Categoría: Disciplina

Ep 181: Solo Dios define la sana autoridad y disciplina

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February 18, 2025

Hay muchas opiniones hoy en día sobre los conceptos de la autoridad y la disciplina. Como padres creyentes, necesitamos un compromiso renovado acerca de cuál va a ser nuestra fuente de información y convicciones sobre la autoridad y la disciplina en el hogar. Dios es el único que puede proveernos de la información y también el poder de vivir practicando estas dos cosas con sabiduría. 

Transcripción: 

Los primeros versículos de Efesios 6 son claves para la crianza bíblica. ¿Pero los entendemos y aplicamos de manera acertada? Y ¿cómo es que Hebreos 12 nos ayuda a entender cómo es realmente la disciplina bíblica y cómo interactúan la disciplina y el discipulado entre ellos? Repasa conmigo esta enseñanza tan importante tomada de los episodios 6 y 7 de Crianza Reverente.  

Comienza extracto de episodio 6:

Creo que hay una experiencia muy común en la vida cristiana y es que a veces leemos algo en la Biblia, o escuchamos una buena predicación o enseñanza, decimos “Amén”, adquirimos una muy buena teoría acerca de algo, pero luego no cambia nada. No cambia como hablo, no cambia como reacciono, no cambia como pienso, como trato a los demás, qué compro, en qué invierto mi tiempo. En otras palabras, adquirimos conocimiento en nuestras cabezas, pero no permitimos, o quizás no sabemos cómo hacer, que llegue al corazón y cambie la conducta. Esto me ha pasado a mí muchísimas veces en mi vida en general, pero también en mi crianza.

Una de las cargas que yo tengo, los deseos que yo tengo, al hacer este Podcast, es que tomemos verdades e indicaciones bíblicas y las llevemos a la vida práctica, y que detectemos cuáles son esas áreas, especialmente en relación a la crianza, en las que creemos una cosa y quizás vivimos otra. Que evaluemos bien si lo que estamos haciendo momento a momento durante el día es congruente con lo que decimos creer. Porque realmente la Biblia habla sobre muchos temas que sí tienen aplicación a la crianza, y a veces no entendemos realmente cuánto aplica esos principios a la crianza. Así que hoy yo quisiera hacer este ejercicio con el concepto bíblico de la autoridad, y cómo Dios nos indica que tenemos que usar esa autoridad.

En un episodio previo cuando estuvimos enseñando los 7 principios de la crianza reverente, hablamos brevemente sobre el hecho de que Dios nos ha otorgado autoridad a los padres y que no debemos avergonzarnos por eso. Hoy en día no es un concepto popular, por lo tanto, es muy difícil muchas veces que las familias cristianas reconozcan que la autoridad es una idea de Dios, que no es algo que debemos desechar solamente porque las corrientes del mundo dicen que es algo malo. Aquí es donde tenemos que recordar otra vez que la crianza es un camino de fe, igual que el resto de nuestra vida cristiana.

Al pensar en la autoridad, yo quería primero que estemos seguros de realmente conocer la enseñanza bíblica sobre la autoridad de los padres. Obviamente el pasaje que normalmente se usa, y que es muy claro en cuanto a la autoridad de los padres en el hogar, es Efesios 6:4. Pero antes de llegar ahí, porque sí tenemos que llegar ahí, es muy clara la enseñanza, yo quiero que regresemos un poquito más, de hecho, mucho más.

Yo no sé si te acuerdas, o si has tenido hijos pequeños en la casa, pero yo recuerdo que cuando mis hijos estaban pequeños tenían sus libros favoritos. Iban, agarraban un libro y te lo traían y querían que se lo leyeras, aunque ellos ya se lo sabían. Pero muchas veces me llamaba la atención que no querían que se empezara desde el principio porque eso ya se lo saben. Lo que ellos querían era escuchar su parte favorita, entonces te llevaban a esa página donde ellos querían que tú leyeras. Obviamente si empiezas desde ahí, no vas a leer la historia completa, y a ellos les daba igual, porque como ya se sabían la historia, solamente querían escuchar esa parte. Cuando venía alguien a la casa a cuidarlos o venía de visita la abuelita y querían que ella les leyera el libro, yo les insistía “deja que abuelita lo lea desde el principio porque ella no se lo sabe, para que ella tenga la historia completa”.

