Categoría: Vida Espiritual

¿Cómo hablo con mis hijos sobre la oración?

marzo 12, 2023

Un día, mientras enseñaba en la escuela dominical a un salón lleno de alumnos de primer grado, una pequeña mano se levantó rápidamente. Sin esperar que yo le diera la palabra, preguntó: “Si Dios me escucha orar, ¿por qué no me contesta?”. Sus ojos grandes y redondos me miraron con seriedad, y al instante me sentí fuera de mi alcance. ¿Cómo iba a explicar esto a un grupo de niños de seis y siete años que, por primera vez en toda la mañana, permanecían callados y atentos esperando mi respuesta?

Como madre de tres hijos, me sorprende la cantidad de preguntas que mis hijos tienen sobre la oración. Mi esposo y yo hemos tratado de desarrollar una cultura de oración en nuestro hogar, y eso ha proporcionado un trampolín para conversaciones sobre lo que significa hablar con Dios. Lo cual, a su vez, ha creado un espacio para que establezcamos una base teológica sólida para muchos temas relacionados. Aquí hay cinco verdades fundamentales sobre la oración (y por lo tanto sobre Dios) a las que volvemos constantemente:

Dios siempre puede oírnos.

“¿Puede Dios oírme en mi mente?” Mi hija de seis años me preguntó esto de la nada mientras horneábamos galletas recientemente. Es una buena pregunta, así que la llevé a las Escrituras. Salmo 6:9 (“Jehová ha oído mi ruego; ha recibido Jehová mi oración.”) y Salmo 139:4 (“Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda”).

Cuando hablemos con nuestros hijos sobre la oración, podemos mostrarles cómo las Escrituras nos dicen que Dios nos escucha sin importar dónde estemos o lo que estemos haciendo. Ya sea susurrando en la tienda, gritando en un gimnasio o en silencio en su mente cuando está en la escuela, Dios siempre escucha las oraciones de su pueblo gracias a Jesús. Cristo vivió una vida perfecta en la tierra y, al pagar por nuestros pecados en la cruz, abrió un camino para que podamos hablar con Dios. De hecho, ¡hoy Jesús está en el cielo, orando por nosotros! (Rom. 8:34) Es gracias a Cristo que, sin importar dónde esté su pueblo o lo que esté haciendo, Dios siempre está encantado de saber de ellos.

Dios habla hoy a través de su Palabra.

Al igual que la niña en mi clase de escuela dominical, una típica pregunta de seguimiento  para comprender si Dios escucha nuestras oraciones es: «¿entonces por qué no puedo escucharlo?» Una de las cosas que todavía estoy aprendiendo como adulto es que Dios no es “como yo”. Él no hace las cosas de la misma manera que los humanos, y también es un concepto importante para hablar con nuestros hijos.

Enseña a tus hijos que Dios nos habla, pero es diferente de cómo lo escuchan de sus amigos o padres. Hoy, Dios nos habla a través de su Palabra (2 Tim. 2:16-17), y nos da sabiduría y dirección a través de las circunstancias, otros creyentes, la predicación y el impulso de su Espíritu. La guía de Dios siempre se alineará con su Palabra y nunca la contradirá, y por eso es tan importante para nosotros leer y conocer las Escrituras.

Dios siempre contesta nuestras oraciones.

El viejo dicho, «Dios siempre responde con un sí, un no o un espera», es útil aquí. La oración no es como frotar la lámpara de Aladino y hacer que el genio conceda cada petición que queramos. Está destinada principalmente a cambiar nuestros propios corazones para alinearnos con el de Dios y enseñarnos a depender de Él (2 Cor. 9:8). A medida que crecen, puedes ayudar a tus hijos a entender que Dios puede ver cosas que ellos no pueden, y que si entendieran todo, responderían de la misma manera que Él (Prov. 3:5). Oramos no para obtener lo que queremos, sino para obtener más de Él. Y esa petición siempre se responde con un “sí”.

No hay nada demasiado grande o pequeño para Dios.

Cuando nuestros hijos oran para que el “perro tenga un buen día” una y otra vez, nosotros como padres, podemos comenzar a preguntarnos: “¿Está bien si mis hijos oran a un Dios santo de esta manera?” ¿Es esto de alguna manera un sacrilegio? Toma ánimo porque oraciones como esta son completamente normales para los niños pequeños. Para ellos es maravilloso saber que realmente pueden llevar cualquier petición al Dios que cuida de los gorriones y cuenta los cabellos de su cabeza (Luc. 12:6-7).

Con el tiempo, levanta la mirada de tus hijos para que vean todas las diferentes cosas por las que pueden orar. Muéstrales oraciones de las Escrituras que les ayuden a ver las formas en que el pueblo de Dios ha orado a lo largo de la historia. Habla con ellos sobre personas reales en la vida de su familia y cosas por las que pueden orar, o pregúntales a tus hijos sobre sus esperanzas y sueños y anímalos a orar por ellos. Ayuda a tus hijos a ver que nuestro Dios es santo y merece reverencia y respeto, sin embargo, gracias a Jesús, también podemos hablar con él como un amigo. Al igual que con nuestros amigos, queremos prestar atención a Dios cuando hablamos con él, mostrarle respeto con nuestro lenguaje corporal y compartir palabras auténticas de nuestro corazón. Muéstrales que la oración es mucho más que simplemente decir generalidades o repetir algo que te escucharon decir, sino que pueden orar en detalles, tanto grandes como pequeños (Fil. 4:6).

Dios quiere que vengamos tal como somos.

A medida que los niños crecen, por lo general se vuelven más conscientes de cómo oran. Ayúdalos a ver que la oración no es algo para lo cual se necesitan limpiar, ni tener sentimientos cálidos y felices, ni que se tiene que hacer perfectamente bien. La oración no es una actividad de otro mundo en la que necesitan un encanto especial o una exhibición poética como el fariseo en Lucas 18. Se trata de hablar auténticamente con Dios, derramar preocupaciones, deseos, necesidades y sueños con sinceridad como el publicano. Si no saben qué decir, enséñales cómo el Espíritu intercede por ellos, incluso cuando no saben por qué orar (Rom. 8:26). Gracias a Cristo, pueden venir tal como son (Rom. 15:7). ¡Está bien si ha pasado mucho tiempo desde que se acordaron de orar, y definitivamente está bien si parecen orar sin cesar! Por supuesto, con el tiempo, todos podemos aprender y crecer en nuestra comprensión y métodos de oración, pero es importante que nuestras oraciones estén en línea con la Palabra de Dios, que sean honestas y humildes, enfocadas en la gloria de Dios y en nuestro amor por Él.

Recuerda, más “se enseña por ejemplo que por palabras”. A medida que hagas de la oración un ritmo regular en la vida diaria de tu familia, tus hijos verán naturalmente cómo estas cosas son verdaderas. Así como hablamos a nuestros hijos sobre la oración, que también seamos mamás que oramos delante y por nuestros hijos, pidiéndole a Dios que crezca en ellos el amor y la alegría de hablar con Él.

Este artículo fue publicado primero en Risen Motherhood. Traducido y usado con permiso.

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Autor

  • Laura Wifler es cofundadora de Risen Motherhood y se desempeña como directora ejecutiva y co-anfitriona del podcast. Es coautora del libro mejor vendido Maternidad Redimida: La Esperanza del Evangelio Para Momentos Cotidianos y autora de su libro infantil Orar por todo, en todo tiempo, en todo lugar. Laura, su esposo y sus tres hijos viven en el centro de Iowa. Puedes encontrarla en Instagram o en laurawifler.com.

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