Mamá, Jesús te da lo que tú no tienes

agosto 23, 2019

por Kristen Wetherell

Cierro la puerta del baño y suelto un suspiro de alivio. Treinta segundos de soledad se siente como un sueño, hasta que toc, toc, toc. “¿Mami?” Los pequeños vienen a buscarme, y treinta segundos se convierten en diez, y no puedo recordar lo que es estar a solas.

Me imagino que los discípulos sentían algo parecido después de una temporada larga de ministerio (Marcos 6:7-13); agotados, gastados, derramados y listos para la soledad. Esto es exactamente lo que Jesús sugiere: “Vengan conmigo ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco” (Mar. 6:31 NVI).

La Escritura nos dice que “no tenían tiempo ni para comer, pues era tanta la gente que iba y venía” (v. 31). ¿Te suena? La receta de Jesús debió haberles parecido perfecta.

Sin embargo, lo que sucede a continuación es totalmente lo opuesto a lo que estos hombres cansados esperaban.

En vez de estar a solas, se les viene encima una multitud:

Así que se fueron solos en la barca a un lugar solitario. Pero muchos que los vieron salir los reconocieron y, desde todos los poblados, corrieron por tierra hasta allá y llegaron antes que ellos. (v. 32-33)

En vez de descansar, son lanzados al ministerio:

Cuando Jesús desembarcó y vio tanta gente, tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Así que comenzó a enseñarles muchas cosas. (v. 34)

En vez de tomar un momento para comer, ellos se ponen a alimentar:

Cuando ya se hizo tarde, se le acercaron sus discípulos y le dijeron: —Este es un lugar apartado y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vayan a los campos y pueblos cercanos y se compren algo de comer. —Denles ustedes mismos de comer —contestó Jesús. (v. 35-37a)

Una vez más, ¿te suena familiar? Desesperadamente necesitas soledad, descanso, y un poco de alimento, pero en su lugar recibes un toc, toc en la puerta del baño, un “Sabbat” robado cuando tu esposo tiene que ir a trabajar, y un virus—otro virus—cuando la salud y la energía te ayudarían a criar mejor. Mente, alma, y cuerpo; simplemente no tienes lo que necesitas.

O lo que piensas que necesitas.

Una verdad simple pero profunda

Pero, la verdad simple y profunda de la fe cristiana es esta: Jesús nos da lo que no tenemos. Cuando estás en Cristo, todo lo que es de Cristo es tuyo.

Esto lo descubrieron los discípulos ese día cansado y afortunado al lado del mar cuando Jesús les dijo que dieran de comer a la gente. Su orden directa parecía simplista. Y le preguntan, “¿Quieres que vayamos y gastemos todo ese dinero en pan para darles de comer?” (v. 37). ¡No es posible que Jesús espere que hagamos eso! No tenemos dinero…

No, Jesús les dice que hagan cuentas de la comida que tienen, que no es mucha: cinco panes y dos peces. Debió haberles parecido absurdo a los discípulos sumar porciones tan escasas. ¿Qué se puede hacer con tan pocos recursos?

Pero esa no es la pregunta que debieron haber hecho, y no es la que nosotros debemos hacer. Nuestras preguntas quizá suenen más como estas: Jesús, ¿de qué les sirve a mis hijos que yo tenga que vivir con tan pocas horas de sueño hoy? Jesús, esos planes cancelados parece una idea horrible cuando estoy intentando llenar nuestro tiempo con cosas buenas. Jesús, solo un incidente más y voy a perder el control con mi hijo…

La pregunta que podemos hacer en su lugar es esta: ¿Qué recursos se encuentran en Jesús?

Recibiendo de Jesús

En la narración paralela de Mateo, Jesús luego les dice a sus discípulos:

 —Tráiganmelos [los panes y peces] acá —les dijo Jesús. Y mandó a la gente que se sentara sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a los discípulos, quienes los repartieron a la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y los discípulos recogieron doce canastas llenas de pedazos que sobraron. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños. (Mateo 14:18-21)

Mateo incluye el detalle importante de que los discípulos llevaron el pan y los peces de Jesús para entregar al pueblo. En un sermón que predicó el pastor Colin Smith en 2018, llamó a los discípulos “corredores para Jesús”. Reciben de Jesús lo que se encuentra en Él: satisfacción ilimitada y el poder abundante para compartirla con otros. Reciben del Buen Pastor, y luego alientan al gentío a que reciban de Él también.

¿No es esto precisamente lo que sucede cuando miramos a Cristo en medio de nuestras limitaciones? Los recursos ilimitados y el poder abundante de su Espíritu son magnificados a través de nuestra debilidad y falta. Así que no es posible que nosotros ejerzamos gozo sobrenatural, paz, paciencia, y dominio propio. Igual como no pudieron ser los discípulos quienes multiplicaban la comida.

Mas bien, Jesús recibe la gloria cuando continuamente recibimos de Él lo que no tenemos en nosotros mismos, y luego compartimos esa abundancia con otros que también lo necesitan.

El mero hecho de recibir de Él es todo por gracia, porque ni los discípulos ni ninguno de nosotros merecemos venir a Él. El Buen Pastor tiene tanta compasión por sus ovejas perdidas (v. 34) que voluntariamente puso su vida por nosotros, haciéndose el cordero sacrificial y tomando el castigo que nuestro pecado merece. Él busca y salva al perdido, y nos trae de vuelta a Dios (Romanos 5:10).

Este es nuestro privilegio y llamado, mamás: mostrar a nuestros hijos, mostrar al mundo, que Jesucristo es suficiente para nosotras y puede ser suficiente para ellos. Testificar del tesoro que Él es, y la gracia abundante que Él da. Proclamar el Evangelio en nuestra debilidad, que Jesús se deleita en salvar a pecadores quienes no pueden hacer nada sin su intervención de rescate y ayuda infinita.

Jesús te da lo que no tienes

¿Necesitas paciencia? Jesús la tiene. Él es así: “Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas” (Isaías 40:11).

¿Necesitas sabiduría? “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie” (Santiago 1:5).

¿Necesitas fuerza? “¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga, y su inteligencia es insondable. Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil” (Isaías 40:28-29).

¿Te sientes sola? “Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré»” (Hebreos 13:5).

¿Tienes temor? “El Señor está conmigo, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?” (Salmo 118:6).

¿Estás desanimada? “Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado” (Hebreos 4:15).

¿Te sientes incompetente para el llamado de la maternidad? “Pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:9).

Jesús te da lo que no tienes. Ven, recibe de Él, y luego da al mundo lo que has recibido: la gracia satisfactoria y sustentadora del maravilloso Salvador y Buen Pastor.

© Unlocking the Bible por Kristen Wetherell. Usado con permiso. Publicado originalmente en www.unlockingthebible.org.

Kristen Wetherell is una autora y maestra de la Biblia. Junto con Sarah Walton, escribió el libro Esperanza en Medio del Dolor (Poiema Publicaciones, 2018). Ella y su esposo Brad son padres de una dulce niña y miembros de la iglesia The Orchard Evangelical Free Church en Itasca, Illinois.

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Autor

  • Susi Bixby

    Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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