Creo que nosotros hacemos muchas veces lo mismo con nuestras Biblias. No estoy diciendo que siempre debemos leer todo desde Génesis, pero sí tenemos que entender que hay un contexto, normalmente hay un contexto más amplio de lo que nosotros pensamos cuando tratemos algún tema en la Biblia. En mi opinión personal, la autoridad es un ejemplo perfecto de eso, porque escuchamos la palabra autoridad y si somos padres, pensamos inmediatamente en la autoridad en el hogar. Pero a mí, en lo personal, me ha ayudado mucho entender que, Dios creó desde el principio una estructura de autoridad.

Si nosotros vamos a Génesis 1, 2, y 3, y leemos la historia de la creación, vemos que Dios establece jerarquía, establece orden. Él creó primero al hombre y le dio a él señorío y autoridad sobre animales y plantas, pero Él mismo estaba ejerciendo una autoridad en su vida. Él es el creador, Él es nuestra autoridad final. Entonces Él crea al hombre y le da autoridad en su hogar sobre su esposa, quien es su ayuda, y luego a ellos les da esa encomienda de avanzar su reino sobre la tierra en las vidas de sus hijos. Y sus hijos iban a vivir en sujeción a sus padres, estamos hablando de un mundo sin pecado, como quiera iban a vivir como parte de esa unidad familiar, donde iban a aprender a servir a Dios y ayudar a extender ese reino sobre esta tierra, todo esto en un mundo ideal sin pecado.

Tenemos que entender que la autoridad es una idea buena, y positiva de Dios y nos creó como seres humanos para vivir en una estructura de autoridad. Cuando llegamos a Génesis 3, Eva y Adán pecan violando esa autoridad, y Dios le dice algo muy interesante a Eva en Génesis 3:16. Aunque está hablando a la esposa, creo que nos puede ayudar a entender qué sucede en el corazón de un ser humano en cuanto a la autoridad. Dios le dice a Eva en Génesis 3:16 primero que va a tener dolor de parto. (¡Algunas sabemos que eso es verdad!) Y luego le dice una frase rara, dice, “Tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de ti”. No quiero meterme aquí en un debate sobre sumisión de la esposa y todo eso porque a eso no voy en este momento (y hay muchas opiniones diferentes de cómo traducir éste versículo y qué significa), pero lo que yo creo que sí queda claro es  que esa sumisión, esa relación entre Eva y su esposo, que hubiera sido una relación de sumisión gozosa, hacia una autoridad bondadosa, ahora se va a volver complicada esa relación.  Esa sumisión de Eva ya no va a ser fácil, su deseo va a ser dominar a su esposo, y ese amor abnegado, ese servicio a su esposa de Adán, ahora se va a complicar por su egoísmo y su pecado. Él va a tener la tendencia de abusar de esa autoridad, entonces el pecado hizo más difícil algo que Dios creó para funcionar perfectamente bien.

La presencia del pecado, la complicación que presenta el pecado, no niega el hecho de que Dios establece autoridad en el mundo, en el hogar, en el gobierno y en tantos ámbitos más. Si seguimos marchando por el Antiguo Testamento, podemos ver pasajes como Deuteronomio 4 y 11, y Salmo 78, y si tienes tiempo y quieres estudiar estos pasajes te lo recomiendo. Estos pasajes dejan muy claro que los padres tienen una responsabilidad urgente de instruir y entrenar a sus hijos en los caminos y mandamientos de Dios. Proverbios está lleno de instrucciones como, por ejemplo el de Proverbios 19:18, “Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza, no te hagas cómplice de su muerte”. Entonces creo que no cabe duda de que Dios inventó la idea de la autoridad y Él desea que vivamos en sumisión a nuestras autoridades en varias áreas de la vida, especialmente en el hogar.

Cuando llegamos al Nuevo Testamento no solamente vemos el pasaje de Efesios 6, vemos 1 Timoteo 3, donde dice que un hombre que va a ser líder en la congregación debe gobernar bien su casa, y hacer que sus hijos le obedezcan con respeto y honra. Así que, con toda esta introducción al concepto de autoridad, llegamos a Efesios 6. Yo no sé de ti, pero a mí me cambia un poco la perspectiva, habiendo visto este historial en la Biblia, habiendo visto a Dios como un Dios que nos creó para funcionar bajo autoridad. Entonces voy a leer Efesios 6, los primeros cuatro versículos y quiero que pienses en ellos en este contexto que acabamos de mencionar:

“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo, honra a tu padre y a tu madre que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra, y vosotros padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.

