a la iglesia y que habían prometido permanecer vírgenes hasta el matrimonio.

El cofundador Richard Ross reflexionó en un artículo de El Cristianismo Hoy acerca de estos descubrimientos: “La promesa es cumplida en su mayoría por adolescentes tenaces que han dejado el deísmo moralista terapéutico y que adoran al Rey de reyes con asombro e intimidad.”

“Para los adolescentes que conocen a Cristo,” continuó Ross, “esto es un motivador mayor que el deseo de evitar enfermedad o un embarazo. Evitar riesgos es un motivador muy débil durante la adolescencia… Los adolescentes necesitan saber acerca de los riesgos de la promiscuidad, así como también los beneficios que una vida totalmente pura conlleva. Pero la forma más poderosa de impactar las decisiones de su noche de graduación es que los padres, líderes y amigos despierten aún más a sus adolescentes hacia el Hijo de Dios.”

La ley es buena y debe ser predicada. Pero la ley no puede hacer lo que el Evangelio hace.

La iglesia es la familia hecha por el Evangelio de Cristo. Él ha roto la división entre nosotros con su sangre y nos ha unido a Él mismo por la fe. Cuando orillas al Evangelio a la periferia de tus propios intereses religiosos y tu propia consideración de la iglesia, tiene el efecto de desconectar a los jóvenes del único poder que tenemos para ganarlos para el cuerpo de Cristo. Si, por ejemplo, la iglesia es un domingo regular para ti, pero no una prioridad de tu vida diaria impulsada por el Evangelio, en oración, compañerismo, servicio, les estás mostrando a tus hijos que la iglesia es solo un lugar para ir, no personas a las que perteneces. Y si los crías bajo la sombra de la ley en lugar de la luz de Cristo, haces que el compromiso a la iglesia se vea como para ganar crédito con Dios o para merecer su favor o verte religioso o “espiritual”, todo lo cual es una receta para el agotamiento e incluso depresión espiritual. Centra tu vida diaria en el Evangelio y ora que tus hijos florezcan bajo la gracia.

Si estás interesado en asegurar que tus hijos se vuelvan parte de las estadísticas de desertar, cualquiera o todas de estas seis practicas son un gran medio de “discipularlos”.

Este artículo fue publicado primero en The Gospel Coalition. Traducido y usado con permiso.

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Autor

  • Es el director de estrategia de contenido para Midwestern Seminary, gerente editor de For the Church y autor de más de diez libros incluyendo Vigilia del Evangelio, La Justificación del Pastor, La Iglesia Pródiga y El Evangelio según Satanás. Puedes seguirlo en Twitter.

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