Dios, en su posición de autoridad sobre nosotros, está otorgando autoridad a los padres sobre sus hijos, y esa autoridad, fijémonos bien en esto, esa autoridad que yo como madre pueda ejercer en la vida de mis hijos, debe ser una fuente de bendición. Ese es el propósito, cuando yo ejerzo correctamente la autoridad que Dios me ha dado, eso es una bendición, debe ser una bendición en la vida de mis hijos. Yo no creo que haya nadie escuchando este Podcast que no desee una bendición para sus hijos, que no lee Efesios 6:3 y diga, “Ah no, yo no quiero que le vaya bien a mi hijo, que tenga larga vida sobre la tierra, no me interesa”. Claro que no pensamos eso. Dios aquí nos está diciendo cómo podemos buscar lo mejor para nuestros hijos, que es lo que la gran mayoría de los padres queremos. Entonces cuando vemos Efesios 6, tenemos que tener cuidado de entender que los v. 1 y 2 le están diciendo al niño lo que debe estar aprendiendo a hacer y la respuesta, la actitud con la que lo debe hacer. Le promete una bendición en el v. 3, pero luego, en el v. 4 nos dice a nosotros los padres como es que vamos a ayudar a nuestros hijos a llegar a ese punto de bendición. No podemos separar el v. 4 de los versículos 1 al 3, el contexto nos obliga a verlos juntos. El v. 4 nos dice específicamente, “no provoquéis a ira, críenlos en disciplina y amonestación”.

Yo te quiero preguntar, ¿esas palabras te suenan bonitas?  Cuando tú escuchas la palabra disciplina, la palabra amonestación, ¿trae a tu mente imágenes o ideas positivas y bonitas? Creo que para muchos de nosotros no. Y esto es un problema, porque probablemente no los hemos entendido bien. Voy a leerte otra traducción de este versículo 4; “Padres, no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan, más bien críenlos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor”. En lugar de “amonestación”, muchas traducciones usan la palabra “instrucción” y creo que es una traducción fiel que comunica la idea positiva de este mandato que Dios nos está dando. Hay disciplina y hay instrucción.

Quiero hacer varias observaciones acerca de este pasaje. Tenemos que entender que nuestros hijos no son capaces de lograr el v. 3 sin que sus padres vivan el v. 4. Cuando Dios les dice a los hijos que deben obedecer y honrar a sus padres, ¿tu crees que nuestros hijos sean capaces de hacer eso por su cuenta? ¿Tú crees que es posible que un bebé nazca y vaya creciendo en un hogar, y que por sí solo decida, “yo quiero lo que dice Efesios 6:3 así que yo voy a obedecer, yo voy a honrar a mis padres”? Pues si tú has tenido hijos como yo he tenido, tú sabes muy bien que por su naturaleza un hijo no va a llegar a ese punto por su propia cuenta, no es posible.

Entonces cuando Dios nos dice en el v. 4 que tenemos que criarlos en disciplina e instrucción del Señor nos está diciendo que tenemos un rol clave, un papel muy importante en el hecho de que nuestros hijos lleguen a vivir el v. 3. Y eso debe impactarnos como padres. A mí me impacta mucho pensar que el futuro de mis hijos no depende totalmente de mí, pero yo tengo una gran responsabilidad, yo puedo jugar un papel clave en que mis hijos conozcan una vida bendecida, que sepan lo que es obedecer y honrar y experimenten una vida vivida en obediencia a Dios, que realmente es una vida de bendición.

Hay otra observación que quiero hacer, que es un poco obvio, pero creo que por alguna razón se nos pasa. Los padres tenemos la capacidad de hacer enojar a nuestros hijos, y de hacerlos enojar precisamente con la forma en que los tratemos. Así dice el versículo. Yo soy capaz de provocar a ira a mis hijos. Sé que a veces es un poco difícil cuadrar este concepto con la idea de que mis hijos son responsables y van a responder por su propio pecado, pero es así con todo pecado que cometemos contra hermanos en Cristo, o en contra de nuestros esposos, esposas. Nosotros somos capaces de ser de tropiezo, de causar en cierta manera que otra persona peque. Y este versículo está diciéndonos que tú y yo somos capaces de producir ira en el corazón de nuestros hijos. Necesitan el evangelio, necesitan la gracia transformadora de Cristo, y cuando nosotros ejercemos adecuadamente nuestro rol de autoridad en el hogar, les empujamos hacia esa obra de gracia en sus corazones. Entonces yo necesito recordar que yo soy capaz de causar frustración en mis hijos por la forma en que los trato.

Otra observación que quiero hacer aquí es que notemos que Dios nos está dando el “cómo”. Nos dice, “críenlos en la disciplina e instrucción”. Yo creo que podríamos decir que las actividades principales de la crianza son “disciplina e instrucción”. Esto significa que el único uso legítimo de mi autoridad es disciplina e instrucción. Yo no puedo ejercer mi autoridad para mi propio bien, para mi propia comodidad, para que se conviertan en los hijos que yo quiero tener. Te acordarás que mencionamos en un Podcast previo que somos representantes de Dios en el hogar. Yo no tengo el derecho de usar mi autoridad para lo que yo quiera usarlo. Yo necesito ejercer esa autoridad en dos actividades principales, disciplina e instrucción.

Y la última observación que yo quiero hacer aquí es que esas actividades tienen que provenir del Señor. El versículo dice: “la disciplina e instrucción que proviene del Señor”. Mi problema es que yo quiero aplicar la instrucción y la disciplina que a mí me gusta, que yo inventé o que me contó mi vecina, o como lo hizo mi mamá, o lo que vi en la TV, en la entrevista, o lo que leí en un blog en Internet, o lo que todas las mamás en el grupo de lactancia están diciendo. La disciplina y la instrucción que Dios quiere que usemos es la que proviene de Él. Yo estoy abusando de mi autoridad en el hogar, si yo creo que yo puedo usar la disciplina e instrucción que no proviene del Señor. Necesito entender la limitación que tiene mi autoridad, es una autoridad que Dios me ha otorgado para un uso muy específico, y es para apuntar a mis hijos hacia Dios, hacia Cristo, utilizando la disciplina y la instrucción que proviene del Señor.

Extracto de episodio 7:

Estuvimos viendo Efesios 6:1-4, y en el v. 4 vimos que hay dos palabras que describen las actividades principales que nosotros como padres y madres vamos a practicar en la crianza. Y si bien recuerdan, dijimos que esas dos actividades son la disciplina y la instrucción. O podríamos también decir, disciplina y discipulado. Creo que es muy importante notar que los dos están ahí, y creo que ambos tienen que estar siempre presentes en todas las etapas de las vidas de nuestros hijos sin importar su edad. Claro que en ciertas etapas habrá más porcentaje, quizás, de disciplina y menos instrucción, y quizás esos porcentajes van cambiando. Pero siempre en cada etapa tenemos estas dos actividades, disciplina e instrucción, o discipulado. Son inseparables; se completan y se complementan entre sí. Porque si tienes disciplinas sin discipulado, en el mejor de los casos es conductismo, y puede llegar fácilmente a ser abuso.

Pero el discipulado sin ninguna disciplina no funciona, porque no es la manera en que Dios nos ha dicho claramente en Efesios 6 que criemos a nuestros hijos. Y ¿cómo puedo estar tan segura? Pues, aparte de que Efesios 6 es claro en cuanto a la disciplina y la instrucción, yo creo que también podemos estar seguros de que la disciplina es necesaria porque dice en ese versículo 4 que tiene que “provenir del Señor”. Y cuando miramos a nuestro Dios, podemos ver cómo Él nos trata a nosotros que somos sus hijos. ¿Cómo nos trata Dios? Dios siempre nos está disciplinando y también instruyendo (o discipulando). Entonces, ¿por qué no tratamos de ver cómo es que Dios me disciplina a mí? Si yo soy su hija, ¿cómo me trata a mí?

Hay un pasaje hermoso que describe de una manera inigualable la disciplina que Dios ejerce en nuestras vidas, y me gustaría que lo viéramos juntos. Ahora yo entiendo que puedes ir manejando, o puedes estar lavando los trastes o haciendo otra cosa, pero si puedes y quieres abrir tu Biblia a Hebreos 12, ahora o más tarde, te animo a hacerlo, porque no hay nada como leer la Palabra por ti misma. Comoquiera en un momento voy a leer los versículos más importantes.

Recuerda que Hebreos 12 viene después de Hebreos 11 y Hebreos 11 es el capítulo de la fe. Cuando empieza Hebreos 12 y usa las palabras “por tanto…” se está refiriendo a esa fe, al hecho de que hay que correr con fe, hay que vivir con fe, y que Dios honra la vida de fe. Esto aplica a la crianza. Ya hemos dicho anteriormente que la crianza es un reto de fe, y siempre requiere fe. Entonces empezamos Hebreos 12 y vemos que el autor dice que hay que despojarnos de todo peso y del pecado que nos asedia. ¿sabes qué? Esto describe lo que es la función principal de la disciplina. ¿Por qué Dios nos disciplina a nosotros? Para despojarnos de todo peso y del pecado que nos asedia. ¿Por qué disciplinamos a nuestros hijos? Por lo mismo.

Luego dice, “corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús”. Yo creo que esta frase describe el discipulado. Entonces Hebreos 12 está hablando de cómo Dios nos trata a nosotros en nuestra vida cristiana, y Él incluye estos mismos elementos: la disciplina y la instrucción (o el discipulado). Voy a empezar leyendo desde el v. 5 y quiero que pongas atención pensando en que tú eres la hija que está escuchando sobre cómo tu Padre te trata a ti. A partir del v. 5 dice, “y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige diciendo: hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por Él, porque el Señor al que ama disciplina y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos, ¿porque qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos y no hijos. Por otra parte tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban y los venerábamos, ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus y viviremos? Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza, pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”.

Este pasaje tiene muchos tesoros y pudiéramos hablar de todo lo que hay aquí por mucho tiempo, pero queremos enfocarnos en cómo podemos imitar el trato de Dios hacia nosotros cuando nosotros tratamos a nuestros hijos. Para este fin, simplemente quiero hacer 4 observaciones, 4 cosas que yo veo aquí que nos ayudan a entender la disciplina de nuestro Padre hacia nosotros que debemos imitar.

El primer punto que quiero destacar es que la disciplina provoca menosprecio y desánimo. El instinto natural del ser humano es reaccionar con menosprecio y desánimo cuando es disciplinado. Es nuestra naturaleza pecaminosa, es nuestra carne. Si leyéramos estos versículos en otras versiones, leeríamos frases como “tener en poco”, o “tomar a la ligera” la disciplina. Esto significa que no es natural para mí ni para mis hijos, valorar la disciplina, o perseverar en la disciplina. De hecho el v. 5 habla de desmayar. Eso es lo que tendemos a hacer, ¿no es cierto? ¿En tu vida cómo respondes cuando Dios te disciplina? ¿No tiendes a desmayar? Estamos hablando de una forma de pensar que nosotros no naturalmente compartimos con Dios. Dios valora el efecto que tiene la disciplina en nuestras vidas, pero nosotros no, y nuestros hijos tampoco. Como creyente y como mamá tengo que preguntarme, ¿qué opino realmente de esta idea de la disciplina? ¿Cómo respondo cuando Dios me disciplina a mí, y qué rol pienso yo que la disciplina tiene en la vida de mis hijos? Porque la verdad es que no me gusta sufrir y no me gusta ver a mis hijos sufrir; no me gusta fallar, y no me gusta ver que ellos fallen; va en contra de mi naturaleza egocéntrica. Y desafortunadamente mis hijos heredaron esa misma naturaleza egocéntrica.

Creo que nos puede ayudar mucho reconocer que ni nosotros ni nuestros hijos naturalmente valoramos la disciplina. Esto no significa que nosotros no debemos quedarnos bajo su efecto; simplemente nos ayuda mucho a entender y reconocer que no todo lo que no me gusta inicialmente es malo, a veces tengo que perseverar. Tú y yo como mamás o papás no vamos a ser capaces de practicar o aplicar la disciplina que proviene del Señor si no la estamos valorando y experimentando en nuestras propias vidas. No podemos enseñar con nuestra boca lo que no enseñamos con la vida. Si mis hijos no me ven sometiéndome a la disciplina de Dios en mi vida, no van a querer someterse ni a Dios ni a mí, en cuanto a la disciplina. Entonces lo que queremos decir con este punto realmente es que, a tu hijo de 3 o 5 o 10 años no le va a gustar la disciplina. No se va a parar a decirte: “Mami, muchas gracias por sacrificarte, disciplinándome para que yo sea mejor”. ¡No! No va a valorar tu hijo la disciplina de manera natural, esto no significa que no lo debemos practicar.

El segundo punto que yo veo aquí acerca de la disciplina, y este es uno positivo, muy bonito, es que cuando hay disciplina, hay prueba de amor. Dios dice que Él nos disciplina porque somos sus hijos, que al disciplinarnos, Él está comprobando, o probando, que somos sus hijos. Si no nos disciplinara, nos estuviera tratando como a bastardos. ¡Esto es muy fuerte! Dios no se avergüenza de dejar claro que Él adrede inicia la disciplina en nuestras vidas como señal de amor. Y obviamente esto choca con nuestra naturaleza que no quiere sufrir. Y es muy importante porque el mundo nos está vendiendo la mentira de que si Dios te ama no te permite sufrir, y muchas veces los padres realmente creemos que podemos amar a nuestros hijos sin permitirles sufrir nada. No quisiéramos que sufrieran obviamente, pero tenemos que oponernos a su voluntad, tenemos que resistir ese pecado en su vida, porque realmente es una prueba de amor genuino. Así que, si amamos verdaderamente a nuestros hijos, vamos a amar más a Dios y obedecer esas instrucciones que Él nos da.

El tercer punto que quiero destacar de este pasaje es tan obvio que uno quizás pensaría que no hay que decirlo, pero realmente creo que hay que decirlo. Es el hecho de que la disciplina implica dolor e incomodidad. No existe disciplina positiva en el sentido que Dios lo usa aquí. Existen unas filosofías más o menos modernas de la disciplina positiva. Y son teorías y métodos que están ganando bastante popularidad. Los padres quisieran pensar que pueden disciplinar a sus hijos sin infligir ningún dolor y ninguna incomodidad, sin tener que resistirse a la voluntad de sus hijos, sino los distraen o los manipulan o tratan de que cambien de opinión. Pero Dios está diciendo claramente a través de varios versículos de este pasaje, usando palabras como “reprendido, azota, soportar, causa de tristeza”, para enseñar que donde hay disciplina que está cumpliendo su función, va a haber dolor, va a haber incomodidad. Tú y yo sabemos que no nos gusta ser reprendidas, no nos gusta ser azotadas, no queremos tener que soportar o pasar tristezas, y no queremos que nuestros hijos pasen esto tampoco. Pero Santiago 1 dice que para que la prueba tenga su efecto deseado, uno tiene que mantenerse bajo esa prueba. Creo que sucede lo mismo en la disciplina, tanto en la de Dios hacia mí como la que yo debo ejercer en la vida de mis hijos. Es importante notar pasajes como Proverbios 5:23, que hablan de que la falta de disciplina produce destrucción y muerte. Y hay más versículos de Proverbios que pudieras encontrar. Cuando desobedecemos a Dios y enseñamos por nuestro ejemplo algo que contradice la palabra de Dios, estamos llevando a nuestros hijos hacia la destrucción.

Si no soportas ver a tu hijo sufrir, si tienes que excusar su conducta, si tienes que distraerle durante un berrinche en lugar de confrontar su rebeldía, si no pones límites y expectativas que estás dispuesta a respaldar con la disciplina, no estás imitando a Dios con la disciplina. Por naturaleza la disciplina tiene que estirarnos, probarnos, hacernos salir de nuestra vana y natural manera de vivir. Así es que Dios nos disciplina a nosotros. Esto no es fácil, pero es una verdad que tenemos que aceptar.

Ahora, muchas veces me ha llegado la pregunta de si es correcto usar la vara. Y en este episodio no hay tiempo para abarcar ese tema, pero sí tengo pensado tratar ese tema en un podcast donde puedo tomar el tiempo para realmente ver de la palabra de Dios si la vara se debe usar, y cómo se debe usar. Por ahora sólo diré que la vara usada correctamente, rompe la dureza de corazón de un niño rebelde, y permite entrada a la Palabra de Verdad. Y sí creo que la vara tiene una función cuando se usa de manera efectiva y sin ira.

Pero vamos a seguir el último punto. Por último, la disciplina produce vida y santidad. Esto lo vemos repetidas veces en Hebreos 12. El v. 9 “que por obediencia al Padre viviremos”. V. 10 dice que nos disciplina para lo que es provechoso para que participemos de su santidad; y v. 11 dice que produce fruto apacible de justicia. Eso es lo que yo quisiera ver en la vida de mis hijos, ese fruto apacible de justicia. Pero en el v. 9 vemos que el tema de la disciplina realmente es un tema de vida o muerte. Si yo permito que la disciplina del Padre produzca obediencia y santidad en mi vida, tendré vida, santidad y justicia y entonces puedo ser un instrumento en la vida de mis hijos para que ellos experimenten esa misma vida. ¿Te acuerdas que dijimos que la crianza tiene que incluir la disciplina y el discipulado? Aquí es donde la disciplina da lugar a ese discipulado. Dios no nos trata solamente con disciplina negativa, sino que nos discipula hacia la santidad y la vida en Él. Y es lo mismo en nuestra crianza, la disciplina la tenemos que ejercer siempre en el marco de que somos representantes y agentes de la obra de Dios en la vida de nuestros hijos.

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Autor

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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